"La mitad del mundo tiene algo que decir pero no puede"
Pascual Caballero. Pediatra de Médicos Sin Fronteras
Intenta dar voz a los que no pueden hablar y ofrecerá hoy dos charlas divulgativas, a los alumnos de Salesianos y en el Colegio de Médicos

El colegio Salesianos y el Colegio de Médicos serán testigos hoy de la experiencia de Pascual Caballero, pediatra que desde hace tres años forma parte de Médicos sin Fronteras (MSF), y que viene a contar los mitos y las verdades de la acción humanitaria y los paralelismos y diferencias con la actividad médica en España. Este malagueño, de Fuengirola, además ha estado con la fundación Pablo Horstmann en Etiopía, Kenia o Níger y el mes que viene se marcha a Madagascar para abrir el ala pediátrica de un hospital. Cuando viene a España intenta dar voz a los que no pueden hablar y aunque muchos hagan oídos sordos, no tira la toalla.
-¿En qué consiste su trabajo?
-He tenido diversas aproximaciones hasta que tuve claro que era mi pasión y mi profesión. Mi bautizo fue durante cinco meses en Kenia. He colaborado con diversas ONG pero desde hace tres años estoy con Médicos sin Fronteras y tengo dedicación exclusiva. Mi trabajo consiste en aumentar la calidad asistencial. Uno acude pero hay que sembrar porque eso es lo que redundará, por eso ayudamos a los sanitarios del lugar. Si tratas a una persona deshidratada salvas una vida pero si el que se queda en el país lo aprende se salvan miles. En esta labor aprendo muchas cosas y sobre todo humildad.
-¿Qué pasa por su cabeza cuando vuelve a casa?
-Hay que saber de dónde se viene y a dónde se va pero sobre todo dónde se está. Yo por ahí soy un extraño pero lo que intento es darles voz. Lamento que nos quejemos tanto, que no seamos más solidarios y que se derroche tanto. Lo de las charlas de divulgación es por llamar la atención sobre lo que pasa. Me encanta una frase de Robert Lee Frost que dice que la mitad del mundo tiene algo que decir pero no puede y la otra mitad no se calla aunque no tenga nada que decir.
-¿El huracán Sandy tiene más repercusión que lo que sucede en el cuerno de África?
-Así es. La mortalidad infantil es un indicador muy fiable y hay cifras espantosas pero miramos para otro lado. No se puede ver solo lo que sucede en el hemisferio norte. Parece que unas vidas son más importantes que otras. Si se dedica media hora del informativo al deporte habrá que cambiar de canal. Hay que romper esa dinámica.
-¿Cómo son los campos de refugiados en Kenia?
-El fin del mundo no debe ser muy diferente. Están en medio de la nada con arena y polvo, es un camping gigante sin alambrada. La situación es muy difícil porque los que están allí no ven el futuro y están tan desprotegidos que acuden hasta las fieras a buscar comida. Y llevan 20 años así. No es una situación transitoria. Los saharauis también llevan 38 años en esta tesitura.
-¿Cómo se coordinan tantas ONG en Haití?
-Yo llegué a Haití al año del terremoto cuando el repunte del cólera. Había 10.000 ONG pero tanta ayuda como se prometió no llegó. La labor que se hizo se nota pero queda mucho por hacer y hay que ser muy constante. Por eso se habla de la fatiga del donante. Hay que ser persistentes y fomentar un buen desarrollo. Además hay que mirar la historia para no cometer los mismos errores.
-¿Cuál es su próximo reto?
-Me marcho en marzo a Madagascar con una asociación de Cádiz para abrir el ala pediátrica de un hospital.
-¿Qué es lo que más le emociona y le alegra de su experiencia?
-Las cosas por ser repetitivas no dejan de ser emotivas. He llorado con un niño porque sabía que no podía hacer nada por salvarle la vida. (Silencio) No se puede ser inmune a esto. El día que algo así me pase y me dé igual volveré a casa y pensaré en una nómina. Hay miles de emociones porque soy un poco pediatra y un poco payaso. Menos mal que en estos países hay un contrapunto que nos permite soportar estas condiciones. Son países donde la gente ríe más que en Occidente. En medio de tanto dolor ellos se ríen más que nosotros. Tenemos mucho que aprender de ellos y de lo solidarios que son aunque económicamente no puedan. Aquí nos quejamos de vicio y no nos damos cuenta de lo que tenemos.
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