Algeciras durante el Desastre de Annual (y IV)

Historias de Algeciras

Mientras las autoridades locales están preocupadas por el desarrollo de la primera y principal fiesta de Algeciras, en las filas del Ejército destinado en África cundía el desánimo cada vez más

El cuartel de Infantería, sede del Regimiento Extremadura 15.
El cuartel de Infantería, sede del Regimiento Extremadura 15.
Manuel Tapia Ledesma

25 de julio 2021 - 04:00

Algeciras/Como ciudad estratégica para los intereses en el Protectorado que España asumió en 1912, Algeciras veía pasar por sus calles todo tipo de jóvenes provenientes de cada rincón de nuestro país. Presencia que comenzó en 1909, cuando Maura decidió el masivo embarque de soldados reservistas para África. En cuanto a la particular vinculación de nuestra ciudad con el conflicto del otro lado del Estrecho, por aquellos días un popular vecino de Algeciras, previa a su marcha para aquella zona, "procede a presentarse a su Excelencia el Gobernador Militar del Campo, el teniente farmacéutico Manuel Miranda Román que ha sido destinado a la marroquí ciudad de Tetuán”.

Aquel apellido volvería cargado de gloria que sería reconocida por sus convecinos. Una de las salidas profesionales, previo cumplimiento de tiempo en la milicia que presentaba el Ejército, consistía en el acceso a la Guardia Civil o cuerpo de Carabineros, acogiéndose a tal derecho, entre otros, los soldados del Regimiento Extremadura 15: el cabo Juan González y el corneta Fernando Moreno López. Por aquellos días en reseña al citado Regimiento, se hace cargo del mismo "el teniente coronel Antonio García Pérez”.

También y por aquellas fechas, tras cumplimentar los requisitos administrativos, la vecina de Algeciras Virginia Urrea, recibe la siguiente notificación: “Se la ha concedido la pensión de 470 pesetas en concepto de huérfana del teniente D. Gregorio Urrea”. También y en aquel florido mes, se celebra en la zona del Protectorado español la onomástica del Rey Alfonso XIII, concretamente en la plaza de Exploradores de España de Tánger: “Se pronunciaron patrióticos discursos alusivos al monarca que fueron acogidas con estruendosas ovaciones y vivas entusiastas”.

Titular de un periódico madrileño sobre los sucesos en Melilla.
Titular de un periódico madrileño sobre los sucesos en Melilla.

Y en junio, ya se sabe en Algeciras... ¡¡Llega la Feria Real!!, y con ella, además de las diversiones para chicos y grandes, también los problemas de toda índole: “En esta feria no se repetirá el montón de carteras robadas y encontradas después saqueadas en los retretes de La Perseverancia; las autoridades superiores han encomendado la vigilancia y persecución de randas a la Guardia Civil”. Y mientras las autoridades locales están preocupadas por el desarrollo de la primera y principal fiesta de nuestra ciudad, en las filas del Ejército destinado en África, cada vez más cunde el desánimo; cierto oficial recogería en un texto titulado Diario de una bandera del Tercio de Extranjeros, lo siguiente: "En nuestra vida en Xauen nos llegan los ecos de España; el apartamiento del país de la acción del Protectorado y la indiferencia con que se mira la actuación y sacrificio del Ejército, y de esta oficialidad abnegada que un día tras otro paga su tributo de sangre entre los ardientes peñascales. ¡¡Cuánta indiferencia!!". El autor del párrafo, y texto general reseñado, se apellidaba Franco Bahamonde, de nombre Francisco.

Y mientras aquel oficial se lamentaba de la indiferencia que mostraba la sociedad española hacia el gran esfuerzo que el Ejército estaba desarrollando en el Rif; la verdad era que, salvo las familias que tenían a sus hijos o esposos en el frente rifeño, en las tertulias y mentideros locales, tales como las generadas en el llamado Almacén de Aguardientes de Antonio García Martínez, sito en la calle Monet, 1; en el Café El Racimo, propiedad de José García, ubicado en la calle Regino Martínez; o en la barbería de Antonio Cobaléa, abierta en el número 33 de la calle Larga o Cristóbal Colón, la preocupación de sus parroquianos en aquellos días festivos, estaba en las mejores embestidas que pudieran ofrecer los morlacos lidiados durante la feria en La Perseverancia; ya fueran los de la ganaderías de González Nadin, Gamero Cívico, Concha Sierra, o Santa Coloma.

Al mismo tiempo que en nuestra ciudad se aplaudían las faenas de Belmonte, Sánchez Mejías o Granero, principales figuras del cartel taurino de aquella Feria Real del 21, en el norte de África, el Comandante General de Melilla, Manuel Fernández Silvestre, conjuntamente con su Estado Mayor, decide proponer avanzar la línea de ocupación española hacia el Poniente, al objeto de neutralizar el movimiento de los rebeldes y poder enlazar con la Comandancia Ceutí.

Portada de la primera pieza del Expediente Picasso (1923).
Portada de la primera pieza del Expediente Picasso (1923).

Aquel movimiento de tropas, traería graves consecuencias. Y así, mientras el alto mando militar de Melilla pone en marcha el citado movimiento táctico, en nuestra ciudad, se sigue desarrollando la feria con su tradicional esplendor, viéndose el “completo” en los tradicionales hoteles como el Reina Cristina, Terminus o el Anglo Hispano; observándose el mismo positivo efecto en las posadas como la Del Carmen, propiedad de José Serrano, sita en la plaza Juan de Lima; la pensión Cristóbal, propiedad de Cristóbal Rodríguez, ubicada en el número 9 de la calle Pi i Margall (Tarifa); o la también conocida como Saravia, propiedad de Andrés Saravia, abierta en el número 15 de la calle Imperial o de Alfonso XI.

Tras los fuegos artificiales y la marcha de los visitantes a sus lugares de origen, la principal fiesta local algecireña se da por concluida aquel año. Mientras El Calvario aún huele a festiva pólvora y a bostas de caballos, al Gobierno Militar de nuestra ciudad llegan noticias “reservadas” que informan de movimientos de las tropas hispanas, al mando del general Fernández Silvestre: “Intentado recuperar el terreno perdido en la línea de Annual a Sidi-Driss. Estableciendo un avance en la posición de Igueriben”.

Así finaliza el mes de junio y da comienzo el caluroso mes de julio, que en nuestra ciudad parte con el refuerzo del Regimiento de Extremadura 15, incorporando nuevos soldados de reemplazo y los tenientes Francisco Santiso Solís y Roberto Cereceda Gutiérrez. Por su parte el sargento Jesús Cortés Costa, cumplimentó instancia enviada al Capitán General de la Región Militar, para contraer matrimonio, solicitando la real licencia. Y así transcurren los primeros días de aquel veraniego mes de julio tan fatídico para las tropas españolas destinadas en el Rif.

Mientras la tensión sube en la zona del Protectorado español, la actualidad doméstica algecireña se caracteriza por dos noticias: la primera de carácter médico: “Después de las graves heridas que sufrió el niño Diego Peña Gil, la víspera de San Juan producida por un cohete que le estalló entre las manos, debido a los grandes cuidados y esmeros del director del Hospital Civil Dr. Morón, ha entrado en franca mejoría”. La segunda es de alimenticio interés: “Por cuenta de la importante entidad denominada La Pesquera Malagueña, se ha establecido un despacho de pescadilla á 2'25 pesetas el kilo todas las tardes a la llegada del correo. Los días de pesca abundante el precio será más económico”. La citada pesquera se encontraba ubicada en el número 8 de la plaza Palma, junto a la carnicería propiedad del popular matarife Enrique Soto.

Y así, mientras los vecinos de Algeciras Luis Méndez y José Valencia, con sus respectivas familias, descansan en sus casitas de la Algamasilla, bebiendo las puras aguas del Chorro del Mimbre (chorro de Pelayo), en un lejano lugar situado en el Rif, aquel caluroso 21 de julio de 1921, comenzaba la tragedia que duraría hasta bien entrado agosto. Tras una dura lucha, y sobrepasados en número, los soldados que defienden el avanzado puesto de Igueriben, son masacrados. Solo unos pocos de aquellos desdichados consiguen llegar hasta la posición de Annual.

Las tropas del general Navarro llegan hasta las orillas del río Kert, en la población de Dar-Frius; Navarro comete -según opiniones posteriores- el gran error que se señala como la causa del holocausto español. En vez de fortificarse, da la orden de retirada. El repliegue se convierte en desordenada huida y la huida en desbandada. Y mientras tanto en nuestra ciudad, los periódicos, según llegan en el tren o en el ómnibus de la empresa de Alejandro Ívison, se agotan rápidamente. No hay establecimiento en Algeciras en el que sus parroquianos no comenten las crónicas remitidas por los enviados especiales de estos medios madrileños en el Rif; tal que así aconteció en los diferentes emblemáticos cafés esparcido por toda la ciudad; como por ejemplo, el céntrico Delicias, sito en el número 9 de la Plaza Alta, regentado por José Gutiérrez (muchos años atrás fue propiedad de los hermanos Francisco y José Gamboa); el también muy popular Café Eslava, abierto en el número 3 de El Calvario, y que seguía siendo propiedad desde su apertura de la familia Piñero, en concreto de Miguel Piñero García; o, el Café de La Marina, propiedad de la viuda de Narciso García (dicha señora residía en el número 8 de la calle Real).

Al mismo tiempo que preocupantes noticias llegan hasta nuestra ciudad, también lo hacen por mar un gran número de soldados heridos y enfermos. El director facultativo del Hospital Civil, Ventura Morón, junto al equipo de practicantes compuesto por Francisco Bosio y Francisco Ruiz; sumándose Vicente García Criado, a los que se une el gerente para labores administrativas, se ponen a disposición del Cuerpo Médico del Hospital Militar que lidera su director Laurentino Salazar.

El día 25 de julio llegan a Melilla las fuerzas que fueron embarcadas en nuestra ciudad: “A las ocho de la noche ha llegado, a bordo del vapor Hespérides procedente de Algeciras un batallón”. Nada más pisar tierra, sin tiempo para el descanso, los soldados del algecireño regimiento toman posiciones y comienzas a sufrir el embate del enemigo, expresando el documento consultado: “Se ha establecido un blocao entre el zoco de El Had y Tiza, sin más novedad que la herida leve en la cabeza del soldado del Regimiento de Extremadura 15, Francisco Alonso Gómez”.

Durante los siguientes días, los valientes soldados del familiar regimiento, seguirían enfrentándose al enemigo siendo repartidos por diferentes frentes: “Día 28, el Alto Comisario, al recibir a los periodistas les facilitó una nota detallada de las fuerzas que se pondrán en Melilla en brevísimo plazo, y que son las siguientes: Un batallón del Regimiento de la Corona, dos banderas de los Tercios Extranjeros, con ametralladoras; dos tabores de fuerzas de Regulares de Ceuta, con ametralladoras; y un batallón del Regimiento de Extremadura 15 de Algeciras, también con ametralladoras”.

Y tras el desastre, la tensa calma. Protestas por todo el país reclamando venganza sobre el Ejército enemigo y responsabilidades sobre el propio. Y quizá, como un pequeño detalle del destino por el comportamiento demostrado por la población algecireña durante los momentos más duros del conflicto, en el sorteo de la Lotería Nacional celebrado el 1 de agosto de aquel triste verano, nuestra ciudad, junto a las de Santander, Valencia y Sevilla, se vería agraciada con uno de los primeros premios, siendo el número afortunado el 21.413. Décimo que bien pudo ponerse a la venta en el despacho abierto en el número 2 de la calle Alfonso XI, adjudicado a Eloísa Alonso Rodríguez; o, tal vez, en el de Juan Guadalupe, existente en el número 3 de la calle Prim; o quizá, en el de Asunción Rodríguez, sito en el calle Moret, 9. Sea como fuere, Algeciras recibió aquella pequeña alegría, que en modo alguno podía compensar tanta tristeza por las pérdidas sufridas.

Y mientras el tío del autor del Guernica -el general de división Juan Picasso González- concluía su famoso expediente, las familias algecireñas afectadas por la desaparición de algún ser querido en el Desastre, apretaron los dientes y aprendieron a vivir con su dolor. Dos años más tarde, concretamente el 14 de septiembre del 23, estaba previsto llevar los resultados del Expediente Picasso al Congreso de los Diputados, pero un antiguo convecino nuestro, llamado Miguel Primo de Rivera, casado con una distinguida señora de nombre Casilda Sáenz de Heredia, mientras las niñas jugaban al corro cantando por las calles de España... "Melilla ya no es Melilla/ Melilla es un matadero/ donde van los españoles/ a morir como corderos", encontraría una solución muy a “la española” para sacar al país de aquella problemática situación...

Y lo hizo precisamente un día antes -¡Qué casualidad!-, de la reseñada cita en la Carrera de San Jerónimo. Tras el pronunciamiento, naufragó en las aguas del olvido el famoso expediente. Un tupido velo cayó sobre lo tristemente acontecido en el Protectorado Español; no pocos autores señalarían como punto de partida de aquella tragedia al reparto territorial producido durante la Conferencia Internacional de Algeciras en 1906.

Y con esta última entrega de la temporada, Historias de Algeciras se despide de sus muchos lectores hasta el próximo mes septiembre, esperando seguir contando con la misma fidelidad y confianza para la próxima temporada. Cuídense.

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