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Algeciras, calle Real (VI)

Campo chico

La legendaria Escuela de Artes y Oficios tuvo en esta calle su emplazamiento antes de ser creada oficialmente en febrero de 1911

Primera escuela de Artes de Algeciras, sobre 1905.
Alberto Pérez De Vargas

28 de febrero 2021 - 03:05

Siendo el día que es y estando en lo que estamos, creo que es conveniente y oportuno recordar y celebrar nuestra naturaleza y condición. Manteniendo vivo el recuerdo de los lugares en los que nacimos, en los que crecimos o en los que nos hicimos mayores o más mayores, recreamos un sentimiento de pertenencia, sano y confortable, que no nos hace mejores; ni siquiera esencialmente distintos de nuestros prójimos, doquiera que sean y doquiera que estén; sino un poco más de donde somos.

Eso basta para que hablemos de lo nuestro, como hiciera el Dante cuando escribió su Commedia con consciencia de estar haciendo algo grandioso. Escribió en toscano, la lengua vernácula, no tenida entonces por culta, de la que deriva el actual italiano. Cuentan que alguien le reprochó que así lo hiciera, que al no escribir en latín le haría perder audiencia y reconocimiento. “Es que aquí hablo de lo mío”, cuentan que respondió el poeta. Hagamos como él, celebremos que otros paisanos estén enseñándonos a amar nuestras pequeñas cosas conociéndolas mejor y contribuyamos a complementar su generosidad y su esfuerzo.

Mari Carmen López, la hija de Tina y del señor Silvestre; la nieta de aquel modesto barbero que trabajaba en su pequeño local del inmueble de los Méndez, en donde vivía junto a su numerosa familia; cuya infancia y adolescencia transcurrieron por esos pagos del tramo alto de la calle Real, era compañera de juegos de Irene Salvo Recagno. Nuestra gentil paisana, residente en Sevilla (según creo), dirigió una “Carta al Director” relativa a mi relato, que ha sido puntualmente contestada. Papá Enrique le llamaban a nuestro recordado orfebre y relojero, cuyo taller y tienda precedían a la cuesta por la que se llegaba a la Plaza Baja.

Los apellidos de Irene aúnan nombres muy nuestros. Bien que Recagno, como otros muchos apellidos gibraltareños, es de origen genovés, pues genoveses eran la mayoría de los primeros repobladores del Gibraltar colonial, la verdad es que ese matiz lejano está plenamente incorporado a nuestra pequeña historia. Como ocurre con Bozino (o Bozzino), Picardo, Gaggero (o Gagero), la españolización, Recaño, de Recagno, y otros muchos, se trata de apellidos integrados en la antroponimia española. Rossi, Parodi, Canepa y Pitaluga son nombres de origen genovés que se encuentran en Gibraltar y con frecuencia en España. Y ya puestos, conviene recordar que Colón es la españolización de Colombo (Cristoforo Colombo parece ser que era genovés) y que también Picasso es un apellido llegado de esos bellos lugares de la costa azul italiana.

El apellido paterno de Irene, Salvo, muy del noroeste español y nada ajeno a su posible enraizamiento (también) genovés, nos traslada al otro lado de la calle, a punto ya de entrar en la calle Sacramento, en la acera que hoy acoge al monumento de homenaje a la madre. Enrique Salvo Medina, uno de nuestros más notables arquitectos, autor de numerosos proyectos, entre los que conviene señalar el edificio Pérez Villalta, el Cubo de la Música, el Casino y la restauración de Nuestra Señora de Europa, vive justo en donde su familia generó numerosas obras de arte y dio el primer impulso a la creación de nuestra legendaria Escuela de Artes y Oficios, que tuvo ahí su emplazamiento antes de ser creada oficialmente en febrero de 1911; una vieja fotografía en la que aparece con sombrero el abuelo del arquitecto Salvo, da testimonio de ello. Se accedía por el portal y ocupaba las dos plantas altas de un edificio de tres.

En la planta baja había dos locales, en el de la derecha, Enrique Salvo Casado (Enrique, como Recagno) instaló una marmolería que continuarían sus hijos José y Manuel Salvo Jaén. Las lápidas, los bustos y las esculturas del cementerio viejo de Algeciras son, en su gran mayoría, obra de estos grandes artistas, que fueron profesores de la Escuela de Artes. Irene, hija de José, también lo fue hasta su jubilación.

Otra Salvo, Rosa Baleriola, algecireña de nacimiento, murió joven, cuando aún no había cumplido cincuenta años de vida. Era nieta, por vía paterna, de Manuel Baleriola, alcalde de Algeciras entre los años 1946 y 1948. Fue una mujer de gran ascendencia en el PSOE andaluz, concejala en el Ayuntamiento de Sevilla y jefa de gabinete de José Rodríguez de la Borbolla cuando era consejero de Gobernación. Siendo la primera mujer directiva del Betis, solía referirse a ello sorprendida de que esa circunstancia llamara más la atención que el hecho de que ya hubiera mujeres guardias civiles. La muerte le vino en 2004, cuando su carrera política era más prometedora.

Dios fue muy generoso conmigo y se superó a sí mismo al asignarme los maestros que me asignó

La importancia de la Escuela de Artes, como institución y por su significación en la historia de nuestra ciudad, es extraordinaria y paralela a la del instituto de enseñanza secundaria hoy llamado Kursaal. Fui alumno de ambas, si bien mi estancia en la Escuela, cuando estaba instalada en el espléndido edificio de la calle San Antonio, fue muy breve. Mi intención por entonces de estudiar Matemáticas me llevó un verano de los últimos años cincuenta a acudir a clases de geometría descriptiva. En el instituto cursé todos mis estudios preuniversitarios, desde los diez años hasta los dieciséis. Tuve muchísima suerte, Dios fue muy generoso conmigo al permitirme nacer en Algeciras y en la calle Real, pero se superó a sí mismo al asignarme los maestros que me asignó: Caridad Russo (Doña Cari), gibraltareña, primero, y Mercedes Rondón (Meme), después, inolvidables ambas, queridísimas ambas. Y más tarde a los profesores del instituto.

El Instituto Nacional de Enseñanza Media de Algeciras es un templo que tengo idealizado, que he llegado a convertir en lo más granado de mi formación, no obstante haber deambulado por lugares muy importantes. Mis compañeros de ahí y de entonces, muchos ya desaparecidos, han ocupado y ocupan un lugar muy grato en mi memoria. Por ahí andan Pepe Pérez Martínez, Santiago Sarmiento (Shamuti) y Antonio López Canales, tres de ellos a los que aludo a bote pronto y resistiéndome mucho al deseo de nombrarlos a todos.

Como es el caso de la capilla de Europa, la historia de la Escuela de Artes y la del Instituto son bien conocidas. Hace un par de días, en ese buen recuadro reservado a La Trocha en Europa Sur, Martín Matilla ha hecho una detallada síntesis de la historia de la capilla. La Educación Secundaria en nuestros aledaños ha sido profusamente estudiada (hasta 1970) por José Juan Yborra y hay publicado un libro sobre ello, por la Fundación Municipal de Cultura (2010), que tuve el honor y el placer de presentar atendiendo la invitación del autor. Y en cuanto a la Escuela de Artes, Manuel Correro firma tres espléndidos artículos en El Faro Información, los días 28, 29 y 30 de diciembre de 2009. Tiempo habrá de matizar, si se tercia y si procede, lo que hubiera menester al respecto y tenga que ver con el relato.

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