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Antonio Romera, Chipi: "Algeciras tiene un vaciado cultural"

Entrevista | Músico, guionista, dueño de bar y residente en Sevilla

Triunfa con su espectáculo músico-teatral 'El bar nuestro de cada día' y ultima la producción de nuevas canciones que saldrán reunidas bajo el título 'El Limón y la Pipa'

Ha escrito guiones de teatro, televisión, cine y hasta de un proyecto experimental con películas X

Chipi La Canalla, en los corralones del Pelícano, en Sevilla, donde tiene su estudio / José Ángel García

Algeciras/Antonio Romera, natural del barrio de El Cobre de Algeciras, es conocido como Chipi La Canalla, apodo y nombre de grupo musical que hace tiempo que van unidos y han hecho olvidar su nombre del carnet de identidad. Triunfa con el montaje teatral El bar nuestro de cada día, por el que le han distinguido con el premio de artes escénicas de Andalucía, que todavía no ha podido presentar en su ciudad. Prepara nuevo disco, del que se empezarán a conocer canciones antes de final del presente año. Montó, puso copas y conversó en el bar Café-Teatro, todavía abierto en la calle Trafalgar. La conversación fluye en la plaza del Pelícano, en Sevilla, junto a los corralones donde tiene su estudio, como un nutrido grupo de creadores culturales e inventores.

"Tú vas andando por La Campana o la calle Sierpes y te encuentras una tienda en la que no hay nadie, y dices ¿por qué? No, no venden, son escaparates para promocionar la marca. Como por Sevilla viene mucha gente, los propietarios quieren que recuerden su marca los miles de personas que pasan", dice.

Pregunta.En Algeciras hay cada vez hay menos escaparates

Respuesta.El problema de Algeciras es que no le interesa a nadie que le relacionen con su marca, la han desprestigiado. El primer problema que tiene Algeciras es con los centros comerciales. Creímos que íbamos a ser una ciudad maravillosa por tener un Corte Inglés y por montar un centro comercial en Pajarete. Eso lo hicieron cuatro políticos y yo dudo mucho que los políticos no supieran que eso no le hace bueno al pueblo.

P.De todas formas, usted dijo que lo valioso de Algeciras es la gente cuando nos tildaron de ciudad fea, según la Inteligencia Artificial.

R.Hombre, es que las cosas no se pueden juzgar únicamente por la apariencia. Si fuera así, la gente no comería coco. Lo importante no es la cáscara de las cosas. Está bien mirarla, pero lo importante no es. Lo importante son otras cosas. De turismo puede que vaya mucha gente por la estética, pero hay otras cosas. Y Algeciras tiene un montón de cosas muy guapas dentro. Algeciras es un coco.

Me gustaría estar en Algeciras, en verdad, pero tiene un vaciado que no es demográfico, es un vaciado cultural

P.¿Se siente un algecireño en la diáspora?

R.Yo creo que más que incomprendido, es un rollo de impotencia. A mí me gustaría estar en Algeciras, en verdad, pero tiene un vaciado que no es demográfico, es un vaciado cultural. Y es que la gente que le gusta o tiene inquietudes culturales se tiene que ir de Algeciras. Porque siempre se ha priorizado la economía y nunca se ha priorizado la cultura. Casi toda la gente que se dedica a la cultura que conozco de Algeciras, o se ha ido en su momento y ha tenido que volver por circunstancias económicas, o porque tiene mucho arraigo familiar, pero ha vuelto a duras penas; o se ha ido y ya no ha vuelto más. Pero muy pocos están, y no digo que no los haya, digo que hay muy pocas personas que están en Algeciras haciendo su rollo cultural, desempeñando su faceta cultural. Porque es muy complicado, es muy complicado.

P.¿Se siente ahora más cómodo en Sevilla?

R.Culturalmente sí, pero claro, hay un apego que, no sé, es como tener que renunciar a algo que te gusta porque no es compatible con lo que tú quieres. A mí Algeciras me gusta mucho, y yo no digo era porque no tengo la sensación de haberme ido. Voy todos los meses, bastantes veces, a ver a la familia, a los colegas, sigo yendo por el Café-Teatro, pero me da pena que la ciudad sucumba al entretenimiento y no le echen cuenta a la cultura. La gente va a ver a la Legión, un montón de gente, pero si hay una actividad cultural allí no aparece ni Dios. Cuando una ciudad, un pueblo, tiene mucho de entretenimiento y poco de cultura, ahí empiezan problemas gravísimos.

P.¿Cuáles?

R.Uno de ellos es que se deja de tener pensamiento crítico y al dejar de tener pensamiento crítico puede llegar cualquier carajote a engañarnos. No se cuestiona nada. Me acuerdo una vez que había un bloque de vecinos en una barriada que había que derribarlo y dos políticos estaban en campaña. A la hora de hacer un bloque nuevo, el planteamiento urbanístico, el plan de urbanismo, no dejaba construir tantas plantas como tenía el otro. Y un partido decía, bueno, vamos a ver cómo reubicamos esa familia en otro sitio. Y otro partido decía, no os preocupéis, que vais a vivir todos como cuando erais chicos, se va a quedar todo igual. La gente no se cuestionó si eso era posible o no, si alguien le decía la verdad o no.

P.Su Bar nuestro de cada día está funcionando muy bien. ¿Es una sorpresa?

R.En cierto modo sí, porque yo nunca he actuado como actor en una obra de teatro. Nunca he dirigido. Como dramaturgo es un experimento nuevo. Esto es un híbrido entre concierto y teatro. No he copiado la fórmula de ningún lado y ha sido un diseño nuevo. Todo es un experimento y, si sale bien, es una sorpresa.

P.Usted ha trabajado mucho en bares.

R.Tengo más experiencias de bares que de teatros y canciones.

Los bares son templos donde nosotros nos dedicamos el tiempo a nosotros y a la gente que nos gusta

P.¿Están todas las historias contadas de aquella época de bares?

R.No cabe, cariño. No caben todas. Lo que sí tengo es un perfil hecho de los personajes con los que he trabajado y con los que he tenido la suerte de compartir mi tiempo de trabajo. Y me ha ayudado para poder desarrollar un poco la idea del bar. Lo que sí está entero, entero, es el concepto del bar nuestro de cada día. Es un café-teatro. No es un bar de tapitas. No es un bar, de hecho, de los que hacen ahora nuevos, que son bares del demonio. Porque es mentira, tío. Un bar tiene que cumplir una función social. Es lo que te decía antes de la cultura y el entretenimiento. Un bar no puede tener como única misión ganar dinero. Si es menos rentable poner poesía el domingo por la tarde que poner fútbol, tiene que hacerlo.

P.¿Por qué?

R.Porque le toca. Yo sé que es más rentable poner fútbol, pero la gente que tiene ganas de trabajar el tema de la poesía no tiene un sitio donde plasmarlo. Tenemos que ofrecerselo. No es la prioridad y, a veces, hay que prescindir de la economía.

P.¿Y cuál debe ser la prioridad?

R.Tiene que ser curarte. En un bar, la prioridad tiene que ser cumplir esa función pública de tener un sitio donde darle cobertura a la gente. Porque los bares son templos donde nosotros nos dedicamos el tiempo a nosotros y a la gente que nos gusta. Es un sitio donde nos comunicamos, donde no tenemos que esperar a que alguien con un traje de chaqueta desde Madrid en un telediario nos cuente cómo es un catalán. Prefiero entrar en un bar y hablar con un catalán ese día y entender cómo son los catalanes porque me lo está contando él. Porque, si no, nos exponemos al riesgo de que nos manipulen y nos engañen, como por ejemplo con el tema de los catalanes. Esa conversación es más complicada de tener cada vez más en Algeciras. En Algeciras le ponen puentes de plata a bares de entretenimiento y muchos inconvenientes a bares culturales. Bueno o malo, es injusto.

P.Usted escribió una especie de credo sobre Algeciras que tituló "Algeciras cuesta".

R.Lo improvisé antes de salir al escenario con el Pepe Rebolo. Ese día actuábamos Juan José Téllez y yo en el Florida, y el Téllez llevaba un par de poemas. Siempre escribo cosas cuando voy por ahí y me dije que a mi ciudad le tenía que escribir algo también. Le dije a Pepe, dame papel y boli, y allí me salió.

Algeciras cuesta

Algeciras… llana, llana pero con cuestas.

Cuesta del Rayo, Cuesta de los Pastores, Cuesta de San Bernabé.

Desde San Bernabé se ve. Se ven todas las cuestas.

Muchas cuestas y todas cuesta arriba, solo hay una bajada o mejor dicho, una Bajadilla, pero también llena de cuestas.

Algeciras, es llana, llana pero con cuestas.

Con carril Bici, pero con cuestas, por eso cuesta ir con la bici por el carril.

Cuesta del Piojo, Cuesta del Caballo Dorado, cuesta de San Isidro.

Cuesta y más cuesta, pero lo que más cuesta es encontrar trabajo fijo.

Cuesta entrar en portuario, cuesta, pero más va a costar echarlos.

Cuesta entrar en el ayuntamiento. Miento, no cuesta tano.

Pelotas, mucho pelotas, pelotas y pelotas: de fútbol, de balonmano.

Mucho pelota o ser hijo de fulano y entras del tirón.

Solo les cuesta a los que van por oposición.

Algeciras, ¡qué cuestas!

Cuesta de San García, Cuesta de la Cañá de los Tomates, cuesta de la Piñera, cuesta del Secano, Cuesta de la Calle Trafalgar.

El camarero se acuesta, ya ha cerrado el bar.

Algeciras, llana, llana pero con cuestas.

Cuesta arriba, cuesta abajo.

La vida cuesta arriba, la cultura cuesta abajo.

Cuesta un gin-tonic en un bar pijo lo que cuesta un concierto de Jesús, de Malamadre, de Big Menú o del Clavijo, pero como le cuesta pagar en la puerta, termina cogiendo la cuesta para tomarse un Bombay Sapphire.

Algeciras, la llana, llana pero con cuesta.

No cuesta llenar teatros en Nueva York ni París, en Pernambuco o en la Conchinchina,

que le pregunten a Paco, lo que cuesta es llenar en Algeciras.

Algeciras, llana, pero con cuestas. Con todas sus cuestas.

Las cuestas de nuestras vidas.

Cuesta de los primeros años que se pasan rodando.

Cuesta de los amigos que te ayudaban a subir cuando estabas agonizando.

Cuestas de los besos que se daban de tapadillo en las pequeñas cuestas de arena de las dunas del Rinconcillo.

Cuestas de ir acuesta de los lomos del tiempo, hasta que te das cuenta de que ya la vida va bajando y no subiendo.

Cuestas de Algeciras, de las dos Algeciras, la buena y la puñetera.

Cuestas y más cuestas. Cuestas de una vida entera.

Algeciras, llana, pero con cuestas.

Cuesta, Algeciras. Cuesta lo mismo odiarte que tenerte cariño.

Sé que algún día volverán tus Tito Wanted a su Algeciras la llana, para volver a despeñarse por las mismas cuestas por la que se despeñaron de niños.

Algún día. Pero todavía, AL-GE-CI-RAS, cuesta.

Antonio Romera, Chipi.

P.Estuvo cinco años fuera de la órbita musical, guionizando cine, teatro y televisión.

R.En ese tiempo había nacido Carmen, mi hija, y la conciliación era complicada. Mi pareja y yo decidimos que me iba a centrar en una tarea que pudiera hacer en casa, porque siempre he compatibilizado la música con los guiones. Escribí obras de teatro, documentales, programas de televisión, pero nunca dejé de hacer canciones. En mis ratos libres, cuando me picaba el gusanillo con alguna idea, le metía el boli hasta que soltaba el chorro de tinta y se desangraba el folio.

P.En ese tiempo escribió guiones de películas porno. ¿Cómo se hacen?

R.Porque es un cine experimental. En realidad fueron guiones de película experimental con escenas de desnudo y de sexo explícito que catalogan X. Fue un proyecto de Gonzalo García Pelayo. Hicimos once películas en un año, de las cuales una solamente era un diseño, porque el texto era de un filósofo. Solo había que diseñar cómo se iba a plantear. Entre esas once películas hay dos que son X con actores pornos. En la segunda intervinimos también dos o tres poetas, y lo que hicimos fue recitar décimas.

P.¿Funcionó bien todo eso?

R.Era un cine experimental que no tenía la intención de gustar. Es un cine disruptivo que tenía la intención de transgredir ciertas cosas. No gusta ni tiene por qué gustar.

P.En 2007 abrió un capítulo en su vida que fue el grupo musical La Canalla.

R.Aquello fue un proyecto que todavía lo continuo con el mismo espíritu. La Canalla retrata a gente de abajo para mostrarla de una forma a la gente de arriba. Y cuando hablo de abajo-arriba me refiero a estatus social. Hay otros parámetros por los que se puede medir donde los que están arriba en el estatus social están en el fango, como por ejemplo en el estatus moral. Pero La canalla hace ese ejercicio de dignificación de personas que están despreciadas por gente con un estatus más elevado, un estatus social más elevado.

P.La canción Tes quiero may lof es un buen ejemplo de todo eso, ¿no?

R.Son gente que dice palabrotas, gente irreverente. Por eso está contado desde la copla. Es un cancionero urbano de copla contemporánea. Son historias de personajes que cuando los ven desde arriba, a primera vista, sienten desprecio y no son capaces de ver la luz que pueden tener esas gentes. La obra de teatro va un poco de eso, de la dignificación de la figura de esa persona que está en la esquina de la barra. Y hay gente que siente desprecio y me entran ganas de decirle que tú no tienes ni idea de la batalla que está librando esa persona.

Antonio Romera "Chipi La Canalla" / José Ángel García

P.¿El ingenio viene del hambre, y digo hambre figuradamente?

R.Como mejor se piensa es con la barriga llena. La filosofía no se da en un ámbito de miseria. La filosofía se da en un ámbito donde la gente tiene las necesidades básicas cubiertas y puede invertir tiempo que es dinero en filosofar. La burguesía es necesaria. Lo que tenemos que intentar ahora es que todo lo que fue necesario con la burguesía esté a disposición ahora mismo de la clase media. Y hacer posible que no haya barrera y que gente de la clase baja pueda acceder a esa clase media por mérito, no por capricho. El fútbol tiene esas puertas abiertas. Cuando alguien juega bien al fútbol, como Lamine Yamal, da igual si viene de Río Ancho, de La Bajadilla o de La Piñera. Si se hubiera dedicado a buscar la cura del cáncer, habría tenido más problemas.

P.¿Qué nos puede contar sobre su nuevo disco?

R.Cuando escribo algo, cuando hago algo, lo hago pensando en todo esto que estamos hablando. No hago canciones u obras de teatro para hacerme rico, lo hago con la necesidad de que algo suceda y vaya mejor. Me gustaría que en un futuro lo que yo he hecho valga para algo. Quien piense que la vida va de ganar dinero tiene un problema. Tú no puedes comprar admiración, no hay dinero para comprar admiración, no se puede, no es tangible.

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