Plazas de Algeciras (III)
OBSERVATORIO DE LA TROCHA | NUESTROS ESPACIOS URBANOS
Durante las obras de la plaza Sur de Europa se descubrieron muros que podrían haber pertenecido a las murallas medievales. En el XVIII, en esta zona se levantó la batería llamada de San Antonio
Plazas de Algeciras (II)
Vocal de Patrimonio en la asociación cultural La Trocha y miembro de la 2ª Sección del IECG./La plaza Sur de Europa se encuentra al final de la calle coronel Ceballos y en ella afluyen también las calles comandante Gómez Ortega, conocida popularmente como “Munición”, y Baluarte. Se construyó en 1995, siendo alcalde Patricio González, sobre un aparcamiento subterráneo junto a la calle Trafalgar, con la que también se comunica; la cual se abrió al demolerse el antiguo convento de la Merced, que en su parte posterior llegó a ser cuartel de escopeteros. Al trazarse esta calle, se demolieron otras varias casas quedando un solar abandonado entre las calles Baluarte, coronel Ceballos y comandante Gómez Ortega en cuyas proximidades, en 1970, se construyó una pequeña plazuela con bancos de ladrillo, azulejos vidriados y una serie de arcos de medio punto de ladrillo visto tras los edificios de la avenida de la Virgen del Carmen, de los cuales aún se mantienen algunos entre la discoteca Kube y el edificio de la ONCE.
Más de dos décadas después se construyó el citado aparcamiento y la plaza, que incorpora a su superficie el mencionado solar. Cuando se realizaron todas estas obras, se descubrieron antiguos muros, que bien podrían haber pertenecido a las murallas medievales. En el siglo XVIII, en esta zona se levantó la batería denominada de San Antonio, con los muros de su parapeto orientados al este en forma de semicírculo. Este nombre sirvió para denominar la calle que parte de la de Alfonso XI, cerca de la del coronel Ceballos, en la placita de la Merced y se dirige al barrio de San Isidro. Antes de instalarse la mencionada discoteca, a principios del siglo XXI, se abrieron dos salas de cine denominadas “Baluarte” que estuvieron en funcionamiento unos dos años.
La pequeña plaza de San Bernardo, de forma rectangular y limitada por las calles Muñoz Cobos y Santísimo, se construyó en el año 2004 siendo alcalde Palacios Escobar tras demolerse un edificio decimonónico que se levantaba adosado al ábside de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma en el que vivió el dentista Ventura Morón, en la calle Muñoz Cobos.
En los bajos de ese edificio con planta angular se ubicaban las sedes de dos populares asociaciones deportivas: El Mero, dedicada a la pesca, en la calle Muñoz Cobos, y la Oropéndola, de cazadores, en la calle Santísimo. En las obras se hallaron restos de muros medievales, los cuales se conservan en la esquina esta plaza con la calle Santísimo protegidos por una aparatosa estructura de vidrio y metal que afea considerablemente la plazuela. También apareció en el subsuelo de esta esquina un fuste de una columna que está abandonado en el antiguo museo municipal sin todavía haberse trasladado al actual. Se especuló con la posibilidad de que estos restos de muros fueran de unos baños medievales que tendrían continuación en la esquina opuesta en diagonal a la entrada de la calle Rocha, parte de cuyos restos se trasladaron al parque María Cristina.
En el diseño original de la plaza se construyó una cascada adosada a la pared del edificio parroquial cuya agua caía dentro de una especie de aljibe perimetral con respecto del ábside de la iglesia. Se tuvo que suprimir debido a la gran humedad que generaba y que dañaba al templo y a la casa parroquial. Se encuentra en un nivel superior al de la calle Muñoz Cobos y en su lado derecho se levanta un monolito en homenaje a la libertad de expresión. Hoy en día se encuentra ocupada en toda su superficie por la terraza de una cafetería próxima.
La pequeñísima plazuela de la Merced está situada en la esquina entre las calles San Antonio y Alfonso XI, frente a la calle coronel Ceballos. Se construyó en la década de los noventa al derribarse unas casas decimonónicas de estilo tardo barroco andaluz; el edificio que miraba hacia la calle Alfonso XI lucía unos miradores con unas espléndidas rejerías y cuyos voladizos se apoyaban en unas repisas en forma tronco-piramidal escalonada invertida. Estas rejas fueron incorporadas a los miradores del nuevo edificio que se construyó en el lugar del antiguo.
El nombre de esta plaza se debe a que enfrente se hallaba la iglesia y el convento de los frailes mercedarios, erigidos en el primer cuarto del siglo XVIII gracias al Capitán Ontañón, y que tras su desamortización en el primer tercio del siglo XIX se convirtió en cárcel, instituto de Enseñanza Media y cuartel de escopeteros y hasta sede provisional de las Casas Consistoriales. La iglesia fue demolida en los años cincuenta y unos veinte años después, el convento para dar paso a la actual calle Trafalgar.
La plaza Virgen de las Lágrimas se edificó a principios del siglo XXI, siendo alcalde Palacios Escobar, sobre un aparcamiento, tras derribarse la antigua escalinata que comunicaba la plaza Alta con la avenida Virgen del Carmen. Posee un magnífico mirador desde el que se divisa unas espléndidas vistas panorámicas del puerto y de la Bahía. Consta de tres niveles, en el inferior se instaló una fuente con tres platos, que al poco tiempo sufrió los efectos de actos vandálicos, quedando únicamente el pedestal que los sostenía. No se restauró -de todos es conocida la aversión a las fuentes que hay en esta ciudad- y se convirtió en un parterre con plantas. Por decisión judicial, el aparcamiento está clausurado y la plaza deberá ser demolida, con lo que Algeciras perderá un agradable lugar de esparcimiento. Es curioso el hecho de que nadie hable de ella. ¿Por qué?
Si abandonamos el histórico recinto medieval, en primer lugar es preciso comentar la Plaza de Andalucía, construida en el solar que hasta 1975 ocupó la plaza de toros de la Perseverancia, edificada en 1866. Este edificio culminaba la alameda de El Calvario, situada extramuros y al norte del casco antiguo dando lugar al primer ensanche de la ciudad. Siendo alcalde Lledó López, desafortunadamente se demuele siguiendo la pauta del total desprecio a la historia de nuestra ciudad con el fin de edificar un gran edificio que, por los motivos que fueran, no se hizo realidad quedando un solar abandonado. Siendo alcalde Esteban Bautista, se comenzó a construir una edificación semicurva subterránea que no llegó a terminarse.
Habría que esperar al año 1986 para que se inaugurara el centro comercial Plaza de Andalucía, siendo alcalde Delgado Lobato. Aquel desaparecido lugar de ocio y de comercios contaba con dos plantas por las que discurrían sendas galerías comerciales. Todo el complejo estaba cubierto con una techumbre de pirámides de vidrio y hierro. Además, se abría una explanada con un escenario cubierto con el mismo tipo de techo, el cual se utilizaba para espectáculos musicales. Jardines y una pequeña fuente completaban toda la edificación. Este complejo lúdico-comercial se inspiró en el de la Vaguada, de Madrid, pero a una menor escala.
Con el fin de llevar a cabo esta construcción se eliminó la mitad de la cortísima avenida Virgen de Europa, que debería haberse prolongado hacia la zona por la que discurre la avenida Ramón Puyol. Un estrecho callejón que bordea el colegio General Castaños la sustituyó. De tal manera que la plaza de Andalucía quedó limitada por la calle Juan XXIII, avenida Blas Infante y la antigua carretera a Málaga.
Este complejo comercial y de ocio comenzó su decadencia a finales de los años noventa y fue derribado a principios del presente siglo, siendo alcalde Herrera Hormigo. En su lugar se levantó un edificio de tres plantas en forma de L con un espacio rectangular abierto y cubierto por un techo de acero. En este espacio se instaló una especie de estanque con una lámina de agua que luego se desecó.
Otra plaza al norte del centro histórico es la plaza Menéndez Tolosa, hoy día denominada De la Mujer. Como curiosidad hay que indicar que no surgió como tal plaza, sino como una avenida paralela a la de las Fuerzas Armadas. Se proyectó su trazado hasta la actual calle Salvador Allende, pues continuarla más hasta el norte hubiera supuesto haber realizado un gran desmonte en ladera entre esta calle y la de Rafael Argelés. Poseía dos vías en ambos sentidos con una fina mediana en medio.
Pero, por desgracia, aquel proyecto original se frustró y a partir del cruce con la calle Juan XXIII se redujo su anchura a la mitad para convertirse en la calle Gregorio Marañón. El tan necesario ensanche no se quiso llevar a cabo por la mentalidad tan aldeana de esta ciudad que no piensa como tal ciudad, sino como un pueblo.
Será a comienzos del presente siglo cuando surge como tal plaza, siendo alcalde Patricio González. Como resultado de la remodelación nace una plaza rectangular con un pequeño apéndice en un nivel más alto junto a la calle Inmaculada. Está provista de algunas marquesinas, unos bancos adosados al muro que se halla delante del centro de salud y contaba, al principio, con un estanque alargado terminado en otro cuadrangular con un surtidor de agua.
El proyecto original era más ambicioso pero no se llevó a cabo. Pasado cierto tiempo se anuló y todo se convirtió en un parterre donde se plantaron algunas especies vegetales. Sería un buen tema para elaborar una tesis sociológica sobre la aversión y la fobia de nuestra ciudad hacia las fuentes. Esta plaza está limitada por su lado sur por la avenida de Blas Infante y en ella desembocan las calles Gregorio Marañón y Juan XXIII. En esta plaza se encuentra el centro de salud de la zona centro.
Unas de las últimas plazas en construirse han sido la del Marqués de Verboom y la llamada “Plaza Mayor”, en el lugar donde antaño se encontraban los cuarteles de Infantería y de Artillería. Cuando en 1996 se demuele el citado cuartel de Infantería, se hallaron bajo sus cimientos los restos de la muralla y del puente mudéjar medievales de nuestra ciudad, además del cementerio musulmán que se extendía extramuros de la población.
Unos años después se derribará el cuartel de Artillería, situado en el dieciochesco fuerte de Santiago, cuyos restos aún se conservaban. Por desgracia, estos restos fueron totalmente arrasados y destruidos sin tener en cuenta su importancia histórica y patrimonial. El proyecto urbanístico primitivo consistía en construir una gran plaza con soportales, un poco al estilo de las plazas castellanas, rodeada de altos edificios.
Por diversas causas, este proyecto se modificó y en lugar de aquella gran plaza, que hubiera sido la “plaza mayor” de nuestra ciudad presidida por el edificio del ayuntamiento, se construyeron dos espacios abiertos: uno rectangular con soportales totalmente encerrado entre bloques de viviendas que recibió el nombre de “plaza mayor”, al que se accede por seis puertas que lo comunican con las calles José Vallecillo, José Luis Tobalina y Capitán Ontañón, y otro espacio, más cuadrado, abierto hacia levante, con vistas al puerto y con soportales en dos de sus tres lados que fue bautizado con el nombre de “plaza del marqués de Verboom” aunque mucha gente confunde su nombre y la denomina como plaza mayor.
La mal denominada “plaza mayor” se ha convertido en un patio interior totalmente privado cuya comunidad de vecinos ha colocado cancelas en sus seis grandes puertas de acceso con el fin de restringir el tránsito de los ciudadanos por ella. Lo que pudiera haber sido una gran plaza con locales comerciales y de hostelería se ha quedado reducido a una zona cerrada de exclusivo uso de los propietarios de los pisos que en ella se encuentran. Un gran fracaso urbanístico de nuestra ciudad.
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