Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Las Tres Gracias del presupuesto andaluz y Séneca
PERSONAJES HISTÓRICOS DEL CAMPO DE GIBRALTAR
En el mes de abril del año 711, Tariq ben Ziyad, al frente de un ejército de guerreros bereberes y en alianza con el gobernador de Ceuta, el conde don Julián, desembarcó en el Peñón de Gibraltar, que, a partir de entonces, según las crónicas árabes, tomó el nombre de este caudillo norteafricano (Yabal Tariq - Monte de Tariq).
En el mes de julio logró vencer al rey visigodo, don Rodrigo, en la célebre batalla de la Janda o del Guadalete, traicionado por algunos nobles seguidores de los hijos del anterior monarca, Witiza. En pocos meses, mediante el asalto a ciudades o por medio de acuerdos y capitulaciones, se fue adueñando de buena parte del antiguo reino visigodo, tomando Écija, Córdoba y Toledo, entre otras poblaciones, y obligando a sus gobernadores a entregarse o a abandonarlas antes de la llegada del ejército invasor.
La rápida conquista de Hispania, con su capital Toledo, y la obtención de un enorme botín en oro y plata, provocó el recelo y la envidia de quien era su superior en el mando, el gobernador del Norte de África, el árabe Musa ben Nusayr, que se hallaba en Ifriquiya (en la actual Túnez). Según las fuentes escritas árabes, Musa fue preso de la ira, azuzado por los alfaquíes y ulemas, que le instaban a marchar a Hispania con un ejército de árabes, alegando que la conquista de esas tierras fue realizada por Tariq, un bereber que encabezaba unas tropas sacadas de las tribus de la Yebala y del Rif, aún sin islamizar, que carecían de la verdadera legitimidad musulmana.
Por ese motivo, el gobernador de Ifriqiya decidió marchar hasta Algeciras al frente de un ejército constituido por guerreros pertenecientes a prestigiosas tribus árabes. Su objetivo era dar legitimidad a la conquista del reino visigodo e iniciar el necesario proceso de arabización e islamización fundando mezquitas y otorgando beneficios fiscales a los hispanos que se convirtieran a la religión de Mahoma.
Musa ben Nusayr era un árabe perteneciente al grupo tribal kalbí o yemení que, antes de ser nombrado gobernador del Norte de África en el año 702, cumplidos los sesenta y dos años, había estado destinado en la ciudad de Basora, encargado de la recaudación de impuestos y de la economía de la provincia de Irak. Su amistad con el príncipe Abdalaziz, que era virrey de Egipto, y su reconocida capacidad de trabajo, su inteligencia y su lealtad a los omeyas, le ayudaron a sortear las intrigas que, a finales del siglo VII y principios del VIII, estaban a la orden del día en la corte califal como consecuencia de los viejos enfrentamientos tribales entre qaisíes (árabes del norte) y kalbíes o yemeníes (árabes del sur).
Sus acertadas reformas y el haber logrado organizar la economía de Irak y multiplicar la recaudación distribuyendo equitativamente las cargas fiscales entre la población, despertaron la animadversión y el odio de sus enemigos que consiguieron, a los cuatro años de estar en Basora, que fuera destituido acusado de fraude y de haber cometido un desfalco de las arcas públicas de 100.000 dinares. Refieren las fuentes árabes orientales que “cuando, al cabo de cuatro años, la tarea impuesta a Musa por el virrey Bisr ben Marwan había concluido, habiendo logrado el recaudador de Basora, incrementar el registro de propiedades rústicas y urbanas, desapareciendo de la ciudad el fraude fiscal y habiendo multiplicado por cinco la recaudación de los impuestos, el yemení cayó en desgracia”.
Aunque su protector, el príncipe Abdalaziz, le ayudó a restituir los 100.000 dinares al tesoro público, el califa Abd al-Malik lo alejó de Damasco y de Egipto nombrándolo gobernador de la nueva provincia que se había creado en el Norte de África. Entre los años 702 y 707, Musa ben Nusayr y sus hijos, con un ejército de árabes y tropas auxiliares bereberes constituidas por voluntarios procedentes de las tribus del Rif, logró expulsar a los últimos destacamentos bizantinos que aún permanecían encastillados en algunas fortalezas del litoral y extender los dominios del Islam por la Yebala hasta los alrededores de Ceuta, que estaba gobernada por el conde don Julián.
En la primavera del año 707, el hijo de Musa, Abd al-Malik, al mando de un destacamento formado por mil setecientos hombres de a caballo, la mayor parte de ellos tropas árabes regulares, y varios escuadrones de rifeños de a pie, asedió la ciudad de Tánger, capital del distrito, que estaba poblada por bereberes de la confederación tribal de los Butr. A los pocos días, la ciudad se rindió, siendo ocupada por Abd al-Malik, que nombró a un gobernador bereber, hasta que, tres años más tarde, en el 710, Musa situó en ese cargo al rifeño Tariq ben Ziyad. En la primavera del año siguiente, éste, con un ejército de bereberes, en los barcos proporcionados por su aliado el conde don Julián, desembarcó en el Peñón de Gibraltar y comenzó la invasión y conquista del reino visigodo de Hispania, como se ha dicho.
En el mes de junio del año 712, Musa ben Nusayr cruzó el Estrecho, al frente de un ejército formado por 18.000 guerreros árabes, y se situó en la orilla norte del río de la Miel, asentando a los diferentes destacamentos de las tribus que lo acompañaban en la ladera y la cumbre de la colina que estaba rodeada por el último meandro del río y la línea de costa, situación topográfica que explica el nombre de al-Yazira al-Jadrá (la península verde) que se le dio a la nueva población.
Una vez establecido el campamento, ordenó que se reunieran las banderas de los comandantes árabes en una asamblea que no se disolvió hasta que hubo trazado, con cal, en la cima de la colina, la planta de una mezquita, que sería la primera erigida en suelo europeo. En opinión del reputado arabista Pedro Chalmeta, “el trazado y la fundación (tajtit) de una mezquita, como primera acción de Musa al pisar tierra hispana, representa el acto fundacional de al-Yazira al-Jadrá”. Aquella mezquita sería conocida con el nombre de Mezquita de las Banderas y aún se hallaba en uso a mediados del siglo XIII.
A continuación, levantó el campamento y marchó en dirección a Toledo, donde esperaba encontrarse con su siervo, el bereber Tariq ben Ziyad. Fue tomando las ciudades de Sidonia, Carmona, Hispalis (Sevilla), Mérida y Talavera. Casi todas ellas las rindió ofreciendo a sus gobernadores generosas capitulaciones, hasta que entró en Toledo en diciembre del año 713. Antes de llegar a la capital del antiguo reino visigodo, se presentó ante él Tariq, que le rindió pleitesía, aunque el gobernador de Ifriqiya lo reprendió severamente acusándole de desobediencia y deslealtad.
Después de conquistar algunas ciudades y fortalezas del norte y dejar en ellas gobernadores y alcaides árabes, llegó un emisario del califa omeya con una orden de éste para que viajara a Damasco acompañado de Tariq y que se presentara ante él. Cuando, después de cinco meses de viaje, accedió a la capital del califato, fue acusado de defraudar al fisco y apoderarse de las riquezas tomadas en Hispania sin entregar el quinto del botín que correspondía al califa. Se le despojó de todos los honores recibidos por sus conquistas y por haber añadió al Islam tan extensos territorios.
Retirado de la vida pública y perdonado por el nuevo califa, Suleimán I, después de haber entregado al Estado casi toda la riqueza que poseía, pasó a residir en una modesta casa, cerca de una mezquita de barrio. Musa ben Nusayr, el gran conquistador de Hispania, murió asesinado cuando salía de la mezquita en la que oraba, en abril del año 716, a la edad de setenta y seis años.
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