La Feria Real de Algeciras a ojos de Emilio Santacana: 173 años de la fiesta
Cultura
Emilio Santacana, alcalde de Algeciras por el Partido Liberal durante los periodos 1893-1894 y 1906-1907, escribió sobre la Feria Real en su libro Antiguo y moderno Algeciras (1901)
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Hace 173 años, durante el mes de junio, comenzaba a andar la Feria Real de Algeciras, sin que haya cesado un año -salvo por la Covid-19- su celebración. Muchos elementos han cambiado, como su emplazamiento o su carácter mercantil. Como todas las grandes ferias andaluzas, tiene un origen como feria de ganado pero rápidamente evolucionaría a una mezcla de feria comercial y velada con distintos festejos.
La primera feria, anunciada por el entonces alcalde-corregidor Ramón María Sanjuán, se celebró a inicios de mes, los días uno, dos y tres, fijando los últimos jueves de cada mes un mercado. Los ganados debían emplazarse en el antiguo cementerio de la ciudad y frente al terreno del fuerte de Santiago, explicando que sus dueños no deberían de pagar ningún tipo de canon económico por el tránsito o permanencia. El mercado mensual se emplazaba en las afueras de la plaza de Nuestra Señora de la Palma, en los costados del sur y de levante.
El comunicado también detallaba todo tipo de actividades: iluminación durante esos días, regateos de buques, fuegos artificiales, carreras de gallos y de novillos, funciones teatrales, y esperaban que una compañía lírica de algunas operas se trasladaran desde la vecina plaza de Gibraltar.
Emilio Santacana (1846-1916), alcalde de Algeciras por el Partido Liberal durante los periodos 1893-1894 y 1906-1907, escribió sobre la Feria Real en su libro Antiguo y moderno Algeciras (1901), primero de sus libros dedicado íntegramente a la historia de la ciudad. En la obra rememora sus orígenes y describe con todo lujo de detalles la evolución:
"En un principio, si bien no faltaba la indispensable corrida de toros, ofrecía escaso atractivo como velada. Las instalaciones eran todas de remajes y helechos, incluso la del Casino que se levantaba en la parte baja del Calvario, sitio donde el público paseaba; y lo que hoy es el Real de la Ferian servía entonces para los chozos del mercado".
Un elemento inherente a la Feria Real, aún hoy, como vemos con la 172 Feria de Ganado, es la celebración de sus premios. El mismo Santacana lo narraba de esta forma:
"El mayor interés se cifraba en el concurso de ganado y en las operaciones que se hacían, respondiendo al objeto de estos certámenes, en la época cuando, por la escasez de las vías de comunicación, los labradores, ganaderos y traficantes acudían anualmente a los pueblos que en determinadas fechas celebraban sus feria, con el fin de comprar o vender ganado, productos de la tierra y artefactos diversos […] se sostiene también con el aliciente de los premios que en algunas capitales se otorgan a los mejores ejemplares de caballos, vacas, carneros y cerdos, lo cual, estimula a los ganaderos a acudir al concurso, fomentando al mismo tiempo la cría”
Ya en 1901, el propio alcalde auguraba un cambio de signo en el motivo para la fiesta, haciendo alusión a los avances técnicos y de comunicación que permitían comprar o vender durante todo el año, sin la necesidad de esperar a una cita anual donde exponer los productos. Sin embargo, Santacana destaca que la pérdida de ese cariz rural no tiene por qué ser negativo, pues observaba ya distintos aspectos relevantes para la ciudad:
"[...] los festejos que los ayuntamientos costean y anuncian, y el lujo que se despliega en las instalaciones de recreo, son cada vez mayores, y los pueblos se esfuerzan por conservar esta costumbre con el nuevo carácter de verbena o fiesta anual, con el objeto de atraer gente de otras partes y hacer circular el dinero [...] El gran concurso de gente que a ella acude, mayor hoy con la facilidad que ofrecen la vía ferrea y los vapores, que traen miles de almas de Ronda, Sevilla, Córdoba, Cádiz, Málaga, Tarifa, San Roque, Los Barrios, Gibraltar, Ceuta y Tánger, le da un gran atractivo por la animación, y un sello especial por la variedad de razas y trajes que se ven reunidos [...]"
Una mención especial merece el espectáculo taurino, pues era de las pocas ocasiones en las que se podían disfrutar en el Campo de Gibraltar, por ello, los lugareños se desvivían por asistir. La antigua plaza de toros de Algeciras, construida y habilitada para el festejo, tenía capacidad para 6.500 personas y su construcción costó más de 40.000 duros.
Al edil liberal no le faltan los piropos para la feria, incluso detallando que en realidad, al menos por aquel entonces, el Consistorio poco o nada de dinero ganaba celebrándola, sin embargo, "interpreta los deseos de la población" para ofrecer los mejores festejos:
[...] esta feria ha crecido en importancia como velada, y es, puede decirse sin ningún reparo, una de las más bonitas de Andalucía [...] Muy orgullosos nos mostramos los de Algeciras de nuestra feria, y todos procuramos contribuir a su mayor brillo y lucimiento. Es, en efecto, digna de verse y de que con tal motivo se venga a nuestro pueblo a participar de nuestra alegría y gozar, en el hermoso mes de Junio cuando se celebra, de sus naturales atractivos"
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