Días de guerra: 28 de julio de 1914
Historias de Algeciras
Algeciras vuelve a ser protagonista a nivel nacional por la llegada de heridos y el embarque de nuevas tropas ante un grave resurgimiento del conflicto en el Rif
En ese contexto estalla la I Guerra Europea: “Conflicto austro-serbio. Ruptura de Hostilidades. Movilización de los Ejércitos Europeos”
Aquel día del verano del 14, el carabinero José Almarcha Palomo fue informado de su traslado hacia la ciudad de Algeciras: “Causando alta en la próxima revista de agosto”. Aquí en el siempre lejano sur, le aguardaba la actividad lógica de todo importante puerto, y el tradicional -de general conocimiento- contrabando de la zona. En aquella época existían políticos como Eduardo Barriobero, con el siguiente pensamiento: "Del contrabando alrededor de Gibraltar viven unas 3.000 familias y los contrabandistas que son hijos de Dios y herederos de su gloria, mantienen a los carabineros como los randas (rateros) a los jueces. Consecuencia, la anexión de Gibraltar redondearía el mapa de España; pero nos costaría 500 millones de pesetas anuales, el pan de 3.000 familias contrabandistas y el de 400 familias de carabineros".
Manifestaciones aparte del republicano-federalista Barriobero Herrán, también aquel caluroso día de julio es muy comentado en nuestra ciudad, según los rumores de las personas que llegan desde Ceuta, que: “Dentro de algunas horas se iniciará un nuevo avance en el camino de Tetuán á Tánger”. Estos rumores no pueden ser confirmados oficialmente, dada la gran censura -según queja expresada de modo general- que ejerce la autoridad militar. Sobre este contexto y durante aquellos veraniegos días en los que Algeciras vuelve a ser protagonista a nivel nacional por la llegada de heridos y el embarque de nuevas tropas ante un grave resurgimiento del conflicto, se recuerda: “Aún se oye el rugir del cañón, aún siguen llorando las viudas, huérfanos y madres que perdieron sus seres más queridos en las últimas campañas que llaman operaciones de penetración […] hoy, a raíz de sangrientas luchas de traiciones de los indígenas de cosas que si la censura calla y prohíbe decir, determinan la repatriación de importantes unidades militares que, la verdad, indica necesidad en aquel ejército”.
Y en esa triste actualidad de llegadas de heridos o marcha de imberbes soldados a la sempiterna guerra del Rif se encontraba el vecindario algecireño, cuando quizá, y a través del telégrafo, implantado en nuestra ciudad por el Ministerio de la Guerra a finales del pasado siglo, destinándose al frente de la sección de Ingenieros Telegrafistas al teniente Jaime Coll, llegó la mala nueva siguiente: “Conflicto austro-serbio. Ruptura de Hostilidades. Movilización de los Ejércitos Europeos”. Había estallado la I Guerra Europea, o como se denominaría en el mundo anglosajón: la Gran Guerra.
Tal vez aquella triste, pero a la vez histórica noticia, cogió en su despacho al que fuera uno de los primeros responsables del servicio civil telegráfico -como jefe de líneas- en nuestra ciudad, Gumersindo Esteban Rivero. Este magnífico gestor del moderno servicio, fue uno de los artífices de que, pocos años después, se hiciera público: “Finaliza la instalación de aparatos y dependencias que se han efectuado en la casa de la calle Regino Martínez, esquina El Calvario para establecer en ella la Central de Telégrafos de Algeciras”.
Sea como fuere, nuestra ciudad, en aquel soleado y desolado día de julio del 14 en el que Europa comenzó una pesadilla que duraría cuatro interminables años, de seguro no dejó de preguntarse: ¿Entrará España en el conflicto? Hasta aquel momento de general consternación, nuestra ciudad había amanecido mirando con esperanzas al futuro, según los datos aportados por las autoridades del incipiente puerto: “Buques entrados: 66 de carga. 19 de vapor, 27 buques de vela, 46 de vela. Toneladas 32.802. Buques salidos 4. 30 buques vapor con cargas, 24 id. Vela con carga, 26 id. Buque de vapor en lastres”. Magnífica estadística que reafirmaron las recientes obras e instalaciones realizadas en un lugar que, no mucho tiempo atrás, era nombrado técnicamente como fondeadero.
De regreso al sombrío presente y a partir de aquellos instantes de incertidumbre, los algecireños volverían a traer a sus mentes los ingratos recuerdos de la marcha de sus hijos a los pasados -pero nunca olvidados por el dolor generado- conflictos de Cuba y Marruecos. Y así se volvió a mirar a la iglesia de la Palma, a la capilla de Europa o a la de la Caridad; a sus altares, a sus vírgenes y a sus santos. Por aquellos días la asociación de fieles de la parroquia denominada Adoración Nocturna, celebraría: “Vigilia general y extraordinaria [...] El Santo sacrificio de la misa tendrá lugar a las 6 de la mañana [...] También pueden asistir los fieles a primeras horas de la noche. Ejercicios Piadosos: Los del apostolado de la oración, se celebrarán los viernes con misa de Comunión General a las 8’30 de la mañana y después del toque de oraciones, el rezo con S. D. M. de manifiesto”.
Durante aquellas jornadas de declaraciones de guerra entre las naciones, una buena noticia local se hace pública: “Una vez finalizadas las obras, se bendecirá la nueva escuela católica que se ha de establecer en la Villa Vieja; para atender así á la instrucción que tan necesaria es á la niñez de aquel populoso barrio. Cuantos quieran inscribirse en ella deben acudir al Sr. Cura Párroco -de la Palma- que facilitará gratis la nota de la partida de bautismo. También pueden solicitar el ingreso a la Señorita Presidenta de las Escuelas Católicas”. Y así, mientras se pone en marcha la que sería conocida como Escuela de los Cuatro Vientos, situada entre las futuras calles Eladio Infante y Rayos X, nuestra ciudad convulsa ante la expectativa de otro conflicto bélico, y sus consecuencias para las familias “sin posibles”, como ya se vio en el reciente pasado, se seguiría preguntando ¿serán otra vez llamados a filas los reservistas como hizo el Gobierno en el 9?
A partir de aquellos primeros instantes de zozobra, los cinco sentidos de los algecireños se abrieron para empaparse de las primeras noticias que llegaban del conflicto, según se iban produciendo los primeros incidentes entre las naciones enfrentadas. Y ya fuera a través del telégrafo, ya fuera a través de otros medios oficiales y oficiosos, lo cierto fue que las familias algecireñas pudieron alcanzar la tranquilidad cuando tuvieron “certero” conocimiento de la neutralidad española, según hizo público la Gaceta el 7 de agosto; es decir, 10 días más tarde de declararse el conflicto. Diez días de sinvivir, diez días de rezos y oraciones; diez días durante los cuales en no pocos hogares de Algeciras se volvieron a revivir las pasadas despedidas -algunas para siempre- envueltas entre patrióticas marchas militares, interpretadas, teniendo como escenario la Marina; o la cruel recepción de la noticia confirmando la pérdida de un hijo o de un esposo, ya fuera en Ultramar o en el cercano Rif. Y Algeciras, tras aquella “certeza”, se sosegó. El conflicto les alcanzaría en sus efectos, pero no en sus afectos. Demasiadas mujeres enlutadas de por vida circulaban ya por sus calles y plazas con la mirada pérdida.
Y con el regreso a la bendita rutina, volvió la normalidad. Francisco Campón seguiría abriendo su confitería La Alhambra en la Plaza de la Constitución, siendo su hombre de confianza y dependiente, el joven y diligente José Manrubia. Como también Ricardo Casas Fabre, seguiría abriendo su también establecimiento de bebidas, sito en el número 50 de calle Soria esquina Secano, denominado El Porvenir (anteriormente se había conocido como El Gallo, El Tobogán o El Número 2); y el Ayuntamiento siguió con su actividad administradora: “Queda aprobado en sesión plenaria el adoquinado y alcantarillado de las calles Alfonso XI, General Castaños, Castelar, Rocha, Cayetano del Toro, Sevilla y Rafael del Muro”. Alzándose con la ejecución de las obras el constructor Francisco Maldonado Hernández. Y mientras céntricas calles de Algeciras se renovaban, en el Salón Imperial actuaba la popular cantante Adelita López. La vida continuaba...
Ciertamente la neutralidad española evitó el renovado dolor en las familias algecireñas; aunque no así el padecimiento de los efectos de la contienda: “La Junta de Subsistencia en sesión celebrada se ha ocupado del precio de los artículos de primera necesidad, entre ellos el carbón, la patata y la leche. Respecto a los dos primeros se acordó establecer por el Ayuntamiento, despacho reguladores para lo cual se han pedido precios por telégrafos y por el mismo rápido medio se harán pedidos para que sea en breve un hecho esta importantísima medida. En cuanto a la leche se han fijado precios para su venta, según las distintas épocas del año, estos son: del 1º de febrero al 1º de abril, 0,60; del 1º de abril al 1º de julio 0,40; del 1º de julio al 1º de noviembre 0,60 y del 1º de noviembre al 1º de febrero, 0,75. También se acordó mantener la prohibición implantada hace días por nuestro Alcalde de importar trigos y harinas hasta que esté completamente regulado el abastecimiento de trigos en Algeciras”.
A pesar de no producirse la masiva presencia, como en otras triste ocasiones, de soldados locales en el conflicto, esto no impidió que los algecireños se sintieran solidarios con el dolor de convecinos y allegados, que sí acudieron a las armas: “Voluntariamente, dada su condición de británico, se presentó ante las oficinas de reclutamiento en Gibraltar, el conocido propietario Pascual Conte, quién junto a sus hermanos Obdulio y Manuel, son propietarios en Algeciras de la popular fábrica de aserrín, corcho y electricidad”.
El nuevo soldado que sería destinado al frente, ya contaba con la presencia de un hijo en la marina británica, otro hijo en el servicio de la aviación militar y una hija enfermera en los hospitales de sangre. Otra familia muy apreciada en Algeciras, como era la de Jaime Thomson Bartón, director del Hotel Cristina, contaba entre sus miembros con varios soldados también en el frente, siendo el último en incorporarse Alba Lerchundi: “Quién recibió una calurosa despedida de la población en general y de su familia en particular, cuando subió al tren en la estación algecireña con destino al frente dónde ya se encontraba un hermano suyo”.
Según el documento consultado: “Algeciras ha de sentir una profunda emoción de orgullo y satisfacción al saber que dos hijos de nuestra querida ciudad se han batido contra las hordas bocheras en esta suprema pugna entre la civilización y la barbarie. Los brillantes ejemplos que ofrecen -prosigue el texto documentado- la conducta seguida por los señores Conte y Thomson, merecen que sean tenidos en la más alta consideración y estima por sus conciudadanos que verán en aquella tanta elevación y dignidad como menosprecio merecen otros de hojalatero patriotismo y vana palabrería”.
Y Algeciras, volcada desde el primer momento con la causa aliadófila, pondría de manifiesto en no pocas ocasiones una de sus principales características como pueblo: la solidaridad: “Grandioso y simpático en extremo fue el acto que ayer realizaron distinguidos jóvenes algecireños y oficiales de esta guarnición con objeto de allegar recursos para los repatriados que huyendo de la guerra europea, tuvieron que volver á la madre patria en la mayor desolación y miseria.
A un impulso de caridad unánime e igual que en otras poblaciones, se organizaron festejos y nuestros paisanos queriendo dar una prueba más de su hidalguía y de sus sentimientos humanitarios, concibieron la idea de postular por las calles acompañados de organillos”. Y se formó una comisión en la que participaron, entre otros vecinos de Algeciras: “Ramón González Mota, José Morón Ibáñez, Francisco de Puelles Espinosa, José Cumbre Tecle, José Díaz Fernández, Luís Álvarez López, los cuales visitaron á nuestro Excmo. Sr. Gobernador Don Arturo Alsina y Netto [...] Los señores que tomaron parte en la fiesta fueron los siguientes: Benito Jiménez Azcarate, Juan Oleza Bestal, José Sánchez Pavón, José Bonet Miñón, Joaquín López Tienda, Antonio Díaz Escribano, José Díaz Fernández, José Cumbre Tecle, José Morón e Ibáñez, Francisco de Puelles y Espinosa, Ramón González Mota, Luís Álvarez López, Manuel Castillo, Laureano Cumbre Tecle, Manuel Pallarés López, Ramón Oliveras Sánchez, Emilio Ruíz Rodríguez, Antonio Pallarés López y Ángel Cabello Vallecillo”.
Finalizando el documento fechado al comienzo de la contienda: “La recaudación obtenida ascendió a 734 pesetas, que deduciendo las 68 que importaron los gastos, queda un total líquido de 666 pesetas con 30 céntimos, las cuales fueron entregadas á la señora tesorera de la Junta de Damas por la Comisión. Haciendo constar por parte de los organizadores, el más profundo agradecimiento al noble pueblo de Algeciras por la cooperación que prestó á favor de los repatriados”. Desgraciadamente el futuro no privará a la población algecireña de seguir viviendo días de guerra.
Temas relacionados
No hay comentarios