El asilo San José
Algeciras
La ciudad donó en 1905 unos terrenos cerca del Calvario y la plaza de toros a la Hermandad del Rosario para el edificio que se terminó 9 años después
La entidad religiosa ya cuidaba de los ancianos y desamparados de la ciudad desde 1752
Ayuntamiento y UCA planifican la residencia de estudiantes del antiguo asilo San José
Algeciras/La atención a los pobres desamparados y, especialmente, a los niños expósitos y a los ancianos sin hogar ni recursos, era una función que, durante el Antiguo Régimen, desempeñaban determinadas instituciones religiosas. En el caso de la resurgida ciudad de Algeciras, este cometido de caridad consistente en actividades de tipo asistencial como el auxilio a vecinos pobres y a enfermos, lo realizaba la Hermandad del Rosario de Nuestra Señora de Europa, que tenía su sede en la primitiva iglesia o capilla del mismo nombre.
Una vez que se trasladaron las funciones parroquiales a la recién construida iglesia de Nuestra Señora de la Palma en 1738, aquellos buenos vecinos, constituidos en Hermandad de la Santa Caridad que, por aquellos años, estaba formada por 188 individuos, siendo su primer hermano mayor Diego Rodríguez Periáñez, continuaron utilizando la capilla y un local anejo a la misma como cotarro o albergue donde acogían a los enfermos pobres de la ciudad.
En el año 1748 esta Hermandad fue la que emprendió las obras del Hospital de la Caridad, destinado a atender a los enfermos pobres de Algeciras y sus contornos. La primera sala del hospital, aun sin acabar de construir el edificio, comenzó a funcionar en el año 1752. Pero sería a partir de mediados del siglo XIX cuando las instituciones públicas y nuevas congregaciones surgidas en el seno de la Iglesia Católica se dedicaron a ejercer la beneficencia dando atención a los pobres y a los ancianos desamparados, unas para seguir el mandato cristiano de dar de comer al hambriento y vestir al desnudo, y las otras por imperativo de los avances sociales que estaban teniendo lugar en las naciones industriales, en las que se daban, con frecuencia, condiciones laborales de semiesclavitud e imperaban desigualdades que fueron el germen de los movimientos proletarios y revolucionarios que comenzaban a surgir por aquellos años.
No cabe duda de que la firma del Concordato entre el Estado Español y la Santa Sede en 1851 y la aprobación de la Ley de Beneficencia de 14 de mayo de 1852, dieron un enorme impulso a la fundación de nuevas congregaciones religiosas dedicadas a la atención de los pobres y de los ancianos desamparados.
La Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, fundada en Valencia en el año 1873 por Saturnino López Novoa y Teresa Jornet e Ibars, se estableció en Algeciras en el año 1896 de la mano de una gran benefactora de la ciudad, Dolores García de la Torre, entusiasta mujer que participaba activamente en colectas para recaudar fondos con destino a los heridos de guerra y en otras acciones sociales desarrolladas en la población.
En un principio, las monjas se instalaron en la propia casa de su benefactora, viuda que era de un destacado industrial de la ciudad de apellido Cubero, situada en la calle que cruza el céntrico Callejón del Ritz que ostenta el nombre de un miembro de su familia, héroe de la Guerra de África, aunque la gente la conocía como “Callejón de las Damas”.
El 19 de marzo, día de San José de 1896, se fundó el Asilo de Algeciras, instalándose los primeros ancianos en unas dependencias cedidas por el Ayuntamiento en el antiguo edificio del Convento de Nuestra Señora de la Merced. Aquel día se celebró una solemne función religiosa en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Palma a la que asistieron las monjas acompañadas de doce ancianos, seis por cada sexo. Al terminar el acto religioso se hizo una colecta para atender, con el dinero recaudado, los primeros gastos del asilo recién fundado.
Según el investigador Manuel Tapia Ledesma, en aquellos primeros meses, Dolores García se esforzó por organizar cuantos festejos fueran necesarios, teniendo como sede el Teatro Imperial o la plaza de toros, con el fin de recaudar fondos para la dotación o mantenimiento del citado asilo.
Emilio Santacana, en su tantas veces citado libro sobre Algeciras, escribe que (hacia 1900) “la porción baja de las antiguas dependencias del Convento que no se utilizó como cárcel, la ocupan las Hermanitas de los pobres que se instalaron allí hará unos tres años, mediante donativos y rifas y por iniciativa de la señora doña Dolores García de la Torre, habiéndose formado un asilo en el que se alberga una veintena de ancianos. Con tal innovación de carácter altamente benéfico, el local ha ganado mucho y la iglesia también está más atendida y cuidada”.
Pocos años después, el propietario Antonio García Reina cedió a las monjas un terreno en las afueras de la ciudad, en el llamado Cortijo de las Monjas, para que las Hermanitas de los Ancianos Desamparados construyeran un nuevo edificio para trasladar la casa-asilo que ocupaban en el viejo convento.
Las obras se iniciaron con el dinero recaudado por medio de limosnas y con donaciones de materiales de construcción realizadas por los vecinos, aunque los trabajos fueron abandonados porque el lugar estaba muy alejado de la ciudad y ello representaba un problema para los ancianos residentes que quedarían aislados.
El Ayuntamiento, atendiendo las quejas de las monjas, hizo donación de un terreno que existía en la parte alta del Calvario, al lado de la plaza de toros, por donde discurrió la muralla y el foso de la ciudad medieval, donde comenzó a construirse el nuevo asilo en el año 1905.
En la sesión celebrada el día 8 de septiembre de ese año se recoge que “en vista de la invitación que hace la Superiora del Asilo de Ancianos para el acto que se ha de verificar en la tarde de hoy de colocar la primera piedra del nuevo asilo que trata de construirse, el Ayuntamiento acordó que en su representación concurra el señor Alcalde Accidental (Juan Sánchez Gil)”. Unos días más tarde, el 15 de septiembre, se leyó en la reunión de la Corporación Municipal una carta de la Superiora del Asilo en la que pedía autorización para extraer piedras de una cantera situada en terrenos públicos para las obras del nuevo asilo.
El 29 de mayo de 1914 se dio cuenta en la sesión celebrada por el Ayuntamiento en ese día de una solicitud de Sor Isabel de Santo Domingo de Guzmán, Superiora de las Religiosas del Asilo de ancianos desamparados de esta ciudad, pidiendo se “le conceda, con las limitaciones que se estimen oportunas, para establecer a nombre del instituto que representa, un jardín separado de la vía pública por una sencilla verja en toda la longitud de la fachada principal del nuevo asilo que viene construyendo en el sitio denominado Avenida Canalejas”. Aunque el Consistorio desestimó en primera instancia la petición de la madre superiora, ésta sería al cabo respondida favorablemente, pues dicho jardín formó parte del Asilo hasta su abandono por las monjas y los ancianos en junio de 1999 para trasladarse al nuevo edificio construido en la barriada de San García.
Los trabajos para la construcción del Asilo se alargaron durante nueve años, hasta finales de 1914. El 30 de octubre de ese año se tiene constancia, por los Libros de Actas Capitulares, de haberse terminado de construir la cocina y el 23 de junio de 1916 se acordaba por el Ayuntamiento transmitir su testimonio de gratitud a la señora Duquesa de Parcent que “con generoso desprendimiento y sin otros estímulos que los de su inagotable caridad…,” hizo donación de la cocina económica que se instaló en el Asilo de Ancianos.
En la capilla del Asilo se celebraron sonados enlaces matrimoniales de hijos e hijas de las más sobresalientes familias de la ciudad, siendo especialmente utilizada como oratorio familiar por los Larios-Marzales. En la edición de la mañana del diario ABC del día 16 de febrero de 1954 se publicó la noticia del enlace, en la capilla del Asilo de San José de Algeciras, entre Mariluz Larios Fernández de Villavicencio, hija de la Marquesa de Marzales, con Luis Peralta España.
La capilla del asilo
La iglesia, de planta rectangular y una sola nave, es el elemento arquitectónico más destacado del viejo edificio. Presenta el presbiterio elevado y separado del resto de la nave por dos escalones y otros dos retranqueados.
La cubierta interior es de madera con forma de ojiva o casco de nave invertido, lo que unido a las amplias ventanas con arco apuntado y elegantes vidrieras de excelente factura y estilo modernista, con tracerías en su parte superior y baquetones remarcando las jambas, y el rosetón que remata la cabecera del templo, nos obligan a encuadrar la iglesia, obra diseñada y construida por el arquitecto Guillermo Thompson ―el mismo que construyó el Hotel Reina Cristina y la capilla protestante de dicho hotel― en estilo neogótico inglés.
Dos tribunas con antepechos calados, también de estilo goticista, flanquean el altar y el retablo, ocupando las zonas laterales del presbiterio. El retablo, aunque de no mucha calidad, sigue, igualmente, los esquemas del arte neogótico inglés. Presenta tres calles muy alargadas con la predela, donde estuvo ubicado el altar hasta las reformas aprobadas por el Concilio Vaticano II, y dos cuerpos. La calle central es más ancha que las laterales y estaba presidida por un Crucificado y por la imagen de la Virgen de los Desamparados situada en una hornacina cubierta con arco apuntado. No tiene ático. En su lugar muestra dos cresterías de estilo gótico en las calles laterales y un dosel en la central sobre la imagen del Crucificado.
En el mes de mayo de 1931, como aconteció en otros templos de la ciudad, un grupo de anarquistas llegados de la provincia de Málaga, entró en la capilla y se llevó el Vía Crucis y la imagen de la Virgen de los Desamparados. Es de esperar que el nuevo proyecto de convertir el edificio en residencia de estudiantes, sirva para restaurar y recuperar este ejemplo único del arte neogótico ingles conservado en nuestra ciudad.
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