Recordando a Juan Ignacio de Vicente

El autor recuerda su encuentro en 1975 con el que fuera el primer director del museo de Algeciras, que le llevó a interesarse por el patrimonio, la historia y la investigación arqueológica

El cronista oficial de Algeciras se opone a que el Museo Municipal lleve el nombre de Juan Ignacio de Vicente

La Cueva del Gran Duque.
La Cueva del Gran Duque. / Jorge Romo

Algeciras/A raíz del informe publicado por el cronista oficial de la ciudad de Algeciras, Carlos Gómez de Avellaneda, en el que se opone a que el Museo Municipal lleve el nombre de Juan Ignacio de Vicente, historiador, antropólogo y primer director del Museo Municipal de Algeciras, me permito hacer llegar mi repulsa hacia la bandera que enarbola esta persona y que para nada la ciudad de Algeciras le ha pedido.

Me parece fuera de lugar que el cronista oficial de la ciudad de Algeciras se otorgue crear un informe negativo sobre la petición de la ciudadanía de Algeciras y otras localidades del entorno, así como numerosos colectivos relacionados con el patrimonio histórico del Campo de Gibraltar, máxime cuando su informe y publicación en prensa tiene al parecer un objetivo de desprestigio y cuando no un aire personalista, enarbolando una bandera a la que nadie se ha sumado.

Quizás nuestra sociedad, la SIE Caxara (Sociedad de Investigaciones Espeleológicas Caxara, de Casares), sea poco conocida; pero nuestra relación con la investigación y protección del patrimonio histórico y geológico parte de la década de los 70 del siglo pasado.

Voy a contarles una historia que pocos conocen, y que puede dar valor a Juan Ignacio de Vicente, por sus conocimientos, afabilidad y buen hacer, sin dejar atrás su ejemplo de vida y su labor con el patrimonio del Campo de Gibraltar.

Corría 1975 cuando mi club de espeleología de La Línea, el Grupo Ixodes, al que yo acababa de acceder, localizaba en la Sierra de la Utrera en Casares (Málaga) una gran cavidad, la Cueva del Gran Duque, la sorpresa del descubrimiento fue la existencia en la cavidad de un gran yacimiento arqueológico.

Estamos hablando de principios de la década de los 70 y en aquella época no se contaba en los clubes de espeleología con un protocolo por un descubrimiento de este calibre. Varios años mantuvimos en secreto el descubrimiento para no dar lugar a expolios o destrozos tanto en la cavidad como en el yacimiento. Pero gracias a un compañero de Algeciras pudimos entrar en contacto, en 1977, con Juan Ignacio de Vicente. Nuestra visita no pudo ser más fructífera, en base al material que le llevábamos a Juan Ignacio pudimos conocer que el yacimiento arqueológico era de primer orden, un yacimiento del Neolítico Avanzado con una datación aproximada de 6.000 años desde el presente, con muchísimas singularidades en su cerámica y materiales presentes.

Voy a recordar toda mi vida aquel encuentro con Juan Ignacio, fuimos a verle tres miembros del Grupo Ixodes, dos mayores y veteranos del club y yo que contaba con escasos dieciséis años. Cuánto me impresionó tomarle la mano a Juan Ignacio para que con sus dedos recorriera el contorno de la cueva en el plano que acabamos de realizar, y escucharle sus indicaciones palpando aquellos materiales arqueológicos y sobre la cerámica que poníamos en sus manos.

Fue tajante, estábamos ante un descubrimiento único en la zona sur de la provincia de Málaga en las fronteras con el Campo de Gibraltar.

Ese día fue clave en mi devenir por la actividad espeleológica, por la exploración subterránea y la investigación. Será muy difícil que pueda olvidar aquel día, por la forma en que nos trató Juan Ignacio, por su simpatía y afabilidad, por su interés en lo que le contábamos y sobre todo por la impresión que me causo personalmente a mí, que con solo dieciséis años alucinaba con sus conocimientos. Con esa forma de atendernos sembró en mí esa semilla que durante décadas ha dirigido mi actividad y mi pasión.

Tuve la mala suerte de no volver a coincidir con Juan Ignacio, al año siguiente ingresaba en el Ejército y abandonaba esta zona, pero a pesar de los años, en nuestras exploraciones e investigaciones subterráneas, he seguido acordándome de aquel día y a pocos le he comentado aquella reunión con Juan Ignacio, solo a algunos privilegiados con los que he podido coincidir en la Cueva del Gran Duque; y su apoyo y empujón en el conocimiento del yacimiento arqueológico de esta cavidad.

Han pasado los años, muchos años, y con los avatares de la vida no volví a coincidir con Juan Ignacio de Vicente.

Pero no sé por qué rueda del destino Juan Ignacio vuelve a aparecer en mi vida.

Gracias a mi trabajo en el Enclave Arqueológico de Carteia, coincido con el hermano de Juan Ignacio y su cuñada, Carlos y Juana, mi compañera en el enclave arqueológico de Carteia; cuando me enteré de su relación con él me quedé apabullado, parecía una oportunidad única para contarle tantísimas cosas, contarle los resultados de las investigaciones de aquella Cueva del Gran Duque, o relatarle los nuevos descubrimientos en una cavidad cercana, el Sistema Subterráneo de las Hediondas, seguro que iba a disfrutar, y sobre todo yo compartiéndole todo lo que ha pasado en estos años en la Sierra de la Utrera, además de poder expresarle mi admiración por aquello que provocó en mí.

Curiosamente el 14 de noviembre de 2024 se tenía que presentar el libro Algeciras en el corazón y en la memoria, cuyo prólogo era de Juan Ignacio de Vicente. Estaba claro que yo no iba a faltar a esa presentación, hablando con mi compañera Juana, me planteé acercarle a Juan Ignacio aquel plano topográfico de la Cueva del Gran Duque que a pesar de los años todavía conservo y algunos restos que él tuvo en su mano, para hacerle recordar aquel fantástico día y hacerle partícipe de que por su culpa ando metido en esta vorágine del patrimonio, la historia y la investigación arqueológica.

Lastimosamente, no pudo ser, la presentación fue retrasada por las inclemencias meteorológicas y Juan Ignacio enfermó y nos dejó en enero de 2025. Qué mala suerte no haber podido contarle cuánto significó para aquel crío de dieciséis años que me abriera la visión de un mundo fascinante y su historia. Por eso mi colectivo, y yo personalmente como muchos amigos, hemos tardado segundos en apoyar la iniciativa de AEPA 2015, de designar al museo de Algeciras como Museo Municipal Juan Ignacio de Vicente.

Y lo que nos entristece, a todos los que de una manera u otra hemos tenido contacto con Juan Ignacio y lo que él representa en la historia y en la investigación de esta comarca, es que una persona como el cronista oficial de Algeciras se permita enjuiciar negativamente una propuesta, sin que nadie se lo haya pedido, que a todas luces es más que necesaria y por supuesto viene a limpiar una gran deuda con Juan Ignacio de Vicente.

De todas formas, a pesar de la actuación del cronista oficial, que ya ha recibido de plano el rechazo de muchos colectivos y personas del Campo de Gibraltar y de otras provincias como nosotros, esperamos que ese Museo se enorgullezca con la nueva denominación en recuerdo de Juan Ignacio.

Jorge Luis Romo Villalba es coordinador del Proyecto de Investigaciones de la Sierra de la Utrera, y Coordinador Técnico de la Actuación Arqueológica en el Sistema Subterráneo de las Hediondas, en Casares. Guía del Enclave Arqueológico de Carteia y alumno del Grado de Geografía e Historia de la UNED.

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