Origen e historia de los espacios urbanos de Algeciras: plaza de Joaquín Ibáñez (y II)

Observatorio de La Trocha

Esta confluencia de caminos se convirtió en un nodo de comunicaciones importantísimo para el mantenimiento y desarrollo de Algeciras

El Hospital de la Caridad, el Parador de San Antonio, el cuartel de la Guardia Civil o el Ventura Morón crecieron alrededor de esta encrucijada

Vista general de la plaza de Joaquín Ibáñez en los años 60.
Vista general de la plaza de Joaquín Ibáñez en los años 60.

Continuado con el primer capítulo dedicado a la plaza de Joaquín Ibáñez en Algeciras, el espacio entre la antigua calle del Matadero, actual Teniente Farmacéutico Miranda, y la calle del Secano era la llamada liza o espacio libre entre el alto muro interior y la barrera o recinto exterior de escasa altura pero verdaderamente útil para la defensa, al discurrir ante un profundo foso. Por otra parte, a causa de su grosor y poca altura, era poco vulnerable al tiro de la artillería llamada neurobalística, no de fuego, sino en base a mecanismos de contrapeso que lanzaban enormes bolas de piedra llamadas bolaños. En el caso del Secano, el foso fue rellenado con los restos de la muralla y transformado en vía de tránsito, al igual que los otros ejemplos, como la calle Porvera (por la vera de la muralla) en Jerez, las rondas de Sevilla, como la de Capuchinos, o la calle Carretería de Málaga. El caso es que esta ronda de Algeciras terminó transformándose en la carretera de Málaga, que continuaba hacia Cádiz al confluir con la carretera de Tarifa precisamente en la actual plaza de Joaquín Ibáñez.

ALGUNOS ELEMENTOS. Un gran edificio antiguo, el Hospital de la Caridad, cierra la plaza al este. Se levantó en el siglo XVIII con gran esfuerzo de la población y su emplazamiento era excelente por motivos de salubridad, al estar en el límite del casco urbano “bien ventilado”, como se exigía en las rudimentarias precauciones sanitarias de la época, pero protegido del viento de Levante y en contacto con las vegas del río y la campiña al socaire del cerro de la Matagorda, actual San Isidro. Para una mejor función asistencial ante los viajeros, se situaba justo en la citada confluencia de carreteras, pero con muy fácil acceso desde el puerto por la calle Tarifa.

Para su edificación, se aprovechó un tramo de muralla y la tan mencionada puerta de Tarifa, que por las fuentes gráficas era de porte monumental, de las llamadas “de aparato”, pues su función no era solo defensiva sino de carácter propagandístico y simbólico sobre los poderes de tipo estatal que las habían construido. Al elegir ese sector de la muralla medieval para levantar su hospital, los algecireños del siglo XVIII aprovecharon el material de construcción procedente de las ruinas y al usarlas como cimentación, se reforzaba la seguridad del edificio ante las recurrentes inundaciones del río. Los antiguos no tenían los medios actuales, pero quizás por ello, sabían hacer bien las cosas aprovechando con mucho sentido común lo que tenían a su alcance.

 Vista general de la plaza en los años 50.
 Vista general de la plaza en los años 50.

Hacia el sur de la plaza, extramuros y a mano izquierda según se iniciaba el camino de Tarifa, se situaba una antigua posada. Era de buenas dimensiones para cubrir su función y se beneficiaba no solo de los viajeros que venían desde Tarifa, sino también de los llegados desde el norte por la carretera de Málaga. Tras un acuerdo con la Guardia Civil, pasó a instalarse en el interior de la plaza de Juan de Lima, lo que permitía recibir mejor a los viajeros procedentes de la estación terrestre del ferrocarril. Aunque mantuvo en sus rótulos la letra P de posada, pasó a denominarse como Parador de San Antonio.

En la plaza de la Caridad o de Juan de Lima, y presentando su fachada al oeste, existía un cuartel de la Guardia Civil, posiblemente en función de cuartel de caballería y ello se debía a que desde allí no solo se podía controlar una importante entrada a la ciudad, sino el citado “tridente”, o confluencia de los caminos que partían de la antigua puerta de Tarifa, lo cual favorecía el despliegue de las unidades de vigilancia en su misión sobre el territorio. Tras un acuerdo con la posada extramuros, se intercambiaron los edificios y el cuartel de la Guardia Civil ejerció mejor su función en el nuevo emplazamiento, que, por otra parte, daba a grandes espacios abiertos, mientras que en la plaza de la Caridad o de Juan de Lima, en caso de revuelta podía ser asediado si se bloqueaban las calles que daban a la plaza.

Una historia singular es la del solar donde se asienta el Instituto Ventura Morón. La ocupación y usos de este lugar arranca de la necesidad de renovar las instalaciones del mercado existente en la Plaza Baja o de Nuestra Señora de la Palma, que estaban ya superadas. Por lo tanto, se planeó un nuevo edificio de mercado, al oeste de la población y en la prolongación del eje comercial de la calle Tarifa. Pero surgió la idea de construir el revolucionario Mercado Torroja y el edificio iniciado en la entonces periferia de la población nunca se completó como mercado general, sino que su sótano fue transformado en pescadería, heredera de la antigua existente en la calle homónima y que fue eliminada en los años 50 del pasado siglo.

Bajorrelieve con alegoría de la Caridad, obra de José Román y que se instaló en la fachada del hospital, hoy Museo Municipal.
Bajorrelieve con alegoría de la Caridad, obra de José Román y que se instaló en la fachada del hospital, hoy Museo Municipal.

Efectivamente, durante unos años el edificio se dedicó a la venta de pescado, pero en los años 60 fue muy reformado, para acoger a la nueva Escuela de Formación Profesional, un centro modélico que formó a generaciones de campogibraltareños y solucionó en gran medida la necesidad de puestos de trabajo especializados para las industrias de la bahía, implantadas por el desarrollismo de los años 60 del pasado siglo. Con el tiempo, la necesidad de institutos de enseñanza media alteró profundamente la antigua Escuela de Formación Profesional, pero al adaptarse a la enseñanza media conservó parte de sus funciones y talleres.

Nos ocuparemos del cine Florida en la entrega correspondiente a la avenida de Agustín Bálsamo, pero queremos recordar un entrañable puesto de madera, desaparecido hace décadas, dedicado a la freiduría y venta de patatas fritas, que proporcionó sencillas y baratas alegrías a varias generaciones de algecireños. La plaza cierra al norte con un edificio interesante, moderno, pero rematado por un frontón clásico sobre una especie de estilizado entablamento, cuyas pretensiones estéticas han sido alteradas por las reformas a causa de algunos usos del inmueble. La más importante es la del recordado Bar Manolo, mítico santuario del buen comer algecireño que no pudo resistir la decadencia económica de la parte baja de Algeciras. Cerrado desde hace décadas, como la citada freiduría, aún debe conservar en una de sus salas una pintura mural obra de nuestro amigo Hellmunt Siesser, artista alemán afincado en Algeciras y perfectamente integrado en su sociedad. Fue miembro de la famosa Tría y diremos de paso que aquel popular grupo de artistas merece un justo reconocimiento.

En el centro de la plaza existe un jardín de planta triangular en cuyo vértice sur había un kiosco de prensa ya desaparecido, al ser también víctima de la ruina general del barrio cuyo eje era la calle Tarifa. En la parte opuesta de ese espacio ajardinado, se ubicó un busto del admirado doctor Buenaventura Morón, obra del artista algecireño José Román. Esta obra en bronce, ante la amenaza del vandalismo, fue trasladada al parque María Cristina y posteriormente al Museo Municipal. También es obra de Román un bajorrelieve que, representando una alegoría de la Caridad, se instaló en la fachada del hospital que da a la plaza.

EN RESUMEN. En urbanismo se conoce como “nodo” a un estratégico punto de conexión viaria en una ciudad. Suele formarse por una confluencia de calles o caminos y nuestra plaza de Joaquín Ibáñez ha sido desde la Edad Media un perfecto ejemplo de nodo de comunicaciones, importantísimo para el mantenimiento y desarrollo de la ciudad.

Busto de D. Ventura Morón, también obra de José Román y hoy en el interior del Museo Municipal.
Busto de D. Ventura Morón, también obra de José Román y hoy en el interior del Museo Municipal.
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