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Una costurera, desavenencias conyugales y el alumbrado público

Historias de Algeciras: El Sexenio Democrático (1868-1874)

A una humilde y conocida artesana le cambió la vida tras el reparto del patrimonio de Catalina Romero Jiménez, sin herederos

El Ayuntamiento concedió el servicio de alumbrado por 30.321 reales vellón para el periodo 1870-1871 

Un nuevo municipio y una nueva línea marítima Algeciras-Argelia

José Rodriguez Marín poseía una casa en la calle de Jerez.

Algeciras/De regreso al proyecto del cable submarino entre Algeciras y Ceuta, recogido en la anterior entrega, comentar que aquella oficial petición generó el siguiente: "Decreto. De conformidad con lo propuesto por el ministro de la Gobernación, de acuerdo con el Consejo de ministros. Vengo en decretar lo siguiente: Artículo 1º.- Se concede al conde Nils de Barck permiso para establecer un cable electro-telegráfico que partiendo de Algeciras ó sus inmediaciones vaya á terminar en Ceuta [...] El Estado podrá disponer, de acuerdo con el concesionario, que el servicio de transmisión y recepción por el cable se desempeñe en Algeciras y Ceuta por los funcionarios del ramo de telégrafos [...] Artículo 8.- La tasa aplicable á la correspondencia que se curse entre Algeciras y Ceuta será uniforme. El mínimum (sic), de esta tasa será de una peseta por todo despacho cuya extensión no exceda de 20 palabras. Por cada 20 palabras más ó fracción de 20 se aumentará otra peseta [...] Artículo 12º.- Los telegramas de tránsito por España deberán hacer escala precisamente en una de las estaciones de Ceuta ó Algeciras, según se determine [...] Dado en Madrid á 14 de Julio de 1870.- El ministro de la Gobernación". Posteriormente se dio aviso al consistorio local, informándole: "Los expedientes importantes cuya resolución se prepara en la dirección general de comunicaciones, son los siguientes: establecimiento de un cable de Algeciras á Ceuta. Aunque no se hiciera mención en la oficial carta, sin duda el siempre latente conflicto en el norte de África, también tendría su peso en la decisión gubernamental final. En otros proyectos de igual naturaleza, también tenía justificada presencia nuestra comarca, como fue en el relativo al aumento de líneas con el vecino luso: Señor: Los actuales medios de correspondencia telegráfica entre España y Portugal han bastado para satisfacer, hasta ahora, las necesidades del servicio público y privado de ambas naciones [...] Pero establecidas al presente varias líneas submarinas entre el vecino reino y el de la Gran Bretaña, así como entre el primero y Gibraltar; próxima por otra parte á concluirse la que ha de enlazar á Inglaterra con la India...".

Y mientras que a través del ministro de la Gobernación el Estado va a echar un “cable” a nuestra ciudad, también ocurren otros importantes hechos locales como el comentario general en referencia al “también cable” que el destino había tenido a bien echarle, en forma de legado, a una humilde y conocida costurera local. Aconteciendo los hechos del siguiente modo. Tras el fallecimiento de la algecireña Catalina Romero Jiménez -de quién nos ocupamos en anteriores capítulos-, se produjo un reparto de su herencia ante la falta de herederos, repartiendo su patrimonio entre sus sobrinos más cercanos: "Á quién le otorgó la suerte del Algarrobo y Novillero [...] A sus sobrinos residentes en Alcalá de los Gazules, a los que les correspondió la casa que fue su morada y casilla o cajón que poseía en la Plaza del Mercado [...] a dos sobrinas políticas suyas y carnales de su difunto esposo a quienes les legó la casa que poseía en la calle de las Huertas [...] dejando, por último la casa de calle de Soria para otra sobrina, hija de su hermano Francisco y -de una señora sin referencia documental de parentesco alguno-, nombrada como Juana. Y dentro de este contexto repartitivo, de seguro se diría y se comentaría que “de muchos escudos y más reales” le correspondería a: Josefa Jurado González, de profesión costurera; pero lo cierto fue que el legado para tan humilde artesana de la costura y por quién, al parecer fue su clienta y amiga, consistió en 240 reales o sean 24 escudos, y cuya entrega estaba condicionada, a: Este legado ha de hacerse de la venta pública o privada de la casilla de la plaza"

Y hablando de armonía, su falta en la política nacional también tenía su merma en la vida privada de algunos convecinos de Algeciras, tal fue el siguiente caso recogido documentalmente: "D. Francisco Saucedo Pérez y Dña. María Muñoz Coria, legítimos consortes y propietarios [...] que poseen diversos bienes inmuebles adquiridos durante la sociedad conyugal, los que por su cualidad de gananciales, administra libremente el marido; sin que respecto á esta facultad haya puesto ni oponga la mujer el menor obstáculo; más, habiendo surgido en el matrimonio algunos disgustos que hagan temer á la mujer el que por aquél se pudieran enajenar en todo ó parte de dichos bienes con ánimo de perjudicarle en sus legítimos derechos, toda vez que para realizarlo no necesita el primero, licencia, intervención o autorización del otro cónyuge; para alejar las cuestiones que con este motivo pudieran suscitarse en lo sucesivo, él, Francisco Saucedo, espontáneamente, renuncia al derecho que le asiste para disponer libremente de los gananciales, y se obliga siempre que haya de vender los que posea ó adquiera [...] hacerlo de común acuerdo, conformidad y concurrencia de este; y si no lo hiciere, además de abonar a su dicha consorte las partes que le puedan pertenecer, quiere se le condene al abono de los daños y perjuicios, quedando nulo y sin valor cuanto hiciere que deja consignado en este documento". 

Extracto del acta de la subasta del alumbrado público de Algeciras (1870).

Y si en ámbito tan privado era complicado “armonizar” los intereses patrimoniales, qué decir de falta de armonía diplomática en el espinoso asunto de la búsqueda de un candidato para el solitario trono español. En aquel caluroso mes de julio se retomaron las negociaciones con el duque de Aosta, que culminarían en la aceptación de la candidatura por el príncipe Amadeo, de la Casa de Saboya. El camino no estaría exento de obstáculos y también, como en el caso algecireño, no falto de disgustos. Aquellos “disgustos”, también alcanzaban de lleno a la política interna nacional, en aquel verano del 70 y su posterior otoño, hubo mucha violencia social alentados por los desencuentros de los líderes de los distintos partidos, teniendo como escenario, el Congreso de los Diputados. El Partido Repúblicano Federal, cuya voz era la de Pi y Margall, defendía una doctrina con extraño nombre: Pacto sinalagmático, procurando, además de la implantación de un Estado federal, un tipo de autogobierno que se aplicaría desde abajo hacia arriba, y por este orden: los municipios, las provincias, los cantones y por último el Estado. Aquella visión de lo podría ser la España federal, provocó una fuerte división entre los republicanos. Pi y Margall perdía los tan necesarios apoyos dentro de su partido.

Al mismo tiempo que el reconocido federalista catalán intenta reconducir su partido, alegando la tan necesaria puesta en práctica del citado pacto con tan extraño nombre, otro hombre de algecireña naturaleza, y sin tantas pretensiones como la del brillante político catalán, también hace uso del reseñado legal escrito, para expresar: "Algeciras.- Francisco Morilla Pérez, alegó ser carabinero de mar y mantener á su padre pobre y sepsagenario. Resultando no presentar en el acto documentos con que justificar esta última escepción [...] en su virtud se acordó conceder al Morilla el plazo de seis días para que dentro de él acredite en debida forma el alegato, quedando entretanto en caja el expresado quinto. En otro orden de asuntos, pero bien relacionados con los intereses de la comarca, por la provincial y constitucional institución, se recoge en acta: Visto el informe evacuado por el Yngeniero gefe de montes, respecto de la reclamación de la Alcaldía 1ª de San Roque, respectiva á la distribución del producto de bellota correspondiente al año económico de 1868 á 69 de los montes comunes denominados del “Campo de Gibraltar” se acordó que se traslade dicho informe al Alcalde de San Roque para que con este dato pueda proceder á dicha distribución, si se ha recaudado el importe de dicho aprovechamiento de los ganaderos de que se ha hecho referencia, y en otro caso adoptar las medidas convenientes para que lo verifiquen puesto que se halla justificado que utilizaron las bellotas, dándose conocimiento de este acuerdo con traslado también del informe del Yngeniero gefe a los Ayuntamientos de los Barrios y Algeciras á los fines oportunos". 

Y mientras se verifica la citada recaudación municipal a los ganaderos por el también reseñado aprovechamiento de las bellotas de los comunes montes, en Algeciras se producen otros hechos, también y documentalmente verificados como así le aconteció al popular y reconocido farmacéutico Ricardo Almagro y Puig, quién: "En 22 de febrero de 1868, prestó la cantidad de 20.000 reales de vellón, 13. 000 en 21 de Julio de 1866 y 29 de Setiembre de 1867 al vecino de Sevilla Manuel Solís y Miñana [...] á devolver en un término de 5 años ó antes si pudiera en dos plazos iguales de á 10.000 reales que vencían el 23 de Agosto de 1871 y 23 de Febrero de 1874 [...] interés del 12 % anual por mensualidades vencidas de 200 reales cada una [...] constituyendo en garantía una casa situada en la calle de San Antonio, esquina y frente también á la Ancha, número 6; teniendo como vecino al Norte á José maría Camacho. Esta finca la adquirió el deudor por compra que hizo á su hermana Trinidad Solís y Miñana, en fecha 17 de Septiembre de 1861 [...] Que satisfaciéndole el deudor al acreedor la deuda contraída en monedas de oro [...] se declara extinguida y cancelada dicha deuda".

Extracto de la actividad mancomunada en los montes del Campo de Gibraltar.

Coincidente con el feliz final del reseñado préstamo, igual destino tuvo la obligación asumida por el gibraltareño D. Cristóbal de Hoyos y Adovera, cuando reconoció: "Que adeuda 400 escudos á D. José Rodríguez Marín, vecino de Algeciras; que con 56 de intereses, ha de pagarle el próximo 15 de Enero de 1871, que está obligado desde el 15 de Enero del corriente año (1870), poniendo en garantía una casa en calle de Jerez de esta ciudad número 19-21; teniendo como vecino á los herederos de D. Andrés de los Palacios, Dña. Catalina Biale; y espalda á D. Antonio Ortíz".

En el contexto municipal, también se contempló por aquellos caluroso días de julio: "Que D. Francisco Fuillerat ha rematado en subasta pública ante el Ayuntamiento de Algeciras el servicio de alumbrado público de la misma por el año económico de 1870 á 1871, en la cantidad de 30.321 reales vellón, bajo el pliego de condiciones que obra en el expediente, quedando obligado por una de dichas condiciones á dar fianza á favor y satisfacción del mismo Ayuntamiento hasta la mitad del importe del remate ó sean 15.160 reales y 50 céntimos, que para cumplir dicha condición ha acudido al compareciente D. Felix Ramírez que se ha prestado á ser su fiador como persona de reconocido arraigo, y en su virtud otorga: que el primero como principal y el segundo como fiador, se obligan y comprometen en las más solemnes formas á que el D. Francisco Fuillerat cumplirá exactamente cuantas obligaciones tiene contraída con el Ayuntamiento de esta Ciudad como rematador del servicio de alumbrado público de la misma en el expresado año económico [...] y el D. Feliz Ramírez Arjona se constituye fiador del rematador Fuillerat por la cantidad de los 15.160 reales 50 céntimos de la mitad del importe del remate, obligándose á pagar dicha suma cualesquiera responsabilidad que se exija al rematante por razón de multas". Y que como expresó el genial e irreverente Quevedo en su obra La vida del Buscón (1626): Al dinero que manda sobre todo, no hay quién le pierda el respeto...Y mucho menos el administrativo procedimiento.

José Rodriguez Marín poseía una casa en la calle de Jerez.

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