Cartel de Feria de Guillermo Pérez Villalta
LA PIEZA DEL MES DEL MUSEO DE ALGECIRAS | Marzo
Recién comenzado el nuevo milenio, la concejalía de Fiestas encargó al artista tarifeño la ejecución del cartel anunciador de la Feria Real de Algeciras
Medalla de la proclamación de Isabel II
Guillermo Pérez Villalta y su legado en el Campo de Gibraltar
Corría la primavera de 2001. Galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas dieciséis años antes, Guillermo Pérez Villalta gozaba de reconocimiento en Algeciras. En 1989 le encargaron el diseño de un edificio para la Cámara de Comercio junto al cauce cubierto del río. Seis años después intervino en el cercano auditorio Millán Picazo y el siguiente, en 1996, se inauguró la plaza del Río de la Miel, vertebrándose sobre la antigua desembocadura un espacio marcado por su obra.
Recién comenzado el nuevo milenio, la concejalía de Fiestas encargó al artista tarifeño la ejecución del cartel anunciador de la Feria Real de Algeciras. Guillermo Pérez Villalta no era bisoño en estas lides: en 1993 ejecutó el del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife y en 2000 el de la Plaza de Toros de Sevilla. El algecireño es coetáneo del que anunció el Festival Internacional de Danza de Itálica. Un año después realizó el de la Corrida Goyesca de Ronda y siguió produciendo obras de carácter similar para la Casa de la Moneda de Madrid o la XVII Bienal de Flamenco de Sevilla.
El Cartel de la Feria Real de Algeciras es una donación del autor al Museo Municipal. Su número de inventario es el 2.669 y se expone en la Sala de Bellas Artes. Es una pintura al temple sobre cartón con unas dimensiones de 90 x 60,5 cm.
En el tercio superior, sobre un cielo azul cobalto tachonado de estrellas, se dispone la leyenda ALGECIRAS FERIA REAL en letras mayúsculas con extremos curvos, colores cálidos y textura metálica. En el extremo inferior, sobre un fondo verde, se muestran las fechas y la catalogación del evento. En la pintura se refleja la imagen nocturna de una Algeciras imposible aunque reconocible, junto a una escenográfica bahía a la hora en que los primeros albores apuntan por levante. La ciudad se presenta con una arquitectura geométrica, donde los edificios cúbicos perfilan planos y perspectivas irreales. Conforman una trama donde destacan algunos muy reconocibles: la capilla de Europa, el mercado Torroja, el edificio que hoy lleva su nombre y el campanario de la Palma, que se prolonga hacia arriba con el escudo de la ciudad que cuelga de festivos círculos con soles de ocho puntas. Es una escena nocturna llena de fulgores: los que alumbran ventanas, óculos, bóvedas, torres y claraboyas; los que orillan irreales pantalanes; los que alegran un festivo transatlántico; los que alumbran la bahía y Gibraltar; los farolillos colgantes; los faros de Punta Europa y Ceuta, que dialogan míticamente como columnas de luz; las estrellas que titilan en el alba y en la boca de una guitarra inverosímil con fondo de cielo y contornos de lazo emparejados con la firma del autor. Palmeras, araucarias, fuentes, faroles, resplandores, líneas, equilibrio, medida, disposición, color, proporciones, belleza… cartel de feria de una ciudad que se refleja deconstruida por la visión del arte.
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