"Me han matado y no he hecho nada, dijo mi sobrino en su última agonía"

MUERTE DE UN INOCENTE EN EL SALADILLO

Pedro recuerda el 6 de octubre pasado, cuando un motorista disparó a quemarropa a su sobrino José mientras jugaba a la pelota con su hija de tres años

"A mi hermano, el padre de José, le dio un infarto poco después y también murió, con 53 años. Fueron dos muertes en una", explica este familiar

La Policía Nacional detiene a un sicario de El Tayena que mató a un inocente en El Saladillo, en Algeciras

Un joven de 26 años, asesinado a tiros en El Saladillo, Algeciras

Pedro, el tío del joven muerto de un tiroteo en El Saladillo, recuerda los hechos.
Pedro, el tío del joven muerto de un tiroteo en El Saladillo, recuerda los hechos. / Jorge Del Águila

Desde que un pistolero mató a sangre fría a José en la calle Antonio Machado de la barriada de El Saladillo, en Algeciras, su madre, Yoli, ya no sale a la acera a tomar el fresco a última hora de la tarde. Se ha mudado a otro lugar. Otros familiares del muerto, gitanos y apodados Los Bichos, también han perdido la costumbre de contemplar, al aire libre, cómo la noche le gana terreno al día.

Nombres de poetas

Las calles de El Saladillo tienen nombres de poetas: Antonio Machado, José Espronceda, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca... La popular barriada, sin embargo, desprende poca poesía. Los Bichos han sembrado algunos árboles en los solares abandonados. Un poni, como un vago espejismo de Platero, pasta debajo. También hay una maceta con pimiento ñora. Justo enfrente de ese tiesto, asesinaron a José el pasado 6 de octubre.

Un poni pasta en uno de los solares abandonados de la calle Antonio Machado, en El Saladillo.
Un poni pasta en uno de los solares abandonados de la calle Antonio Machado, en El Saladillo. / Jorge del Águila

Según relata su tío Pedro, alrededor de las diez y media de la noche, José jugaba a la pelota con su hija de tres años. A unos metros, el resto de la familia charlaba, como era frecuente, junto al portal de Yoli. Un motorista dobló la esquina, se detuvo junto a José y, sin quitarse el casco, le disparó en cuatro ocasiones a quemarropa. Una de las balas alcanzó a la víctima. La moto huyó como una exhalación.

José cruzó la calle, hacia el portal de su madre, mientras se desangraba. Al verle, los familiares tomaron conciencia de lo que había sucedido. Por un momento, habían creído que el ruido de los disparos eran petardos lanzados por los niños de la barriada. Sin embargo, el cuerpo ensangrentado del joven no dejaba lugar a dudas. José se desplomó ante su gente. "Me han matado y no he hecho nada", dijo en el suelo. Tenía 26 años.

Dos muertes en una

"Un hombre que va a morir siempre dice la verdad", asevera su tío Pedro. "La bala le atravesó de abajo a arriba y le salió por el pulmón", recuerda. Entre varios, subieron a José en un coche y lo llevaron al hospital Punta Europa. Nada pudieron hacer. Cuando llegó al centro sanitario, ya estaba muerto. "Era un niño buenísimo. Jamás en la vida le pusieron ni una multa. Guapísimo, además, hijo de gitano y paya", añade Pedro.

Su hija de tres años, testigo en primera línea del tiroteo, va a visitar su tumba al cementerio siete meses después de la tragedia. "Lo recuerda todo. Sabe latín. Su hermano, no porque todavía es demasiado pequeño", relata este familiar. "A mi hermano, el padre de José, le dio un infarto poco después y también murió, con 53 años. Fueron dos muertes en una", explica en el lugar donde se produjeron los hechos.

El lugar donde José se desplomó tras recibir la bala de un sicario, en la calle Antonio Machado.
El lugar donde José se desplomó tras recibir la bala de un sicario, en la calle Antonio Machado. / Jorge del Águila

La víctima equivocada

Este martes, la Policía Nacional anunciaba la detención e ingreso en prisión de un joven ceutí de 19 años considerado como el autor del asesinato. El arrestado es un conocido pistolero implicado en numerosos incidentes con arma de fuego, miembro de una organización criminal liderada por un narcotraficante, también de Ceuta, apodado como El Tayena, quien a su vez murió el pasado mes de abril tras recibir un balazo en el abdomen cuando salía de su vivienda de Los Cortijillos, en Los Barrios.

El sicario enviado a El Saladillo por El Tayena el pasado octubre se confundió y acabó con la vida de José, completamente ajeno a actividades ilegales. Al parecer, la víctima y el verdadero objetivo usaban el mismo modelo de coche, de ahí el error.

José trabajaba en el Puerto de Algeciras. "Su suegro es uno de los que más mandan en los muelles", ilustra el tío del fallecido. Dris Mohamed, candidato a la Alcaldía algecireña en las pasadas municipales por el Partido Islamista y representante de la Asociación Socio-Cultural El Saladillo, también recuerda a la víctima: "Nunca he visto una pelea de José. Siempre ha sido un niño de su casa y sus amigos".

Dris Mohamed y Pedro, en un bar de El Saladillo, en Algeciras.
Dris Mohamed y Pedro, en un bar de El Saladillo, en Algeciras. / Jorge del Águila

Romancero gitano

"El asesino de mi sobrino era un pistolero reconocido que ha matado a más gente. A la Policía todo le da igual. En cambio, cogen a alguien fumando un porro y lo meten pa’dentro", prosigue Pedro. "En Algeciras nunca han pasado tantas cosas como están sucediendo ahora y eso que yo llevo en El Saladillo desde que el alcalde Paco Esteban construyó aquí los primeros pisos para los gitanos", recuerda.

"A los gitanos siempre nos echan la culpa de todo, pero en todos lados venden pan y todos no somos iguales", asegura Pedro. "El pan de El Saladillo está hecho con masa madre", concluye con ironía Dris Mohamed quien apunta que, en los últimos tiempos, se han instalado en la barriada jóvenes ceutíes muy conflictivos.

A los bloques de Antonio Machado les faltan las puertas de entrada. Alguien las ha arrancado. Todos los edificios tienen una práctica salida hacia la calle trasera. Para sus habitantes, los recuerdos de la infancia quedan muy alejados de un patio de Sevilla o de un huerto claro donde madura el limonero. La poesía aquí es otra cosa. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados.

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