El insólito origen urbano del barrio de la Caridad (y X)
OBSERVATORIO DE LA TROCHA- NUESTRO URBANISMO HISTÓRICO
La llegada del ferrocarril y la construcción del puerto dieron paso al esplendor del barrio
El barrio extranjero se instaló preferentemente en la plataforma de la Villa Vieja
El insólito origen urbano del Barrio de la Caridad (IX)
Terminamos aquí con nuestro trabajo sobre el barrio de la Caridad, tratando sobre su tiempo de apogeo y el descenso en las últimas décadas.
Tras la instalación del ferrocarril y construcción del puerto de Algeciras, el barrio alcanzó su momento de esplendor y en ello hay que tener en cuenta no solo el interior del barrio, sino su inmediata periferia, al oeste, al sur y al este:
a) Se instaló el ferrocarril a pocos metros del barrio. Para ello, se buscó el acceso con menos pendiente, y este era el valle del río de la Miel, para lo cual fue necesario ocupar bastante espacio en la vega, a costa de la zona de huertas y se hicieron importantes rellenos a fin de paliar las crecidas anuales del río. La llegada del ferrocarril supuso la ocupación urbana en el piedemonte de la colina de San isidro (Avenida de Agustín Bálsamo) con viviendas para trabajadores ferroviarios y chalets tipo bungalow. El ferrocarril no se quedó en la vega, sino que a través de un puente metálico, pasó el río a la altura de la capilla del Cristo de la Alameda y ocupó la orilla derecha del río de la Miel. Al contrario que en la otra orilla, con sus murallas de origen medieval que, reforzadas, hacían las veces de muelle, la orilla antes citada tenía pendiente suave y por ello fue en el siglo XVIII un punto de varada de embarcaciones, que incluso actuó como astillero durante el asedio a Gibraltar de los años 1779 a 1783, habilitándose allí algunas de las famosas baterías flotantes diseñadas por el ingeniero francés Jean Claude d’Arçon.
En esa orilla con aspecto de playa se edificó un dique de contención y los correspondientes rellenos, para que el tren accediera por allí a la orilla del mar, donde se levantó el llamado muelle del ferrocarril, un alargado pantalán de madera, donde atracaban los pequeños vapores con ruedas de paletas que comunicaban Algeciras con Gibraltar. Allí se habilitó la primera estación marítima, en la manzana situada ante el edificio Pérez Villalta y los últimos restos de aquel equipamiento aún eran visibles hace unos años. La actividad ferroviaria convirtió esa orilla frontera al barrio de la Caridad en un notable espacio de comunicaciones, donde se instalaron importantes equipamientos de hostelería, uno de ellos con el significativo y ferroviario nombre de Hotel Término.
b) El puerto con sus instalaciones y servicios se construyó ante la necesidad de atender al protectorado español en el norte de Marruecos, venciéndose así ante la realidad esa extraña resistencia política y administrativa a que Algeciras tuviera un buen puerto artificial. Triste país en el que intereses inconfesables impedían utilizar factores de desarrollo en beneficio público. El caso es que un verdadero puerto se empezó a construir en la banda de levante, la actual Avenida de la Marina, y su desarrollo ha sido constante hasta nuestros días, en que se ha convertido en el más importante del Mediterráneo. El barrio de la Caridad reforzó entonces otra de sus funciones, la de barrio portuario, instalándose allí más tarde algunas tiendas de suministros navales y equipamientos como el pósito de pescadores.
La parte sur de La Marina, gracias al importante hotel Marina Victoria y a las terrazas de varios bares, se convertiría con el tiempo en un rincón cosmopolita, muy en relación con el tráfico marítimo, en especial el incesante ir y venir de los transbordadores a Ceuta, Tánger, Gibraltar e incluso la ciudad hermana de la Línea de la Concepción. Pero esta no fue la única función de ese espacio, pues allí era el punto de concentración, partida y llegada de los autobuses que comunicaban la ciudad con el resto de la provincia, así como con Sevilla y Málaga, hasta la creación de la estación de autobuses, también en la periferia del barrio. No hay que olvidar que el muelle de ribera y el que lo protegía de la bahía durante las obras del muelle de la galera formaban una dársena donde se acogían los pesqueros de bajura, mientras que los de altura utilizaban el gran muelle pesquero que se fue alargando hacia el norte.
Por cierto, Algeciras fue, durante décadas, uno de los puertos pesqueros más importantes de España, rival de Vigo, hasta la ruina de esa actividad económica en los años 70 del siglo XX, de cuyas causas no podemos tratar por motivos de espacio. También es conveniente recordar que el de Algeciras fue en la década de los años 20 el primer puerto de España en cuanto a exportación de corcho. El éxito del nuevo muelle, hizo trasladar allí la estación marítima del tren, que, prescindiendo de atravesar el río, cortó en dos la antigua huerta del Ancla y muy cerca de la capilla del Cristo de la Alameda, pasaba por la banda del río sobre un dique reforzado para acceder al puerto.
c) La carretera nacional Cádiz Málaga fue otro gran avance, tras siglos de intransitables caminos. A su paso por la ciudad, en su tramo sur se basaba en el antiguo camino a Tarifa, y tras pasar el río de la Miel por el puente del Matadero y pasar por la plaza de Joaquín Ibáñez, que en unión de la plaza Juan de la Caridad o Juan de Lima era el acceso a la ciudad baja, avanzaba hacia el norte superponiéndose a la antigua ronda del Secano. Esta vía se benefició por ello, al igual que por la afluencia de agua para el riego tras la edificación del acueducto.
Se produjo en el Secano una curiosa dicotomía, pues la acera correspondiente al barrio de San Isidro estaba ocupada por edificaciones generalmente modestas, con algún edificio industrial de gran empaque y varios conjuntos con aspecto y función de cortijos o instalaciones agrarias, dado que al otro lado de la carretera y ocupando las laderas, empezaba una sucesión de huertas y terrenos de regadío, hasta llegar a la vega del río de la miel.
Esta fertilidad, la facilidad de comunicaciones y la defensa que ante el viento de Levante suponía la colina de San Isidro, hizo que la acera opuesta al caserío fuera ocupada por una sucesión de mansiones y chalets, pertenecientes en su mayoría a extranjeros y cuyo excelente arbolado ornamental se conserva todavía en algunos puntos.
El barrio extranjero se instaló preferentemente en la plataforma de la Villa Vieja. En esta solo se habían urbanizado débilmente los bordes opuestos al mar o en la zona del río y su desembocadura. El resto del terreno estaba dedicado a la agricultura, hasta que se edificó el hotel Cristina, construido tras la implantación del ferrocarril en Algeciras siendo propiedad el terreno del vicecónsul de Inglaterra, Guillermo Jaime Smith, que vendió los terrenos del futuro hotel a la compañía del ferrocarril, conservando para su uso personal el actual parque Smith o de las Acacias, donde radica Villa Smith, el palacete sede de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar.
Se formó así una verdadera colonia extranjera en Algeciras, cuyas mansiones se extendían a los bordes de la bahía y el río, extendida esta peculiaridad, como hemos visto, a las vertientes de la acera oeste en el Secano, e incluso a la cercanía de la estación terrestre.
La arquitectura generada por este importante estrato de la población ha sido magistralmente estudiada por la historiadora del arte algecireña Ana María Aranda Bernal, que llegó a tiempo para poder tratar algunas edificaciones hoy perdidas.
Este colectivo, tenía su vida social en el Hotel Cristina y sus necesidades religiosas cubiertas por una capilla de rito anglicano, también en la villa vieja. Su acceso a las comunicaciones era el mejor de la ciudad, pues en un principio, la estación de ferrocarril marítima y los vapores a Gibraltar estaban a los pies de la Villa Vieja, y la nueva carretera entre Málaga y Cádiz pasaba muy cerca de la calle Carteya y un ramal conducía al puerto pasando por la zona de los hoteles.
Se considera que esa colonia se debía a gentes acaudaladas de Gibraltar que preferían las ventajas de una vida en España, pero se perfila otra interpretación, el proyecto de convertir Algeciras en la base de operaciones para una colonización económica de la baja Andalucía en basada en grandes inversiones, como el ferrocarril y los grandes hoteles. Esto no se produjo, pues el imperio británico fue herido de muerte durante la primera guerra mundial, finalizando su expansión, sobrevivió como pudo al periodo de entreguerras y empezó su disolución tras la segunda guerra mundial. Un recorrido paralelo siguió la colonia británica en Algeciras sufriendo la inversión económica un serio revés durante la depresión posterior al desastre financiero de 1929.
Algeciras como destino turístico fue aunque fugaz, una realidad en la época que estamos tratando, pues era una ciudad bella y pintoresca, que había sido descubierta gracias a la perspicacia de los inversores extranjeros y a la proyección internacional que supuso la masiva presencia de políticos y periodistas durante la conferencia internacional de 1906. El clima era muy bueno, especialmente desde un punto de vista de la Europa Atlántica, con inviernos muy suaves y un régimen de lluvias que no intimidaba a los turistas europeos, acostumbrados a la humedad de sus países. Algeciras podría haber sido la Niza o el Cannes de España, y curiosamente, el sector de palacetes edificados en la cornisa de la Villa Vieja, sobre el acantilado y la playa que sería posteriormente el Paseo de la Conferencia, parecían por su estilo y disposición, un pedazo de la costa azul trasplantado al sur de Andalucía. El casino palafítico llamado Kursaal, a los pies del Hotel Cristina y Villa Smith, estaba acorde con esos proyectos de aprovechamiento turístico, al igual que un gran balneario en la playa del Chorruelo, cuya obra no se terminó…
El barrio de la Caridad estaba en el centro de la actividad antes descrita y por lo tanto se benefició de todo lo expuesto, en especial del perfeccionamiento de las comunicaciones. Pero sobre todo tuvo sus propios puntos de actividad que potenciaron su desarrollo. Antes de enumerarlos, revisaremos alguno de los hitos urbanos que nos faltan por mencionar, como el Patio del Cristo, que tenía en una esquina un oratorio, donde era objeto de la devoción popular una antigua pintura, el “Cristo de la Escalera”, que fue alevosamente destruido en los años 60, o la esquina entre las calles Monet y Huerta del Ángel, cuya edificación de estilo modernista fue rematada con un mirador y una cúpula de estilo regionalista. No hay que olvidar el Gobierno Militar, antigua Comandancia General, que en un tiempo tuvo su sede en el edificio de la ex comandancia de Ingenieros, en la calle Muñoz Cobos. Este edificio fue muy importante en la historia de Algeciras al tener los generales-gobernadores especiales atribuciones civiles, dada la problemática posición geopolítica de la comarca. El viejo mercado fue sustituido por el actual prodigio arquitectónico, que curiosamente y al revés que el anterior, dispone sus puestos desmontables de madera en su periferia. El llamado edificio González Gaggero, en la banda del río, respondió al auge hotelero creado por el ferrocarril y el puerto, teniendo diversas funciones a lo largo de su historia, Por su estilo historicista, en sus tiempos fue el mejor y más ambicioso edificio de la ciudad y parece un trozo de la Gran Vía madrileña trasplantado a orillas del rio de la Miel. Un caso especial es el de Almacenes Mérida, hoy un solar en la calle Tarifa, y que, en los años 50, fue un atrevido experimento para crear unos grandes almacenes en un edificio de varios pisos, al estilo de Galerías Preciados de Madrid y del posterior Corte Inglés. En el barrio había también diversos servicios relacionados con el puerto, como el Pósito de la Cofradía de Pescadores.
No es fácil explicar el auge y decadencia de un barrio, pues influyen muchos factores en ambos casos. Hemos visto como el barrio de la Caridad, dada su relación con el puerto, contribuyó en gran medida al renacimiento de Algeciras, luego hemos analizado su posición envidiable para el desarrollo, su ocupación del espacio urbano y la instalación de importantes servicios para la ciudad. Se pueden considerar como receptores-emisores de flujo ciudadano aquellos equipamientos que suscitan el interés de la ciudadanía por motivos comerciales, administrativos, sanitarios, turísticos, etc. y los más importantes del barrio, en su mejor momento eran: el Hospital Civil, que fue sustituido por el complejo hospitalario al sur de la ciudad y su reconversión en museo y oficinas administrativas, sin que se alcance el constante fluir humano del pasado. Almacenes Mérida, que dinamizaba el comercio de la calle Tarifa y tras una trayectoria de muchos años, hoy es un solar. El Gobierno Militar, que fue eliminado hace unos años, el Garaje Hispano y la Capilla de la Alameda, que desgraciadamente estaba dedicada a talleres de Electricidad y neumáticos, y hoy afortunadamente salvada y restaurada, pero que en su nueva dedicación cultural no iguala la afluencia humana que caracterizaba a la antigua e incluso en la periferia, la eliminación de la estación ferroviaria en el muelle, y la pérdida de otros “motores de flujo ciudadano” han ocasionado la decadencia actual.
Se mantiene y muy vivo, el poder del Mercado Torroja, pero su potencia es solo por las mañanas. Incluso se percibe, la eliminación de sedes de bancos o la emigración de estas a otros lugares, por los motivos que sean. Se puede considerar que el alojamiento de emigrantes magrebíes en un sector del barrio se debe exclusivamente a que les resulta más económico y familiar instalarse allí cuando acaban de llegar y podemos constatar que la residencia de familias magrebíes se extiende al resto de la ciudad. A nivel popular se atribuye la pérdida del pequeño comercio tradicional a la competencia de las grandes superficies, que además cuentan con suficiente aparcamiento, mientras que este se ha perdido considerablemente en el casco histórico. Pero las causas del éxito y la decadencia de un sector urbano son complejas y obedecen a la acumulación de muchos factores, tanto positivos como negativos. Por lo tanto las soluciones al problema del barrio de la Caridad, han de llegar tras un meticuloso estudio global y multidisciplinar.
El Ayuntamiento de Algeciras tiene como uno de sus objetivos la revitalización del barrio y lleva años en esa tarea, gestionando importantes proyectos.
Infografía de Soledad Gómez de Avellaneda Díaz
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