El fuerte de Santiago
MONUMENTOS Y EDIFICIOS HISTÓRICOS DE ALGECIRAS
Está documentado desde la segunda década del siglo XVIII y fue reconstruido tras la Guerra de la Independencia
Estuvo situado en la parte trasera de la actual Sección de lo Civil de la Audiencia Provincial y detrás del Centro Documental José Luis Cano
Son bien conocidos y están suficientemente documentados los proyectos del ingeniero militar Jorge Próspero de Verboom y de Lorenzo de Solís para transformar la arruinada Algeciras medieval en un enclave fortificado dotado de murallas, baluartes y fuertes construidos “a lo moderno”, es decir, siguiendo los esquemas en defensa estática aportados por el ingeniero francés Sebastián Le Prestre, señor de Vauban, en la segunda mitad del siglo XVII. De aquellos ambiciosos proyectos poco fue lo fue que se hizo realidad, aunque sí se llevó a cabo la construcción de varias baterías, provisionales o permanentes, y algunos fuertes en los entornos de la ciudad, como los de San García y la Isla Verde, como había previsto el ingeniero belga, antes citado, y como necesaria respuesta a la amenazante presencia británica al otro lado de la Bahía.
El Fuerte de Santiago, que estuvo situado sobre el acantilado, en la parte trasera de la actual Sección de lo Civil de la Audiencia Provincial y detrás del Centro Documental José Luis Cano, está documentado desde la segunda década del siglo XVIII, según el coronel Vidal Delgado como una batería provisional, tal y como había recomendado Verboom. Su finalidad era defender el litoral y la ciudad de Algeciras de posibles ataques venidos desde el mar, pero, sobre todo, amparar a los navíos españoles o aliados que se hallaran en el fondeadero de la Isla Verde y del río de la Miel, en conjunción con los fuegos de la batería de San Antonio ―establecida más tarde― y del fuerte de la citada isla. Su eficacia como posición artillera costera está avalada por las referencias que se tienen de su participación en la guerra naval desarrollada en la Bahía durante los asedios a Gibraltar y en la relevante batalla denominada de Algeciras que tuvo lugar en el año 1801 entre una escuadra francesa, apoyada por la artillería de costa algecireña, y otra inglesa.
Como instalación artillera permanente o fuerte no aparece hasta los inicios del Gran Asedio de Gibraltar en 1779. En 1796, según Ramón de Villalonga, “el Fuerte estaba capacitado para tener cuatro cañones, aunque necesitó aumentarse provisionalmente hasta ocho. En el día tiene cinco cañones montados de grueso calibre y cuatro morteros, y para su servicio sólo un artillero”. Como se ha mencionado con anterioridad, el hecho de armas más sobresaliente en el que participaron los cañones del Fuerte de Santiago, mandado en esos días por el capitán segundo Manuel Velasco y Coello, fue la batalla Naval de Algeciras de 1801. El 4 de julio de ese año entró la escuadra francesa al mando del contralmirante Charles Linois en aguas de la bahía de Algeciras, poniéndose al resguardo de los cañones de los fuertes de la Isla Verde, San García y de Santiago. Tres días más tarde, aparecieron los navíos ingleses, que eran superiores en número, por Punta Carnero mandados por sir Jaume Saumarez. Las dos escuadras se enfrentaron estando los franceses apoyados por las baterías de los fuertes citados y por las lanchas cañoneras con base en el puerto de Algeciras. Para reforzar las fuerzas españolas, el comandante general del Campo de Gibraltar, conde de Saint Hilaire, y el mariscal de campo, Adrián Jácome, jefe de la zona de Algeciras, habían ordenado que los regimientos de Ronda y Jerez completaran las dotaciones de artilleros de los fuertes, así como que el batallón de Jaén se desplazara a marchas forzadas desde San Roque a Algeciras.
Pasado el mediodía, el buque inglés Hannibal, que había encallado en la roca que luego se llamó del Navío y que dio lugar al muelle de ese nombre cuando se construyó en el siglo XX, arrió la bandera inglesa y se rindió. Jorge Vigón, en su excelente Historia de la Artillería Española refiere que el cambio de disparos entre la batería del Fuerte de Santiago y el Hannibal duró seis horas. No cabe duda de que la derrota de Jaume Saumarez ―que en algunos textos ingleses aparece como victoria― se debió, en buena medida, a la actuación de la artillería de costa española y de las sutiles lanchas cañoneras. En el año 1810, cuando contaba con 12 cañones de a veinticuatro, 2 de a dieciocho y 4 morteros de catorce, el Fuerte de Santiago fue demolido por los ingleses, como la mayor parte de los asentamientos artilleros existentes en los entornos de la Bahía, con el pretexto de que no fueran utilizados por los invasores franceses, pero era evidente que lo que querían era aprovechar el vacío de poder de España, en plena Guerra de la Independencia, para impedir, en el futuro, nuevos intentos de tomar la bien fortificada colonia de Gibraltar.
Acabada la Guerra de la Independencia las autoridades militares españolas procedieron a reconstruirlo y dotarlo de nuevo de piezas de artillería y de las dependencias anejas necesarias. Sin embargo, en 1826 el fuerte se hallaba casi derruido (probablemente debido a adolecer de los mismos males de filtraciones de agua y de inestabilidad del terreno arcilloso que sufrió la vecina batería de San Antonio). En 1826 se aprobó su reconstrucción, al mismo tiempo que se actuaba sobre las demás fortificaciones del Campo de Gibraltar, obras de restauración que se prolongaron durante cinco años. Según Joseph de Sierra, en 1831 constaba de dos grandes plataformas con figura de un triángulo truncado, unidas por una cortina de 97 varas, todo a la barbeta, es decir, con parapeto continuo, sin troneras ni merlones.
A partir de esa fecha el fuerte estuvo formado por un polígono con un saliente en forma de triángulo y con parapeto sólo parcialmente atronerado, además de disponer de dos explanadas para los morteros, repuesto de pólvora, dos edificios para alojamiento de la tropa y otras dependencias propias de este tipo de establecimientos permanentes de artillería. En 1878 se acometieron obras de reforma y ampliación del fuerte con el objeto de convertirlo en un parque de artillería. Se ocuparon terrenos fuera de su recinto y, años más tarde, se utilizó para construir algunas edificaciones parte de la explanada que se denominaba en mapas de principios del siglo XX: “Campo de instrucción”, como se pueden ver en la fotografía aérea del Fuerte realizada en el año 1929 que se adjunta.
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