"Contrabandista y sicario son una especie de restauradores de equilibrio"
Entrevista | Álvaro Baquero, doctor en Literatura
El autor de 'Sicarios en la pantalla', criado en la calle José Carlos de Luna y en Las Mimosas, reside en Staten Island
"Hay mucha gente que no se toma la molestia de venir a conocer el Campo de Gibraltar y no nos cuentan bien por el tren", lamenta
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Álvaro Baquero luce gorra azul y desgrana su conversación con la cadencia de un cuidadoso filólogo. Nació en Algeciras, en 1978, estudió en el colegio público Puerta del Mar y en el hoy IES Kursaal, jugó en lo que él y sus amigos llamaban La Montañita, que otros conocen como Monte Kung Fu, y en los parques de la ciudad. Tiene al profesor José Juan Yborra como el responsable de haberse dedicado a la filología. Doctor en Literatura y Estudios Culturales por la Georgetown University, es colaborador de varios festivales de cine en Nueva York. Imparte clases en la universidad de la ciudad neoyorquina y ha convertido en libro lo que empezó siendo su tesis doctoral sobre el sicario adulto en el cine.
Sicarios en la pantalla, que así se titula su obra, es el fruto de una investigación de películas de cuatro países -México, Brasil, Colombia y España- a lo largo del periodo 1995-2015. "No he dejado nunca de estar aquí y de frecuentar a mis amigos, tanto de Algeciras como de Granada. Los libros no se escriben de un día para otro, aunque uno empieza a escribirlos en un determinado año, pero hay todo un proceso anterior y hay idas y venidas", afirma.
Pregunta.Un algecireño estudiando a sicarios en el cine tiene cierto morbo.
Respuesta.No me metí en el tema por morbo, sino a través del interés por las narrativas de violencia. A través de los estudios culturales me fui aproximando al estudio del cine. A medida que estaba viendo películas me interesó el asunto de los sicarios por alqunas de las razones que menciono en el libro.
P.Estaba pensando en nuestra condición fronteriza y en los problemas y oportunidades que lleva aparejadas.
R.Si, somos tierra fronteriza, sin duda. Además mi periplo por Estados Unidos me llevó a otra frontera, la de Las Cruces, en Nuevo México, que está a una hora de la del Paso con Ciudad Juárez. Pero mi interés por el sicariato surgió después. Las vivencias y los sitios afectan, claro que afectan, pero no tanto. En realidad, vamos a decirlo así, no hay casualidades como tales.
P.Algeciras es una tierra marcada por varios estereotipos.
R.Seguramente, seguramente. Los sicarios muchas veces están asociados a temas de narcotráfico, y mi interés, posiblemente sí, estuvo ligado a muchos motivos ligados a los estereotipos.
P.¿Se nos ve diferente por ser tierra de fronteras?
R.Hay como ciertos estereotipos asociados a la comarca, que no es que no sucedan cosas, no es que no estén en ocasiones basadas en cierta problemática social, pero también hay cierto desconocimiento. Creo que en general hay mucha gente que no se toma el tiempo o la molestia de venir por estas tierras y conocer de primera mano. Posiblemente, en parte, por ciertos problemas estructurales, por ejemplo, el tren.
P.¿No le parece que en la comarca también estamos muy expuestos a que cuenten sobre nosotros quienes no nos conocen?
R.A veces pienso que sí que nos han contado un poquito mejor. Pienso en Retorno a Hamsala, hablando de directoras mujeres, que la protagonista es Farah Hamed, que se crió aqui en Algeciras. Es una actriz maravillosa y una excelente persona.
P.Frente a eso está La caja 507, o El Niño.
R.Cuando fui a la última vez a Argentina tuve que cambiar dinero y tenía que presentar mi pasaporte. Cuando mi pasaporte ponía Algeciras, el señor de la caja de cambios se me ponía a cantar Mediterráneo. En Buenos Aires, Argentina. De Algeciras a Estambul. Bueno, me parecía simpático y me pasó dos veces en las cajas de cambios.
P.Dice usted que la figura del sicario permite observar desde diferentes ángulos las contradicciones de toda una época.
R.Se ven como ciertas contradicciones de esta etapa, digamos, de implantación de economías neoliberales y toda una serie de cuestiones asociadas, por ejemplo a la inmigración, en el caso de las películas de España. No por casualidad, los sicarios de repente son todos extranjeros, entonces, hablando de este estereotipo precisamente y de a veces criminalizar la inmigración, algunas de estas películas de sicarios tienen cierto discurso que podrían ser considerados incluso más progresistas y otros mucho más conservadores.
P.¿Dónde situaría al contrabandista?
R.No creo que sea algo menor, sino que todas estas narrativas beben unas de otras, hay como mucha intertextualidad de cierta tradición del bandidaje. Pero, claro, ese bandidaje es interesante porque, por ejemplo, estamos muy acostumbrados aquí en Andalucía, toda esa tradición del bandido y todo esto, pero también se da en Colombia y con diferencias, por ejemplo, también se da en Brasil. Hay como una tradición del bandidaje asociada al contrabandista, que de alguna manera deviene también en el narcotráfico.
P.¿Quién es más atractivo en el cine, el contrabandista o el sicario?
R.El contrabandista se ha construido de una manera similar, a veces como una especie de restaurador, de un cierto equilibrio, o de personaje que consigue, digamos, a través de sus acciones, no solamente un beneficio propio, sino conseguir navegar dentro del sistema. Hay una cierta admiración. El sicario es, básicamente, una persona que está contratada para matar. Ahí ya entramos en otras connotaciones
P.¿El sicario ha transitado de la fascinación al rechazo?
R.Son caminos de ida y vuelta. De la manera que están hechas muchas de estas películas, están construidos como una especie de Robin Hood o de héroes, incluso, que equilibra el orden social. casi, en algunas de las películas transnarrativas. Creo que la fascinación y el rechazo oscilan, no transitan, son caminos de ida y vuelta también.
P.Afirma que nacen en familias desestructuradas, frente a la familia nuclear.
R.Sí, ese es el circulo del nacimiento de todo este fenómeno del sicariato o del contrabandismo. En el libro intento hacer una lectura de este corpus de películas, digamos, con ciertos parámetros, y uno es el de la familia. De alguna manera se han asociado muchas de estas narrativas de sicarios a una desestructuración de la familia.
P.¿Cuánto hay de cine y de realidad social?
R.Las narrativas de sicarios en niños y adolescentes quizá están más pegadas al modo documental o a los libros de testimonio y, por tanto, quizá más pegadas a esa realidad social. En el caso del sicario adulto, el encaje con la realidad social creo que se da de otra manera, porque estamos hablando, sobre todo, en este caso de las películas que yo analizo en el libro, y estamos hablando más de ficciones. Y a partir de ahí también se establece una red de relaciones con otros géneros cinematográficos.
P.¿El mundo del sicario está muy masculinizado?
R.Diría que sí, tanto en España como en América Latina. De las trece películas que analizo son todas dirigidas por hombres. Ahí entramos en una desigualdad estructural. En el cine de Hollywood sí que hay muchas más sicarias mujeres, muchísimas más. Pero sí le dedico un capítulo.
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