Rosa Almagro: "En las boticas se manejaba tanta droga que el farmacéutico tumbaba a cualquiera"
LA FARMACIA ALMAGRO CUMPLE 180 AÑOS
"Intentamos propiciar un clima de confianza: así podemos guiar al paciente cuando este lo requiere", declara la dueña del negocio más longevo del Campo de Gibraltar
Galería: La farmacia Almagro cumple 180 años en Algeciras
La Farmacia Almagro en Algeciras, el comercio más antiguo del Campo de Gibraltar
María Rosa Almagro Platero reparte este miércoles flores de papel entre sus clientas. El establecimiento se encuentra de celebración: la farmacia Almagro, el negocio más longevo de Algeciras y todo el Campo de Gibraltar, cumple 180 años. Un tarro con triaca magna, la reina de las medicinas, preside uno de los anaqueles.
"Se convirtió en un remedio universal para las enfermedades más importantes del cuerpo: llevaba de todo, hasta carne de víbora", cuenta Almagro mientras señala el recipiente centenario. "Los reyes solían tomarla con regularidad". La farmacéutica reconoce que el frasco de triaca junto a una farmacopea de finales del siglo XVIII son sus dos reliquias favoritas de la farmacia, que tiene tanto de botica como de museo.
"Las farmacopeas eran libros recopilatorios de productos con propiedades medicinales, de tenencia obligatoria en las farmacias", explica la propietaria, con la obra escrita en latín y fechada en 1797, en plena Ilustración, entre las manos. Dos bustos la contemplan desde una de las esquinas del comercio: Galeno e Hipócrates. "Son nuestro padres que nos vigilan continuamente".
Una botica y un museo
"Me gusta que nuestros clientes, cuando vienen aquí, se trasladan a otra época. A la gente, por ejemplo, le llama mucho la atención esta jeringuilla con la que los practicantes ponían las inyecciones", dice la farmacéutica ante un aparador abarrotado de recipientes con hojas de digital, sándalo, corteza de condurango, raíces de granado y matagallo, hojas de buchú, palo de madroño...
"Antiguamente, no era recomendable enfrentarse al farmacéutico", bromea. "En las boticas se manejaba tal cantidad de drogas que podía tumbar a cualquiera". Y añade que, en la trastienda del comercio, ha llegado a encontrar frascos con arsénico, mercurio, estricnina, opio... "Una bomba de relojería", resume.
El abuelo de Rosa, Ricardo Almagro y Puig, compró la farmacia de la calle Emilio Santacana a la viuda de Adolfo Utor, ejecutado por el bando franquista durante la Guerra Civil; uno de sus nietos, que heredó el nombre y apellido su abuelo, es hoy presidente de la naviera Baleària.
El negocio de la farmacia pasó tiempo después a manos del hijo de Ricardo Almagro, llamado como su padre, y de ahí a Rosa. Sus bisabuelo y tatarabuelo también fueron farmacéuticos en Cádiz. "De pequeña, vivíamos en la planta de arriba", recuerda Rosa. "Yo bajaba diariamente a la farmacia y trasteaba con las cositas, jugaba a despachar, cogía los utensilios de laboratorio, mi padre me regañaba... Me gustaba mucho. Eso de que los medicamentos tienen que estar alejados de los niños, en mi caso no se cumplía", ríe la boticaria.
Consolar, siempre
La farmacia Almagro, que fue reformada y ampliada por última vez en 2022, es un trajín de clientes que frecuentan el cercano mercado Ingeniero Torroja. Los boticarios saludan a los compradores y los asesoran en sus dolencias bajo unos frescos originales, escritos en latín, hallados en la pared durante una restauración del local llevada a cabo en 2004. Los textos dicen: Las artes del boticario y la naturaleza conspiran para dar salud y Sanar, raro; curar, a veces; consolar, siempre.
"Intentamos propiciar un clima de confianza: así podemos guiar al paciente cuando este lo requiere", afirma Rosa Almagro, que se declara defensora acérrima de la medicina natural.
"Intento aconsejar productos naturales de laboratorios serios, que no son medicamentos sino productos sanitarios, muy pertinentes para pequeñas dolencias, como se hacía antiguamente". Y añade: "En vez de un somnífero, por ejemplo, yo recomiendo un producto elaborado con los principios activos de la pasiflora, la valeriana...". "En las pastillas de valeriana que venden en los supermercados, desconozco qué laboratorio hay detrás. En la farmacia, en cambio, trabajamos con marcas de garantía", finaliza.
"La gente intenta automedicarse", expresa Rosa Almagro. "Internet es muy malo", comenta con humor. "El yo he leído en Google... Por eso, en la farmacia siempre tiene que haber un profesional para dirigir, y a veces frenar, al paciente. Hace 30 o 40 años, se daban antibióticos sin control, incluso por un dolor de garganta. El Clamoxyl era el producto estrella. Ahora, no. Preguntamos cuáles son los síntomas y, si vemos algo que nos alarma, derivamos al médico".
La última farmacopea española la han editado en formato digital. Los textos latinos conviven con las pantallas en la farmacia Almagro, que abrió sus puertas en 1843. El hijo pequeño de Rosa, Daniel, estudia el tercer curso de Farmacia en la Universidad Complutense. A quien los suyos se parece, honra merece.
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