Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Entrevista | Alicia Carrasco, cantaora
Todo en Alicia Carrasco (Cádiz, 1974) destila una fuerza nacida de la pasión. Lo primero que llama la atención al verla por primera vez es un cabello indomable, acompañado de una mirada firme y sabia. Se vienen a la mente conceptos como jondo o duende. Uno tiene la sensación de que no podría ser otra cosa que cantaora, madrina y cuidadora del flamenco, del arte en todas sus vertientes.
Cofundadora de la organización Sirimusa, que protege y promueve el movimiento flamenco, la figura de Alicia destila también un amor animal. Amor por su trabajo, por su familia y por su tierra. Un amor crítico y consciente, que no se nutre de la incondicionalidad, sino del acompañamiento y el esfuerzo. Junto a su pareja en el arte y la vida, José Manuel León, Alicia lleva años creando y dando voz a iniciativas relacionadas con la guitarra, la danza y el cante. Desde ayudar a los más jóvenes a acercarse a la música (Un niño, una guitarra) hasta el uso del flamenco con fines terapéuticos (Arte en vena).
Este sábado 23 de abril, a las 20:00, se celebra en el colegio Salesianos el evento más reciente al que Sirimusa ha dado alas; el Día de la Danza, una muestra de baile de las diferentes academias locales.
-¿Cuál es ese toque especial que distingue a los guitarristas algecireños?
-Este es un tema que relacionado con la historia de nuestra ciudad, cuna de cantaores y guitarristas. El padre de Paco de Lucía, Antonio Sánchez, estableció casi sin pretenderlo una escuela de guitarra, un espacio en el que enseñaba no solo a sus hijos, sino a otros grandes como Salvador Andrades. Esto generó que hubiera una continuidad dentro de Algeciras, un hilo conector de generaciones. La familia de Lucía se marchó, pero quedaron aquí alumnos que continuaron y transmitieron su legado. Siempre he defendido esa cadena con un origen tan especial. Los guitarristas de Algeciras no solo tocan, componen. Crean un universo muy característico, un paisaje sonoro reconocible.
-¿Qué tiene la comarca que crea tantos y tan característicos artistas?
-En uno de mis últimos trabajos, Los Bienes de la Tierra, hago mención a esto. Vivimos en una tierra entre dos fronteras, coronada por impresionantes recursos naturales. Existe una gran influencia de otras culturas. Esta situación tan peculiar ha hecho que muchos artistas con inquietudes se acerquen al Campo de Gibraltar, se inspiren en él y dejen su impronta.
-¿Cree que está haciendo honor la ciudad de Paco de Lucía a su figura?
-Creo que esperamos a que Paco y otros artistas nos faltaran para darnos cuenta de la suerte que tuvimos y del deber moral y cultural que esto conlleva. Él nos dejó hace relativamente poco. Por suerte desde entonces ha habido un gran avance, la conciencia está despertando, pero queda todavía un largo camino por delante.
-¿Qué cree que es lo primero que debe suceder para que Algeciras sea el centro del flamenco que sueña Sirimusa?
-Necesitamos una sede. Generar un ecosistema para coordinarnos y conectar entre nosotros. Entre las entidades, los artistas y las instituciones. Debemos mejorar la comunicación. No hay ningún espacio físico y permanente donde podamos abordar el flamenco con continuidad y libertad. Cuando podemos dejarnos llevar en un entorno seguro, proponer y compartir ideas, pasan cosas muy especiales, y esas cosas se están perdiendo. Ojalá hubiera un espacio donde los jóvenes con inquietudes pudieran venir, donde encontrasen un refugio y una oportunidad de desarrollo.
-Ha intentado rejuvenecer el alma del flamenco introduciendo temas de actualidad ¿Ha sentido apoyo dentro de la comunidad?
-Ha habido de todo. Por suerte poco a poco ha ido surgiendo una evolución de pensamiento. Los artistas se han dado cuenta de que el arte es una herramienta poderosa de reivindicación. Implicarnos en los temas sociales, tener una conciencia más allá del mero aspecto estético es algo que defiendo como casi un deber. Si una persona que sabe transmitir emociones decide intervenir el efecto está garantizado. Cuando mi pareja y yo comenzamos nuestro proyecto Mujerklórica prácticamente no había nada así. Intentamos darle un nuevo sentido a los palos tradicionales, no solo a la lírica, de la que también es autor Pablo Villanueva, sino a la sintonía, el color con el que se siente el flamenco tradicional.
-Su hogar debe estar lleno de arte ¿Cómo es la vida de una cantaora y un guitarrista?
-Podría decirse que es una montaña rusa. Nosotros vivimos con las emociones a flor de piel. No es que seamos distintos, pero trabajamos con la emocionalidad, por lo que debemos sumergirnos en ella cada día. Además, nuestra vida, nuestra perspectiva de futuro, es más inestable. Sea como sea me siento muy orgullosa de esta sensibilidad. Mi herramienta de trabajo es precisamente lo que siento, por ello las emociones están muy presentes en mi hogar. Aunque hay que decir que este estilo de vida también tiene sus ventajas, he tenido la oportunidad de cuidar a mi bebé durante dos años, viajando con él y sin dejar de trabajar, algo que me habría sido imposible con un trabajo al uso.
-Entonces, ¿amor o arte?
-Yo me quedo con el amor al arte. En esta vida tiene que haber mucho amor, porque sin amor nada resiste. Yo creo en el amor al arte porque éste debe ser absolutamente vocacional. Eso es lo que te da fuerzas para compatibilizar con la vida familiar y de pareja. Como mujer, además, tenemos un papel importante de cuidadoras que se añade al peso. Yo quiero enamorarme del arte para no olvidar nunca qué es lo que me mantiene con vida.
-Su asociación lleva a cabo un proyecto para incentivar el uso terapéutico del flamenco en los hospitales ¿Siente usted que la música le ha salvado la vida?
-Por supuesto. El estado emocional nunca está aislado del físico. El cuerpo refleja todo aquello que expresas, pero también lo que no puedes expresar.
-¿Cuál es el lugar o el momento más especial al que la ha llevado la música?
-La música me ha ayudado a conocerme a mí misma y me ha dado a mis hijos. He podido ser muy libre, he tenido la suerte de compartir mi vida con personas maravillosas que me han permitido expresarme y crecer.
- Hoy celebran el Día de la Danza. Usted empezó en este mundo como bailaora ¿Qué le dio el cante para que decidiera quedarse a vivir en él?
-Me quedé con el cante porque es lo que yo traía de serie. Mi padre era un gran aficionado y gracias a él aprendí a escuchar. Cuando entré a bailar en la casa de los Andrades comencé a desinhibirme y seguir mis deseos. Empecé a cantar y Salvador Andrades me escuchó. Siempre me pedía que le cantase algo. Fue ahí cuando todo explotó realmente.
-¿Qué es lo próximo que podemos esperar de Alicia Carrasco?
-De entrada, seguir trabajando en todos estos temas en los que estamos sumergidos en la asociación Sirimusa. Arte en vena, Un niño, una guitarra, nuestros cursos de verano a los que cada vez se unen más aficionados de todo el mundo. A largo plazo puede que se agreguen nuevos proyectos, pero prefiero centrarme en el presente y en la importancia de lo que está pasando ahora. Queremos intervenir donde encarte, donde podamos hacer las cosas bien, con cabeza y muy flamencamente.
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