Joaquín Llanos: "Cada minuto es clave para actuar"
10 de septiembre | Día mundial para la prevención del Suicidio
Como negociador policial, el jefe de la UDEV en la comisaría de Algeciras subraya la importancia de la formación de especialistas para evitar que muchas personas se quiten la vida en momentos críticos
Entre enero y agosto se contabilizaron 21 suicidios y 35 tentativas en la ciudad
En los tres días previos a la entrevista con el inspector Joaquín Llanos, solo en Algeciras se contabilizaron dos suicidios consumados -uno de ellos, protagonizado por un recluso en la prisión de Botafuegos- y dos tentativas, un joven de 21 años y un chaval de 14. Llanos es jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional en la ciudad, diplomado universitario en Económicas y Empresariales y licenciado en Psicología, además de contar con dos másteres en la materia y una retahíla de cursos. Es negociador titulado para situaciones de crisis y formador de muchos de sus compañeros en esa materia.
“No se habla del suicidio, es una muerte silenciada”, subraya. Y cuando se hace, solemos caer en el sensacionalismo del instante, en la tragedia pasajera y normalmente anónima, fácilmente digerible. “Anualmente se contabilizan 80.000 suicidios en el mundo, uno cada 40 segundos”, detalla Llanos. En España, 3.679 en 2020, unos diez cada día, consumados, en una proporción de tres hombres por cada mujer. Aunque ellas lo intentan más a menudo, ellos son más eficaces, por decirlo de alguna forma. La pandemia también ha contribuido a aumentar levemente los casos. Solo en Algeciras, durante los primeros ocho meses de este año, 21 personas se quitaron la vida y otras 35 lo intentaron.
Desde 2007, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en nuestro país: hay doce veces más suicidios que homicidios, 70 veces más que asesinatos por violencia de género y en torno al doble que fallecimientos en accidentes de tráfico. Pero la estadística miente, advierte Llanos: “Se calcula que el número de suicidios puede ser el doble o el triple”. Volvemos al principio, al silencio que se impone la sociedad ante una problemática cuya solución no se afronta con decisión.
“Hasta los años 80, y eso lo hemos vivido usted y yo, la Iglesia no oficiaba misa por los suicidas y sus féretros no se enterraban en los camposantos. Y en la antigüedad, sus descendientes eran desheredados y sus cuerpos eran colocados sobre balsas en los ríos, para que se pudriesen a la vista de todos, para dar ejemplo”, indica el inspector. Aún hoy en día, añade, no existen asignaturas específicas para tratar el suicidio en las facultades de Psicología y Medicina, en la especialidad de Psiquiatría, pese a ser muy de largo la primera causa entre las muertes no violentas. Tampoco, se lamenta, hay un plan nacional de prevención de suicidios.
Suicidios ocultos
¿Por qué se sigue ocultando en pleno siglo XXI este drama? En parte, por ese miedo atávico, quizá por una malentendida vergüenza, por tratar de hacer más llevadero el drama familiar que representa un suicidio. La experiencia le dice al inspector que hay suicidios que se camuflan en las estadísticas como muertes por accidente de tráfico, laborales o domésticos. Ahí entran también en juego los seguros de vida, incobrables para los herederos en caso de suicidio.
La Policía Nacional viene trabajando de lleno en la prevención de suicidios desde hace décadas, 21 en el caso de Llanos. Los policías suelen ser de los primeros en llegar al lugar donde se ha producido un incidente crítico y se encuentran con todo tipo de situaciones, incluidos los intentos de suicidio, cuyos protagonistas a veces no solo amenazan con acabar con su vida, sino también con las de otras personas.
Efecto Papageno
El negociador trata de activar el efecto Papageno, llamado así por el personaje y la trama ideados por Mozart en La flauta mágica (1782). Papageno piensa en el suicidio como solución a sus problemas amorosos; es en ese momento cuando tres personajes le persuaden para que deponga su actitud, mostrándole varias alternativas a la muerte.
“Cada minuto cuenta a la hora de actuar y hay que hacerlo siguiendo unas pautas muy marcadas. La etiología del suicidio es muy variada. Hay que tener en cuenta si la persona sufre alguna patología psicótica, si es adicta a alguna sustancia, si ha intentado suicidarse con anterioridad o si atraviesa por problemas laborales o sentimentales”, afirma Llanos. “Cada caso es diferente, pero hay que hacer ver a la persona que la muerte no es una solución, una puerta que permita solventar los problemas, sino el fin. Con ella, ya no hay más”.
La formación en psicología del negociador es clave. A veces se requieren varias horas para deshacer el nudo y lograr que la persona que trata de matarse cambie de actitud. “Jamás hay que juzgar su comportamiento ni hacerle ningún tipo de reproche moral, como hacerle responsable del daño que su muerte podría provocar a sus hijos, especialmente si son pequeños, porque eso solo aumentaría su sensación de culpabilidad”, apunta Llanos.
El protocolo de actuación
Ante la emergencia provocada por un individuo que trata de suicidarse, una de las prioridades policiales es establecer un perímetro de seguridad a su alrededor para evitar que terceras personas puedan verse afectadas, caso de que se arroje al vacío o dispare un arma. También es clave delimitar una zona de confort para poder mantener el contacto con él sin que se sienta invadido o amenazado. Las distancias juegan un papel clave. Mientras el negociador establece contacto con la persona para tranquilizarla, simultáneamente y a través de sus compañeros, va acumulando información sobre ella, al tiempo que se prepara un plan b por si la situación se enquista y no hay forma de hacerle dar marcha atrás, sobre todo cuando hay rehenes. En los casos extremos sin vuelta atrás es cuando actúan los miembros del GOES, la UIP o la UPR, unidades policiales especializadas para actuar de inmediato.
También hay trucos que a veces funcionan. "Los hinchamos a beber agua. Antes o después, sienten la necesidad de orinar y, por pudor, tienden a girarse para ocultarse y a bajar la guardia. Es ese el momento que aprovechamos para inmovilizarles y ponerles a salvo".
Uno de los casos que más han marcado al inspector ocurrió en Algeciras , cuando un individuo se atrincheró en su casa tomando como rehenes a su esposa y a su madre en el garaje de una vivienda de tres plantas: entre gritos, de pie y situado entre ambas, las inmovilizó poniéndoles en sus cuellos un cúter y un cuchillo jamonero. Llanos se estremece al relatar aquel episodio: “Era un hombre sin antecedentes, con un brote psicótico a lo bestia, solo decía incoherencias. A la media hora soltó el cuchillo y a su madre, que la retiramos, y seguimos hora y media o más. Yo veía que aquello era imposible, que no soltaba a su mujer. Ya había pactado con la UPR un código, una señal, para que hicieran una entrada táctica en la casa a través de la terraza. Afortunadamente, los compañeros pudieron bajar por la escalera, lo redujeron por sorpresa con gas pimienta y se lo llevaron al hospital. Cuando pregunté por él al día siguiente me dijeron que le habían detectado un tumor en la zona prefrontal del cerebro del tamaño de una pelota de golf que le inhibía el control de los impulsos. Por eso es importante analizar las causas que llevan a una persona a cometer determinados actos. Lo operaron y hoy es un tío normal”.
Todos los candidatos a ser miembro de la Red Nacional de Negociadores deben ser inspectores o inspectores jefe. Su preparación va más allá de los conocimientos teóricos, ya que las pruebas prácticas son muy exigentes. Los aspirantes al título son llevados a situaciones de mucha tensión y dramáticas, las mismas a las que un día deberán enfrentarse una vez salgan a la calle: además de las tentativas de suicidio, los negociadores intervienen también en casos de secuestro, extorsión, entradas y registros de domicilios, etc. De los cuarenta alumnos que iniciaron el selectivo curso que imparte ahora Llanos, tan solo quedan trece.
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