Casas populares de Algeciras de los siglos XVIII y XIX (I)

Observatorio de La Trocha - Nuestra Arquitectura Popular

Algeciras desde su renacer fue una población muy humilde, que careció de aristocracia y cuya clase burguesa fue bastante escasa

El pueblo llano, con su trabajo y esfuerzo, fue el que hizo posible que Algeciras fuera creciendo

La Arquitectura de Algeciras de 1930 a 1970 (I)

La arquitectura burguesa de Algeciras

Casas de la calle Montereros.
Casas de la calle Montereros.

Algeciras/Para concluir el tema sobre la arquitectura algecireña no podía pasar por alto un tipo de arquitectura muy sencilla, surgida para satisfacer las necesidades básicas de la población: poseer una vivienda más o menos digna dentro de la cual cobijarse y poder llevar una vida lo más decente posible. Algeciras desde su renacer fue una población muy humilde, que careció de aristocracia y cuya clase burguesa fue bastante escasa. De tal manera que fue el pueblo llano, con su trabajo y esfuerzo, el que hizo posible que Algeciras fuera creciendo a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Después vendría el enorme desarrollo urbanístico del siglo XX, que la convirtió en la gran urbe que es hoy día.

Durante el siglo XVIII nuestra ciudad, renacida como Ave Fénix de sus cenizas; es decir, de sus ruinas medievales, se fue consolidando; no obstante, no sería hasta la siguiente centuria cuando ya se completaría todo el entramado urbanístico y el caserío del casco antiguo, comprendido entre el paseo del Calvario, el callejón de la Cruz Blanca, el Secano, la alameda vieja, la orilla norte del río de la Miel y el litoral marítimo que mira hacia la bahía; esto es, toda el área comprendida entre las murallas del siglo XIV.

Hasta la primera mitad del siglo XIX aún se mantenían despobladas tres zonas del casco antiguo: los sectores suroeste (zona de huertas) y nordeste, entre el final de la calle del Convento y las ruinas medievales; y sobre todo la parte oriental del barrio de la Matagorda.

Avenida Blas Infante.
Avenida Blas Infante.

En este barrio, a lo largo del siglo XVIII, a partir de 1736, hasta finales del del XIX, se fueron construyendo las calles ortogonales, en su mayoría, donde se alineaban una serie de pequeñas viviendas, con patios en su parte trasera, en cuyas estrechas fachadas se abrían una puerta y a su lado, una ventana; a veces dos y en otros casos, ninguna. Salvo alguna excepción, no presentaban ningún elemento decorativo; solo en algunas viviendas las puertas estaban enmarcadas por molduras y en la clave de su dintel mostraba un resalte. Todas se cubrían con tejados a dos aguas, de tejas árabes y sus vanos solían ser adintelados; salvo escasas excepciones en que presentaban arcos escarzanos.

Este tipo de construcción muy sencilla se extendía por la calle Teniente Miranda y por el paseo del Calvario (actual avenida de Blas Infante) hasta la esquina con la calle Regino Martínez. En una de estas pequeñas casitas debió de nacer nuestro insigne artista local José Román, donde décadas después se construyó un gran edificio de estilo regionalista, con fachada de ladrillo visto. En la placa que figura en la fachada orientada a la avenida Blas Infante, figura que nació en este edificio en el año 1871, lo cual no podía ser posible, puesto que ese edificio data del primer cuarto del siglo XX.

Calle José Romá, ya demolidas.
Calle José Romá, ya demolidas.

Desde la casona de la familia Valdés, de estilo modernista, hasta la esquina con la calle Sevilla había una hilera de estas casas en forma escalonada para acoplarse a la pendiente, en una de ellas se vendían sillas de enea, escobas, esportillas, serones, etc. También, a la vuelta, en la citada calle Sevilla, hubo un grupo de este tipo de construcciones, donde a mediados del siglo XX se construyó el cine de verano Sevilla. Se cubrían con tejados a dos aguas de tejas árabes y sus dinteles y jambas estaban resaltadas con una moldura plana.

Fueron derribadas a principios de los años ochenta del pasado siglo para construir un bloque de pisos y la plaza Neda. De estas pequeñas casas de arquitectura popular queda una en esta avenida de Blas Infante. Se trata de Casa Castro, un afamado bar. No obstante, su fachada se encuentra muy modificada, pues en ella se abren tres puertas y está cubierta con placas de cerámica que alternan los colores blanco y azul.

Calle Montereros
Calle Montereros

En la calle Rocha ya no quedan casas de este tipo, pues entre su mitad sur y la calle José Román se derribaron varias para construir modernas viviendas, pero la crisis inmobiliaria frustró esta construcción y ahora se hallan los paredones de un aparcamiento para vehículos, lo que afea considerablemente la calle.

En la calle José Román aún permanecen en pie algunas de estas casas populares, una en el tramo conocido como callejón de Jesús, nº 45, y otra en la esquina con la calle Libertad, donde también se puede ver alguna, nº 13-A, en la acera sur de esta calle. En la acera norte existía otra casa, que podría haber estado integrada en el cortijo de El Calvario, parte de la cual ha sido demolida; ahora hay una fea tapia.

Casa de la calle Cristo de Medinaceli
Casa de la calle Cristo de Medinaceli

En la calle Gloria queda una en el tramo peatonal, nº 42, modificada por la instalación de una puerta de garaje, y en esta calle destaca el nº 5, cerca de la calle San Antonio, que presenta en su fachada dos puertas, una de las cuales se cierra con una reja, con dinteles y jambas reforzadas con molduras, y una ventana sencilla, enrejada; se cubre con tejado de tejas árabes.

En la calle Teniente Miranda existían largas hileras de casas con puerta y ventana, muchas de las cuales o fueron modificadas en sus fachadas o sustituidas por nuevas edificaciones. Consistían en un solo edificio alargado dividido en varias viviendas, cuya parte posterior miraba hacia un gran patio o corralón, orientado hacia el Secano. Excepcional interés ofrece todavía el llamado Patio de Custodio, donde por un portalón, no muy grande, se accede a una pequeña e insospechada urbanización, que presentaba hasta hace pocos años, una manzana completa en su interior, construido todo el conjunto de forma modesta y económica.

Calle San Antonio.
Calle San Antonio.

El tramo entre las calles San Antonio y Alférez García del Valle se demolió para construir nuevos edificios. Su parte trasera daba hacia el Secano (Calle Ruiz Zorrilla), formando parte de un caserón con gran patio interior con arcos de medio punto al Este, donde en la segunda mitad del siglo XX se encontraban un almacén y una tienda de materiales de construcción, y el tramo entre esta calle y la de Ruiz Tagle miraba hacia el desaparecido patio del Loro o del Lorito también en el Secano (calle Dotor. Patriarca Pérez Rodríguez); hoy se mantiene el solar abandonado. Por esta zona se abría en las murallas medievales la puerta de Jerez.

Los otros tramos de casas han sufrido severas modificaciones o han sido sustituidas por otras nuevas. Queda alguna en su esquina con la calle Montereros y las que forman parte del citado patio de Custodio, las cuales se continúan por la calle San Antonio; varias están ruinosas y otras han sufrido modificaciones en sus fachadas. En esta calle Montereros fueron derribadas algunas en la esquina con el callejón de Jesús (calle José Román), y ahora se levantan las tapias de un aparcamiento de vehículos. Estos aparcamientos, aun siendo necesarios, afean considerablemente el barrio. Queda otra ruinosa, la nº 22, en esta calle.

Casas en Teniente Miranda, ya desaparecidas.
Casas en Teniente Miranda, ya desaparecidas.

En la pequeña calle Cristo de Medinaceli, antigua calle de la Carraca, todavía permanecen en pie dos casas, la nº 2, y la que hace esquina con la calle José Román; ambas abandonadas. También se pueden ver algunas de estas casas populares en la calle Alférez García del Valle, una con una puerta con un rebajado arco escarzano, nº 11. En la plazoleta de San Isidro ya no se conserva ninguna de las antiguas casas que existían en ella hasta las décadas de los setenta y ochenta del pasado siglo.

Para finalizar con el barrio de San Isidro, lugar donde más abundó este tipo de construcciones sencillas, mencionaré una casa, esquina a la calle Patriarca Doctor. Pérez Rodríguez, hoy abandonada y ruinosa, que presenta una curiosa estructura de dos plantas y una tapia alabeada en su costado oeste, tras la cual se abría un pequeño patio, alterada su estructura por una construcción añadida en los años setenta. En esta calle Montereros todavía se mantiene abandonada otra de estas casas de sencilla factura, la nº 22.

Teniente Miranda.
Teniente Miranda.

Este barrio ha ido perdiendo estas casas populares, de una arquitectura sencilla y humilde, en su gran mayoría; unas veces han sido totalmente modificadas en sus fachadas y otras, derribadas y sustituidas por modernas edificaciones. Era el barrio popular por excelencia, poblado originalmente por campesinos de escasos recursos económicos. Estas pequeñas casas de “puerta y ventana” eran más propias de un villorrio o de una aldea que de una verdadera ciudad. La Matagorda no fue nunca el barrio típico, eso es un invento que surge a partir de los años sesenta, cuando el boom turístico. Al demolerse varias de sus casitas, se encontraron restos de edificios de los siglos del X al XIII, lo que confirma que este barrio surgió sobre parte de la Algeciras medieval, y los restos de cuyas casas se utilizaron para los cimientos de las nuevas viviendas de los siglos XVIII y XIX.

Juan Carlos Martín Matilla es Licenciado en Filología, vocal de Patrimonio de la Asociación Cultural La Trocha y miembro de la Sección 2ª Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura del Instituto de Estudios Campogibraltareños.

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