Ningunear la Plaza Alta

Libro de reglas

La Plaza Alta, en vísperas de la Semana Santa.
La Plaza Alta, en vísperas de la Semana Santa.

Algeciras/Uno de los hitos más importantes en la Semana Santa de Algeciras de la última década, probablemente de más de una, es la implantación, constatación y enaltecimiento de la carrera oficial. Una evolución, de la mano de Manuel Delgado (a quién felicito por su reciente galardón, merecidísimo, de la Medalla de la Provincia), que ha permitido posicionar a la ciudad y sus hermandades en un escalón mucho más acorde con su trayectoria, población y antigüedad.

Un progreso que nos ha llevado desde las cuatro vallas de obra en la calle del Consistorio, con una tela parda para ocultarlas; hasta una nutrida, amplia, espléndida y reconocible carrera oficial, con tribunas para personalidades y palcos de abono en los que disfrutar del discurrir de las hermandades durante toda la semana de una manera cómoda, cercana y accesible (especialmente para familias, personas mayores, con dificultades de movilidad, etc.). Un gran paso adelante que dota de mayor respeto nuestro concepto de Semana Mayor.

Precisamente, fruto de esa dotación de respeto nace la imperiosa necesidad de infundir respeto, valga la redundancia, a las formas, al modo y especialmente, a los horarios. No se pueden permitir una serie de excesos o falta de rigor en la carrera oficial; detalles así marcan la diferencia y hacen preservar que aún queda mucho camino por recorrer.

Estos primeros años, cada vez con mayor corrección, hemos asistido a auténticos desastres. Ver a dos hermandades desfilar por la carrera oficial con más de una hora de distancia entre el palio de una y la cruz de guía de otra; cuando debían pasar ensambladas. Hemos visto cómo en días en los que sólo procesiona una cofradía, situada a menos de 100 metros en línea recta de la Plaza Alta, hacía su entrada en carrera oficial más allá de las once de la noche o más tarde aún.

Si este es el modelo, no estamos preparados para crecer, ni mucho menos. Los horarios e itinerarios deben orientarse a todos los públicos. Es inconcebible que una hermandad, sin motivo, se ponga en la calle cerca de las diez de la noche o que atraviese la carrera oficial a la medianoche.

¿Es atractivo eso para incentivar nuevos nazarenos y a la juventud? Nos falta algo de revisionismo en horarios e itinerarios para dar ese mismo respeto al público que los cofrades buscamos para las propias hermandades. Demos importancia a las cosas, los cofrades, para que nos respeten y se la den fuera. ¿Y lo bonito que es ver salir una hermandad con los rayos del sol? Ya vendrá la noche.

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