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Algeciras durante el Desastre de Annual (I)

Historias de Algeciras

Los soldados que esperaban su embarque para sumarse al conflicto del Rif, al llegar a nuestra ciudad se encontraban con una triste realidad social

Algeciras de comienzos del 1921 recibía a los nuevos reclutas que embarcaban para el norte de África con pobreza y falta de previsión por parte del Estado

Consistorio de la calle Alfonso XI en 1921, cuando estaba presidido por Pedro Mónaco
Manuel Tapia Ledesma

04 de julio 2021 - 03:10

Aquel fatídico año para los intereses de España en el norte de África comenzó en nuestra ciudad, presidiendo la alcaldía de la calle Alfonso XI, Pedro Mónaco de Torres, quién capitaneaba una corporación en la cual también figuraban en aquel frío enero, nombres tan conocidos para los algecireños de entonces, como: Alonso Benítez Morilla, quién ejercía como primer teniente de alcalde, o los concejales Manuel Roca y Manuel García Martínez, entre otros.

Por aquellos días del nuevo año que acababa de comenzar, gran parte de nuestra ciudad sufría la falta de fluido eléctrico; apagón este que afectará a las instalaciones militares que lo tienen contratado y que obligará al representante de la empresa Conte Hermanos, Juan Otero, visitar con carácter de urgencia, el despacho del Gobernador Militar del Campo de Gibraltar con sede en nuestra ciudad, José Villalba Riquelme. Durante aquella entrevista el representante de la empresa manifestó a la máxima autoridad militar de la zona lo que sigue: "Muy a pesar suyo no podrá facilitar fluido eléctrico á sus abonados durante unos días por haber sufrido avería los motores, no pudiendo precisar los días que podrá tardarse en la reparación de estas". También manifestó Otero: "La Central Eléctrica Conte no cobrará los derechos que correspondan á esos días que no proporcione la luz, proponiéndose hacerlo así público, por medio de la prensa y de prospectos de mano".

En aquella Algeciras de 1921, gozaban de gran predicamento establecimientos tales como: El Gran Bazar Español, propiedad de Sebastián Simino, ubicado en la esquina de la Plaza de la Constitución y calle Cánovas del Castillo. Asimismo, las tiendas de quincalla, perfumería, papelería, librería y estanco, propiedad de su titular de Rafael Jiménez Martín, sitos en las calles Pi i Margall (Tarifa), y Larga o Cristóbal Colón; o la popular Casa Millán-Confecciones España, abierta en los números 11 y 13 de la citada calle dedicada al descubridor de las Américas. Todos conformaban parte del tejido comercial de aquella ciudad de comienzos de los infelices años veinte.

En cuanto al algecireño medio se refiere, su vida, poco o nada había cambiado tras la Primera Gran Guerra; pues arrastraba los mismos problemas generados por la pobreza reinante, en cuanto a los más débiles del pasado siglo, como expresa el siguiente documento: "Los Inspectores de sanidad no se dan reposo para el desempeño de sus funciones y evitar suciedades, aún en las viviendas particulares no pasa semana sin darse lectura al oportuno aviso de haber sido visitados locales en que se han encontrado suciedades menores […] para atenuar los efectos de la tuberculosis se aplica gratis en el dispensario de la Comisión Sanitaria la vacuna anti-tuberculosa; y para aislar a los atacados por el terrible mal, dicha corporación, sostiene un edificio al que lleva a los desgraciados afectados y a sus familias que no cuentan que los medios de fortuna para aislarse en sus domicilios".

En el contexto castrense, Algeciras recibía, como ya era tradicional, a los nuevos reclutas que embarcaban para el norte de África; evidenciado aquella masa de jóvenes con su presencia, la pobreza y la falta de previsión por parte del Estado con aquellos desafortunados. Para el algecireño testigo de aquel periódico desbarajuste, no causaría sorpresa alguna el desastre acontecido meses más tarde.

Un documento fechado en los primeros meses de aquel año, recogía la siguiente denuncia: "Todos los años por estas fechas, suelen presenciar cuantos habitan en Algeciras, un espectáculo que debe ser evitado […], donde la imprevisión, la desidia y la despreocupación de las clases directoras hacen que hechos tan vergonzosos y lamentables se repitan anualmente en nuestra población con los reclutas que destinados a África embarcan en nuestro puerto y que volvemos a presenciar la odisea de estos hombres que van a morir por la Patria y que nos hace sonrojar a todos los que orgullosos no sentimos y llamamos españoles. Llegan a nuestra población rumbo a tierras marroquíes y se ven precisados ha permanecer en nuestra ciudad tres o cuatro días, por obligarlos al mal estado del mar. Y durante esos días que a la fuerza han de estar en Algeciras, no tienen locales a propósito para alojarse, ni cuentan con recursos para el necesario hospedaje. Dándose en la población la imagen de centenares de hombres sin albergue, teniéndose que recurrir a la solidaridad de los algecireños que los acogen en los domicilios particulares. Y entonces comienza la dolorosa peregrinación de estos hombres por nuestras calles y plazas, haciéndoles pasar por la vergüenza de recibir como limosnas aquello que en conciencia les pertenece puesto que la Patria tiene el deber de proporcionarles el sustento. Espectáculo -prosigue la pública denuncia-, lamentable y bochornoso de los hombres con paciencia de rebaño, son traídos y llevados de acá para allá, hasta conseguir dejarlos albergados donde buenamente los quieren recibir".

José Villalba Riquelme, Gobernandor Militar del Campo de Gibraltar (1921)

En el contexto religioso y social, a mediados de aquel principiar del año, se celebró en la Capilla de la Caridad la popular fiesta de San Antonio Abad, patrón del Hospital Civil: "La primera función religiosa estuvo a cargo del Capellán del establecimiento, D. Francisco Moreno Anillo, ejecutando durante ella el sexteto que dirige el profesor D. Manuel Moreno Pastor, escogidas piezas musicales. Terminada esta parte se procedió a la distribución de comidas a los enfermos, prestándose a tan piadosa tarea las señoritas algecireñas María Azopardi, Eloísa Benítez, las hermanas Blanca y Luisa Ferrando, Mercedes García de Haro, África González Nouvelles, María Izquiano, Carmen Martínez y Pepita Silverio. Una Comisión del Excmo. Ayuntamiento de Algeciras compuesta del tercer Teniente de Alcalde D. Manuel Roca Gutiérrez, concejal D. Manuel García Martínez y secretario D. Manuel Pérez Petinto asistió a estos actos, obsequiando después a las señoritas con dulces y vinos de Jerez".

De vueltas a aquellos pobres soldados que esperaban su embarque para sumarse al conflicto del Rif, al llegar a nuestra ciudad, se encontraban con una triste realidad social que muy bien fue reflejada mediante los versos siguientes: Se ha puesto de tal manera/ la subsistencia hoy día/ que el que antes medio comía/ no desayuna siquiera. El pan sigue por las nubes/ sin decidirse bajar/ y tenderemos que acabar/ por comer pan en las nubes. La leche que había alcanzado/ también una buena altura/ hoy ya no se encuentra pura/ ni en las ubres del ganado. Las patatas -¡Dios bendito!- /el tubérculo demócrata/ es hoy para el aristócrata/ el condumio favorito. A la carne no la alcanza/ ni Pegoud con su biplano/ de tenerla a nuestra mano/ no queda ni la esperanza. El pescado que, contento/ en el agua siempre ha estado/ a los aires se ha pasado cambiando así de elemento. Del azúcar no digamos/ pués no hay quién tenga dulzura/ ¡con esa eterna amargura no es posible que vivamos!. Del aceite y las verduras / para hallar lo necesario/ hay que sufrir un calvario / y correr mil aventuras. Y hasta las tristes judías/ se han vuelto, lector, coquetas/ ellas que eran tan discretas/ antes cuando las comías. La vida será imposible/ seguir por tal camino/ haciendo nuestro destino lo más oscuro posible. Por mi parte estoy que ardo/ y me veo fuera de quicio/ pues semejante suplicio/ no lo sufre. Pedro Pardo (Autor).

Así de difícil estaba la situación económica y social en aquella Algeciras de comienzos de 1921. Mientras tanto nuestra ciudad, seguía con su rutinaria vida; el Registro Civil, por ejemplo, recogía las inscripciones que siguen: "Nacimientos Cristóbal Navarro Martín, Purificación Ibanco Quevedo y Antonio Bedriomo Jiménez. Matrimonios. Mariano Díaz Pérez con Dolores Álvarez Rodríguez. Defunción: Isabel Olivas de Vivas, fallecida a los 84 años a consecuencia de neumonía fibrinosa. Juan Morilla Pérez, 57 años, hemoptisis; Leonor Gómez Ramos, 81 años, senectud y Josefa Gauder Duarte, 68 años, por congestión cerebral".

En cuanto a los sucesos acontecidos en otros ámbitos de la vida algecireña, comentar el grave accidente que se produjo en la sucursal del Banco de España en nuestra ciudad, cuando: "Al pretender abrir uno de los armarios blindados en el interior de la Caja, se desprendió una de las hojas que arrastró en su caída al cajero del establecimiento José Cappa González, que en unión de los demás jefes presenciaba el acto de extraer de la Caja el metálico y efectos necesarios para las operaciones del día, El Sr. Cappa que rápidamente se dio cuenta del inminente peligro que corría, con gran seriedad trató de ponerse a salvo, no pudiendo evitar sin embargo que la citada plancha de acero que pesa unos 650 kilos, le produjese erosiones en hombro y brazo izquierdo".

Mozo José Blanco Sierra, reemplazo del 21.

El importante trasiego de militares en Algeciras, daba como resultado las siguientes llegadas con destino al otro lado del Estrecho: "El teniente de Regulares, José Gulstan; Antonio Butiglier, teniente coronel de Infantería; Luís Calomarde, teniente de Cazadores; el capitán veterinario Francisco Menchen; José de Cayado, capitán de Artillería; el comandante de Caballería Julio Solano, quién era también el ayudante del general Barreta; y el teniente de E.M. Villagómez". También y por aquellos días, el cabo algecireño destinado al local Regimiento de Extremadura 15, solicitó su ingreso en la Guardia Civil. Las oficinas militares mantenían el siguiente horario de despacho al público: Gobierno Militar: de 10.30 h á 12'.0 . Festivos, asuntos urgentes de 11 á 12 h. Comandancia de Marina: de 9 á 12 h.

Y mientras el Ejército se mantiene expectante ante las posibles agresiones por parte de los rifeños, en nuestra ciudad, la violencia -de modo más doméstico-, también estaba presente, según parte del Orden Público: "José Soto Rodríguez y Marcial del Yelmo, después de cruzarse entre ellos palabras molestas, llegaron a las manos, produciendo el primero al segundo herida grave en la cabeza y otra leve en la mano izquierda. El hecho ocurrió en la carnicería de D. Enrique Soto, de cuyo despacho estaba encargado su hijo José. Estando una joven comprando, Marcial trató de piropear y molestar. El dueño del establecimiento intentó defender a la clienta y poner orden, recibiendo unos calificativos que le hicieron exasperarse, y salir a la calle con una chaira desafiando al Marcial". Marcial Yelmo Navarro, de profesión jornalero, tenía su domicilio en el número 81 de la calle Nueva o Matadero, y se libró del servicio militar por ser hijo de sexagenario pobre. Prosiguiendo el texto: "La Inspección de Policía comunicó el hecho al Juzgado, quién instruye sumario con tal motivo".

De regreso a la actualidad en el norte de África, comentar que, ante ciertos sucesos aislados contra las posiciones españolas en su Protectorado, el alto comisario General Berenguer: "Se mostró muy satisfecho en la revista hecha a las posiciones situadas en el trayecto de Xexauen, habiendo comprobado que todos los servicios se encuentran perfectamente cubiertos. En los depósitos de víveres hay suficiente existencias para todos los meses de invierno, como así mismo se encuentran provistos de municiones de guerra. La situación de la tropa es excelente. El Tercio de Extranjeros cubre las líneas de Llad-Laud, Bencarrich y Xexauen, en los sitios más avanzados".

Al mismo tiempo que Berenguer mostraba su satisfacción, en nuestra ciudad y siguiendo el calendario de reclutamiento, pasaban por las oficinas municipales, entre otros, los siguientes mozos algecireños: Manuel Duarte, Jesús María Salvatierra, José Mora Salvatierra, Francisco González Palacios, Diego Cano Mena, Francisco Guillén Ruíz, Ramón Sánchez Campillo, Juan Puche Morilla, Antonio Rondón Medina, Andrés Vega Escoto, Manuel Núñez Monfillo, Jesús Vera Cazzano, Juan Domínguez Peñalver, Andrés Mejías Carrillo, Juan Amador García, y Jesús Lucas García. No todos sufrirían el desastre de la violencia en el Rif; algunos de ellos, como por ejemplo Diego Cano, quedaría exento por ser hijo de viuda pobre; Juan Puche, se libraría por ser hijo de sexagenario pobre; o Juan Domínguez Peñalver, por ser hijo de impedido pobre.

Continuará

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