El Kursaal

MONUMENTOS Y EDIFICIOS HISTÓRICOS DE ALGECIRAS

La Conferencia Internacional sobre Marruecos de 1906 da a conocer al mundo Algeciras y favorece la creación de hoteles de lujo y lugares de ocio turístico

Postal de 1925 en la que el Kursaal aparece como Club Náutico de Algeciras. / E. S.
Antonio Torremocha

15 de febrero 2020 - 04:00

Algeciras/La Conferencia Internacional sobre Marruecos, celebrada en Algeciras entre los meses de enero y abril del año 1906, hizo que la ciudad, por entonces una pequeña urbe provinciana, aunque de una gran belleza debido a su fisonomía de ciudad andaluza de blancos edificios y elegantes y limpias calles, como lo atestigua el escritor testigo presencial de la Conferencia Javier Betegón, llegara a ser conocida en todo el mundo gracias a la labor de los numerosos periodistas que acudieron a la ciudad en aquellos meses.

Esa circunstancia, unida a su privilegiada posición geográfica, la cercanía de Marruecos, región cada vez con un mayor protagonismo en la esfera política internacional ambicionada por las potencias europeas, y de la pujante colonia inglesa de Gibraltar situada al otro lado de la Bahía, favorecieron la llegada de turistas de alto nivel económico y de acaudalados empresarios gibraltareños y británicos que acudían, también, debido a la existencia de uno de los mejores y más lujosos hoteles de España: el Hotel Reina Cristina, y de una línea de ferrocarril que unía Algeciras con las principales ciudades del continente a través de Bobadilla y Madrid.

Esta afluencia de viajeros y de turistas, sobre todo llegados del Reino Unido, permitió el desarrollo de la industria hotelera local y de instalaciones lúdicas, con novedosos proyectos, algunos de los cuales que no llegaron a hacerse realidad, como el Gran Casino o el Balneario del Saladillo. Frustrado éste por el inicio de la Gran Guerra, pero otros que se convirtieron en emblemáticos lugares de ocio como el Kursaal Club de Algeciras, cuya publicidad, aparecida en el semanario El Duende de la Comarca en su número 85 publicado el 28 de abril de 1921, decía: “Elegante y confortable local situado en el pintoresco Paseo de la Conferencia. Hermosas vistas a la Bahía. Orquesta sinfónica. Proyecciones diarias de cine y varietés. Bar de primer orden.” Esta instalación lúdico-recreativa estaba situada junto a la playa, por entonces casi privada, del Hotel Reina Cristina, de El Chorruelo, en la que los residentes del hotel disponían de sus propias casetas de madera para el baño.

El Kursaal abrió sus puertas en el escarpe situado a los pies del Hotel Reina Cristina en el año 1910. Se trataba de un edificio de madera de planta rectangular y tejado de chapas onduladas que penetraba en el mar, a modo de un lujoso palafito, sostenido por numerosos postes de madera. Presentaba amplios ventanales en sus cuatro frentes y disponía de una terraza mirando a la bahía sustentada por unas especies de tornapuntas de madera. Su promotor fue el señor Jorge Croisée d’Ancourt, el cual solicitó licencia al Ayuntamiento y unos terreros en la playa para construir lo que él llamaba “casino-balneario”.

El Consistorio le concedió la licencia que solicitaba a cambio del pago de una renta con la condición de que, a los ocho años de explotación, el edificio y todos sus enseres pasaran a su propiedad (lo que hoy puede parecer un contrato sorprendente y de escasa rentabilidad para el promotor). A partir de entonces el Ayuntamiento procedería a arrendarlo a la sociedad representada por el señor Croisée por un período de doce años por la cantidad de 1000 pesetas anuales los primeros seis años y 1500 los siguientes.

Manuel Pérez-Petinto refiere que, inaugurado el casino, los recreos que en él hallaban los numerosos turistas que se alojaban en el antiguo y lujoso Hotel Reina Cristina, favoreció en gran medida la llegada de nuevos turistas a Algeciras. Luis de Armiñán, en 1911, escribió sobre El Kursaal lo que sigue en su novela La calle Real y el callejón del Muro: “Algeciras comenzó a iluminarse y el jaulón del Kursaal, clavado sobre el agua, brillaba triunfador. Era un barracón de madera y cristal, con balcón corrido sobre el mar, en el que se jugaba y bailaba”.

Hasta junio del año 1912 la sociedad concesionaria pagó la renta estipulada, pero a partir de esa fecha, quizás porque el Ministerio de Gobernación prohibió en ese año los juegos de azar, dejó de hacerlo. El Ayuntamiento recuperó el edificio y, una vez en posesión del local, lo destinó a diversos usos. Durante la Dictadura del general Primo de Rivera el lujoso palafito se seguía utilizando como Club Náutico. Posteriormente se cubrieron todos sus paramentos exteriores con tablazones para dar mayor seguridad al edificio, como se puede comprobar en la fotografía del año 1930 que se adjunta.

En 1934 se trasladó al Kursaal el Instituto de Segunda Enseñanza, ubicado hasta entonces en el edificio de los González-Gaggero y Hotel Sevilla, entretanto se acometían las obras de construcción de un nuevo inmueble destinado a Instituto en las afueras de la ciudad, en los llamados altos del Calvario. En el plano que se adjunta se recoge la remodelación que hubo que hacer al Kursaal para adaptarlo a centro de enseñanza. Según la distribución expuesta en dicho plano, contaba con seis aulas, laboratorio de historia y naturales, laboratorio de física, sala de profesores, sala de señoritas, oficinas, secretaría, dirección y portería. Además, la terraza que daba a la bahía podía ser utilizada como improvisado patio de recreo o zona de descanso por el alumnado.

El Kursaal, continuó ejerciendo la función de centro educativo, a pesar de las deficiencias que presentaba y de la excesiva humedad del lugar provocada por la existencia del mar bajo su suelo de madera, hasta el 16 de octubre de 1942, cuando un incendio, al parecer provocado por una chispa desprendida de la locomotora de vapor del tren de vagonetas de la Cantera que transportaba piedras para las obras del muelle Pesquero, destruyó el palafito en menos de una hora. En los años cincuenta, sobre los pilotes de madera que quedaron emergentes en la arena de la playa después del incendio, se estableció un bar (hoy lo llamaríamos “chiringuito”) al que acudían los usuarios de la vecina playa de El Chorruelo durante el verano. Según algunos testigos de la época, al Kursaal acudió en numerosas ocasiones el general Primo de Rivera durante el tiempo que, como gobernador militar, estuvo destinado en la ciudad de Cádiz.

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