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La fábrica de harina San Luis

MONUMENTOS Y EDIFICIOS HISTÓRICOS DE ALGECIRAS

Juan Antonio Bandrés puso en funcionamiento en 1914 la moderna instalación sobre un antiguo molino ante el encarecimiento de la harina y la creciente necesidad de pan por el aumento de la población

Vista del edificio principal de la fábrica tomada desde la verja de entrada. / E.S.
Antonio Torremocha

05 de septiembre 2020 - 06:00

La producción de harina y de otros subproductos de la molturación de los cereales panificables para el abastecimiento de panaderías y de otras instalaciones civiles y militares se realizaba, hasta la construcción de la fábrica de harinas San Luis, en los molinos harineros que, aprovechando la fuerza del agua, existían a lo largo del cauce del río de la Miel ―ya citados en un capítulo anterior― o en los otros molinos que se localizaban en los Los Barrios o en Tarifa.

Sin embargo, desde finales del siglo XIX este modo de producción preindustrial adolecía de grandes deficiencias, tanto por la baja rentabilidad del mismo, como por el obsoleto sistema de adquisición de los cereales y de distribución de los productos. La moderna fabricación de harinas de trigo se inició en España durante las dos últimas décadas del siglo XIX con la difusión de tres transformaciones tecnológicas: la expansión de la electricidad, la implantación del nuevo sistema de molienda mediante cilindros y la posterior mejora en el sistema de cernido con la instalación de cernedores planos o plansichters.

En los primeros años de la centuria aparecen recogidas en las Actas Capitulares (1905) las frecuentes quejas de los panaderos de Algeciras por el alto precio que había alcanzado la harina, motivo por el cual solicitaban a la Corporación Municipal que se les autorizase a disminuir el peso de las diferentes piezas que fabricaban y ponían a la venta, aunque manteniendo el precio de las mismas.

Quizás estos problemas de encarecimiento de la harina y la cada día mayor necesidad de pan de una creciente población, fue lo que llevó al industrial Juan Antonio Bandrés a instalar una moderna fábrica de harinas en la ciudad. La fábrica de harinas San Luis o de la familia Bandrés, como popularmente era conocida, se construyó en 1914 sobre el edificio de un antiguo molino hidráulico que funcionaba con el agua que le llegaba desde el cauce medio del río de la Miel a través de una vieja acequia que se iniciaba en las cercanías de Pajarete.

Consta que en el año 1762 el citado molino, denominado La Molinilla, era propiedad del vecino de Algeciras Damián Penettí. El 9 de enero de 1914 en el Pleno Municipal se leyó la petición de Juan Antonio Bandrés Navarro en representación de la Sociedad Conde y Bandrés Hermanos para que se le diera aprobación a la ubicación del edificio que proyectaba erigir en la calle Ramón Chíes (luego Avenida Agustín Bálsamo) y, una semana más tarde, se dio lectura a otra solicitud del mismo señor para introducir en el cauce de la calle Ramón Chíes las cañerías de la casa fábrica de harinas que proyecta construir en dicha calle. Se proponía ubicarla en ese lugar tanto por la cercanía de la Estación del Ferrocarril como por la fácil comunicación con el recién construido muelle de la Galera.

La tercera planta del edificio principal con algunos de los elementos empleados en las labores de molturación de los cereales situados encima de los molinos trituradores de la marca Bühler que se ubicaban en la planta intermedia. / E.S.

En el “Censo de molinos harineros existentes en Algeciras”, realizado en mayo de 1935, consta que la fábrica de harinas San Luis se hallaba en funcionamiento desde el 1 de noviembre de 1914. No sólo abastecía a las panaderías de Algeciras y de buena parte de la comarca mediante la utilización de recuas de mulas o caballos, sino que también exportaba a otras ciudades por vía marítima del mismo modo que se abastecía de trigo por el puerto. Está documentada la exportación de afrecho por el puerto de Algeciras con destino a Barcelona en diciembre de 1932.

La noticia la recogía el diario ABC de Madrid en su edición del día 31 de diciembre del citado año y decía lo siguiente: “El gremio de transporte ha declarado el boycot a la fábrica de harinas de don Antonio Bandrés, y en virtud de tal acuerdo ha resuelto no descargar del vapor Roberto un cargamento de harina (debe decir trigo), negándose también a cargar en el mismo buque 2.000 sacos de afrecho con destino a Barcelona.”

Hacia 1943 la importación de trigo por el puerto con destino a la fábrica ocupaba el segundo lugar después del pescado. El 10 de febrero de 1960, la Junta de Adquisiciones y Enajenaciones de la Segunda Región Militar daba la noticia de que el día 8 de marzo se iba a celebrar en la Capitanía General de Sevilla subasta para la enajenación de los subproductos de molturación de trigos intervenidos por el Estado, existentes en varias fábricas de harinas de Huelva, Sevilla y Cádiz, entre ellas la de Hijos de J. A. Bandrés de Algeciras con 15.000 kilos de salvado y 15.000 kilos de harinilla. Como las demás fábricas de España, la de Juan Antonio Bandrés sufrió el rígido intervencionismo en el sector triguero-harinero instaurado, a partir de la Guerra Civil, por el nuevo régimen de Franco. La fábrica dejó de funcionar a mediados de los años sesenta.

En esta fotografía realizada en torno a 1917 se puede contemplar la fábrica de harinas de don J. Antonio Bandrés recién construida en la parte izquierda de la imagen, la línea del ferrocarril y, en primer plano, el puente del Matadero. / E.S.

A partir de 1961, el sector sufrió una profunda crisis causada por el exceso de capacidad molturadora en toda España, fruto de la proliferación de harineras en las décadas precedentes. Se frenó la demanda interna y no existían mercados extranjeros en los que colocar los excedentes, lo que obligó a cerrar numerosas fábricas de harina. En el año 1998 el Ayuntamiento entabló conversaciones con la familia Bandrés con el objeto de sondear las posibilidades de adquisición de la antigua fábrica para instalar en ella un centro de interpretación de la producción harinera en la ciudad, desde los siglos medievales, cuando se documentan tres molinos harineros en los primeros años del siglo XIV, hasta los molinos que existieron en el río entre los siglos XVII y principios del XX. Sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo permaneciendo parte de las instalaciones utilizadas como aparcamiento público de vehículos.

Descripción del edificio

La antigua fábrica de harinas San Luis está constituida por un gran edificio principal, de planta rectangular, tres pisos y, en origen, cubierta de tejas inglesas a dos aguas sobre armazón de madera. La cubierta actual es de planchas onduladas de Uralita. Además cuenta con dos naves, antiguos almacenes, también de planta rectangular, de un sólo suelo y cubierta a dos aguas, donde se depositaban los sacos de trigo que había que moler. En el lado oeste se alineaba un conjunto de dependencias anejas donde se localizaban los talleres, la herrería, las cuadras y el pajar, pues, antes de que se utilizaran los camiones ―incluso al mismo tiempo, ya que está constado su uso en los años cuarenta― se empleaban, para transportar los sacos de harina a establecimientos de pueblos cercanos, acémilas y caballos.

El que hemos llamado edificio principal o central, donde están ubicados los doce molinos con los cilindros trituradores adquiridos a la casa suiza Bühler Hermanos de Uzwil, con una capacidad de molturación de 40.000 quintales métricos, se estructura en tres plantas o pisos. La planta baja posee un pavimento formado por grandes losas de piedra, la segunda y tercera tienen el suelo de madera. A los pisos superiores se accede por medio de una escalera también de madera que se halla adosada a la pared oriental. Los bienes de equipo que se instalaron en la fábrica para realizar los procesos de molturación de los cereales y las demás operaciones consistían en los citados molinos, deschinadoras, cepilladoras de salvado, torno divisor de clases, separador de semillas, aspirador, cernederos planos (plansichter), ditribuidores de cereal, elevadores y motor eléctrico. En las fachadas este y oeste, ocho ventanas en cada planta, proporcionaban ventilación y luz a la fábrica, pues uno de los problemas de esta clase de instalaciones industriales era la acumulación de polvo de harina altamente inflamable.

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