Los otros parques de Algeciras (I)
Observatorio de La Trocha | Nuestros parques y jardines
El extenso pinar que se extendía por el noroeste de nuestro término municipal, que podía haber sido un gran parque periurbano, fue desapareciendo para dar lugar a chalés, urbanizaciones y la autovía
Como ya he comentado en otras ocasiones, la Ilustración del siglo XVIII promovió la creación de parques y zonas verdes en las ciudades, con el fin de embellecerlas y hacer más grata la vida de los ciudadanos. Algeciras renace de sus centenarias ruinas en el primer cuarto del Siglo de las Luces y, por lo tanto, recibió en cierta medida la influencias de aquel movimiento cultural, filosófico y político ya en la siguiente centuria.
El primer parque con el que contó nuestra incipiente población fue el de María Cristina (ver Europa Sur de 24 de diciembre de 2020) y ya en el último tercio del siglo XX se crea el parque de Las Acacias (ver Europa Sur de 25 de septiembre de 2020) en terrenos de la Villa Vieja, en la que fuera la finca de míster Smith. A partir de entonces nuestra ciudad ha visto aumentar sus zonas verdes, aunque su distribución ha sido bastante irregular. He contabilizado grosso modo unos veintitrés parques, parquecillos o zonas verdes, que a continuación comentaré.
Lamentablemente, el extenso pinar que se extendía por el noroeste de nuestro término municipal, conocido con los topónimos de Los Pinos o Los Pinares, ha ido desapareciendo para dar lugar a chalés, urbanizaciones o para ampliar la autovía a Málaga. Actualmente la presencia de los ejemplares de esta especie de coníferas gimnospermas es prácticamente testimonial. La fiebre constructiva ha destruida el que podría haber sido el gran pulmón verde de nuestra ciudad; pues, sin estos intereses inmobiliarios, se podría haber creado un gran parque periurbano, semejante al Pinar del Rey de San Roque. Pero Algeciras es Algeciras, y si no fuera Algeciras, no sería Algeciras.
También resulta muy significativo el hecho de que una las barriadas más extensas y populosas, La Bajadilla, surgida principalmente durante la dura postguerra con población de aluvión, a la que yo denomino la tercera Algeciras, tras la Villa Vieja y la Villa Nueva, carezca de zonas verdes ya de mediana o gran superficie. Otra de las barriadas igualmente con gran número de habitantes, la Piñera, nacida con el desarrollismo de los años sesenta del pasado siglo y que actualmente presenta una severa degradación en la mayor parte de sus viviendas, tampoco posee un gran parque, si exceptuamos la pequeña zona verde en la ladera de la calle Segre, en el tramo en pendiente hacia El tropezón, algo maltratado por actitudes incívicas, y el exiguo parquecillo que se encuentra al final de la calle Guadalquivir.
Cerca de esta barriada, al otro lado de la carretera a Cádiz, se extiende la barriada de El Saladillo, construida a comienzos de los años ochenta. Esta zona contaba con amplios jardines junto a los bloques de pisos, pero con el trascurrir de los años se fueron abandonando para convertirse en aparcamientos de automóviles, que interesan más que los jardines. No obstante, cuenta con un parque de medianas proporciones, sobre una suave ladera, entre las calles Luis de Góngora y Juan Ramón Jiménez. Dispone de algunas especies arbóreas, de arbustos y de praderas, que en verano presentan una total sequedad al no regarse, como es costumbre en nuestra ciudad.
Sin abandonar la zona sur de Algeciras, nos trasladamos a la barriada de Cortijo de Vides, la cual surge entre finales del siglo XX y principios del actual. Se halla a continuación de otra popular barrida, la de Los Toreros y cuenta con un parque de no muy grande extensión, aterrazado: el parque Infanta Elena. Se halla en la calle San Juan Pablo II, frente a la parroquia de Nuestra Señora de la Luz, sobre una pronunciada pendiente, y consta de dos caminos principales. Posee bastante vegetación y varias especies arbóreas y arbustivas. Desde él se puede divisar las lomas de los Alamillos y la magnífica obra de ingeniería del viaducto de la autovía Cádiz-Málaga, con sus portentosas arcadas. Por desgracia, el incivismo a veces hace presa en sus zonas más recónditas.
Uno de los últimos parques construidos ha sido el existente junto a la parroquia de San García Abad. Cuenta con césped y sobre todo con palmeras. Se encuentra en una suave pendiente desde la que se contempla una hermosa vista de la bahía algecireña y del peñón de Gibraltar. En esta misma barriada también se creó otra zona verde, contemporánea a la anterior, en forma de T, entre las calles Trainera, Fragata y Barbo. En él crecen muy pocas especies arbóreas y sobre todo lo que más abunda es una pradera de césped. Al otro lado de la calle Trainera podemos ver un descampado sobre un altozano al que se asciende por unos empinados escalones y desde el cual se divisa una espléndida vista de la ensenada de Getares. La Trocha, como defensora también del patrimonio natural, sugiere que se construya un parque con diversas especies de árboles, paseos y, al mismo tiempo, un amplio mirador desde el que se pueda contemplar la mencionada playa y el peñón calpense.
A la entrada de la barriada de San García, junto a la avenida de Carlos Cano y a pocos metros de la estatua a los Escopeteros de Getares, obra de Rafael Gómez de Avellaneda Sabio, los algecireños podemos disfrutar de otro pequeño parque, con varios eucaliptos de gran porte y césped. En su parte posterior se abre una puerta que comunica con la calle Botavara. En sus lados este y sur se halla rodeados por edificaciones de adosados.
Antes de ser convertido en zona verde era un descampado con los citados árboles de origen australiano, que afortunadamente se salvaron de la tala. Esta especie arbórea fue importada por los ingleses desde sus dominios en el continente austral. Casi enfrente se extiende un descampado, junto a la urbanización Villa Blanca, también con este tipo de vegetales, los cuales se vieron afectados recientemente por un incendio. La Trocha, igualmente, vería con buenos ojos el que se convirtiera en otra zona verde para el disfrute de los ciudadanos, pues desde él se divisa una vista muy agradable del puerto deportivo y de la bahía.
Ya en Getares, en su avenida de entrada hacia la playa, conocida como la avenida de Algetares, recientemente se ha inaugurado un parquecillo que cuenta con algunos árboles de regular altura, aunque frondosos. Es muy poco extenso, pero resulta agradable pasear por él y significa un pequeño pulmón verde para aquella zona. En la barriada de Soto Rebolo también se puede disfrutar de un jardín de regulares proporciones, perpendicular a ambos lados de la avenida de Paco Esteban, junto a las calles Torre Quebrada de Gibraltar y Torre del Arroyo del Lobo. Está dotado de especies arbustivas y césped. Como curiosidad, hay que indicar que las casas de esta avenida carecen de puertas principales con acceso a ella, ya que estas se abren en las calles paralelas, lo que representa el colmo del absurdo; pero esto es Algeciras y no se puede pedir otra cosa.
Siguiendo nuestro recorrido por la zona sur, es preciso comentar la existencia del parque fluvial del río Pícaro, más bien, de un arroyo; pues su lecho y caudal de agua son bastantes reducidos. Podemos considerarlo como periurbano. Este parque muestra una frondosa vegetación de ribera, dotada de corpulentos árboles y medianos arbustos, además de monte bajo y matorral. Consta de dos senderos paralelos a ambas orillas del cauce fluvial y es de considerable extensión, constituyendo uno de los principales pulmones verdes de la zona sur de nuestra ciudad.
El problema mayor de este parque es que no está preparado para el paseo de personas con minusvalía física o con problemas de movilidad. Es imposible actualmente cruzar de una a otra orilla por la zona que hay bajo el puente de San Bernardo, acceso a la urbanización de la Aldea, y también resulta muy dificultoso atravesar el cauce bajo el puente que conduce hacia el Faro; unas escaleras de madera dificultan el acceso a la playa por la orilla derecha hacia su desembocadura. Por tal motivo, la Trocha sugiere la construcción de unos puentes de madera en los mencionados lugares, con el fin de facilitar el paso de una a otra orilla a todas las personas.
Para finalizar nuestro recorrido por el sector sur, hay que mencionar el Parque del Centenario, en la Punta de San García, en terrenos cedidos por la APBA. Es un parque que también podemos catalogar de periurbano y es de gran extensión, aunque carece de masa boscosa, ya que solo muestra garriga, monte bajo y arbustos de escasa altura. Se presentó un proyecto de reforestación, pero solo se quedó en ello. Desde esta zona verde se contemplan unas magníficas vistas panorámicas de la bahía algecireña, del peñón y del estrecho de Gibraltar y de la ensenada de Getares.
En él se encuentran importantes monumentos como los restos del fuerte de San García, del siglo XVIII, y algunos fortines de los años cuarenta del siglo XX. También destaca una torre de unos quince metros de altura construida en forma de tubos de hierro, con escalera de caracol, desde la cual se divisa unas espléndidas vistas panorámicas. Actualmente la subida está clausurada. Cerca de ella se conservan pequeños restos de la cimentación de una torre almenara del siglo XVI, destruida en 1898, por temor a que sirviera de punto de referencia a un hipotético ataque de la marina estadounidense, al igual que sucedió con la torre de Los Adalides, en la barriada de La Granja.
El fuerte de San García fue construido en la década de 1730 para controlar el paso de embarcaciones desde Getares a la playa de El Chinarral y defender a la ciudad del posible ataque inglés desde la colonia gibraltareña. Cruzaba fuego con los fuertes de Punta Carnero y de la Isla Verde. Se encontraba defendido por tierra por dos baluartes con sus respectivos caminos de ronda y los costados se protegían por una gruesa muralla en el lado sur. A levante se hallaban las dos baterías artilladas circulares, en el borde del acantilado. Este fuerte poseía completas instalaciones para la tropa. El polvorín, cuyos restos se conservan, se encontraba dentro del baluarte norte. Fue destruido por los ingleses en 1811 durante la Guerra de Independencia, con la excusa de que no cayera en manos francesas. Se encuentra por excavar y poner en valor, lo cual supondría un atractivo más para la ciudad.
Igualmente se hallan algunos fortines o nidos de ametralladoras –como se decía antes–, hoy conocidos con el extranjerismo alemán de búnkeres. Se restauraron dos para ser visitados, pero hasta el momento se encuentran cerrados. También se edificó un edificio para centro de interpretación la biosfera, que tampoco tiene uso. Los actos de vandalismo han provocado grandes desperfectos en los paneles informativos instalados en este parque. Su cafetería sigue cerrada, por lo que le resta atractivo para el visitante.
(Continuará en la próxima entrega).
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