La destrucción de Algeciras en 1375 (I)

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La conquista en sí fue iniciada con las operaciones del bloqueo de Algeciras por la escuadra benimerín en tanto el ejército granadino se trasladaba hasta la zona

Las fuentes muestran cierta confusión con respecto a la fecha de la pérdida

La portada de San Mateo en Tarifa

Dinar del Sultán Mariní Abu Yacub.
Dinar del Sultán Mariní Abu Yacub.
Carlos Gómez De Avellaneda Sabio - Cronista oficial de Algeciras

07 de junio 2024 - 00:19

El hecho más traumático de la singular historia de Algeciras fue su total destrucción hace exactamente 649 años, por lo que el año que viene se cumplirá el 650 aniversario de la tragedia que supuso que aquella notable ciudad, tan famosa tanto en Europa como en el mundo musulmán, permaneciera en ruinas durante 346 años. Lo que, entre otras causas, motivó el auge de Gibraltar como cabeza comarcal durante los siglos XV, XVI y XVII y que Algeciras no se constituyera en provincia cuando el ministro Rafael de Burgos las organizó en 1833.

En contra de lo afirmado, en especial por algún investigador vinculado a la bahía de Cádiz, la repoblación cristiana tras la conquista cristiana de Algeciras en 1344 no fracasó, sufriendo tan solo los problemas inherentes a las poblaciones fronterizas. Los mariníes o benimerines descubrieron la temporal indefensión de la ciudad, a causa de la guerra civil castellana, convenciendo y auxiliando con su flota al sultán granadino siendo la ocupación, que no conquista de 1369, inesperadamente fácil. El sultán granadino o nazarí Muḥammad V inventó una hazaña útil para su propaganda política, pero fracasó en la repoblación por no dominar la comunicación marítima con Algeciras. Los mariníes de África terminaron cediendo Gibraltar a Muhammad V, que abandonó Algeciras, grande y con buen puerto pero demasiado extensa para ser defendida con pocas tropas, eligiendo Gibraltar, entonces pequeña y con mediocre puert pero de fácil defensa. El desmantelamiento de Algeciras originó una leyenda historiográfica, desentrañada también en este artículo por entregas, donde se desvela una fuente olvidada que soluciona definitivamente la verdadera fecha de la destrucción. Después del abandono nazarí, los mariníes intentan repoblar Algeciras, impidiéndolo la escuadra cristiana.

Este efímero periodo de solo seis años es el segundo musulmán y tercero granadino en Algeciras, debiendo su existencia a ciertos hechos muy peculiares, en un momento difícil para la Corona de Castilla, pues dada la debilidad nazarí unida la decadencia de los mariníes, difícilmente se hubiera producido la caída de la ciudad en circunstancias normales. El acontecimiento motivó inmensa alegría en el mundo musulmán aumentando el prestigio internacional del reino de Granada y siendo un trauma histórico para el occidente cristiano, no solo al perder sorpresivamente una estratégica ciudad, sino por su también inesperada destrucción e inutilización casi total pocos años más tarde. Los seis años que median entre la pérdida y la destrucción fueron un espacio de tiempo tan corto que los cronistas crearon inconscientemente la leyenda histórica, llegada hasta nuestros días y así resumible: “la ciudad fue conquistada en 1369 por Mohammed V de Granada y destruida a continuación al no poder retenerla en su poder”. Frase repetida mil veces, sintetizando en exceso un proceso más largo y complicado, como veremos.

Gran dobla de oro acuñada en Sevilla por Pedro I de Castilla, apodado “El Cruel”.
Gran dobla de oro acuñada en Sevilla por Pedro I de Castilla, apodado “El Cruel”.

Sobre las circunstancias que provocaron la ocupación granadina, el gran historiador Ibn Jaldun nos confirma el deseo musulmán de recuperar Algeciras aprovechando algún problema entre los cristianos, y este surgió en 1369: la guerra civil castellana entre Pedro I y su hermano Enrique requirió la participación de la guarnición de Algeciras, dejándola prácticamente indefensa, siendo el sultán mariní, desde Marruecos, el primero en captar la debilidad de la ciudad, gracias a que sus posesiones estaban muy cerca y estaba perfectamente informado de la débil situación de Algeciras.

Pero el sultán mariní no podía acometer la notable empresa en solitario al tener que emplear sus fuerzas en sofocar una rebelión, por lo que pidió al sultán granadino que conquistara Algeciras, prometiéndole pagar el sueldo de la tropa y proporcionándole una flota. Añadió, y esto es importante, que deseaba reservarse todos los méritos espirituales de una empresa tan santa. Tras ser aceptado este deseo, el mariní envió varios cargamentos de dinero mientras equipaba la flota en Ceuta. El granadino Muhammad V, monarca eficiente y ambicioso, había elevado el reino a un periodo de esplendor y como antiguo aliado de Pedro I aprovechó las circunstancias para continuar la lucha tras el cambio dinástico. Dispuesto a sacar ganancia de la situación, había firmado junto a los marinidas un tratado con Portugal, teniendo las manos libres en la frontera con Castilla.

La conquista en sí fue iniciada con las operaciones del bloqueo de Algeciras por la escuadra benimerín en tanto el ejército granadino se trasladaba hasta la zona. La pequeña guarnición al mando de Alfonso Fernández de Portocarrero no pudo ser auxiliada por mar, pues una escuadra portuguesa impedía los movimientos de la escasa escuadra castellana. La conjunción de esfuerzos mariníes, granadinos y portugueses, coincidente con la debilidad de la guarnición, evitó un asedio en toda regla, con sus problemas logísticos.

Aunque alguna fuente harto dudosa pretende un ataque frontal e intenso, esta era siempre la opción menos deseable por su alto coste en vidas. Y más en Algeciras, por sus formidables defensas. Por lo tanto, no es nada fiable la versión excesivamente simplista de la historiografía cristiana, ni tampoco la famosa carta a la Meca con sus delirantes exageraciones y mentiras, siendo preferible la versión del ponderado Ibn Jaldun: “Apenas transcurridos unos días( ), cuando la guarnición cristiana había perdido la esperanza de ser socorrida y reconociendo que su derrota era inevitable, solicitó una capitulación, obteniendo tan buenas condiciones, que los de Algeciras se apresuraron a evacuar la plaza”.( )

Las fuentes muestran cierta confusión con respecto a la fecha de la pérdida. Así, la Crónica de Enrique II omite mes y día, limitándose al año 1369. Una fuente cristiana que ha pasado desapercibida con respecto a este asunto se refiere así al acontecimiento: “El lunes seis días de agosto ganó el rey mahomad a algezira”. Según Ibn Jaldun, fue en 770 de la hégira o sea 1368-69 de la era cristiana, pero la fecha más exacta la proporciona Ibn- al-Jatib, situando el ataque en 23 de Du-l-hiyya 770, (28 de julio de 1369) y entregándose la plaza el 31 de ese mes.

Moneda de oro de Enrique II “El de las Mercedes”, rey de Castilla tras asesinar personalmente a su hermano Pedro I “El Cruel”.
Moneda de oro de Enrique II “El de las Mercedes”, rey de Castilla tras asesinar personalmente a su hermano Pedro I “El Cruel”.

La diferencia de días entre la versión de la crónica y la de Ibn-al-Jatib puede deberse a diferencias en el cómputo de meses y días entre los calendarios musulmán y cristiano, o a la fecha en que los fugitivos llegan a territorio cristiano y comunican la desgracia, ya fuera en Tarifa, Alcalá, Medina Sidonia o Jerez. Si la ciudad pudo resistir tres días fue gracias a sus imponentes fortificaciones, en especial los fosos, pero su disminuida guarnición era incapaz tanto de cubrir adecuadamente el enorme recinto como de repeler ataques simultáneos por varios puntos alejados entre sí. Esto, unido a la imposibilidad de recibir socorro, aconsejó la capitulación, como en 1344, evitando intentar repeler un ataque directo a las murallas, que hubiera entregado la ciudad a la destrucción y sus habitantes a la esclavitud.

La noticia del desastre recorrió Occidente provocando la desolación de todos, habida cuenta de la concienciación europea sobre la empresa del control del Estrecho y la fama adquirida por el asedio de 1342-1344. Una muestra de ello es en primer lugar la reacción de Castilla: “É ovo el Rey Don Enrique, é todos los del Regno de Castilla, por la pérdida de Algecira muy grand pesar, por quanto la ganara el Rey Don Alfonso su padre con muy grand trabajo dél, e de todos los de su Regno, é con muy grand honra: e era una cibdad que cumplia mucho a Castilla, especialmente a toda la Andalucía, ca era grand puerto de mar, é logar mucho abastado, ca tenía de la una parte á Portogal, é de la otra á Aragón…( )(Crónica de Enrique II, 4)”.

Al igual que Europa Occidental fue consciente en 1345 de la trascendente conquista, manifestando su alegría de diversas formas, también comprendió la tragedia de la pérdida. Como ejemplo, seleccionamos y presentamos aquí un documento muy poco conocido que demuestra la aflicción del Papa Urbano V (1362-1370): “Ha llegado a mis oídos la noticia fidedigna y tristísima de que los impíos sarracenos de España, de Benamarín y de Granada, enterados de las disidencias (suscitadas por el enemigo del género humano) entre los reyes cristianos occidentales, han penetrado con gran muchedumbre en la parte (ilegible) del reino de Castilla, intentando despoblarlo fieramente, ocupando la ciudad de Algeciras y otros lugares del reino de Castilla, asesinando cruelmente los reunidos con la sangre de Cristo, profanando los templos, robando e incendiando, sin perdonar ni sexo ni edad, etc. (Ilegible) en las calendas de marzo del año octavo de mi pontificado [1369]”.

Dinar de oro de Muhammad V de Granada.
Dinar de oro de Muhammad V de Granada.

En otros momentos de la historia, los cristianos hubieran puesto todo su empeño en recuperar lo perdido, pero Enrique II demasiado tenía con asegurar su reino ante enemigos externos como Portugal y en neutralizar peligros internos. Hubo de consolidar frente a la turbulenta nobleza el poder adquirido como digno sucesor de Caín… al asesinar a su hermano Pedro I y las mercedes o prebendas por el concedidas, compraron voluntades, pero reforzaron a la nobleza feudal, el mayor obstáculo no solo para la autoridad real sino ante cualquier empresa colectiva planteada en Castilla. Por lo tanto, con respecto al problema de Algeciras se dejó correr la situación, extrañamente mantenida durante siglos. Pero, con carácter inmediato, hubo ciertas consecuencias:

A) Cambio de intereses en el puerto. Según parece, el puerto continuó su papel internacional durante un tiempo, aunque lógicamente disminuido, teniendo en cuenta, por ejemplo, la facilidad de los genoveses para establecer factorías en territorio musulmán como en el caso de Gibraltar. Las fuentes hablan de tráfico marítimo comercial con el norte de África, en especial con los territorios del actual Marruecos y Túnez, así como con el reino de Aragón. Estas actividades cesaron con la inutilización total del puerto interior en 1375.( )

B) Fin del obispado de Algeciras. Tras la capitulación, el cabildo catedralicio en pleno se trasladó -salvando ciertas pertenencias- a Medina Sidonia, su antigua sede desde época visigótica y allí se instaló provisionalmente hasta su definitivo regreso a Cádiz. La denominación Obispado de Algeciras tuvo desde entonces carácter meramente nominal.

C) El problema de los territorios usurpados. A pesar de las reducciones sufridas por la antigua kura, o provincia musulmana de Algeciras, luego reino en el siglo XI, está comprobado como en la 2ª mitad del XIV el término de Algeciras continuaba siendo extenso, aun tras perder los territorios occidentales tras la conquista cristiana de Tarifa y la división de la bahía al conquistar Gibraltar los cristianos en 1309, con su permanencia hasta 1333. Esta delimitación territorial se mantuvo entre 1344 y 1369, pasando el término de la ciudad destruida a jurisdicción gibraltareña, aunque el fracaso de la repoblación nazarí provocó el descontrol del territorio más alejado del peñón, aprovechando esto Tarifa y Jerez para beneficiarse económicamente de grandes zonas. Tras ser conquistado definitivamente Gibraltar y recibir el termino algecireño, se originó un pleito entre las ciudades no resuelto hasta 1514.

D) Dispersión de vestigios. Como hemos dicho, gracias a la capitulación, los habitantes y la guarnición, como había sucedido en 1344, pudieron evacuar ordenadamente la ciudad, transportando lo que pudieran llevar consigo a las ciudades cristianas más cercanas, como Tarifa y Medina, trasladándose a esta el cabildo, con varias imágenes y enseres de culto. El caso es que tradiciones locales y algunas fuentes hablan de dos imágenes medievales de la Virgen María, consideradas ambas por la historiografía como la primitiva Virgen de La Palma algecireña. Una de ellas fue localizada en Tarifa y su rastro se perdió a partir de 1921,( )y la otra se venera en Jerez de la Frontera bajo la advocación de la Virgen de la Merced.

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