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El muelle pesquero del puerto de Algeciras (1933-1946)

Fragmentos de la Historia del Puerto de Algeciras (1906-1980)

El ingeniero auxiliar Francisco Eiriz Beato firmó el proyecto para construir una gran superficie de uso que arrancaba desde la prolongación de la Galera

Las obras se ejecutaron en tres tramos y fueron paralizados durante la Guerra Civil hasta el verano de 1940

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Barcas de pesca varadas en la playa y pescadores transportando las capturas a la antigua Pescadería a principios del siglo XX.

Algeciras/La actividad pesquera, una de las funciones tradicionales de los puertos de la zona en la Antigüedad, en la Edad Media y en la Alta Edad Moderna, había decaído en el renacido puerto de Algeciras en las primeras décadas del siglo XVIII por causas diversas, no siendo las menos importantes de ellas la toma de Gibraltar por las tropas anglo-holandesas en 1704 y la lenta formación de las poblaciones surgidas de la diáspora en tono a la Bahía. Sin embargo, a mediados de la centuria dieciocho, el puerto de Algeciras volvió a recuperar en parte la tradición pesquera que había tenido Gibraltar en el siglo XVII, según refiere el historiador gibraltareño Alonso Hernández del Portillo que vivió en las primeras décadas de ese siglo.

A lo largo del siglo XIX las barcas de pesca con base en el puerto algecireño fondeaban en el cauce bajo del río de la Miel, exponiendo las capturas para su venta en la playa cercana y, desde los años veinte de esa centuria, en la primera Pescadería situada al final de la Marina, desmontada y sustituida, en el año 1876, por la nueva edificada por la fundición Portilla White y Compañía.

En la primera década del siglo XX la actividad pesquera había vuelto a adquirir un cierto auge, que se detecta a través de la actas de la Junta de Obras del Puerto algecireño, aunque la inexistencia de obras de abrigo y defensa frente a los temporales y de un muelle con instalaciones adecuadas, representaba un grave inconveniente para el desarrollo de tan importante actividad. Todavía en los primeros lustros de ese siglo, las barcas pescadoras que faenaban durante la noche en aguas de la Bahía, recalaban al amanecer en la playa, delante de la citada Pescadería, para proceder a la venta de los peces capturados antes de volver a fondear en el río, como se puede apreciar en algunas fotografías conservadas de aquella época.

Barcos de pesca depositando las capturas en el lado norte del muelle de la Galera. Año 1930. (Fotografía de Antonio Passaporte. Archivo Loty).

A partir del establecimiento del Protectorado Español en Marruecos en 1912, la flota pesquera con base en Algeciras, constituida, hasta esa fecha, únicamente por barcas de vela y faluchos locales que faenaban en aguas próximas, se fue modernizando, dotándose de embarcaciones de vapor capaces de faenar en los caladeros marroquí y canario-sahariano. A las embarcaciones de pesca locales se unieron, a partir de 1920, numerosos barcos de arrastre llegados de puertos del norte. Está documentada, desde esa fecha, la Sociedad Pesquera Viguesa Hijos de J. Barreras, que con barcos propios dio un notable impulso a la actividad pesquera local.

Esta empresa ocupaba parte de la superficie del muelle de la Galera con depósitos de carbón y almacenes. No obstante, el desarrollo del sector pesquero estaba condicionado y lastrado por enormes carencias, como la inexistencia de un muelle dedicado en exclusiva a esta actividad, de una dársena lo suficientemente abrigada para dar resguardo y seguridad a los barcos y de un varadero donde poder repararlos.

Hasta el año 1934 los pescadores compartían con los comerciantes y los pasajeros el muelle de la Galera, suya superficie era insuficiente para atender al incremento de todos los tráficos que se concentraban en el puerto de Algeciras a partir de los años veinte.

Barcas de pesca y de obras resguardadas en la dársena de Villanueva antes de la construcción del muelle pesquero. Año 1930. (Archivo de la A.P.B.A.).

Una vez finalizada la construcción de la prolongación del muelle de la Galera en 1932, que había dado respuesta a las reiteradas peticiones de la Cámara de Comercio de poder contar con amplias superficies de muelle capaces de atender la creciente demanda del comercio local (sobre todo del corcho), la Junta de Obras del Puerto entendió que se había de acometer la construcción de un nuevo muelle donde pudieran atracar con facilidad y en exclusiva los barcos de pesca y establecerse los almacenes y otras instalaciones necesarias para las labores de preparación, clasificación y exportación de las capturas. En especial era necesario dotar a ese muelle de una lonja. Desde que se hubo trasladado la línea del ferrocarril, de la orilla sur del río, hasta el muelle de la Galera, entre 1925 y 1926, gran parte de la pesca capturada era clasificada y preparada en el citado muelle para, luego, ser exportada en vagones de tren refrigerados.

El 28 de diciembre de 1933 el Ingeniero Auxiliar, Francisco Eiriz Beato, firmó el Proyecto de Muelle Pesquero en el que se proponía construir un muelle en dirección noroeste que se iniciase donde arrancaba la prolongación del muelle de la Galera con el fin de habilitar una gran superficie de uso, una dársena de 2,95 Ha y una línea de atraque de unos 600 metros destinada solo a barcos de pesca. El redactor del proyecto justificaba la obra a realizar reconociendo que "hay un ambiente de lamentaciones que cristaliza en bochornosos espectáculos que a diario presenciamos, causados por las dificultades con que tropiezan los pescadores para depositar sus capturas en medio del tráfico general y bregar para la preparación del pescado".

Al día siguiente el proyecto se remitió a la Superioridad para su aprobación, aunque fue devuelto por el Director General de Puertos para que se realizaran algunas modificaciones. Por Orden Ministerial de 9 de abril de 1934 se aprobaba definitivamente el proyecto con un presupuesto total de 1.816.598, pesetas.

Con una flecha señalado el mulle pesquero en construcción. Año 1935 (Archivo de la A.P.B.A.).

Se acordó llevar a cabo la obra en tres trozos. El día 30 del citado mes se presentó a la Junta el proyecto del Primer Trozo del Muelle Pesquero que consistía en la construcción del arranque del mismo y de un muro de atraque de 50 metros de anchura y una longitud de 51 metros, lográndose un calado de 3 metros. Dado que urgía el inicio de las obras para poder dar trabajo a los obreros que estaban quedando en paro por la finalización de otros proyectos, el Ingeniero Director viajó a Madrid donde consiguió 600.000 pesetas como aportación extraordinaria del Estado para la ejecución del tramo primero del muelle.

A diferencia de ocasiones anteriores en las que la tramitación se paralizaba durante meses, a veces, años, por Orden Ministerial de 7 de mayo de 1934 fue aprobado el proyecto del primer trozo del muelle pesquero con un presupuesto de 598.841 pesetas. Otra Orden del Ministerio de 25 de junio ordenaba que se celebrara la subasta el 11 del mes siguiente. Efectuada la misma, fueron adjudicadas a Pavimentos Asfálticos S. A. A principios de octubre la Junta alquiló a esta empresa los medios auxiliares que eran de su propiedad necesarios para la realización de los trabajos.

El 25 de junio de 1934 el Ingeniero Director presentó a la aprobación de la Junta el Proyecto de los Trozos 2º y 3º del Muelle Pesquero, que consistía en la prolongación del muelle hasta rematar la longitud prevista en el proyecto general. Por Orden Ministerial de 1º de septiembre de 1934 fueron aprobadas las prescripciones técnicas del citado proyecto. Como la subasta de las obras se retrasaba, en la sesión de la Junta celebrada el 29 de marzo de 1935 se acordó que viajara a Madrid una Comisión, encabezada por el Ingeniero Director, con el fin de "gestionar la rápida resolución del expediente de subasta del muelle pesquero, viaje que se consideraba imprescindible para que no se demore la continuación de las obras del citado muelle al terminarse las del 1º trozo".

Por fin, las obras salieron a subasta el 3 de agosto con un plazo de ejecución de tres años y unas consignaciones que ascendían a 500.000 pesetas para el año 1935, 700.000 para los años 1936 y 1937, y 293.981 pesetas para el año 1938. El 24 de septiembre le fue comunicada a la Junta que se habían adjudicado definitivamente las obras a la empresa de don Mariano Aznares Tován.

Señalado con una flecha el muelle pesquero y la lonja en el año 1964 (Archivo de la A.P.B.A.).

Los trabajos dieron comienzo el 10 de diciembre de 1935. A partir de esta fecha son escasas las noticias que se tienen de las obras del muelle Pesquero. En las actas de la Junta de los meses siguientes aparecen los gastos generados que ascendieron entre marzo y octubre de 1936, a 351.629 pesetas. Sin embargo, las subvenciones del Estado para las citadas obras habían dejado de llegar a partir del levantamiento militar del 18 de julio. La documentación conservada en la Autoridad Portuaria nos permite asegurar que durante los años de la Guerra Civil los trabajos continuaron varios meses más, aunque con algunas dificultades propias de la grave situación por la que pasaba la Nación.

El 14 de diciembre de 1936, el contratista de las obras del muelle Pesquero solicitó un anticipo de 39.000 pesetas para poder abonar los salarios de los 200 obreros que trabajaban en ellas y la adquisición de materiales, aunque no se pudo impedir que quedaran paralizadas a partir del mes de abril de 1937.

El contratista se hallaba en territorio dependiente de la República y su representante en Algeciras no podía atender las obras del muelle por falta de materiales, de dirección técnica y de recursos económicos. A pesar de los enormes obstáculos de todo tipo con que se encontraba la Junta y el contratista, las obras se reiniciaron en el mes de octubre de 1937, pues está documentado el abono de una certificación por valor de 41.682 pesetas por la Junta en el mes siguiente, aunque fueron de nuevo abandonadas a principios de enero de 1938 por falta de financiación y de materiales.

Finalizada la Guerra Civil, la situación comenzó a normalizarse. El contratista se presentó en el puerto para hacerse cargo de las obras del muelle Pesquero. En el mes de agosto de 1940 los trabajos se habían retomado, continuando, aunque con frecuentes paralizaciones y prórrogas de ejecución, debido a la penuria económica que sufría el Estado, hasta que se aprobó la recepción definitiva el 22 de julio de 1946.

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