Reabre como museo la capilla del Cristo de la Alameda para descubrir la Bahía de Algeciras en el siglo XVIII
El antiguo oratorio exhibe desde hoy al público la gran colección Viñas de Roa, memoria gráfica y cartográfica del litoral campogibraltareño
Galería con algunas de las obras de la impresionante colección de Viñas de Roa
Algeciras/Tres siglos antes de que el asfalto volara sobre las aguas de la Bahía por el Puente de Almanzor para derramarse entre grúas, transtainers y contenedores, Algeciras llegaba a su río por la calle Alameda. Y, desde allí, al mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar!, con Alberti.
La ciudad renacía del olvido, en el siglo XVIII, como tierra de acogida para algunos exiliados del Gibraltar conquistado por los enemigos de Felipe V en 1704 y otras gentes de las sierras malagueñas. Llegaron atraídos por las oportunidades que ofrecía la comarca del Estrecho: comercio al amparo de las guerras con Inglaterra, rutas mercantes hacia África y el imperio de ultramar y toda la actividad económica, ajustada a las leyes o ilícita, que ofrecía la nueva tierra de frontera en que volvía a convertirse el sur de Andalucía.
La población renacía de sus cenizas, otra vez, abundando en el mito clásico que recoge, en latín, el lema que orla su escudo desde su reciente rehabilitación por el cronista oficial de la ciudad, don Luis Alberto del Castillo: Ciudad fundada, desde el olvido dos veces restaurada.
La urbe arrasada en el medievo, como siglos atrás ocurriera con la ciudad romana, era una típica ciudad de limes, como todo el territorio del Estrecho. De ello daban testimonio las ruinas sobre la que se levantó la nueva población, los vestigios de Iulia Traducta que aparecían a poco que los arados arañasen sus fértiles tierras, y las viejas almenaras de vigía que advertían de la llegada de piratas berberiscos.
El espíritu indómito y arrojado de sus habitantes estaba representado, muy especialmente, por la gente del mar. Los terratenientes se encargaron enseguida de marcar con su impronta conservadora a la nueva sociedad mediante el control de la tierra, la principal fuente de riqueza del Antiguo Régimen. Así se perpetuaban las formas de vida y la organización estamental de siempre. Pero los aires de aventuras y desventuras eran cosa de marineros.
Pescadores, comerciantes, "camalos de la colla" (encargados de cargar y descargar los barcos) y corsarios conformaron la población de la parte baja de la ciudad, entre el río de la Miel y las playas doradas que se asomaban a la piedra de la Galera y a la isla Verde. Allí, donde el río de la Miel se remansaba antes de fundirse en la bahía, junto al puente que conducía a la Villa Vieja, se levantó la capilla del Santo Cristo de la Alameda, en 1776. Popularmente denominada de la Alameda, se ejecutó en estilo barroco tardío, con una única y corta nave que enlaza con un crucero muy desarrollado.
Algeciras renacía del olvido, en el siglo XVIII, como tierra de acogida para exiliados y aventureros
Dio acogida pronto al muy milagroso Santo Cristo de la Piedad, a decir de la gente sencilla que pasaba a diario ante su puerta, entre el Hospital de la Caridad y la ribera portuaria. Resultó muy venerado entre la gente de la mar, que le dedicaban sus humildes exvotos para procurarse el apoyo divino a la hora de embarcar o para sanar sus males. Estuvo flanqueado por las imágenes de la Virgen de los Dolores y de San Juan Evangelista, hasta su clausura, en 1793, por la autoridad eclesiástica, por haber quedado en un estado deplorable, sin que volviese a restablecerse el culto. Quedó, en los años siguientes, para almacén, despacho de vinos y taller de automóviles.
La capilla fue intensamente restaurada para abrir al público, durante unos años, como sala de exposición de arte sacro en 1999.
El espíritu indómito de sus habitantes estaba representado, muy especialmente, por la gente del mar
Este 2 de enero de 2025, la capilla ha abierto de nuevo sus puertas para presentar la colección Antonio Viñas de Roa de fondos cartográficos y gráficos, cedida por la familia para el disfrute ciudadano. Consta, principalmente, de una notable selección de grabados centrados en la Bahía de Algeciras y el peñón de Gibraltar, popularizados en Europa por los asedios del siglo XVIII.
La reapertura ocurre un año después de lo previsto, en buena medida, a causa de los problemas de humedades que siempre han aquejado al edificio y que no han sido resueltos de manera definitiva. Como informó con precisión en el verano de 2023 la delegada de Urbanismo y de Fondos Europeos del Ayuntamiento de Algeciras, Yéssica Rodríguez, “esta musealización ha conllevado un primer paso para la puesta a punto de la capilla, que tenía importantes problemas de filtraciones de agua debido a que el terreno de su periferia se encuentra a una cota superior”.
La exposición muestra, sobre la base de diversas piezas de esta preciosa colección y de una maqueta tiflológica, el atractivo entorno geoestratégico de la Bahía de Algeciras en ese siglo XVIII, algunos de sus acontecimientos bélicos, la evolución de sus fortificaciones y la visión imaginada de Gibraltar por artistas gráficos del siglo XIX.
Donde el río de la Miel se remansaba antes de fundirse en la Bahía, se levantó la Capilla del Santo Cristo de la Alameda
De la colección al Museo
Esta interesante iniciativa se originó con el acuerdo de cesión signado entre los herederos de la colección Antonio Viñas de Roa y el Museo Municipal de Algeciras, del Ayuntamiento de la ciudad, para el depósito de los fondos, su consevación y exposición pública. La Junta de Andalucía participó del proyecto a través del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, que se encargó en 2019 de la catalogación y digitalización de las 342 imágenes.
Se trata, principalmente, de grabados de vistas (209 elementos), mapas y planos (76), así como cartas náuticas (44), junto a algunos dibujos y acuarelas, atesorados por el humanista contemporáneo Antonio Viñas de Roa (Madrid, 1969-Algeciras, 2018). Licenciado en Historia del Arte y en Derecho, ejercía su labor profesional como especialista en urbanismo en Algeciras, donde desarrolló su pasión renacentista por el coleccionismo, que ahora se pone a disposición de sus paisanos.
Antonio Viñas de Roa desarrolló su pasión renacentista por el coleccionismo, ahora puesto a disposición de sus paisanos
La idea de Pilar Pintor y Rosabel O’Neill de abrir la colección al público en la capilla de la Alameda comenzó a materializarse cuando se convocó el concurso para la musealización del edificio, resultando ganadora la empresa Blanck Exhibitions, en agosto de 2023. El jurado optó por el proyecto que llevaba por lema Imágenes del Estrecho, señalando que “se trata de una propuesta muy completa respecto a la interacción y accesibilidad del contenido expuesto, superando los requisitos que se exigían en las bases técnicas del concurso”.
La propuesta de Blanck Exhibitions se basó en el proyecto elaborado por los consejeros de número de la Sección I del Instituto de Estudios Campogibraltareños, Pedro Gurriarán y Ángel Sáez. Con la imprescindible colaboración técnica de Salvador García Villalobos, idearon el discurso museográfico, tomando como base los fondos gráficos de la colección Antonio Viñas de Roa; realizaron la selección de imágenes, propusieron el contenido de las cartelas, la redacción de los textos de los paneles informativos, el diseño y composición del folleto explicativo que se producirá próximamente, la distribución de contenidos y su conexión con la maqueta que complementa la exposición. Finalmente, realizaron el guion del audiovisual que se proyecta en la sala 5 y crearon los contenidos y la propuesta didáctica de los dos interactivos que se ofrecen ese último espacio de visita.
Todo ello se organiza en cinco salas, sirviendo la primera como recepción y brindando la necesaria introducción a los restantes contenidos. Las salas 2, 3 y 4 reúnen una muestra de los fondos de la colección, en forma de reproducciones a escala real y en alta calidad, junto a sus pertinentes explicaciones. El acceso de investigadores a los originales, para su consulta y estudio, podrá hacerse en las instalaciones del Museo, en el antiguo Hospital de la Caridad. La accesibilidad a este magnífico repositorio gráfico tiene aún un interesante camino que recorrer. Sus fondos digitalizados habrán de ser fácilmente accesibles desde uno de los interactivos de la propia capilla y, presumiblemente, tendrán un cómodo y fácil acceso vía internet en un futuro próximo.
Esta musealización ha conllevado un primer paso para la puesta a punto de la Capilla de Europa, afectada históricamente por filtraciones de agua
La confección del diseño museográfico y la propuesta de adecuación expositiva al antiguo oratorio ha correspondido a los departamentos técnicos de la empresa adjudicataria, al igual que la producción del software interactivo y audiovisual.
El encargo estaba dotado con 96.800 euros, financiados al 80% por Fondos Feder de la Unión Europea, en el marco de la Estrategia DUSI Barrio de la Caridad-Puerta de Europa. La cifra, insuficiente de todo punto para desarrollar un proyecto de esta envergadura, no fue óbice para que los implicados abordasen tan ilusionante proyecto. Tanto es así que buena parte de los implicados no han recibido remuneración alguna, hasta el momento, por su trabajo. Por los mismos motivos, quedarían para una nueva fase de inversión la renovación periódica de contenidos gráficos, del audiovisual y de los interactivos.
Blanck Exhibitions ha sacado partido de los recursos materiales disponibles, como se aprecia en el acierto del diseño de materiales y tonos, que evocan las materias primas y la paleta de color de la época. Trabajando con acierto la identidad gráfica y de marca del proyecto, que transmite una imagen de sencilla elegancia, han logrado imprimir un carácter sobrio, basado en colores naturales, maderas y bronces, que, con la misma línea cromática aplicada en todos los recursos utilizados, potencian la sensación monolítica, atemporal y de permanencia del edificio.
La organización de las salas
Sala 1. La colección Antonio Viñas de Roa en una capilla del siglo XVIII
Entre la pasión por las artes y por su ciudad de adopción, Antonio Viñas de Roa reunió una espléndida colección de representaciones del Estrecho de Gibraltar que ha sido organizada por el IECA. Consta de más de 300 registros gráficos y cartográficos que componen una valiosa muestra de documentos en torno a la Bahía de Algeciras desde el siglo XVI al XX.
Estas imágenes cuentan que Gibraltar era la única ciudad española de la Bahía de Algeciras en 1704, fue capturada por los ingleses y algunos de sus habitantes se refugiaron en las ruinas medievales de Algeciras. Ésta se convirtió en una típica ciudad de frontera, atenta a la llegada de piratas berberiscos y otros enemigos, lo que se vigilaba desde sus torres almenaras de la costa.
La parte baja de la ciudad acogió a pescadores, comerciantes y corsarios. Allí, junto al puente que conducía a la Villa Vieja, se levantó, en 1776, la capilla del Santo Cristo de la Alameda. Dio acogida al muy milagroso Cristo de la Piedad, a decir de la gente sencilla que pasaba a diario ante su puerta, entre el Hospital de la Caridad y la ribera portuaria, quienes le dedicaban sus humildes exvotos para contar con el apoyo divino a la hora de embarcarse.
Sala 2. El escenario bélico
En una maqueta tiflológica obra de Óscar Saez se representa la Bahía de Algeciras con las ciudades existentes a mitad del siglo XVIII, el sistema de torres almenaras para la prevención de la piratería berberisca y el sistema fortificado de Verboon en las costas y en el istmo de Gibraltar. La maqueta se ha adaptado para poder ser usada por público invidente, por lo que los materiales y acabados son los propios para dar un uso intensivo en este tipo de trabajos y que sea resistente para dar garantía de durabilidad.
El control de la bahía suponía dominar el Estrecho de Gibraltar, por lo que los ejércitos españoles trataron, sin éxito, de recuperar el Peñón con tres asedios desarrollados durante el siglo XVIII. Se desarrollaron combates terrestres y navales, intensos bombardeos, asaltos por el istmo y prolongados bloqueos por tierra y por mar. En los años del Gran Asedio de 1779-1783, gozó la capilla de importantes beneficios por las aportaciones de los jefes de la Armada y los tripulantes de las embarcaciones implicadas en el mismo. Fue uno de sus protagonistas el famoso teniente general de la Real Armada Española Antonio Barceló. Un mito de la lucha contra los piratas berberiscos, hizo frente a fragatas y navíos de la Royal Navy con sus ligeras lanchas cañoneras armadas de un solo cañón de a 24 e impulsadas a remo y por una vela latina.
Sala 3. El escenario fortificado
Plantea la visión del espacio geográfico fortificado por distintos estados durante siglos, enclave esencial para el control del paso entre dos continentes y dos mares: fortalezas medievales, torres almenaras, fuertes del siglo XVIII y fortines de hormigón o búnqueres de la Segunda Guerra Mundial.
Sala 4. Visiones imaginadas del Peñón
Esta sala muestra la visión idealizada del Peñón provocada por la fama internacional que adquirió este lugar por ser el escenario de la lucha por el control de Gibraltar, con participación de las principales potencias: España, Reino Unido y Francia.
La gente quería tener imágenes de este famoso lugar y compraba todo lo que se vendía bajo el título de Gibraltar, siendo, en ocasiones, interpretaciones erróneas de su verdadero aspecto y topografía.
La exposición muestra el atractivo entorno geoestratégico de la bahía de Algeciras en el siglo XVIII, con sus acontecimientos bélicos y la visión imaginada de Gibraltar
Una visita interesante
El resultado de todo este trabajo resulta muy interesante. Se cumplen las expectativas del alcalde de la ciudad, José Ignacio Landaluce, quien expresaba, hace año y medio, su voluntad de crear “espacios que sirvan para acercar y dar a conocer a la ciudadanía el legado cultural tan importante del que disponemos”. Nos queda mucho por hacer en una ciudad tan maltratada por la historia y por sus gobernantes, pero algunos pequeños pasos se van dando. El último, esta musealización del oratorio del Cristo de la Alameda. A ver si le toca pronto a la Torre del Fraile, la de Punta Carnero, antes de que la derribe cualquier temporal.
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