Cierra el único despacho propio de pan de Pelayo junto al mercado Torroja

Su propietario se jubila después de cuarenta y dos años gestionando el negocio

"El secreto de nuestro pan es el agua de Pelayo, el trato a la harina y el ambiente de la barriada", dice la hija de los fundadores

Pan de Pelayo, el pan del Campo de Gibraltar desde 1939

Toñi Alcaraz atiende a una de sus clientas
Toñi Alcaraz atiende a una de sus clientas / ANDRÉS CARRASCO

Algeciras/El fin de año significará el fin de la existencia del único despacho propio de venta del tradicional pan de Pelayo, abierto durante los últimos cuarenta y dos años junto al mercado de abastos Ingeniero Torroja, en la plaza Virgen de la Palma, en Algeciras. La jubilación de su propietario, Juanma Benítez Rodríguez, lleva al cierre de un comercio histórico, lo que no quiere decir que el famoso pan deje de poder comprarse en otros establecimientos ajenos.

Es Toñi Alcaraz Martínez Ros, la hija de Concha Martínez Ros y Antonio Alcaraz González, ya fallecidos -quienes abrieron y sostuvieron el comercio-, la que continuó el negocio con su marido Juanma, con el punto de venta que ahora se cerrará a partir del uno de enero de 2025. Toñi atiende por encargo a la amplísima nómina de clientes que ha ido creciendo con el paso del tiempo. Basta conversar con ella durante veinte minutos en el comercio que se va a cerrar, viendo sucederse en fila india a compradores y compradoras, para comprobar la querencia que muchas personas tienen por el pan y por el resto de productos que se producen en el obrador de la barriada algecireña.

Concha Martínez Ros, ya fallecida, y Juanma Benitez Rodríguez
Concha Martínez Ros, ya fallecida, y Juanma Benitez Rodríguez / ANDRÉS CARRASCO

"Mi abuela María Rosa bajaba en el autobús en los años cuarenta del siglo pasado, después de la guerra. Traía el pan que vendía por las casas. Ella quedó viuda muy joven, con cuarenta años y cinco hijos en el mundo. Pasaron pobreza", relata Toñi. "Pero ya mis bisabuelos hacía pan a finales del siglo XIX", añade.

El despacho que se va a cerrar lo abrió su padre en los años 80. "Lo empecé a atender yo, pero al año de abrirlo empecé a trabajar en Muebles Benito (un comercio algecireño ya desaparecido), y ya estuvo aquí mi madre Concha. Luego estuvo mi cuñada Mari Luz, y cuando mi suegra se puso mala y empezó a atender Lorena, que está aquí desde hace unos cuatro años", cuenta mientras atiende con diligencia a la clientela.

"Deme una telera", "me voy a llevar un tarro de miel", "¿no tiene pestiños?"... "¿Dónde vamos a tener que ir?", preguntan quienes vienen a por su ración. Los productos del pan de Pelayo se venderán en varios lugares, en comercios de otras panaderías.

La fama del pan de la barriada algecireña se acrecentó entre los algecireños y entre quienes visitaban la ciudad. "Mi padre, que hacía el pan y lo vendía, contaba que cuando estaba el Casino Cinema venían a actuar artistas que terminaban comprándonos: Rocío Jurado, Juanito Valderrama". Una de las anécdotas más señalada que recuerda Toñi es hubo un momento en el que el Ayuntamiento de la ciudad impidió la venta ambulante del pan de Pelayo, "que podría ser pedanía porque hasta tuvo un alcalde", recuerda.

"Nos quitaron entonces un camión entero, un Land Rover lleno de pan, y lo tiraron todo. Porque entonces bajábamos con los coches repletitos de pan. Ahora todo el mundo hace pan moreno, pero antes nadie lo hacía menos nosotros".

Antes de contar con el despacho el pan lo vendía su padre a las puertas del mercado, a pie del Land Rover. Hasta que el ayuntamiento le exigió contar con un punto de venta estable y ordenado. Entonces se instalaron en el pequeño local que cerrará este 31 de diciembre.

¿Cuál es el secreto del pan de Pelayo?. Una de las clientes, cuando escucha la pregunta, dice que ya le gustaría saberlo. La copropietaria lo tiene bien claro: "Mira, primero el agua de Pelayo, que es muy buena, que viene de la Sierra. Luego las harinas, que siempre han sido del molino, molidas en molino de piedra. Todo eso hace que no pierdan ninguna de sus propiedades, porque cuanto más refinadas son las harinas, más pierden de calidad. Y bueno, el ambiente de Pelayo, que es estupendo".

Clientas y clientas hacen fila para su compra
Clientas y clientas hacen fila para su compra / ANDRÉS CARRASCO

Hay herederos, pero no quieren hacerse cargo del negocio. "Tengo dos hijos, pero mi hija teletrabaja, y mi hijo también tiene empleo, gracias a Dios. Y entonces, lo que pasa, que me da mucha pena porque mi padre compró esto con mucho sacrificio, pero son cosas que pasan", confiesa Toñi. "No me hagas llorar, no me hagas llorar", le confiesa a una clienta.

Eso sí, no descarta que llegara en un futuro indeterminado alguien con ganas de continuar la venta. "Si viene alguien y dice nos quedamos con todo esto, pues venga, nos dejamos", afirma con media sonrisa.

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