Miradores antiguos de Algeciras (I)

Observatorio de La Trocha

Los orígenes más remotos de los balcones acristalados con tejadillos radican en los antiguos ajimeces de procedencia hispanoárabe

La arquitectura tradicional algecireña fue muy pródiga en usar los miradores, varios de los cuales han llegado hasta la actualidad

Casa Nº 15 de la calle Cristóbal Colón.
Casa Nº 15 de la calle Cristóbal Colón.
Juan Carlos Martín Matilla

24 de noviembre 2023 - 02:00

En este reportaje comentaré los diferentes tipos de miradores o cierros de Algeciras que hubo en el pasado y algunos que aún permanecen. Los he ido clasificando en distintos grupos, según su estilo, estructura o materiales. Los miradores cumplen una doble función: una como elemento estructural con el fin de proteger de las inclemencias del tiempo, y la otra, como elemento embellecedor de las fachadas. Las palabras “mirador” y “cierro” son sinónimas, aunque la primera es la más extendida por toda España, la segunda tiene un ámbito más reducido de uso. Yo prefiero emplear la primera palabra.

Los orígenes más remotos de los miradores -balcones acristalados con tejadillos- radican en los antiguos ajimeces de procedencia hispanoárabe, consistentes en unos saledizos o balcones salientes, cerrados con celosías de madera para poder ver desde dentro sin ser visto desde fuera. Se usaron durante la Edad Media y se mantuvieron hasta los siglos XV y XVI, cuando se derribaron en su mayor pate. En todas las ciudades hispanoárabes como Sevilla, Granada, Córdoba, Murcia o Toledo se encontraban numerosos ajimeces que fueron demolidos por orden real en época renacentista. En el albaicín granadino se mantuvo uno hasta 1877.

Por lo tanto, de aquellos remotos ajimeces proceden los miradores o cierros que se construyeron en toda España, en general, y en Andalucía, en particular, desde el siglo XVII hasta la actualidad. Estas construcciones pasaron a las islas Canarias y desde allí a Hispanoamérica, donde se crearon hermosos miradores de madera tallada.

Nº 6 de la Plaza Alta.
Nº 6 de la Plaza Alta.

Así, los miradores tienen una forma que recuerda, en gran manera, a la de los ajimeces. Constan de dos partes: una baja, más reducida, y otra encima que avanza sobre esta para poder ver la calle desde el cierro y apoyar los brazos. De aquellas estructuras de celosías de madera se ha derivado hacia los que se cierran con hojas de madera y vidrios. A partir de estos se ha ido evolucionando hacia otras variantes de hierro, madera o mampostería, según los distintos estilos arquitectónicos de cada época.

Igualmente proceden de los citados ajimeces los balcones con grandes y voladas rejas que los cierran por todos los lados como jaulas, los cuales solían tener estructuras de madera o celosías para ocultar por completo su interior y un guardapolvo para protegerlos de sol y de la lluvia.

Por otra parte, la arquitectura nazarí creó, por influencia almohade, portadas con grandes aleros sostenidos sobre ménsulas, zapatas y pilastras. La arquitectura popular toma parte de estos elementos y construye sobre los balcones unas estructuras de tejadillos de gran vuelo, sostenidas por mensulones de madera, los cuales los protegen de las inclemencias del tiempo. Estas estructuras, llamadas guardapolvos, pueden desarrollar diversas modalidades. En muchas casas andaluzas se conservan, en Algeciras, por desgracia, se perdieron los antiguos, aunque en alguna nueva construcción se han recuperado, como en un edificio de la avenida de las Mimosas, en la barriada de la Granja, que posee unos balcones con guardapolvos de madera y tejas árabes. Si a estos guardapolvos se les añaden unas estructuras de madera y vidrios, se obtiene unos miradores o cierros.

El número 11 de la calle Ventura Morón.
El número 11 de la calle Ventura Morón.

La arquitectura tradicional algecireña fue muy pródiga en usar los miradores, varios de los cuales han llegado hasta la actualidad; no obstante, muchos otros se han perdido con el transcurrir de los años, si bien es verdad, algunos modernos edificios los han recuperado. Por otra parte, muchos de los miradores originales fueron sustituidos por feísimas estructuras de hierro o de aluminio, de un estilo que podríamos denominar como funcional, de muy mal gusto. En otros casos se quedaron los huecos vacíos al eliminarse los cierros primitivos, afeando totalmente las fachadas.

Los miradores que he ido fotografiando a lo largo de unos 35 años los he clasificado en diversos modelos según sus materiales y estilos arquitectónicos. En el presente reportaje trataré de llevar a cabo un resumen para no ser demasiado prolijo.

Miradores de hierro forjado

Estos miradores son de estilo sevillano, ciudad en la que más se prodigan, y desde donde se irradiaron a otras poblaciones andaluzas. Destacaban, en varios de ellos, la magnífica labor de forja en sus rejas, otros muestran una rejería más simple o sencilla. Consisten en un voladizo con una estructura de madera y vidrios o celosías protegidas con unas rejas y cubierto por un tejadillo con molduras de varias fajas. Los he clasificado en varios grupos según los apoyos de sus voladizos.

Nº 29 de la calle Regino Martínez.
Nº 29 de la calle Regino Martínez.

Los del primer grupo estaban sostenidos sobre una repisa, normalmente de perfil alabeado, como los de los edificios nº 6 de la Plaza Alta; el nº 11 de la calle Ventura Morón, en un edificio abandonado; el nº 3 de la calle Rafael de Muro, desaparecido; todos se decoraban con sencillas volutas de hierro en su centro y unas estructuras de madera y vidrio tras las rejas. Los de una casa de la calle Alfonso XI, esquina con la de San Antonio (actual plaza de la Merced) destacaban por asentar sus voladizos sobre unas grandes repisas de forma troncopiramidal invertida, con diversas molduras de sección escalonada. Sus rejas lucían volutas en su perímetro y en su centro; el edificio fue demolido ,pero estas rejas se han utilizado en la nueva construcción, aunque no se repusieron sus estructuras de madera y vidrio originales.

Los del edificio nº 4 de la calle General Castaños mostraban unas sencillas volutas en el centro, pero destacaban sus tejadillos con molduras de sección escalonada con resaltes en forma de incipientes cresterías( desaparecidos y sustituidos por unos muy simples sin el armazón de madera en el nuevo edificio). Los del edificio nº 8 de la misma calle lucían volutas de hierro forjado en el centro, en las esquinas y en la parte superior; demolido el edificio , estas rejas se han utilizado en el nuevo, aunque su tejadillo ha sido reducido en grosor con respecto al original; no obstante, la repisa ha sido reducida de forma bastante similar, pero no se han repuesto tampoco sus estructuras de madera y vidrio.

En la casa nº 29 de la calle José Román, que data de 1994, se encuentran unos miradores de hierro forjado que imitan a los tradicionales . Se adornan con volutas en todo su contorno y en el centro; su tejadillo es muy delgado y su voladizo se apoya sobre una repisa de hormigón, con molduras. En esta década de los años 90 se extendió la moda de recuperar la tradición de cierros o miradores de hierro, a imitación de los antiguos. Por desgracia, no se ha continuado.

Nº 12 de la calle Muñoz Cobos.
Nº 12 de la calle Muñoz Cobos.

Un segundo grupo era el de aquellos cuyos voladizos se apoyaban sobre dos ménsulas de piedra, cuyas caras frontales estaban decoradas con un relieve en forma de roseta tallado en la piedra. En este grupo cabe citar los miradores de la casa nº 29 de la calle Regino Martínez, desaparecidos; en sus rejas destacaban una serie de volutas de hierro en el centro y en su perímetro; también se apoyaban sobre artísticas ménsulas de piedra de perfil sinuoso los dos cierros de la casa nº 26 de la misma calle; desaparecieron al ser reformada de forma totalmente desafortunada la fachada del edificio. El mal gusto arquitectónico impera en esta ciudad.

También cabe citar los de la casa nº 26 de la calle Cristóbal Colón, desaparecidos al demolerse la casa, sus rejas se adornaban con especie de flores de lis y dibujos geométricos en forma de husos y otras figuras; y los del edificio de la calle C. Colón nº 11, que se mantienen, aunque perdieron sus primitivos voladizos de piedra y también sus estructuras de madera y vidrios de su interior; está siendo restaurado actualmente. Muestran volutas en su perímetro y en el centro de las rejas. En la restauración se les ha añadido unas cartelas de hierro forjado.

Al tercer grupo pertenecen los que apoyaban sus voladizos en ménsulas de hierro forjado o cartelas. A este grupo pertenecen un mirador, ya desaparecido, de una casa que se levantaba entre las calles Muñoz Cobos y Rocha; su voladizo se apoyaba sobre tres cartelas de hierro forjado y en la rejería lucia unas volutas en sus partes superior e inferior y en el centro. Otros cierros, que conservaban las estructuras interiores de madera, también sostenidos sobre tres ménsulas de hierro, con haces de volutas y un haz de volutas en el centro de las rejas, eran los de la casa nº 12 de la calle Muñoz Cobos, ya desaparecida.

Nº 20 de la calle General Castaños.
Nº 20 de la calle General Castaños.

Los dos miradores de la casa nº 5 de la calle Cayetano del Toro se sostienen sobre dos cartelas de hierro forjado con volutas y lucen una espléndida labor de forja en sus rejas , donde predominan las volutas; se le eliminaron los armazones de madera y vidrios de su interior. Los miradores de la casa nº 20 de la calle Tarifa, antigua Posada Nueva, desaparecieron al demolerse la planta alta del edificio hace ya varios años. Se apoyaban sobre dos sencillas cartelas, pero lucían una serie de volutas en todo su perímetro y en el centro, unos elaborados haces de volutas, carecían de armazón interior.

Un cuarto grupo lo forman los cierros que carecen de elementos de soporto bajo sus voladizos. Hay que mencionar los dos miradores de la casa nº 20 de la calle General Castaños. El edificio fue demolido en 2005, pero las rejas se han instalado en el nuevo. Muestran, como es la tónica general, haces de volutas en su centro y otras series en sus contornos. El único mirador que poseía la casa contigua, nº 18, la antigua fábrica de fideos, se caracterizaba por su altura, que alcanzaba casi la de la planta alta y el delgado tejadillo, sin fajas. Desapareció al demolerse el edificio en el 2005. Su decoración era similar a la del anterior.

De semejantes características son los de las casas nº 13 de la calle General Castaños, cuya reja se han instalado en el nuevo edificio, tras el derribo del antiguo; pero sin el armazón de madera de su interior; el de la Plaza Alta nº 11, que perdió este armazón en una reforma de hace varias décadas; los dos de la casa nº 15 de la calle C. Colón, también sin la estructura de madera, y los dos del edificio en cuya planta baja se abre un comercio de ropa de novias. Su decoración se limita a unos haces de volutas en el centro de las rejas.

Juan Carlos Martín Matilla. Licenciado en Filología, vocal de Patrimonio de la Asociación Cultural La Trocha y miembro de la Sección 2ª Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura del Instituto de Estudios Campogibraltareños.

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