Un edificio emblemático y deteriorado
El retablo de la capilla se hizo gracias a la venta de cajas de pescado que donaron los marineros y no como dice la leyenda
A la tenacidad de Dolores García de la Torre, viuda de Cubero, se debe el Asilo de Ancianos de Algeciras cuya fundación data del 19 de marzo de 1896. El día de San José a las diez de la mañana se celebró solemne función en la parroquia de Nuestra Señora de la Palma a la cual asistieron las hermanitas acompañadas de la fundadora y de 12 ancianos. Terminada la función salieron las hermanas con los asilados procesionalmente acompañados del clero y numerosa gente que asistió a la bendición del nuevo asilo.
Estaba situado en la calle Sol, en alguna de las habitaciones y patios de la Iglesia Convento de la Merced. El benéfico establecimiento se titula Asilo de la Merced, por haber sido puesto bajo el patrocinio de tan divina Señora. Se sostenía de la Caridad pública. El convento construido en 1725 era una construcción mal cuidada y con graves deficiencias, situado junto a la cárcel y carecía de comodidades. Su antigüedad lo convierte en un inmueble totalmente inadecuado para que las religiosas desarrollaran su tarea asistencial. Y tras, este establecimiento provisional, en 1896, después de incontables esfuerzos el nuevo asilo pudo ver levantados sus muros en los altos del Calvario, frente a la plaza de toros de La Perseverancia. La nueva casa empezó a funcionar en 1914 cuando fue bendecida la capilla presidida por la imagen de la Virgen de los Desamparados.
Antes de trasladarse al edificio situado en El Calvario, a las monjas le habían donado otro solar en un cerro situados a las afueras de Algeciras. Aunque les parecía un poco lejos para los ancianos, allí empezaron a construir su primer asilo, a base de piedras y argamasa con la ayuda de muchos voluntarios. No obstante, cuando ya tenían levantado los muros, el Ayuntamiento de Algeciras les cedió un terreno en un lugar conocido como El Calvario. Por eso dejaron la construcción del que estaban levantando en las afueras de Algeciras, que desde entonces y hasta nuestros días es conocido como El Cerro de las Monjas.
En el Libro de Actas Capitulares del Ayuntamiento de Algeciras se recoge que en sesión de 8 de septiembre de 1905 se aprueba la colocación de la primera piedra del Asilo de Ancianos por parte del alcalde accidental Juan Sánchez Gil.
No fue hasta 1914, sin embargo, cuando comenzó a funcionar. Al inmueble diseñado por William Thomson, también arquitecto del hotel Anglo-Hispano, se trasladaron las hermanas desde el antiguo hogar de la calle Sol. Con posterioridad el edificio fue objeto de sucesivas ampliaciones y en sus últimos días la residencia acogía a más de 150 ancianos.
En 1999 el asilo pasó a propiedad municipal tras un convenio con la congregación. En contraprestación la ciudad cedió a las religiosas el terreno de San García donde se construyó el nuevo asilo. El tiempo no ha perdonado al inmueble y en innumerables ocasiones se ha alertado sobre la histórica capilla que guarda el conjunto. Lo único que ha resistido son las alas restauradas, que ocupan la Escuela de Turismo y la sede de Barrio Vivo. El inmueble está en fase ruinosa con un futuro más que incierto.
Las Hermanas de los Ancianos Desamparados llegaron a Algeciras en tren el día 6 de marzo de 1896. Los más de 100 años transcurridos desde la llegada a Algeciras de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados obligaron a otorgar a la Congregación un reconocimiento acorde con su labor humanitaria que se materializó con la Medalla de Oro de la Ciudad entregada el 19 de marzo de 1996.
En Algeciras muchos creen que el retablo del asilo se realizó con maderas de caja de pescado. Pero la verdad es que se construyó con la venta de las cajas de pescado que los marineros donaron. La capilla sufrió también los efectos de la Guerra Civil. Incontrolados penetraron para llevarse el Vía Crucis que pendía sobre las paredes y la imagen de la Virgen de los Desamparados. Sin embargo, los expoliadores no pudieron hacer lo mismo con el Cristo clavado en la cruz que corona el retablo, pues la fijación de la talla a una peana dificultó demasiado la operación e hizo desistir a quienes intentaron sacarlo de la iglesia. Desde que en 1914 se trasladara el asilo a su ubicación actual, hecho que ocurrió con Sor Antonia Castaño Albero como superiora, mucho ha acontecido entre estos muros.
La primera misa oficiada en este templo fue el día 30 de junio de 1914. Fue cantada por las hermanitas y celebrada por el arcipreste Cayetano Guerra Meléndez, actuando como diáconos Luis García Villaescusa, capellán castrense de Artillería y José Corvera Cepillo. Elegante y hermosa, esta capilla fue embellecida merced a los regalos de algunos benefactores. El retablo, situado en el altar, tiene en su parte superior un gran crucifijo que se sitúa sobre una imagen de la Virgen, y fue un regalo de Sira Muñoz. Las imágenes de la Inmaculada fue regalo de los Padres del Corazón de María. Por su parte, Socorro Núñez dona la custodia y una caja de plata para guardar el viril, mientras las imágenes de Santa Marta y San José llegaron por cuenta de Victoria Conte. Otros ciudadanos regalaron dos copones, vinagreras, candelabros y dos hermosos reclinarios, tres sobremanteles y varias piezas de ropa de iglesia. También fue regalada a las monjas la imagen de un Niño Jesús por parte de Manuel Navarrete y Francisco Alcalde regaló un nuevo sagrario y el Vía Crucis.
Las ancianas del asilo San José y parte de las religiosas que las cuidaban durmieron el día 21 de junio de 1999 en el nuevo edificio construido en San García. Las monjas entregaron el 10 de agosto de 1999 al alcalde las llaves del asilo. La superiora Purificación Castro las entregó simbólicamente al alcalde de la ciudad Patricio González.
El emblemático y deteriorado edificio está situado en una zona privilegiada. Tanto el inmueble como la parcela forman un conjunto de enorme potencial. Sin embargo, las denuncias por su mal estado no han sido pocas. La Trocha y Codepa han requerido la rehabilitación de este histórico inmueble. En 2010 el Ayuntamiento aconsejó la clausura del edificio por no reunir las condiciones de habitabilidad mínimas.
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