Enrique Ponce, a ritmo de bolero, se despide de Algeciras a hombros tras toda una vida
Feria Real de Algeciras 2024
El valenciano cortó tres orejas en una decepcionante corrida concurso de ganaderías gaditanas donde quien más arreó fue David Galván
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Algeciras/Cuando Enrique Ponce finalmente se retire del toreo (él dice que sucederá al cabo de esta temporada de 2024), perderemos a un torero, pero ganaremos un prodigioso cantante de boleros. Nunca lo ha negado: es, junto a las rancheras, su género musical favorito. Tiene pendiente sacar un disco de temas románticos en colaboración con Julio Iglesias. La pandemia del coronavirus, sus compromisos taurinos, su divorcio con Paloma Cuevas y reencontrar el amor junto a Ana Soria han retrasado el proyecto.
La vida del diestro de Chivas hace tiempo que se convirtió en un perfecto bolero. Pero no, Ponce, no podemos estar contigo toda una vida. No, al menos, en los ruedos, por muy tentadora que sea la idea de estar mimándote y cuidándote a perpetuidad, como tú llevas haciendo 34 años, los que sumas desde que tomaste la alternativa, con los toros que te han tocado en suerte. Admito, eso sí, que has sido en mi vida (y en la de tantos aficionados) ansiedad, angustia y desesperación.
Ponce, tras lidiar a su lote de Fermín Bohórquez y Núñez del Cuvillo, el mejor del conjunto, se ha despedido este jueves en Algeciras por la Puerta Grande, que es el mínimo premio con el que se puede obsequiar a alguien que literalmente se ha dejado el alma cada vez que ha hecho el paseíllo en Las Palomas. Como Machín, un maestro, a su manera, claro, que es toreando a media altura, sin excesivas apreturas, sin quebrar a sus toros, componiendo la figura, preciosista, con la misma emoción que en un torneo de petanca y con la mano izquierda siempre presta a echársela al corazón o a enjugarse las lágrimas, que me constan que son sinceras.
Ponce dejó en Las Palomas (qué nombre tan poco apropiado a la vista de su vida sentimental) una última tanda de poncinas y la estampa de toda la cuadrilla de areneros rindiéndole tributo mientras agradecía sus últimas orejas cortadas en Algeciras.
El toreo de Alejandro Talavante no suena ni a boleros ni a rancheras. Es otra cosa. Aunque, por diversos motivos, no ha sido su tarde la de este jueves, cuando mostró su lado más abúlico. Lidió un toro encastado de El Torero en primer lugar, un animal que pedía distancia, bueno por el pitón derecho y más rebrincado por el izquierdo. El inicio por estatuarios levantó al público, pero después se empeñó en torearlo en cercanías y al natural. Talavante, que es un torero excelso, heredero de José Tomás, a veces se amontona y otras veces lo ve con la claridad de una fuente cristalina. Luego el quinto, de Salvador Domecq, no le dio opciones.
David Galván es el perfecto ejemplo de lo que ha sido el toreo a lo largo de la historia: una salida, cada vez más compleja, casi milagrosa, para que el hombre se gane la fama y su sustento con la muleta, la espada y el corazón. Y bajo el riesgo de perder la vida en el camino. Con ese hambre, ha llegado el gaditano a Las Palomas tras proclamarse el torero revelación de la pasada feria de San Isidro. Con su primero de Fuente Ymbro ha estado emocionante, heroico y desbordado a partes iguales. De la terna ha sido quien más ha expuesto y quien más se ha dejado la piel ante sus paisanos.
La corrida de este jueves era una concurso con ganaderías que pastan en la provincia de Cádiz. Este "formato" tiene sus riesgos, porque puede suceder que los ganaderos vendan, con el fin de quitarse de la finca, todos los calcetines desparejados de la camada. Ocurrió eso, en líneas generales. Demasiados calcetines y pocos toros. Al finalizar el festejo, se dieron los premios al mejor puyazo, para Manuel Quinta por su actuación con el 4º, de Cuvillo; al mejor par de banderillas, para Francisco Javier Ambel; a la mejor estocada, para Ponce; al mejor toro, para Selectivo, de Fermín Bohórquez, que abrió la tarde; y al torero triunfador, para el valenciano.
"Llegan y se van sin hacer ruido -como buenos clientes-, luego el tiempo los confunde en la memoria, y ya ni sabes si aquel lunes era jueves o al revés. Que no te engañen, no son tan poca cosa como parecen: suelen poder con el amor". También con la afición taurina. Este poema de Karmelo C. Iribarren titulado Los días normales lo resume todo. En los toros, nada debería ser ordinario ni según lo previsto.
Ficha del festejo
Segundo festejo de la Feria Real de Algeciras. Alrededor de media plaza. Tarde sin viento, cosa rara en esta tierra. Corrida concurso de ganaderías de la provincia de Cádiz, por orden de lidia: Fermín Bohórquez, El Torero, Fuente Ymbro, Núñez del Cuvillo, Salvador Domecq, La Palmosilla y un sobrero de Bohórquez (6º bis). Enrique Ponce, de rosa palo y oro, oreja y dos orejas; Alejandro Talavante, de catafalco y plata, palmas y ovación; David Galván, de azul azafata y oro, oreja y ovación. En el callejón se encontraba el chef José Andrés.
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