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Entrevista | Fernando Piovesan, adiestrador de perros
Para muchas familias su perro es un miembro más. Desde hacer compañía a personas solas, a crecer junto a los pequeños de la casa o, simplemente, ser considerado como otro hijo (o el único), los canes forman parte del día a día para miles de personas. Pero no siempre el comportamiento del animal es el esperado y, en ocasiones, es necesario que un adiestrador ayude a reconducir la situación. Para este tipo de casos, Fernando Piovesan es la persona idónea.
Este brasileño de padres italianos lleva 19 años viviendo en Algeciras. Primero la visitó de viaje recomendado por un amigo suyo y se enamoró de la zona. Después de una década residiendo en Italia, volvió y ahora, a sus 45 años, vive con su familia en la ciudad.
Para Fernando, tratar a la mascota como uno más en la familia humanizándolo es una especie de "maltrato" ya que "el perro tiene que ser un perro y debe seguir al amo. Evidentemente se le da su espacio, comida y va a estar súper bien, pero no de igual a igual porque entonces él te tratará de la misma forma".
Cuando era joven y vivía en São Paulo, un hombre le enseñó a tratar con los animales. El perfeccionamiento llegó con algunos cursos y el desarrollo de un método propio que le diferencia de otros adistradores. "Hay gente que hace un adiestramiento militar al perro y otros que lo tienen como un amigo, pero yo mezclo ambas cosas", apunta Piovesan.
Lejos de los clichés sobre adiestradores que trabajan con el animal y lo devuelven enseñado, Fernando cree que amo del perro debe ser parte activa del proceso. "Se trata de la psicología de la gente, porque hay personas muy débiles con perros demasiado enérgicos", detalla. Algo que se soluciona uniendo a ambos porque "tiene que haber obediencia, pero si no adiestras al dueño, es inútil adiestrar al perro".
Cada vez es más habitual que las familias tengan perros en sus pisos, espacios más reducidos donde el animal no puede foguearse. Ante esto, el experto explica que el animal "se estresa" cuando se combina con gritos o demasiado consentimiento. De hecho, pone el ejemplo de una familia con un pastor alemán de tres meses que no paraba de ladrar pero que, en otro entorno, se convertía en otro. Para prevenirlo lo ideal es "cogerlo de cachorro", aunque deja claro que "no se trata de ser el mejor, se trata de saber llevarlo".
La primera pregunta que recibe Piovesan por parte de sus clientes es clara y, al mismo tiempo, difícil de concretar: "¿cuánto se tarda en amaestrar a mi perro?". La respuesta varía mucho según las circunstancias: "Depende mucho de cuánto tarda el dueño en cambiar su forma de tratar al animal. Conmigo, un caso difícil puede irse a 45 minutos, pero si no en 20 puede estar", apostilla el experto.
"Alguien joven lo tiene mucho más sencillo para adaptarse y mostrarse fuerte con el perro" aunque, matiza, "no respecto a la fuerza, sino a transmitirle que él es más enérgico". "Tuve un caso donde la ama tenía una pierna rota que, cuando estaba yo, el perro era un encanto pero a solas con ella volvía a ser igual", comenta Fernando.
La elección de la raza resulta igualmente importante. "Si coges un pastor alemán, los primeros meses va bien pero, cuando crece, tiene muchísima energía. Es un animal con el que puedes ir a la guerra y necesita trabajar, tienes que darle tarea", relata. Asimismo, los perros pequeños son "los que más muerden y más atacan, porque viven muy dentro del núcleo familiar y está muy pendiente de ellos, así que son más duros y agresivos cuando viene alguien de fuera".
Para Piovesan, una de las razas más difíciles de amaestrar es el pastor belga malinois, un animal "que se ha puesto de moda" y que con ocho meses "necesita trabajar porque no es un perro de compañía". Para que los menos expertos lo entiendan, él lo compara con "tener un Ferrari y aunque sepa conducir, si cojo un Ferrari no llego a la esquina". Tanto es así que puntualiza: "los mejores clientes que tengo son los que me consultan qué raza escoger antes de decidirse a tener un perro".
Los más sencillos de llevar son los perros de presa. "Hasta los dos años, podrían comerse una viga de hormigón. Pero al ser de caza se acostumbran bien a estar en los hogares", apostilla. Aunque están calificados como peligrosos, "si lo tienes entrenado y le haces gastar energía, son más fáciles de controlar que un pastor alemán que siempre está alerta queriendo controlar las ovejas".
Si hay una figura que se ha erigido como el referente en el adiestramiento de perros en el imaginario colectivo, ese es César Millán. Cualquier persona que se dedique a esta profesión, incluido el propio Fernando Piovesan, se ve abocado a unas inevitables comparaciones con esta popular figura, famosa por su célebre programa El encantador de perros.
A nuestro protagonista no le molesta que le comparen con Millán y piensa que es "es el mejor, el más mediático, se lo ha currado". "Puede que lo que hacemos nosotros se parezca en algo", compara. "Los más seguidores del sistema militar creen que ha hecho daño, pero yo no caso con eso", agrega.
El brasileño insiste en que sus métodos son diferentes y, sobre todo, en entornos diferenciados. El mexicano "cuando llega ya ha podido ver previamente el comportamiento del perro, pero yo solo tengo de referencia la explicación telefónica previa". Precisamente esa falta de conocimiento previo le ha hecho aprender a extraer información de detalles como "el tono y la voz del dueño".
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