Estampas de la historia del Campo de Gibraltar
La pesca en el puerto de Algeciras entre 1906 y 1939
Estampas de la historia del Campo de Gibraltar
Tras el repaso al tráfico de pasajeros y el de mercancías en el puerto de Algeciras en el primer tercio del siglo XX, otro factor clave fue el desarrollo de la industria pesquera. Después de más de tres siglos de abandono, tras su destrucción al final del siglo XIV, la ciudad de Algeciras volvió a resurgir a principios del XVIII, iniciándose de nuevo una actividad que había sido la base económica de los habitantes de la zona durante siglos: la pesca, aunque a unos niveles artesanales y de autoconsumo, al menos, hasta mediados del siglo XIX. La falta de muelles, dársenas y obras de abrigo obligaba a los faluchos y barcas pescadoras a buscar refugio en el inseguro fondeadero del río de la Miel, a pesar de lo cual, a principios del siglo XX está documentada la existencia de un crecido número de embarcaciones que se dedicaban a la pesca de bajura en los entornos de la bahía y que, cada amanecer, vendían las capturas obtenidas en la Pescadería situada en el extremo norte de la Marina.
Desde que se construyó el muelle de Villanueva en 1916, que habilitó una pequeña dársena situada entre la acera de la Marina y el citado muelle, las barcas pescadoras tuvieron una zona resguardada más segura y cómoda que el cauce del río para atracar, preparar las artes de pesca y desembarcar las capturas. A partir de esta fecha se asistió a un notable incremento de la actividad pesquera, pero sobre todo desde que en el año 1920 comenzaron a establecerse en el litoral meridional andaluz empresas provenientes del norte de España dedicadas a la pesca para explotar los ricos caladeros marroquí y canario-sahariano. El agotamiento de los caladeros tradicionales situados en las proximidades de la costa gallega obligó a los empresarios norteños a buscar nuevas áreas para el desarrollo de su actividad y gran parte de la flota de arrastre se desplazó en esos años a nuevas bases situadas en el sur. Desde entonces, la actividad pesquera centrada en el puerto de Algeciras no hizo más que crecer hasta convertirse, en las décadas de los treinta y cuarenta, en la principal función desarrollada en este puerto, que llegó a ser uno de los más importantes de España en el sector de la pesca.
En agosto de 1923 se hace referencia, en las actas de la Junta, a la actividad desarrollada en el muelle de la Galera por la Sociedad Pesquera Viguesa, que disponía de una flota de barcos de vapor de pesca y que se había instalado en Algeciras unos años antes para centralizar en su puerto la actividad pesquera que realizaba en los caladeros del litoral canario-sahariano. Desde 1928, como Hijos de J. Barreras, S. A., la empresa viguesa establecida en el muelle de la Galera, donde poseía un almacén y oficinas y tenía establecido un depósito de carbón para sus vapores, encabezó el enorme desarrollo que se iba a producir en el puerto de Algeciras en las décadas siguientes. En el año 1931 la Sociedad Hijos de J. Barreras remitió a la Junta, para que ésta la enviara al Gobierno de la Nación, una solicitud para poder instalar en el muelle de la Galera un depósito dedicado a carbón inglés “con destino a las flotas pesqueras que tengan este puerto como base de operaciones”.
La demanda, entre 1920 y 1930, por parte de los empresarios dedicados a la pesca de locales y la construcción de varios barracones en el muelle de la Galera para almacenamiento y preparación del pescado, están evidenciando el auge que estaba adquiriendo el sector en el puerto algecireño. Este incremento de la actividad no pasó desapercibido para la Hacienda Pública que, por Real Orden de 17 de marzo de 1930, dispuso que se implantara en el puerto de Algeciras el impuesto sobre el valor de la pesca desembarcada, consistente en un tipo del 0,30 % de dicho valor. En el tercer trimestre de 1930 el valor total de la pesca comercializada fue de 432.060 pesetas; en el segundo trimestre de 1932 la cantidad ascendió a 711.956 pesetas; en el segundo trimestre de 1934 a 1.217.756 pesetas y en el cuarto trimestre, a 1.698.163 pesetas.
A mediados del julio de 1932 está documentada la exportación, a través del puerto de Gibraltar, de pescado congelado desembarcado y preparado en el puerto algecireño con destino a América. Por las mismas fechas se menciona la llegada de un tren con vagones frigoríficos desde Madrid para cargar pescado.
Este incremento de la actividad pesquera acontecida entre 1920 y 1934 reclamaba urgentes ampliaciones y mejoras, tanto en las superficies de muelle disponibles en exclusiva para el sector como en instalaciones dedicadas al tratamiento y preparación del pescado: almacenes, fábrica de hielo y oficinas. En junio de 1933 se presentó el proyecto de ampliación de la rampa-varadero de la Isla Verde y el proyecto de edificación de casetas para pesquerías en el lado norte del muelle de la Galera y el ambicioso proyecto de construcción de un muelle, sólo para actividades pesqueras, que fue aprobado en abril de 1934.
En lo que se refiere al acuerdo de construcción del citado muelle (luego denominado Pesquero), el Ingeniero Director lo fundamenta en "la necesidad de la obra a realizar para que el movimiento adquirido por las industrias pesqueras en el puerto tengan los adecuados medios de desenvolverse y adquiera la importancia que la situación geográfica del mismo le permite tener por su proximidad a las zonas de pesca y como centro de distribución para los mercados del sur y el centro de España". En octubre de 1934 se presentaron a la Junta dos instancias: una de la Sociedad Anónima que ya regentaba una fábrica de hielo en el muelle y otra de José Ros Pineda, solicitando que se le concediera un local adosado a las Casetas de Pesquerías para destinarlo a depósito de hielo. En la sesión del 29 de febrero de 1935, la Junta quedó enterada de la Orden de 15 de dicho mes que clasificaba los puertos a los efectos del pago del Impuesto de Pesca en varias categorías, estando incluido el puerto de Algeciras entre los de Primera Clase, gravado con un impuesto del 0,30 % del valor de la pesca.
La Guerra Civil no truncó el desarrollo que, desde 1920, venía caracterizando a la actividad pesquera en el puerto de Algeciras, aunque en los meses que siguieron al levantamiento militar del 18 de julio se produjo una breve paralización del sector. Pero, superados los primeros meses de guerra, la flota pesquera y las industrias dedicadas a la preparación y exportación del pescado reemprendieron su labor recuperando, en poco tiempo, los niveles de producción previos al conflicto, como lo evidencian las actas de la Junta de 1938 y 1939 y los estudios estadísticos conservados.
La Sociedad de Pesquería Hijos de J. Barreras, a la que se unió a principios de 1939 la Sociedad Lloret y Llinares, continuaban ejerciendo su labor extractiva en aguas canario-saharianas durante los años de guerra, y otras empresas ocupadas en la preparación y exportación de pescado solicitaron locales para poder desarrollar su actividad en el mismo período de tiempo. La demostración de que el sector pesquero no sufrió merma alguna durante los años de guerra la ofrece el análisis de las cantidades recaudadas en las anualidades de 1937, 1938 y 1939 por el impuesto sobre el valor de la pesca, que indican incrementos muy significativos.
En la sesión de la Junta de 31 de mayo de 1920 se dio cuenta de un oficio del Gobernador Civil de la provincia de fecha 7 del mismo mes, remitiendo un proyecto de instalación de una factoría ballenera en la ensenada de Getares, presentado por una empresa noruega, para su informe. La Junta lo informó favorablemente basándose en que "la implantación de dicha industria ha de ser beneficiosa para los intereses locales y generales, ha de acrecentar el tráfico del puerto, no afectando a la conveniente construcción de éste por la distancia a la que se ha de emplazar, circunstancia que aleja todo temor de que los humos u olores que la cocción de las carnes y grasas pudiesen originar". La factoría estuvo operativa a partir del mes de julio de 1920. Pero al paso de seis años, los cetáceos que frecuentaban las aguas del Estrecho habían sido exterminados, teniendo la factoría que cerrar en el año 1927. En esos seis años de funcionamiento se habían capturado 3.609 rorcuales y 345 cachalotes.
En 1947 comenzaron las obras de construcción de una nueva factoría, esta vez regentada por españoles bajo el nombre de Ballenera del Estrecho, que estuvo operativa en el año 1950. En este proyecto se encontraban un armador malagueño, José López Gutiérrez, y el algecireño José Soriano Erlés, que adquirieron dos buques noruegos de casco de acero que fueron bautizados como Antoñito Vera y Pepe Luis López y que llegaron a Algeciras al mando de un capitán noruego y otro alemán.
En esta factoría participaron más de cien trabajadores, de los que la mitad eran mujeres. Los había especialistas en las labores de despiece, fogoneros, maquinistas y mecánicos, además de las tripulaciones de los barcos. En esta ocasión, los buques, que realizaban singladuras de diez y doce días, operaban entre el Cabo de San Vicente y el Cabo Cantín, en Marruecos. La carne, cortada en bloques de 3 o 4 kilos, se vendía en Algeciras, en otras ciudades de Andalucía y en Madrid. El aceite se enviaba a una refinería instalada en un apeadero de la línea férrea. Pero la afluencia de cetáceos comenzó a decaer a mediados de la década, teniendo que clausurarse la factoría porque había dejado de procesar ballenas después de la campaña de 1954. En cinco años de operaciones la Ballenera del Estrecho logró capturar 195 rorcuales y 146 cachalotes.
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