Los Miuras salvan, en el último minuto, el capítulo ganadero de la Feria de Algeciras

Algeciras/Dominguero se lidió en sábado. Era un Miura de estampa antigua, como los que se encontraban en las viejas revistas de La Lidia. Muy en tipo, agalgado, degollado y de monumental trapío con sus 610 kilos. La palma en la báscula se la llevó Aguilero, de 649 kilos. Hacía años que no se veía una corrida tan seria en Las Palomas. La víspera, el ejemplar más voluminoso de Núñez del Cuvillo pesó 507 kilos, más de cien de diferencia. Se dice pronto, pero cuando ves al bicho frente a frente, con la cruz por encima del pecho de los toreros, se forma un nudo en la boca del estómago.

Y luego está la mirada. Porque los Miuras miran como un hombre. Un hombre listo. Dice Francisco Ruiz Miguel que los toros de esta ganadería esconden a una persona dentro y, a veces, dos. 

Ruiz Miguel, que vive en Algeciras desde hace años, con su corazón inmenso y su valor espartano, es el único diestro que en su hoja de servicios figura un centenar de corridas de Miura. Este sábado ha recibido, con todo merecimiento, un homenaje antes de arrancar la corrida. Hacía un cuarto de siglo que no se lidiaba un toro de Zahariche en Las Palomas. Como es costumbre, Eduardo Miura se ha quedado en la finca, mientras que Antonio ha seguido el festejo en directo, oculto en el tendido junto a su esposa. Los hermanos tienen motivos para sentirse satisfechos ahora. Han echado, con diferencia, la mejor corrida de la Feria Real 2024, noble y pronta. También acudió alegre al caballo. Por todo ello, al fin hubo emoción. Por fin salieron toros tras dos días de mansedumbre y vulgaridad.

De la terna, destacó Octavio Chacón, torero veterano de Prado del Rey, curtido en ganaderías duras y, con motivos, desencantado por lo ingrato de su circuito, de escasas corridas, toros grandes y billetes pequeños. Los hierros como Miura, Victorino Martín y similares queman mucho, hasta que el cuerpo dice "basta". Brindó Chacón el que abrió plaza a su hijo, llamado Víctor Iván en recuerdo de los diestros fallecidos en el ruedo Víctor Barrio e Iván Fandiño. El niño lleva en el nombre la crudeza de este oficio. 

Chacón ha estado sobrado, a ratos muy torero, andándole a los animales para sacarlos a los medios, con toques suaves con el fin de no violentar a los Miuras, acertado en las distancias y en el metraje de las faenas. Soberbio con la espada. Con el primero, ha dado un estocadón fulminante antes de cortar una oreja de ley que paseó por el anillo de Las Palomas junto a Víctor Iván, que era la viva imagen del orgullo. "Tira el chicle", le amonestó su padre cuando comenzaron juntos la vuelta al ruedo. El niño, obediente, cumplió de inmediato. Al cuarto, un cinqueño imponente, Chacón tuvo que descabellarlo y eso le privó de la Puerta Grande.

Con las corridas de Miura, el oficio resulta crucial. Y justo eso, experiencia, le faltó a Miguel Ángel Pacheco, el espada de La Línea de la Concepción. Sorteó el mejor toro de la tarde, el gran Dominguero, que se rebosaba en la muleta y, a ratos, hacía el avión. Sin embargo, era el primer Miura que Pacheco toreaba en su vida. Ni en el campo había catado esta legendaria ganadería. Los inicios a sus dos faenas demostraron su buena actitud y ganas: tanto los delantales a pies juntos como las largas cambiadas de rodillas. Habría que darle más oportunidades al linense, sobre todo en su tierra para que pueda placearse.

Cerró el cartel el sevillano Esaú Fernández que, como Pacheco, se fue de vacío, en parte por el desacierto con la espada. Fue muy generoso luciendo a su lote, dejándose llegar al primero de lejos y exhibiendo al quinto en varas. Se agradecen detalles así que enseñan la riqueza de la lidia cuando quiere hacerse bien. Pero, para ganar dinero, a los toros hay que matarlos, como hacía Ruiz Miguel, quien empezó repartiendo leche y sudando la gota gorda como albañil.

Los toros de Miura llegaron a Algeciras anoche, cerca de la madrugada. El recinto ferial, que se despliega justo debajo del coso, era una algarabía, entre la música insoportable de las casetas y el ruido de los cacharritos. Nada que ver con el sosiego que se respira en Zahariche, la finca sobria y centenaria de la familia Miura junto a Lora del Río. Dominguero y sus hermanos de camada no debieron de pegar ojo. Los vecinos del barrio tampoco. Este sábado, con los fuegos artificiales, acaba la feria y todo volverá a su sitio.

Ficha del festejo 

Cuarto y último festejo de la Feria Real de Algeciras. Menos de media plaza. Toros de Miura, de enorme trapío, nobles, prontos y de buen juego, destacó el 3º. Octavio Chacón, de azul marino y oro, oreja y ovación tras aviso; Esaú Fernández, de azul rey y oro, ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso; Miguel Ángel Pacheco, de verde hoja, ovación tras dos avisos y ovación. Fue ovacionado el banderillero Corruco de Algeciras.