Análisis
Santiago Carbó
Algunas reflexiones sobre las graves consecuencias de la DANA
Entrevista a Jaime Lloret | Jefe de la UCI del hospital Punta de Europa
El 13 de mayo se vivía un hito en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Punta de Europa: salía por su puerta su última paciente de Covid-19. Y no era una paciente cualquiera, sino una de los suyos, la doctora encargada del servicio de Admisión. Desde entonces ningún enfermo por el virus ha vuelto a entrar en la UCI y el hospital algecireño solo tiene un paciente positivo en coronavirus. Atrás quedan los días de saturación en los que llegó a haber más de 60 ingresados al mismo tiempo en el Campo de Gibraltar, pero el jefe de la Unidad algecireña, Jaime Lloret, advierte que en esta fase de desescalada no hay que confiarse: “Le pedimos a todos nuestros conciudadanos que se cuiden, que nos cuidemos unos a otros”.
Lloret está al frente del área hospitalaria que ha vivido con más intensidad estos dos meses, en los que se han tenido que multiplicar las manos, extender los horarios sin mirar el reloj y luchar contra un enemigo hasta entonces desconocido y muy agresivo. Los sanitarios han hecho “un esfuerzo titánico” que ahora puede relajarse, a la espera de un posible rebrote de la enfermedad en una zona, el Campo de Gibraltar, cuya tasa de incidencia ha sido baja en esta primera ocasión. Por ello, la UCI del Punta de Europa sigue en fase de reestructuración para contar con todos los recursos necesarios en el caso de que llegue ese repunte. “¡Ojalá no tengamos que utilizarlos!”, desea el jefe de la unidad. En esta entrevista por cuestionario resume cómo han sido estas diez semanas de pandemia.
¿Cómo se ha organizado la UCI en estas semanas?
Nuestra UCI consta normalmente de 12 camas. Es a finales de marzo cuando comenzamos a ingresar en UCI a los primeros enfermos graves. Ya desde semanas antes la dirección, junto con los diferentes servicios del hospital, comenzó a preparar un plan de contingencia general para todo el hospital y una planificación específica para cada una de las áreas, y por supuesto, para UCI. Tengo que decir que nuestros directivos han atendido las iniciativas que han partido de los clínicos. No he percibido improvisación, desde el inicio se ha seguido un plan establecido.
Nuestro pensamiento fue en tres direcciones: estructural, de incremento de plantilla y de escalonamiento funcional secuencial. Desde el punto de vista estructural se trabajó arduamente y con celeridad, de tal manera que por un lado se preparó nuestra Unidad procediendo al cerramiento de aquellos boxes que teníamos en abierto. Y por otra parte se adecuaron todas las camas del área de infecciosos, adyacente a la UCI, dotándolas de la infraestructura de tomas de presión para respiradores y de circuito de monitorización completa. También se adaptaron las instalaciones de la sala de reanimación postquirúrgica, transformándola en una UCI de 6 camas totalmente operativa.
De esta manera, hemos dispuesto de 12 camas de aislamiento en UCI más 6 camas para atender pacientes sin coronavirus y otras 7 camas con dotación completa y aislamiento para atender enfermos críticos. En total de 12 que hay habitualmente hemos pasado a 25 camas de UCI. También fueron contratadas 11 enfermeras y 11 auxiliares.
¿Qué dispositivo queda ahora que ha bajado al mínimo el número de ingresos?
En la actualidad se continúan las mejoras estructurales, de tal manera que vamos a tener un total de 15 camas de UCI, todas en boxes de aislamiento, con una planificación secuencial en función del número de posibles ingresos. Tenemos una primera zona de 2 boxes con doble aislamiento y ante nuevos casos pasaríamos a otra zona de 4 boxes también de doble aislamiento. Así estaremos preparados para que a medida que pudiesen ingresar más pacientes graves podamos ir acotando zonas para conseguir un aislamiento eficaz. En último caso, dado que ya ha quedado solventada el área adyacente de infecciosos, dispondríamos de hasta 22 boxes de aislamiento para enfermos graves Covid-19. ¡Ojala no tengamos que utilizarlos nunca!
¿Cuál ha sido la incidencia de la enfermedad entre el personal de la UCI?
Hemos hecho test serológicos a toda la plantilla. Hemos tenido algún caso, pero ya recuperado y trabajando.
Durante las primeras semanas de la crisis fueron constantes las quejas por la falta de equipos de protección individual (EPI) suficientes. ¿Han pasado algún momento difícil por carencia de equipos o personal?
Ante el pico de demanda de equipos de protección hemos ido recibiendo diferentes envíos tanto de mascarillas como de batas y EPI. Y claro que ha habido que contarlos y distribuirlos. Pero realmente a nosotros no nos han faltado medios de protección en ningún momento. Desde finales de marzo pudimos disponer de equipos especializados con sistema de caput cerrado y con aireación interna continua que hemos utilizado profusamente en las situaciones de mayor contacto y riesgo de contagio, que han funcionado muy bien.
¿Cuál ha sido el momento más duro en estos dos meses?
Lo más duro ha sido la impotencia ante la sorprendente virulencia y capacidad de contagio de este virus. Duro ha sido hablar día tras día, por teléfono, con las familias desconsoladas. En estos meses ha habido un incesante trabajo, sin descansos, con un esfuerzo tan titánico como generoso. El compromiso de todos los trabajadores ha sido exhaustivo y sin reservas. Pensemos que hacen falta 5 personas para un cambio postural o para una rotación a prono, con todos los cables, sensores, monitores, respirador, etc. He visto a compañeros sudorosos, extenuados, con la cara marcada y dolorida por los equipos de protección individual, mascarillas, pantallas faciales, ¡todos a una! Hemos tenido que aprender mucho y rápido para luchar contra este virus tan agresivo. A todos estoy profundamente agradecido. Como pueblo campogibraltareño tenemos una deuda de gratitud.
Estamos en proceso de desescalada bajo la amenaza de un rebrote. ¿Bajo qué perspectiva la afrontan los profesionales?
Sabemos que se hace largo y tedioso este confinamiento, con continua cobertura de la televisión, radios, periódicos. Efectivamente es muy difícil de llevar. Este ha podido ser el primero de los envites y nosotros lo hemos vivido intensamente, como cada UCI del país. Y le puedo asegurar que todo ello no es nada comparado con el verdadero sufrimiento, la incertidumbre y angustia tan grande que hemos visto en todas y cada una de las familias. Sin poder ver a su marido enfermo, a su madre crítica, sin poder ni despedirse. Los que toman una actitud distante, los que restan importancia, los que se lo toman a broma, los que se relajan, los que lo usan para su protagonismo, no han comprendido la dolorosa gravedad de la realidad. Esto no lo hemos vivido nunca. Confiemos en nuestros expertos. Confiemos en nuestros médicos y especialistas para que, guiados por la mejor razón y conocimiento, nos saquen de esta. Le pedimos a todos nuestros conciudadanos, que se cuiden, que nos cuidemos unos a otros. Sabemos lo que hay que hacer. Sin confiarnos.
¿Algún paciente que les haya marcado especialmente?
Si ya de por sí en circunstancias normales el sentimiento de pérdida deja un poso que te marca, lo que hemos vivido en esta ocasión con todos y cada uno de los pacientes, y de sus familias, nos ha dejado marcados para siempre. Ahora más que nunca hemos entendido el valor humano de un abrazo y de unas palabras cercanas. Pasará mucho tiempo y seguiremos acordándonos. Solo quiero que sepan las familias que les hemos dado todo el cariño que nos ha salido de dentro.
Desde el punto de vista profesional y personal, ¿qué le queda de esta experiencia?
Yo creo que hemos aprendido humildad. Cuando creíamos que la medicina todo lo podía, cuando tenemos protocolos, guías, estándares, cuando abrimos la coronaria descendente anterior en menos de una hora tras un infarto agudo de miocardio, o la arteria cerebral media y recuperamos un paciente con ictus, cuando nos creíamos semidioses, viene este coronavirus y nos pone a prueba a todos nosotros, a toda la sociedad. Nos queda tanto por conocer. ¡Nos queda tanto por aprender!
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