El Pabellón del casino (IV)
HISTORIAS DE ALGECIRAS
La censura de la Sociedad de Autores impidió la proyección de algunas producciones
El Pabellón del casino (III)
Evocando la faceta como sala cinematográfica del pabellón, observemos como a la empresa arrendataria Pérez Aracena le gustaba publicitar sus grandes estrenos, como también se hacía en las grandes ciudades, presumiendo de metros de película tal que así se reproduce: “Pabellón del Casino. Gran Cinema Artístico […], estreno de la hermosa película de 1.000 metros dividida en dos parte titulada En la Frontera Mexicana […] Estreno de la sensacional banda de alta tensión dramática de 2.000 metros titulada Entre Rugidos de Fieras”. Se supone que para la proyección de tal “metraje”, la popular sala gozaría de una buena y moderna máquina de proyección. Aquellos magníficos programas propiciaron que la sala cinematográfica y teatral algecireña no estuviera exenta de enfrentamientos con la censura y la sociedad de autores. Tras publicitarse la obra Campo de Armiño, por la afamada Compañía de Montenegro, la empresa arrendataria recibió la prohibición para su puesta en escena; autoritario gesto que motivó la siguiente crítica: “Después de anunciada y dispuesto el público á saborear las primicias de la obra Campo de Armiño, fueron impuesta la suspensión y censura del espectáculo por la Sociedad de Autores. Acusa una formidable falta de formalidad y respeto al público estos dimes y diretes de la Sociedad de Autores que descienden al terreno del mercachifle, haciendo y deshaciendo veinte veces sus compromisos y brincándose á la torera sus palabras y promesas firmadas”. Aquella prohibición vino al parecer por una denuncia del autor de la obra, el célebre Benavente, quién intentaba defender su propiedad intelectual; prosiguiendo la mencionada crítica en los sucesivos párrafos dirigida hacia la figura de quién años más tarde (1922) conseguiría el Premio Nobel de Literatura: “Es abusar, lo haga la directiva de la Sociedad o lo haga el propio Benavente, ese gitaneo para permitir el estreno de sus producciones á una u otra Compañía. Todas las tiranías son repugnantes, pero mucho más si estas se cubren con la apariencia de la intelectualidad y del arte. El Sr. Benavente, puede ser muy admirado por su talento, pero este no le autoriza á hacer títeres con su palabra de hombre honrado”. Al final la obra fue suspendida, siendo reemplazada por la titulada El Cardenal. El actor principal que daba nombre a la compañía -el aclamado- José Montenegro, era persona muy estimada en Algeciras; no en vano, el nombre de nuestra ciudad y por ende el del Pabellón del Casino estuvo por muchos años fijos en el calendario de las giras de esta aplaudida y espléndida compañía teatral.
De regreso al devenir histórico de la construcción del pabellón, comentar que si bien el convenio con la empresa bilbaína estaba firmado el incumplimiento al parecer de los plazos por una de las partes determinó la extinción del mismo; motivo este recogido en una de sus contractuales cláusulas. Nuevamente había que buscar otra empresa que cumpliera los objetivos exigidos por la Sociedad Casino de Algeciras y que hiciera posible la construcción definitiva de la tan ansiada caseta de feria; y fue la empresa linarense Sociedad Española Construcciones Metálicas de Linares (La Constancia), la que finalizó la tan esperada obra, previa firma del contrato; presentándose ante los socios miembros de la entidad las siguientes cuentas: "Parte que lleva de hierro 38.000 pesetas y 47.848'80 pesetas la parte de albañilería y carpintería". Estos dos últimos conceptos -albañilería y carpintería-, fueron adjudicados a Construcciones Fernández Clara; a quienes se les hizo un adelanto, según se hizo constar en asamblearia acta y por la cantidad de 73.113,27 Ptas. Fernando Fernández Clara, además de reputado albañil de la zona, también ejercía como perito judicial. Fernández, había constituido tiempo atrás, junto a su socio Pedro Pérez Casado, una empresa de albañilería y carpintería. Ambos, y en el ejercicio de su actividad se vieron obligados a demandar al gibraltareño avecindado en Algeciras, Andrés Morasso Dodero. El citado súbdito británico era propietario de una casa situada en la calle Marqués de la Ensenada que fue embargada -como resultado de la citada demanda interpuesta-, por rescisión unilateral del contrato de obras, según consta en la documentación judicial observada y en la que se resuelve: "Condenando por sentencia al Sr. Morasso a pagar 4.702 pesetas al primero (Fernández), y 3.914'75 pesetas al segundo demandante (Pérez), entrega de restos de los materiales e importe de los trabajos invertidos en el edificio". La citada vivienda embargada por impago sería adquirida posteriormente por el también gibraltareño Bartolomé Sacarello.
Rememorando la exitosa primera época del algecireño pabellón, comentar la llegada a sus tablas de la gran Rosario Pino, quién durante unos días interpretó sobre su escenario la obra de Galdós El Abuelo, reseñando la crítica local: “Fue interpretada por la Sra. Pino como sólo ella es capaz de hacerlo […] subyuga y atrae de tal modo el arte incomparable de Rosario Pino que los mismos artistas de su compañía, nótese con qué atención y cuidado desempeñan sus papeles”. Anunciándose superlativamente días después: “Mañana se celebrará con un programa archimagnífico el festival de arte con que la eminente actriz Rosario Pino, obsequiará á sus admiradores de Algeciras como despedida de la brillante serie de funciones dadas”.
Tras la marcha de la compañía de la gran Pino, el abanico de espectáculos que ofrece la empresa arrendataria se amplía: “Pabellón del Casino. Domingo 16 de Julio de 1916. Dos grandes debuts; solo por tres días por estar comprometidos para las plazas de África. Debut de los célebres y aplaudidos artistas enciclopédicos The Dulias; tiradores, paracaidistas, cupletistas, duelistas, imitadores y musicales. Entre sus variados números presentarán El violín humano. Siguiendo con el enriquecido repertorio que se ofrecía a los algecireños: “Mañana debutará en el Pabellón del Casino, la notable Compañía Stela compuesta de ocho personas y que han de causar gran sensación por los preciosos trabajos que representan. La compañía trae una fortuna en decorados, aparatos, vestuario y atrezzo que unido á su colosal trabajo augura buenos llenos en las noches siguientes”. El prestigiosos periódico andaluz El Diario de Córdoba, tras pasar la citada compañía por la ciudad califal, dijo sobre la misma: ”La maestría con que ejecuta la prestidigitación, el ilusionismo y la magia, hace dudar muchas veces si lo que se vé es sueño o realidad [...] El transformista Santiago Stela, imita muy bien á las artistas españolas y recibió nutridos aplausos por parte del público cordobés”. La variedad de espectáculos que la empresa arrendataria presenta al exigente público algecireño no olvida la faceta cinematográfica del recinto, según expresa el siguiente programa: “El Pabellón del Casino proyectará Las Aventuras de Catalina, la empresa arrendataria de nuestro coliseo ha contratado para empezar a proyectar, en unión de otras preciosas películas, la famosa serie LasAventuras de Catalina, cada noche se estrenará un nuevo episodio sin interrupción. Esta película está interpretada por la célebre artista Kathlyn Williams, además de ser interesantísima por su argumento y muy artística por su ejecución fotográfica, también presenta emocionantes escenas de cacerías de fieras, costumbres indias, etc. Las Aventuras de Catalina, deben verse desde principio hasta el fin; y no cansan sino al contrario interesan cada vez más. Esta notable cinta consta de 13 episodios y empezará á proyectarse sin aumento de precios desde esta noche siendo el título del primero Reina a la Fuerza”.
De vueltas a sus inicios, el ya construido Pabellón del Casino no estuvo exento de exhaustivo análisis sobre su coste; en Junta de socios celebrada tras su reciente finalización se recogió en acta por el secretario de la entidad recreativa: "Santacana se pronuncia sobre Caseta Teatro del Casino manifestando, que: no estaba conforme con lo hecho en la obra de la Caseta-Teatro, pues quedaban puntos importantes por aclarar, sometía a la Junta varios aspectos por los cuales guiarse para dar solución a la difícil situación en que el casino se encuentra, a saber: 1º Venta de Teatro si se presentara una oferta aceptable, iniciando la idea de que se puede formar una sociedad local por acciones para la compra. 2º Seguir como estamos y con el sobrante del ingreso del Casino y el producto del Teatro ir pagando lo que se debe. Y 3º Hipotecar el local que es lo que se propone en la memoria de la Junta aunque esto sea aumentar las obligaciones de la Sociedad por largos años". Emilio Santacana, al parecer, tenía muy claro que los sueños tienen un precio que no debe traspasar las posibilidades del soñador; y, todo parecía indicar que el sueño del pabellón había traspasado las posibilidades de sus soñadores socios. Don Emilio vuelve a tomar la palabra para expresar: "Manifiesta que su voto para la aprobación de las cuentas era el siguiente, que las acepta por que no hay otro remedio por su hecho consumado; pero que no las aprobaba mucho menos cuando han quedado sin aclarar lo referente a los precios de unidades de la obra que es un punto de importancia". La claridad y transparencia era marca de la casa. Tomó -según consta en acta- la palabra Pedro Mónaco para afirmar: "Que había examinado las cuentas mencionadas y estaban suficientemente justificadas la inversión de todas las cantidades que importaba, por lo que votaría la aprobación de dichas cuentas". Eran tiempos duros para las arcas del Casino de Algeciras, cuyo núcleo directivo estaba compuesto por: Presidente, Manuel Navarrete Campos; Ricardo Rodríguez Gamba, tesorero; vocales: Eugenio Blanca Romero y Julio Álvarez Tarró. Siendo los socios propietarios: Emilio Santacana, Carlos Plá, Jorge Glynn, Ventura Morón, Antonio Roca, Manuel Bernal, Antonio Gil, Juan Furest, José Ibáñez, Saturnino Oncala de la Vega, Pedro Mónaco, José Jiménez Prieto, Francisco Maldonado, Manuel Rivas, José Zurita, José Torrelo, José García Criado, Trinidad Díaz, Manuel Patricio, Félix Sos, Julio Álvarez, Antonio Oseti, Tomás Villanueva y Antonio García Reyna.
Posteriormente se recogería en asamblearia acta: "Constituida en el local del Casino la Junta Directiva del mismo formada por los Sres. Presidente D. Manuel Navarrete Campos, Vice Presidente D. Ricardo Casero Sanjuan, Tesorero D. Manuel Fillol Palop, y vocales D. Julio Jaén López y D. Francisco Boiso García, actuando éste de Secretario accidental, por renuncia del que fue elegido para dicho cargo, se dio principio al acto acordándose lo siguiente: Lectura a la memoria de la Junta Directiva, que copiada a la letra dice así: Memoria [...] la situación económica del Casino en lo que se refiere a la Sociedad es satisfactoria en la actualidad porque debido al aumento de Sres. Socios y a los ingresos por recreo se cubren bien las necesidades y queda sobrante; pero debido a la constitución de la Caseta de Feria que se autorizó con fecha 5 de febrero de 1913, estos sobrantes desaparecen y queda la Sociedad convertida en deudora de una importante cantidad a cuya amortización tiene que ponerse especial interés […] Deuda Casino 166.672'40 Ptas". Se contempló la posibilidad de arrendar el pabellón, en: "40 Ptas diarias, salvo Carnaval y Feria. Al final fueron aprobadas las cuentas que resultaron de la memoria por los señores: Bernal, Zurita, Mónaco, Villanueva, Maldonado, García Reyna, Álvarez, García Criado, Oncala, Plá, Roca, Casero, Boiso y Navarrete. Aceptada, por los Sres: Santacana y Fillol. Y con el voto en contra de los Sres. Díaz Rugella, Morón, Osseti y Jaén, y los Sres. Glynn y Patricio que fundamentaron su voto en contra en que por la Junta Directiva no se le había hecho las aclaraciones solicitadas. En su virtud quedan aprobadas por mayoría de votos todas las cuentas y gastos de la construcción del Pabellón del Casino por la cantidad total de: 166.893'30 Ptas". En definitiva, aquel fue el precio para el sueño de tres días de feria; sueño que tan solo duraría 57 años pasando a convertirse en pesadilla en 1970 y eterno lamento local como el derribo de su vecina La Perseverancia. Parafraseando a un galdosiano personaje de la obra La Fontana de Oro, bien se podría añadir: "Algeciras no supo dormir en el futuro con ese sueño que dio reposo tanto al cuerpo como y al espíritu de nuestros padres".
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