Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
El infierno del Neameh
El fuerte hedor era apreciable a decenas de metros del barco, aunque según virase el viento y a medida que avanzaba el día, se fue intensificando hasta llegar a los edificios más cercanos al muelle de Isla Verde exterior, en el Puerto de Algeciras. En el interior del Neameh había hacinadas 4.000 vacas, embarcadas veinte días antes en Cartagena de Indias (Colombia). Muchos de los animales yacían muertos en el suelo desde hacía varias jornadas entre restos de orines, heces y pienso en estado de descomposición. Otros muchos agonizaban sin remedio. Su destino marcado era el puerto egipcio de Damietta.
Era jueves 21 de mayo y, a medida que pasaban las horas, se acrecentaba la impaciencia y también la frustración entre el medio centenar de agentes de Vigilancia Aduanera y de la Policía Nacional, que desde primeras horas de la mañana y por orden de un juzgado de Madrid estaban registrando el interior del barco. De bandera panameña, botado en 1979 y 106 metros de eslora, el Neameh era y es un foco de insalubridad flotante dedicado al transporte de ganado. Huelga decir que ni de lejos cumple la normativa para el transporte animal exigida por la UE.
El barco había amarrado en Algeciras después de que dos días antes, el día 19, fuese interceptado en el Atlántico por el patrullero de altura de la Armada española Meteoro. Las investigaciones llevadas a cabo por la Policía y Aduanas indicaban que el Neameh transportaba un importante cargamento de cocaína, con la más que probable intención de ser transbordado en alta mar a otro barco antes de tocar tierra. El problema era dar con ese alijo en un buque de esas dimensiones y que en sí mismo es pura inmundicia.
“Era un infierno. Las vacas estaban estabuladas en grupos de veinte o treinta, en corrales donde había abrevaderos con agua y comederos con pienso. El olor era insoportable. Había reses muertas, se veía que hacía días, y otras muchas estaban moribundas, sin apenas poder mantenerse en pie”, relata a Europa Sur uno de los agentes que participaron en el operativo. El Neameh cuenta con varias cubiertas habilitadas para el transporte de ganado y, cuanto más abajo están, peor es la situación de los animales. "Rezábamos para que el pestazo no llegase a la ciudad y provocase una alarma innecesaria", confiesa el mismo agente.
Nada más llegar a Algeciras, Sanidad prohibió de forma tajante la posibilidad de desembarcar las vacas y los cuerpos de las que habían muerto, menos aún cuando la atención sanitaria está centrada en la Covid-19. Suficientes problemas de contagio hay como para incorporar un riesgo más. El puerto, además, carece de un espacio habilitado para ello y la posibilidad de trasladar los animales a otro lugar a bordo de camiones era inviable. No quedaba más remedio que emprender la búsqueda de la droga con las reses dentro del buque. Y en el más breve tiempo posible.
Los agentes se repartieron el trabajo en varios equipos y seleccionando meticulosamente cada zona para inspeccionarlas una por una, abriendo y cerrando cada puerta tras de sí. Equipados de pies a cabeza con equipos de protección individual y, en algunos casos, con equipos autónomos de máscaras y botellas de oxígeno, policías y aduaneros se emplearon a fondo en un ambiente completamente hostil, maloliente y de pasillos estrechos.
La operación se llevó a cabo sin que tampoco se permitiese bajar a tierra a los 25 integrantes que forman parte de la tripulación, compuesta en su mayoría por filipinos, jordanos y egipcios, según las fuentes consultadas.
Los perros de la unidad cinológica, tan útiles en la localización de droga, se quedaron sin trabajar en esta ocasión debido a que su olfato de poco servía. Seguramente, pocos escondites hay mejores para ocultar un alijo de droga que un espacio infecto, lleno de purines y ventilación escasa. Y los narcos lo saben.
Ya por la tarde se intuía que la droga, de haberla, no iba a poder ser localizada en esas condiciones. La orden de liberar el Neameh por parte del juzgado llegaba antes del anochecer. Se tiraban por tierra muchas semanas de pesquisas, pero con unas circunstancias tan especiales quedaban pocas opciones más.
El barco abandonó el Puerto de Algeciras a primera hora de la mañana del viernes para adentrarse en el Mediterráneo. En la tarde noche de este sábado, su señal indicaba que bordeaba la costa argelina. La investigación, según las fuentes consultadas, continúa abierta.
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