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El escudo de armas de la Algeciras cristiana medieval (I)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

Aunque es una información que ha permanecido en el olvido y que ha pasado desapercibida para los historiadores, la Algeciras cristiana de la Edad Media tuvo su propio escudo de armas

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Escudo de armas de la Algeciras cristiana medieval, según la descripción de Diego Cervellón que recoge Jules Chiflet en su Armorial universel. / Recreación pictórica de Bernardo Martínez.
José Antonio Ortega Espinosa

16 de diciembre 2024 - 04:00

Actualmente disponemos de sobradas evidencias para afirmar que, después de su abandono y su demolición, Algeciras siguió conservando una notable entidad. Si no por lo que quedó de ella, sí por lo que fue en el pasado. Y, sobre todo, por su relevancia simbólica para el aparato ideológico en el que se cimentaba la fortaleza de la corona de Castilla.

También existen evidencias de que se mantuvo algún tipo de poblamiento en las cercanías de lo que fueran sus villas vieja y nueva, aunque sin constituirse como figura administrativa; al tiempo que parte de su litoral seguía siendo aprovechado, por sus condiciones naturales, como puerto de referencia, a pesar de no contar con las infraestructuras –atarazanas, muelles, embarcaderos– de las que dispusiera mientras se distinguió durante siglos como gran urbe portuaria.

Este trabajo forma parte de una investigación más amplia dedicada al abandono y la destrucción de la plaza algecireña y a la situación poblacional de su término como espacio de frontera a partir del último cuarto del siglo XIV y la centuria siguiente. No obstante, en este artículo nos centramos concretamente en dar a conocer el primer escudo de armas de la Algeciras cristiana del que tenemos noticias. Detalle éste tan significativo como que el nombre de la ciudad figurara y permaneciera entre los títulos de los reyes de Castilla durante varios siglos, pese a su desaparición, y que pone de manifiesto esa trascendencia emblemática de la que hablamos.

El ‘Armoral universel’ de Jules Chifflet

La enseña identitaria a la que nos referimos fue diseñada, probablemente, tras la conquista castellana en 1344, o quizá durante el reinado de Enrique IV, en el siglo XV, cuando desde la monarquía se toman algunas nuevas iniciativas para la restauración y el repoblamiento de la ciudad. Pero, en cualquier caso, nada sabemos de ella hasta que no es publicada en el Armorial de Diego Cervellón, cronista de Juan II de Aragón, elaborado entre 1458 y 1479 e incluido por Jules Chiffiet en su Armorial Universel del siglo XVII, guardado hoy en la Bibliothèque Municipale de Besançon.

Jules Chiffiet (1610-1676), miembro de una ilustre familia de eruditos, abad de Balerne en el Franco Condado, capellán de la Corte de España y canciller del Toisón de Oro, fue un gran amante de la heráldica y probablemente tuvo acceso a una copia del Armorial de Cervellón durante su estancia en Madrid en 1648.

Así, de la misma manera que perduró el nombre en la intitulación de los reyes castellanos, después de abandonada y destruida, también se intentó que se conservase su memoria a través de su blasón. Insignia que el citado compilador francés describe en los siguientes términos: “Algeziras: écartelé ¼, d’azur au buste de reine de carnation vêtue d’or et tenant um sceptre de même; 2/3 d’argent à la tête d’Ettiopien tortillée d’argent (sic)”, y que, sin duda, merecería un estudio heráldico exhaustivo y profundo, cosa que no es el objetivo de este artículo.

Descripción del escudo de armas de Algeciras. Armorial universel, compilé par Jules Chiflet. Siglo XVII.

Dicha descripción puede traducirse como sigue: “Algeciras, cuartelado; 1.º y 4.º, de azur, un busto de reina de carnación [al natural], vestida de oro y sosteniendo un cetro de lo mismo [también de oro]; 2.º y 3º, una cabeza de etíope [se sobreentiende que de sable, es decir, negra] tortillada de plata”. La imagen repetida de una monarca coronada, o señora de la realeza, ataviada de amarillo y empuñando una vara o bastón de mando, en los cuarteles primero y cuarto del escudo, con fondo azul, por un lado; y la figura, igualmente repetida, de una testa de “moro”, o individuo de origen africano, puesta de perfil, de color negro sobre fondo blanco, mirando hacia su derecha y ciñendo una cinta o burelete, también de color blanco, en los cuarteles segundo y tercero.

Una rara avis dentro del universo heráldico, en el que es mucho más frecuente toparse con representaciones de fortalezas y castillos en los blasones de villas y ciudades del reino de Castilla, como así ocurre, desde la misma Edad Media, con los casos cercanos de Tarifa y Gibraltar, en los que destacan, además, las imágenes de llaves, como señal del protagonismo que ambas plazas tuvieron erigiéndose en puerta de entrada de los musulmanes en la Península, primero, y como guarda de esta más tarde. El de Tarifa: “[…] un Castillo sobre Aguas, por la vecindad que tiene con las del Mar, y en la Ventana de su Torre, una Llave, y dos à los lados, con una Letra, que dice: SED FUERTES EN LA GUERRA”. Y el de Gibraltar: “[…] en Escudo de Gules, un Castillo de Oro, de cuya Puerta pende una Llave”. Semejantes ambos a los escudos oficiales del presente, aunque también con sus diferencias.

Una posible interpretación

Damos por hecho que la reina con el cetro podría hacer alusión a la importancia de la ciudad, recién arrebatada a los musulmanes, cuyo nombre formaba parte de la intitulación oficial de los reyes castellanos; también a la condición de su territorio como de realengo. Y, asimismo, damos por hecho, igualmente, que la cabeza de etíope (o de “moro”) sería un guiño a su origen árabe, norteafricano.

Aunque hemos de tener en cuenta que los emblemas heráldicos, independientemente de que puedan ser susceptibles de múltiples y variadas interpretaciones, en función de los diferentes significados que las tradiciones y las convenciones socioculturales les atribuyan, o les hayan atribuido a lo largo de la historia, no son ni deben ser considerados como símbolos por más que lo parezcan, de manera que resulta difícil establecer con certeza si esta lectura que hacemos de la referida composición iconográfica es o no correcta.

Como señala Montaner, el símbolo desempeña “una misión que podría describirse como sugerente o evocativa” en tanto que “el emblema es extrínseco a su significado y se mueve en una dimensión más práctica, básicamente indicativa o referencial, al remitir de la imagen contemplada a la figura de su titular, que, por otra parte, no es un elemento abstracto, sino concreto (una persona o un grupo de ellas) , y que carece en principio de una consideración trascendental o mística, aunque […] pueda llegar a tenerlas”.

El eminente profesor Alberto Montaner Frutos, filólogo hispanista y arabista, historiador y poeta, catedrático de la Universidad de Zaragoza, a quien le estamos profundamente agradecidos por las aclaraciones heráldicas que, amablemente, nos ha ofrecido, explica que los emblemas no han de contemplarse como mensajes con un sentido claro y unívoco transmitidos en clave, que deban o puedan ser descifrados, de acuerdo con un determinado código, sino como representaciones iconográficas de índole similar a la de los símbolos, por su finalidad evocadora, pero sin serlo exactamente.

Para los interesados en esta cuestión y sus derivadas, junto al texto titulado “Metodología: Bases para la interpretación de los sistemas emblemáticos”, sugerimos la consulta de otros trabajos de este mismo autor, como “Sentido y contenido de los emblemas” y “Materiales para una poética de la imaginación emblemática”. También el tomo primero de “Ciencia Heráldica o del Blasón” de Alberto y Arturo García Carraffa (1919).

En un principio nos planteamos la posibilidad de que esta descripción originaria de Cervellón, e incluida en el Armorial universal de Jules Chiffiet, se estuviera refiriendo a la villa de Alcira (Alzira), de la actual provincia de Valencia, perteneciente a la corona aragonesa, y no a la Algeciras gaditana. El hecho de que el nombre de esta ciudad valenciana aparezca a veces en los textos medievales como “Algezira” y la circunstancia de que el autor originario de dicha descripción fuera precisamente siervo y cronista del monarca aragonés Juan II nos invitaba a ello.

Pero la mención de la plaza algecireña con su forma del plural en el citado Armorial y, sobre todo, la constatación de que la villa valenciana ya contaba con su propio escudo de armas, semejante al que luce hoy día, desde su conquista en 1239 por Jaime I, nos llevó a desistir de tal idea. Escudo que Antonio de Moya describe como “tymbrado con Corona sobre las Barras de Aragón, una Llave en faja”, reproduciendo el blasón del propio rey, conocido históricamente con el apelativo de “el conquistador”, en su Rasgo Heroyco (1756).

Armorial del siglo XVIII publicado en Madrid en 1756 por Manuel de Moya, y dedicado “con la más reverente gratitud, â la muy Catholica Real Magestad de el Señor Don Fernando El Sexto”, en el que, por cierto, hay algunas descripciones de escudos de villas y ciudades que no coinciden con las atribuidas a Cervellón y recopiladas por Chiffiet.

Artículo publicado en el número 61 de Almoraima, revista de estudios campogibraltareños (Octubre de 2024).

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