Un barrio salpicado de arte, La Bajadilla

Algeciras · Territorio especial

La Bajadilla, situada en el centro, puede presumir de ser la cuna de Paco de Lucía

El núcleo, con más de 20.000 vecinos, pide más control policial y un centro de salud digno

Vista general de La Bajadilla.
Vista general de La Bajadilla. / Jorge Del Águila
María E. Selva

13 de agosto 2017 - 09:47

L a cuna del talento está en La Bajadilla. Un barrio salpicado por el arte y la defensa de las grandes tradiciones, ya sea carnaval, rondallas o el flamenco más puro. Sus límites están más allá de los marcados y ni sus vecinos atinan a trazar esa línea imaginaria aunque se entiende que este núcleo de más de 20.000 habitantes linda con Fuentenueva hasta Aguamarina y alcanza la A-7 por el Cerro culminando en el Secano.

El barrio está formado en su mayoría por casas bajas. La avenida La Cañá es la calle Ancha del vecindario. A un margen se levanta el Cerro, con una gran población foránea, especialmente procedente de Marruecos, y al otro lado predominan los vecinos de toda la vida. Hay mucha población mayor pero la entrada de extranjeros está propiciando que baje la media de edad.

El nombre del barrio viene a consecuencia de la inclinación con respecto a la N-340

Es un barrio de gente obrera, aunque también son numerosos los casos de familias que viven en riesgo de exclusión social y solicitan ayudas a ONGs o colectivos como Cáritas y Ambae. No todo lo que se ve es real, explican los vecinos, ya que pese a que hay una gran economía sumergida vinculada a la droga no se debe generalizar al vecindario, aunque películas como El Niño tomaran el Cerro como escenario de cine para grabar las pericias de un grupo de narcos.

La Bajadilla ha recibido por otro lado un gran impulso mediático ya que el genio de la guitarra Paco de Lucía nació entre sus calles, en San Francisco. Otro ilustre algecireño como Flores el Gaditano tiene su casa en primera línea de la avenida La Cañá. En esta misma vía se aloja desde hace muchos años la Peña del Cante Grande, corazón del flamenco local, aunque los vecinos reconocen que no está muy identificada con el barrio ni con el movimiento vecinal.

Los más pequeños acuden al colegio Campo de Gibraltar pero también está Salesianos y Huerta de la Cruz. Los institutos más cercanos están en Parque Bolonia. La Bajadilla tiene su propio ambulatorio, pero las condiciones no son las mejores. En cuanto a sucursales bancarias tienen varias, quizás por su cercanía como barrio de paso hacia el centro.

En el vecindario hay además varios supermercados y muchas pequeñas tiendas, no faltan servicios de textil o zapaterías y destaca el bar Los Porrones, mítico en el barrio. En sus límites también entra, según los vecinos, el depósito de agua -en la parte alta del Cerro- y el parque acuático. Y no hay que olvidar que Generatriz también estuvo en los límites de La Bajadilla.

Viviendas

El barrio tiene casas muy antiguas, a simple vista se percibe. Es un vecindario desordenado de viviendas de una y dos plantas, con pocos edificios. Algunas tienen más de 90 años. La avenida La Cañá era un paso de animales antiguamente y sus márgenes empezaron a poblarse. En la calle San Francisco los vecinos explican que hay viviendas muy deterioradas sobre las que se deberían tomar medidas por riesgo de derrumbe. Hay también algún que otro solar abandonado y el sistema de aguas pluviales deja mucho que desear en la parte baja del barrio, ya que cuando llueve mucho en invierno en calles como Santa María Micaela hay riesgo de incendio.

El Cerro es un mundo aparte con casas que no se han arreglado en años, algunas de ellas ocupadas o casi en ruinas por dentro. Es una realidad que está en ese núcleo en el que hay una gran población extranjera, muchos con dificultades económicas, pero que no son sinónimo de problemas de convivencia vecinal, sino que hacen visible el auxilio social que necesita el barrio con acerados tercermundistas, tuberías de pluviales que caen en la calzada y constantes barreras arquitectónicas.

Servicios

La asociación de vecinos, que dirige Juan Rocha, exige como todos los colectivos más esfuerzo en el área de limpieza. El problema principal no son ya los papeles y restos de basura que queden por el suelo sino más bien la suciedad de las calles y los puntos de contenedores. Además el incivismo hace mucho daño ya que son muchos los vecinos que dejan muebles o bolsas en el suelo, en algunos casos porque las personas mayores no pueden darle al pedal del contenedor.

Los vecinos consideran que se ve la falta de limpieza y riego y se nota en los excrementos caninos, otro gran problema. Tampoco hay papeleras suficientes y les gustaría que los contenedores fuesen soterrados, en especial en la avenida La Cañá.

En cuanto a otros servicios empezando por la conexión del autobús urbano le dan un aprobado pero puntualizan que hay mucha desconexión los fines de semana y festivos, además de que la travesía que realiza es muy larga en el caso por ejemplo de un vecino que quiera ir a la plaza de abastos.

Barreras

Es un barrio muy limitado para las personas mayores o con movilidad reducida. Las calles que desembocan en la avenida La Cañá están llenas de baches o deterioradas, tanto en acera como en asfalto, casos como las calles Valencia, Huelva o Córdoba. Hay incluso socavones que impiden que una persona puede caminar por la avenida topándose con los obstáculos que supone cada desembocadura de una pequeña calle con la arteria principal. A todo ello sin contar las escaleras interminables que hay o las calles cortadas, que impiden incluso el acceso seguro de vehículos de emergencia o el paso de la Policía Local, a no ser que sea a pie.

Seguridad

Para los vecinos es "nula" la vigilancia y es necesaria la presencia de la Policía de Barrio. Los agentes aparecen por La Bajadilla cuando hay "redadas", según señalan los residentes. El menudeo de droga a pequeña escala es voz populi y exigen más control sobre estos puntos de venta.

La Bajadilla es un barrio tranquilo y así viven sus vecinos, pero sí entienden que para muchos debe ser incómodo convivir con el tránsito constante de compradores y vendedores de droga. Al margen de ello hay robos puntuales y en el Cerro, quizás la zona más conflictiva popularmente, reside mucha gente humilde ajena al narcotráfico.

Centro de Salud

El ambulatorio está en "pésimas" condiciones, así lo denuncian los vecinos que sólo invitan a ver la fachada para comprobarlo. El edificio comparte la parte alta con la sede vecinal y la baja con la peña flamenca. Algunos techos tienen humedades además de ser "pequeño e inadecuado". Lo que sí defienden es a sus profesionales que trabajan en unas condiciones que no merecen, según los usuarios a lo que añaden la falta de ventilación.

Pasaje de María

Con gran cariño se logró reconocer este mismo año a la vecina María Herrera Almagro, María la de La Bajadilla para los algecireños o María la de la iglesia para los vecinos. El Ayuntamiento descubrió una placa con su nombre en el pasaje que une la avenida La Cañá con la calle San Francisco bordeando al ambulatorio y a la propia sede vecinal.

Todo resultó perfecto pero aún quedan flecos y es que los vecinos afirman que se les prometió cuidar el callejón y adecentar el Patio Luz, y aún están esperando. Además hay una rampa en el callejón muy vertical que es imposible de usar para una persona con silla de ruedas o carro de la compra. Por lo que los vecinos piden que se dignifique el pasaje que consideran fundamental para descongestionar el paso entre las calles.

Demandas

La gran demanda vecinal es seguridad ya que es un barrio multicultural y aunque no hay conflictos culturales sí que el narcotráfico ha dejado un halo de inseguridad. A ello se le suma el deterioro de acerados y adoquines levantados o de las barreras arquitectónicas en aceras y escaleras. Además está el problema de la calle San Luis, donde se sitúa el depósito de agua. Es uno de los accesos al barrio desde Parque Bolonia pero la carretera está muy deteriorada y, aunque se hizo hace meses un arreglo, sigue con grandes socavones que impiden el tránsito normal en coche.

En cuanto al Cerro piden una atención especial al ser una zona casi intransitada por ciudadanos que no residan en estas calles. Las aceras son estrechas, las calles erosionadas, hay graves problemas de inundaciones y muchas casas dan una imagen "tercermundista", sin contar las calles que ni siquiera están asfaltadas o solares abandonados. A todo ello en la calle Pontevedra hay un posible derroche de suministro de agua por supuestos pinchazo ilegales a la red.

Y para culminar piden una mayor atención al muro exterior del colegio Campo de Gibraltar, con una gran grieta que podría dar lugar a un derrumbe inesperado.

Historia

La Bajadilla era una cañada real y recibe su nombre por la inclinación con respecto a la antigua N-340 hasta llegar a la Plaza de España. En los años 40 se hizo un reparto de terrenos y ahí empezó a crecer el barrio, ya que antes habían sido terrenos de sembrado de secano, fundamentalmente cereales.

Gran parte de los terrenos fue propiedad de la familia España, allá por el siglo XIX. La calle San Francisco se llamaba anteriormente las Lavanderas porque muchas personas la usaban en el siglo XX como paso para ir al río a lavar.

Los primeros pobladores eran gente humilde asentados en esta confluencia de cañadas, muchos eran foráneos y eso caracterizaba a su población, marcada por la escasez de recursos. Además destaca que muchos de los vecinos trabajaban en la fábrica de corcho que había en la barriada.

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