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El Ayuntamiento de Algeciras hará "todo lo que esté en su mano" por salvar la casa del violinista Regino Martínez

Este viernes se realizará una primera evaluación del inmueble, con la participación de la delegación y los técnicos de Urbanismo

El objetivo es estudiar la inclusión del edificio en el catálogo de bienes protegidos, el cual lleva años sin actualizarse

Otro trozo de la historia de Algeciras al borde del derribo: la casa del violinista Regino Martínez, a la venta

La casa del violinista Regino Martínez, a la venta. / Claudio Palma

Algeciras/El Ayuntamiento de Algeciras se ha comprometido a explorar todas las vías posibles para preservar la casa natal del violinista Regino Martínez Basso, ubicada en el número 31 de la calle que lleva su nombre, llamada popularmente calle Ancha. El alcalde José Ignacio Landaluce ha declarado a Europa Sur que "vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano por salvar la vivienda por su valor cultural, patrimonial y sentimental en una de las principales arterias de la ciudad”.

Este viernes, en la comisión de gobierno, se realizará una primera evaluación del inmueble, con la participación de la delegación y los técnicos de Urbanismo. El objetivo es estudiar la inclusión del edificio en el catálogo de bienes protegidos, el cual lleva años sin actualizarse.

Uno de los puntos críticos es determinar si la casa se encuentra en estado ruinoso, tal y como declaran los herederos del músico; una cuestión que aún no ha sido aclarada por el Consistorio.

A pesar de su estado avanzado de deterioro, la vivienda sigue en manos de la familia lejana del violinista y, como avanzó este periódico, ha sido puesta a la venta por un precio de 400.000 euros. Según los propietarios, es probable que el inmueble sea adquirido por una promotora que se encargará de su demolición para levantar un nuevo edificio, ya que aparentemente la casa no cuenta actualmente con ningún tipo de protección oficial.

Uno de los escasos ejemplos de arquitectura popular

La noticia de la posible desaparición de la casa de Regino Martínez ha causado una profunda tristeza entre los algecireños, quienes ven cómo otro fragmento de la historia de la ciudad está en riesgo de perderse. El cartel de "se vende" en su fachada es un testimonio más del declive de uno de los edificios más significativos de la calle Ancha, un lugar que albergó la vida y obra de uno de los músicos más ilustres del siglo XIX en Algeciras.

Regino Martínez Basso nació el 4 de febrero de 1845 en la citada vivienda. Hijo de Regino Martínez Ortega y Ángela Basso Bosío, procedentes de Murcia y Cartagena, la familia instaló un obrador y despacho de pan en el inmueble que adquirieron en la calle Ancha al mejorar su situación financiera. La cercanía al Teatro Imperial permitió al joven Regino presenciar ensayos y estrenos que alimentaron su vocación musical. A temprana edad, su talento con el violín lo llevó a proseguir su formación en Madrid.

Tras sus años en la capital y en Málaga, y a pesar de su exitosa carrera, Regino falleció pronto, a los 56 años, en su casa familiar, el 27 de enero de 1901. Su muerte conmocionó a la sociedad algecireña, que lo había visto convertirse en uno de sus más destacados hijos. En su honor, el Ayuntamiento colocó una placa de mármol en la fachada de su residencia, durante el mandato de su amigo Emilio Santacana, que todavía puede verse.

La historia de la casa está también ligada a la reciente vida social de la ciudad. En el bajo del edificio se inauguró en 2020 el bar El Violinista, un homenaje al músico, y que cerró sus puertas a comienzos de este año, sumando otro capítulo a la decadencia del edificio.

La intervención del Ayuntamiento y la posibilidad de incluir la casa en el catálogo de bienes protegidos ofrece un rayo de esperanza para quienes defienden la preservación del patrimonio histórico de Algeciras. Sin embargo, el estado del inmueble y la falta de una protección oficial clara plantean dudas sobre el futuro de la casa de Regino Martínez. Mientras tanto, este viernes será un primer paso en lo que podría ser una carrera contrarreloj para evitar que una parte fundamental de la memoria de la ciudad sea sustituida por nuevos desarrollos inmobiliarios.

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