El regreso de la Puerta del Mar: Algeciras desentierra su conexión medieval con el Estrecho de Gibraltar
El arco, descubierto durante las obras en la calle Ojo del Muelle, arroja luz sobre un tiempo en el que las olas abrazaban las murallas y las embarcaciones accedían a un puerto interior
Hallada la Puerta del Mar medieval en las obras de la calle Ojo del Muelle de Algeciras
Algeciras/La historia de Algeciras, escrita a retazos entre los vestigios de su maltratado pasado y el desorden de su presente, nos regala un nuevo capítulo fascinante: la localización de la antigua Puerta del Mar en el transcurso de las obras en la calle Ojo del Muelle. Este hallazgo inesperado arroja luz sobre uno de los elementos más enigmáticos de la muralla medieval de la ciudad e invita a un viaje al pasado, cuando las olas lamían los pies de una fortificación que fue testigo del auge y la caída de civilizaciones.
El arco perdido de Algeciras
Bāb al-Baḥr, traducido como Puerta del Mar, fue durante siglos el acceso principal entre la ciudad y sus aguas hacia el Estrecho de Gibraltar. Ubicada en lo que hoy es la conexión entre la avenida Virgen del Carmen y el mercado Ingeniero Torroja, esta estructura destacaba por su arco apuntado, de unos nueve o diez metros de altura. A pesar de su relevancia, el arco sucumbió a la modernidad en 1918, cuando fue parcialmente demolido para facilitar el desarrollo urbano.
Los pocos testimonios gráficos que han sobrevivido —fotografías en blanco y negro y descripciones de cronistas como Santacana, Romero de Torres y Pérez Petinto— muestran un arco robusto, posiblemente construido en mampostería de cal y canto con refuerzos de sillares. Su intradós apuntado y el alfiz que lo enmarcaba eran un reflejo de la arquitectura hispanomusulmana, aunque se desconoce si llegó a estar decorado o enjarjado.
Un puerto interior y las atarazanas medievales
Más que una puerta, el Ojo del Muelle era un umbral hacia un bullicioso puerto interior. Los investigadores sugieren que esta estructura conectaba las atarazanas medievales que se hallaban en la parte baja de la ciudad, en la orilla izquierda del río de la Miel —un astillero protegido donde se reparaban y construían embarcaciones—, con el mar abierto. Habría que imaginar un canal que discurría bajo el arco, permitiendo a las galeras entrar con mástiles y remos recogidos hasta un puerto interior que posiblemente ocupaba lo que hoy conocemos como plaza de Nuestra Señora de la Palma, es decir, la del mercado.
Esta conexión con el mar no era casual. Desde la época romana, y tal vez incluso bizantina, Algeciras fue un enclave estratégico donde el comercio y la navegación eran vitales. Sin embargo, la colmatación progresiva del canal, debida a aportes de arenas marinas, y la destrucción de la ciudad por Muhammad V en 1369 sellaron el destino de este tesoro del patrimonio local.
"Tras la reconquista de la ciudad por los musulmanes granadinos en 1369, es posible que las atarazanas volvieran a ser utilizadas por los nazaríes como base para su escuadra. Lo cierto es que el viejo edificio sería destruido con el resto de la ciudad en torno al año 1379, quedando solo en pie la puerta por donde entraban las embarcaciones, conocida, a principios del siglo XX, como el Ojo del Muelle", defiende el historiador Antonio Torremocha.
Aunque muchos estudiosos la asocian a las atarazanas, otras teorías apuntan a que la Puerta del Mar podría haber sido una monumental entrada, diseñada más para impresionar que para un uso práctico. Su posición, cercana al arranque de la empinada calle Real, sugiere que tal vez cumplía múltiples funciones: acceso al mar, conexión defensiva y símbolo de poder, al igual que había sucedido en otras ciudades, como Málaga, Almería o Lisboa, que también contaban con sus propias Bāb al-Baḥr.
Un puente entre el pasado y el presente
El reciente hallazgo arqueológico ha reavivado el interés por este capítulo olvidado de la historia algecireña. Los trabajos realizados en la calle Ojo del Muelle han permitido identificar vestigios muy bien conservados que corresponderían al viejo arco. Este descubrimiento es un recordatorio de cómo la historia sigue latiendo bajo nuestros pies.
La importancia del hallazgo es tal que este lunes se ha convocado una Comisión Extraordinaria de Patrimonio Histórico. En esta reunión, además de informar a los grupos municipales, se debatirán los pasos a seguir para proteger, estudiar y tal vez conservar este feliz descubrimiento. Sin embargo, por el momento, desde el Ayuntamiento sólo se ha indicado que los restos "serán datados" para que "no sufran daños en posibles obras futuras" que se realicen en la zona.
El reencuentro con la Puerta del Mar no es solo un golpe de fortuna arqueológica, sino un recordatorio punzante de cómo el tiempo reconfigura la ciudad y su memoria. Algeciras, una urbe que a menudo parece pelear con su propio reflejo, ha vuelto a tropezar con un fragmento de su alma enterrada.
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