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Días de guerra: 9 de julio de 1909 (y II)

Historias de Algeciras

En el contexto táctico-militar, Algeciras se convierte en puerto estratégico de primer orden junto a Málaga y Cádiz

En prevención de la grave situación llegan los médicos militares Eduardo Cisneros Sevillano y Rodrigo Moya Litrán

Soldados embarcando en el muelle algecireño.
Manuel Tapia Ledesma

24 de abril 2022 - 05:00

Algeciras/Y Algeciras, tras los seguidos incendios en las dos corcheras, como quedó relatado en la anterior entrega, bien pudo convertirse en otra ciutat cremada como Barcelona de no ser sofocados. Al igual que en el resto del país (recordemos los graves incidentes ocurridos en la Ciudad Condal, generadores de la llamada Semana Trágica), en nuestra ciudad, la decisión del Gobierno fue muy criticada. ¿Estarían ambos incendios relacionados con el descontento social existente particularmente en Algeciras?

Por un lado, la continuidad de los siniestros, su nocturnidad y la “coincidencia” de que soplara el viento de poniente facilitando la propagación de las llamas. Por otro, la semilla del anarquismo que había arraigado en nuestra ciudad durante los últimos años del anterior siglo, según demuestra la documentación consultada y coincidente en el tiempo con la marcha de no pocos jóvenes algecireños a luchar a Ultramar: “En la relación de periódicos anarquistas que se dice se publican en España aparece el denominado El Oprimido en Algeciras”.

Recordemos que el movimiento obrero antes de que finalizara el siglo, contaba con una cierta estructura y organización en nuestra ciudad, como lo demuestra el siguiente dato: “A finales del siglo XIX, Dña. Luisa Casinguer Bonany adquirió una casa en la plazuela de San Isidro, cuyo edificio era conocido popularmente como la capilla de San Isidro a comienzos del siglo XX, el edificio seguía siendo propiedad de la reseñada señora, siendo arrendado al vecino de Manuel Lara, quién estampó su firma en el contrato en calidad de representante y tesorero del llamado Centro Obrero de Algeciras”. (Tapia Ledesma, M. La capilla de San Isidro, germen del sindicalismo algecireño. Revista de Semana Santa 2010). No teniendo que estar necesariamente conectadas ambas formas de entender la lucha obrera.

Por aquellos días, el socialista Pablo Iglesias haría mención de nuestra ciudad expresando: "¿Por qué si en todos los pueblos se trata la independencia como virtud suprema, se trata de arrebatar la de Marruecos puesta en tutela en la Conferencia de Algeciras?". Y mientras el tipógrafo y fiel cliente del madrileño establecimiento Casa Labra, hacía referencia al pasado encuentro internacional que tuvo como sede a nuestra ciudad en un meeting con sus incondicionales, en Algeciras, nuevamente, los altares de capillas y parroquia se verán repletos de velas y exvotos, pidiendo a los cielos lo que la Administración no concede dado que los llamados eran reservistas, como era la exención militar por carga familiar.

Y así, al mismo tiempo que a las familias algecireñas no les llega la camisa al cuerpo al pensar en el peligro de revivir la tragedia del 98, la oposición al conservador Maura, expresa: “¿Que pretendemos ensanchar los límites de Melilla que se ahoga entre dos murallas? Con el mismo derecho y las mismas razones pretendería Inglaterra conquistar Andalucía. Ocupar Sierra Carbonera, Algeciras, San Roque y Tarifa, como nosotros hemos ocupado el Atalayón, Cabo de Agua y la Restinga”. En el contexto táctico-militar, nuestra ciudad se convierte en puerto estratégico de primer orden junto a Málaga y Cádiz: “El transporte Almirante Lobo partirá desde Algeciras con tropas”. Para entonces, se habían vuelto familiares para los algecireños la habitual presencia de los navíos de la Marina Española, como el cañonero bautizado María de Molina, o los cruceros Numancia y Extremadura, entre otros. Como ya ocurriera todo lo largo del pasado siglo XIX, el puerto de Algeciras tendría un gran protagonismo en cada hecho y acción que a partir de aquellos momentos de crisis, acontezca en la zona de influencia de las aguas del Estrecho.

'El Oprimido', periódico anarquista distribuido en Algeciras.

De regreso a la inquietud de las desconsoladas familias de la zona, y a las decisiones militares, éstas últimas deciden: “La brigada que saldrá en cinco días será la Segunda Mixta de Cazadores, que se halla en el Campo de Gibraltar. Aunque se venía diciendo que esta brigada iría a Ceuta, si las necesidades de aquella plaza lo demandaban”. Posteriormente se haría público: “La brigada del Campo de Gibraltar no estaba en condiciones de marchar a las plazas africanas al primer aviso, pues parte de su artillería la tenía en La Coruña, de cuya capital salió ayer con urgencia con destino a Algeciras”.

Días después se vuelve a informar por los mismos medios: “Marchará enseguida a Melilla la segunda brigada mixta que manda el general Pereira constituida por los batallones: Cazadores de Cataluña, con guarnición en Jerez; de Tarifa con guarnición en San Roque; de Chiclana con guarnición en Ronda y de Talavera en Algeciras [...] junto con dos grupos de batería que hay montada en Algeciras y San Roque [...] y una compañía de administración y otra de sanidad que se movilizan desde Algeciras”.

Al mismo tiempo que los soldados destinados en los distintos regimientos del Campo de Gibraltar esperan su marcha para la otra orilla del Estrecho, un oscuro asunto relacionado con la guerra se destapa en nuestra ciudad: “A las 10:30 de la noche la policía ha practicado dos detenciones que están relacionadas con las ramificaciones que se han encontrado aquí del contrabando de guerra descubierto en Ceuta”. En la sombra de la corrupción se encuentra la respuesta sobre el armamento español que maneja el enemigo.

Y así, mientras se intentan aclarar estos graves hechos, otras familias, alejadas en la distancia pero unidas en la preocupación con las algecireñas, observan como “con destino a Algeciras, San Roque y Los Barrios, han salido 120 reservistas de la ciudad de Granada para reforzar las dotaciones de los batallones de Cazadores de Talavera, Tarifa y Ciudad Rodrigo”.

De vueltas con el turbio asunto del tráfico de armas, se hace público: “Que desde Tetuán, Ceuta y Algeciras, salen barcos con contrabando de armas. Al amanecer se vieron dos barcos, saliendo el transporte Almirante Lobo a perseguirlos”. Sobre este grave y triste asunto, se procede desde Algeciras: “Ha sido enviada a Ceuta una mujer conocida con el nombre de Dolores La Almejera, reclamada por el Juez de aquella ciudad que entiende en el proceso por contrabando de guerra”. La Almejera, era una conocida dueña de casa de prostitución, junto con otras de la época, tales como: La Palacia, la Dorotea; la Campilla; la Portera y la Quiquina” (Historias de Algeciras VII. Mujeres de la vida. Cap. XV. Pág. 254. Ed. ImagenTa 2021).

Tras la presentación y posterior declaración de La Almejera en el juzgado ceutí, se producen nuevas actuaciones policiales en nuestra ciudad: “La Policía ha practicado la detención de dos individuos á quienes se les supone implicados en el contrabando de guerra, siendo puestos a disposición judicial”. Y así, mientras los soldados reservistas llamados a filas incorporados a los batallones campogibraltareños, esperan su embarque por el fondeadero algecireño, la policía sigue investigando el asunto de las armas al mismo tiempo que sus familias siguen rogando, como ya lo hicieron durante la impopular guerra de Cuba, por sus hijos y esposos que pronto marcharán a la guerra.

'El Salariado', folleto comunista, distribuido por los republicanos locales.

El conflicto rifeño sube en intensidad y comienzan los enfrentamientos que conducirán al tristemente conocido como El Desastre del Barranco del Lobo. Al mismo tiempo que los soldados luchan en las afueras de Melilla, el ministro de la Guerra “a destiempo” pregunta a la Cruz Roja de Valencia: “¿En qué condiciones iría una ambulancia a prestar servicios a Cádiz, Algeciras y Málaga?”. Obteniendo como respuesta: “El comité ejecutivo ha contestado enviándoselas y comunicando que la ambulancia la constituyen 3 médicos, 6 oficiales, 36 individuos y un jefe con 6 camillas y que está todo dispuesto para marchar cuando el ministro acepte el presupuesto que le ha enviado la Comisión ejecutiva”. Pendientes de la aceptación de las condiciones de la ambulancia solicitada, el escenario de la lucha en el norte de África se extiende hasta las cercanías de Ceuta, cuando: “Las kábilas fronterizas han destrozado las carreteras en construcción llevándose los caballos de los ingenieros y las herramientas”. En cuanto a la causa del contrabando de armas que lleva el juzgado ceutí, añade el parte: “Dos moros han sido detenidos”. ¡¡Cuántos de nuestros soldados caerían víctimas de las armas patrias vendidas al enemigo!!.

En orden sanitario y en prevención de la grave situación, llegan hasta nuestra ciudad los médicos militares Eduardo Cisneros Sevillano y Rodrigo Moya Litrán, el primero se encontraba destinado en la Inspección General del Ejército y el segundo en el Hospital Militar de Barcelona. Posteriormente se agregaría el subinspector médico José Cairac y Blasco.

El número de contingentes que se dan cita en nuestra ciudad sigue en aumento: “En el tren correo salieron para Algeciras gran número de aquellos batallones de Cazadores para incorporarse a la brigada del Campo de Gibraltar”. Al mismo tiempo que también se informa: “En las cercanías de Melilla se sigue luchando duramente”. Decidiendo el alto mando ante la gravedad del momento: “Para que estas fuerzas se hallen cuanto antes en Melilla se ha dispuesto que el embarque se haga en los puertos más próximos a los puntos en que están de guarnición. Embarcando en los puertos de Málaga, Algeciras y Cádiz”.

Y llegó el día fijado tácticamente por el mando militar y temido por las familias de los soldados reservistas: “Jueves 31 de julio de 1909: Esta mañana ha comenzado el embarque de las fuerzas que componen la brigada del Campo de Gibraltar al mando del general Ricardo Morales Yagüero [...] en Algeciras: batallones: Segorbe12, Chiclana 17 y Talavera 18 al mando del coronel José Gómez Bernal. La noche anterior al embarque se produce el siguiente curioso hecho, según se recogió documentalmente: “En el Gobierno Militar de Algeciras se ha presentado el marqués de Vallecerrato y ha pedido autorización para ingresar como soldado en el Batallón de Talavera que marchará mañana á Melilla. El Capitán General de Andalucía ha accedido a lo solicitado”. Gesto patriótico muy celebrado al hacerse público; dado que su protagonista contaba “sobradamente” con posibles para haber eludido el antipopular llamamiento a filas en aplicación de la Ley de Reclutamiento.

Los soldados despedidos por el público en el fondeadero algecireño -incluido el susodicho marqués- partieron bajo aplausos y sones de marchas militares. Sabedores de la gran tragedia acontecida en El Barranco del Lobo. Se necesitará algún tiempo para traducir aquella dolorosa derrota en fríos números: 153 muertos y 599 heridos.

Muy pronto el pueblo recogerá en su cancionero su pesar; y los niños cantaran en corro por las calles de toda España: "En el Barranco del Lobo/ hay una fuente que mana/ sangre de los españoles/ que murieron por España". Y allí, frente a las barcazas que partieron desde el muelle de los ingleses hasta los grandes transportes que aguardaban en la bahía las familias algecireñas, junto a las allegadas desde otras localidades de la comarca, como una sola, pues los sentimientos no entienden de términos municipales, les dieron un adiós cargado de esperanzas de regreso a hijos, esposos o hermanos.

De triste; bien se puede calificar aquella generación, pues casi cumplidos los 20 años fueron enviados a luchar a la Guerra de Cuba (1898). Alrededor de los 30 fueron trasladados como reservistas a la Guerra de Melilla (1909); con algo más de 40, vivieron los que aún quedaban vivos, el llamado Desastre de Annual (1921); y pasados los 50 años, como si de una macabra broma de la historia se tratara, les aguardaba la Guerra Civil (1936), obligándoles en esta última contienda y en no pocos frentes, a luchar contra los que fueron compañeros de armas.

Sirva el presente trabajo de humilde homenaje para todos aquellos que sufrieron la violenta época que les tocó vivir. Siendo aquellos héroes anónimos, entre otros: Andrés Cote, Andrés Mejías Carrillo, Andrés Vega Escoto, Aniceto Caballero, Antonio Badillo Ceño, Antonio González Sánchez, Antonio Infante Bernal, Antonio Moreno Ricardón, Antonio Morilla Sánchez, Antonio Rondón Medina, Antonio Vallecillo Garrido, Aurelio Pérez Sánchez, Diego Cano Mena, Diego Díaz Rodas, Emilio Ruíz Lobato, Fernando Molero Rodríguez, Francisco González Palacios, Francisco Guillén Ruiz, Ignacio Quiñones Velasco, Jesús Lucas García, Jesús María Salvatierra, Jesús Vera Cazzano, Joaquín Delgadillo Galiardo, José Blanco Sierra, José García Gilbert, José García Ropero, José Mora Salvatierra, José Ortiz Calvente, José Rodríguez Gómez, Juan Aguado Pérez, Juan Amador García, Juan Díaz Casal, Juan Domínguez Peñalver, Juan García Haro, Juan Jiménez Salvatierra, Juan Pérez Casas, Juan Puche Morilla, Manuel Alcalá Moreno, Manuel Amaya, Manuel Arroyo Macías, Manuel Duarte, Manuel García Avellaneda, Manuel Jiménez Rodríguez, Manuel Lozano Moreno, Manuel Núñez Monfillo, Manuel Pagüe Rodríguez, Manuel Quirós Rodríguez, Manuel Saura Rodríguez, Manuel Villa Ruíz, Marcial del Yelmo Navarro, Mariano Rojas Coronil, Pedro Fernández Pelayo, Pedro Gázquez Verdejo, Pedro Mena Martín, Pedro Ruiz Bautista, Rafael Martín Mejías, Rafael Martínez Mejías, Rafael Viñegle Capulnio, Ramón Sánchez Campillo, Salvador Jiménez, Salvador Lozano Gavilán, Santiago García y Santiago Vargas Quiñones.

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