Ceuta y Algeciras, el viaje del hachís a través de ferris: 1.500 kilos incautados y 60 detenidos por la Guardia Civil en 2024
La Guardia Civil intensifica el control en la ruta del Estrecho, interceptando cargamentos ocultos en vehículos, ambulancias y hasta entre animales muertos, mientras el narcotráfico busca burlar cada filtro de seguridad
Coches ocupados por mujeres y niños: así ocultaban el hachís para trasladarlo de Ceuta a Algeciras
Algeciras/La caravana de la droga continúa su andadura a través del Estrecho de Gibraltar. En lo que va de año, la Guardia Civil ha interceptado cerca de 1.500 kilos de hachís en el puerto de Ceuta, desmantelando los ingeniosos métodos de ocultación de este rentable negocio. Desde dobles fondos de vehículos hasta alijos escondidos entre animales muertos, las estrategias para burlar los controles policiales parecen no tener límite. El Faro de Ceuta informa este miércoles que estas intervenciones han derivado en más de 60 detenciones por delitos contra la salud pública.
La historia comienza en Marruecos, donde en las montañas del Rif se cultivan las plantas de cannabis en suelos que, por condiciones de altitud y clima, han convertido la región en una cuna para la producción de hachís de alta calidad. Desde allí, el producto cruza los 14 kilómetros del Estrecho, entrando en la Península a través de Ceuta o Tánger y, muchas veces, usando como puente el Puerto de Algeciras. De este modo, el hachís marroquí, considerado uno de los mejores del mundo, alcanza mercados europeos que esperan el suministro.
Este tránsito se despliega como una cadena de hormigas que no cesa. Las redes del narcotráfico han adaptado sus métodos al detalle: camuflan droga en el tanque de gasolina, esconden fardos en el techo, el salpicadero o incluso en las ruedas. Pero a veces, el ingenio supera a la ficción. A finales del año pasado, la Guardia Civil se topó con un insólito hallazgo: 3.000 kilos de hachís ocultos entre animales muertos y restos cárnicos. Este macabro “pase” quedó sin culpables, y la investigación aún sigue abierta, sin lograr identificar a los artífices de tan singular método de tráfico.
Entre los casos más curiosos de este 2024, destaca el de una ambulancia cargada con más de 90 kilos de hachís, interceptada en marzo cuando intentaba embarcar hacia Algeciras. Aparentemente, el vehículo sanitario era utilizado como transporte de emergencia para los narcotraficantes. En abril, la historia tomó un giro aún más desgarrador: una mujer fue detenida junto a sus cuatro hijas menores en la estación marítima de Ceuta, llevando 7,2 kilos de hachís ocultos entre la ropa de las niñas. La Policía Nacional confirmó que la droga había sido adherida a los cuerpos de las menores con cinta, en un intento desesperado por evadir los controles.
También en abril, dos veinteañeras ceutíes intentaron embarcar en un Renault Twingo cargado con 86 kilos de hachís. Un perro del Grupo Cinológico de la Guardia Civil detectó el alijo justo antes de que el vehículo llegara al ferry hacia Algeciras. Este mismo patrón de usar coches conducidos por jóvenes desprevenidos y familias con niños se ha repetido en múltiples ocasiones.
Con el verano, los métodos no cesaron de evolucionar. En julio, un joven ceutí de 23 años fue sorprendido cuando intentaba embarcar hacia Algeciras en un patinete eléctrico cargado con tres kilos de resina de hachís, en una suerte de trasporte “ecológico” del narcotráfico.
Este cruce diario de intenciones, vidas y fronteras en el Estrecho de Gibraltar no es casual. Marruecos y España están separados por un estrecho y, al mismo tiempo, unidos por el incesante trasiego de sustancias prohibidas. Mientras tanto, las autoridades continúan imponiendo sus tres filtros —frontera, embarque de Ceuta y desembarque en Algeciras— para detener a quienes intentan el pase.
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