Antonio Torremocha seguirá dando guerra con más novelas
Nuevo libro
El doctor en Historia Medieval presenta El bibliotecario de Medina Azahara, que narra la historia de Jalid ben Idris y cómo la intransigencia terminó con la Gran Biblioteca de Córdoba
El Centro Documental José Luis Cano de Algeciras acoge la puesta de largo de la obra
Las fotos de la presentación de la nueva novela de Antonio Torremocha
'El bibliotecario de Medina Azahara', el templo del saber de Al-Andalus que destruyó Almanzor
El historiador Antonio Torremocha ha presentado ante el público este viernes en el Centro Documental José Luis Cano de Algeciras su última novela, El bibliotecario de Medina Azahara, el cierre de la tetralogía dedicada a la Edad Media de la que forman parte La cruz de Belisario, La venganza del rey bastardo y La cautiva de la Alhambra. No obstante, promete seguir ofreciendo más libros a sus lectores.
Torremocha, colaborador de Europa Sur, ha estado acompañado de la poetisa Paloma Fernández Gomá, quien ha hecho los honores en la presentación, además de la delegada de Atención Ciudadana, Patricia Bueno.
Gomá ha tildado de "generosa y rigurosa" la nueva novela del historiador, la cual, en palabras del propio autor, pretende "exponer el contenido de una manera lúdica" para facilitar el aprender historia sin necesidad de estudiar.
Algunos de los asistentes han tomado la palabra al final de la presentación para elogiar la prosa del escritor, quien ha confesado que disfruta más con las novelas que con los ensayos. Aun así, sus lectores reconocen que la precisión histórica que mantiene Torremocha en sus relatos es la misma que en sus artículos académicos.
Aunque cuenta con una extensa trayectoria, el historiador asegura que próximamente llegarán nuevas obras, también de corte histórico, aunque ubicadas en otros momentos de la historia como el siglo XV. Dos de ellas ya están listas, aunque aún faltará algún tiempo para que lleguen a las librerías. "Seguiré dando guerra", ha declarado a este periódico.
La novela
El libro recupera la figura de Almanzor, militar de origen yemení nacido en algún lugar entre Algeciras y Guadiaro, juega un papel fundamental en esta obra que cuenta la historia de los hombre y mujeres que padecieron en la Córdoba medieval el radicalismo de este conocido personaje histórico.
El bibliotecario de Medina Azahara (editorial Almuzara, 2022) se ambienta en el siglo X, aunque tiene claros reflejos actuales. Tanto es así que conceptos que ahora conocemos como Big Data o cultura de la cancelación son tratados en el marco de una sociedad que, quizá, tiene más que ver con la nuestra de lo que pueda parecer.
Quien da nombre al libro es Jalid ben Idris, el entonces encargado de la Gran Biblioteca de Medina Azahara. Torremocha le ubica en sus últimos días de vida, cuando comienza un relato autobiográfico en que recuerda los esplendorosos años en que dirigió el centro de la cultura de la época.
En el año 962, el califa al-Hakam II le encomendó la dirección del templo de conocimiento que él mismo había fundado con los libros que heredó de su padre, Abderramán III. Fue ahí donde comenzó una andadura de carácter histórico.
Pero Jalid ben Idris no estaba solo. Le acompañaban Talid al-Qurubí, un eunuco de vasta cultura que se convirtió en el conservador, y Ludna y Fátima, dos esclavas cristianas que destacaban como copistas, traductoras y restauradoras de libros. Precisamente, Torremocha ha destacado en la presentación la importancia de la mujer en el Al-Ándalus de los califas, especialmente en el campo de la cultura.
El apoyo de al-Hakam II permitió al equipo reunir, catalogar, restaurar y traducir al árabe la mayoría de las grandes obras de esa y anteriores épocas, libros y antiguos códices que adquirían a través de una red de agentes literarios que se extendía por Bagdad, Basora, Damasco o Constantinopla. En total, 190.000 obras se concentraron entre los muros.
Para desgracia de Jalid y sus compañeros, al-Hakam II murió dejando a Hisham II, de solo 10 años, en el poder. Ahí, Almanzor entró en juego para engatusar a la madre del menor y al propio mandatario para que los ulemas más radicales pudieran combatir los libros que consideraban contrarios a la sharia.
Jalid ben Idris quiso impedir que se sacaran sus queridas obras de la gran biblioteca. Pidió a Talid al-Qurubi que ocultara los catálogos, aunque fue torturado y asesinado por no revelar la información. Ludna y Fátima lograron escapar. Jalid fue condenado a muerte y huyó, a los 68 años, a El Cairo.
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