El renacimiento de Rosa Durán: de la física cuántica a la fotografía como un "bote salvavidas"
Tres circunstancias, dos inesperadas, le hicieron cambiar de vida y regresar a Algeciras: la muerte de su hermano en un accidente de tráfico, la enfermedad de su madre y el nacimiento de sus hijos
Cristina Garcés Hoyos: “Para ser lo que somos, preferiría que Algeciras fuera un Marfa en el desierto de Texas”
Algeciras/En la avenida Virgen de la Palma de Algeciras, en una calle que en Navidad se tiñe de ajetreo de vehículos que suben hacia el centro comercial, se encuentra el estudio de fotografía que Rosa Durán Delgado (@rosaduranphotography) ha inaugurado con la esperanza de reemprender su vida. El espacio está adornado con tres escenarios navideños preparados con esmero para recibir a los niños: una mesa con luces, muñecos de nieve y un pequeño árbol decorado con mimo. Todo tiene cabida aquí: la belleza, la ciencia y la vida misma.
Es en este entorno donde respira Rosa ahora. Desde su infacia y juventud en la atalaya de la barriada de San Bernabé y en el instituto del Saladillo, hasta su vuelta después de un brillante recorrido en el mundo de la física y la investigación, su historia parece un cuento de Navidad moderno, donde la determinación, la pasión y el destino se entrelazan.
“Me he dado cuenta que la fotografía me hace feliz. La física también me dio momentos increíbles, pero este oficio me permite algo que siempre había buscado: conciliar. Estar con mi familia, vivir tranquila, y a la vez, seguir haciendo lo que amo”, resume. Todo en su estudio, tan nuevo y brillante, tiene un aire de "renacimiento", como ella misma comenta, reflejando esa transición que comenzó hace seis años, cuando, tras la muerte de su hermano en un accidente de tráfico y la enfermedad de su madre, decidió cambiar su vida y regresar a Algeciras. Fue una elección profundamente personal que resonó en su interior como un eco lejano de aquellos días en los que, siendo pequeña, paseaba por el mercado Ingeniero Torroja donde sus padres, con un puesto de frutas y verduras, la educaron en el esfuerzo.
La física me dio momentos increíbles, pero mi propio estudio de fotografía me permite algo que siempre había buscado: conciliar
“Mis padres trabajaban muchísimo. Mi madre, además de las horas en el mercado, cosía para la calle; mi padre, cuando no estaba en el puesto, trabajaba en la hostelería. Al final, se hizo responsable del mesón Jairo, hasta su jubilación. Los recuerdo como una vida de empeño continuo para sacarnos adelante a mis dos hermanos y a mí. Era complicado. Nos criamos en un ambiente muy humilde”, cuenta, al tiempo que una sonrisa tímida de quien ha conocido el valor del sacrificio se asoma a sus labios.
Durán nunca fue de quedarse quieta. Con esa misma determinación que se respiraba en su hogar, se embarcó en su aventura académica. A los 18 años, emprendió el viaje a Madrid para estudiar Física, un sueño que parecía lejano, pero que una beca y sus padres hicieron posible con grandes esfuerzos. “Yo quería estudiar astronomía, era lo que más me apasionaba desde pequeña, pero en el camino me enamoré de la física cuántica y de la astrofísica”.
Yo quería estudiar astronomía, era lo que más me apasionaba desde pequeña, pero en el camino me enamoré de la física cuántica y de la astrofísica
Pero la vida, como el viento, a veces sopla en dirección contraria. Mientras investigaba primero en Suecia y después en el Reino Unido, alcanzando logros como una publicación sobre termodinámica cuántica o el descubrimiento de un error en una investigación sobre partículas, algo cambió. La noticia del accidente de su hermano la obligó a reevaluar sus prioridades. La ciencia, aunque todavía viva en su corazón, ya no era suficiente. “Cuando me llegó la noticia del fallecimiento de mi hermano, me di cuenta de que lo que más quería era estar cerca de mi familia. La inestabilidad de la investigación académica, el tener que estar siempre moviéndome de universidad en universidad, no me llenaba. Necesitaba algo que me permitiera estar en mi tierra”.
Es a partir de este momento, tras su regreso a España, cuando Rosa se volcó en un terreno inesperado: la fotografía, que ella misma define como "su bote salvavidas". Pero no cualquier tipo de fotografía, sino aquella que logra capturar la esencia de los momentos más humanos. “Durante el duelo por la muerte de mi hermano, la fotografía fue mi refugio. Y cuando nacieron mis hijos —que ahora tienen seis y tres años—, me di cuenta de que, cuando no estaba aprendiendo sobre maternidad, estaba haciéndole fotos a mis niños. Entonces me redescubrí laboralmente".
Durante el duelo por la muerte de mi hermano, la fotografía fue mi refugio
Tras una breve transición en una empresa dedicada a la innovación en Málaga, comenzó un nuevo capítulo: el de su estudio en Algeciras, Rosa Durán Fotografía. "La fotografía y la física tienen algo en común: ambas buscan la belleza, sea en la precisión de una fórmula o en la captura de un instante". Su trabajo en la ciencia, dice Rosa, le ha enseñado a ser meticulosa. “La física me ayudó a ser más precisa. En la fotografía también busco la perfección. En ambos campos hay que ser paciente, tener una mirada atenta, detallista y un enfoque claro".
A pesar de que su negocio de fotografía es reciente, Rosa no se amedrenta por la competencia. “Algeciras tiene un nicho de mercado. Hay mucha gente que busca algo especial, algo que no se ve en todas partes. Y yo creo que puedo ofrecer eso. Con mucho esfuerzo, pero sobre todo con mucha dedicación, porque esto me hace feliz”, insiste con la seguridad de quien ha aprendido a construir su propia suerte. "Si algo me ha enseñado todo lo que he vivido es que nunca se sabe qué te va a traer la vida. La ciencia, la física, me ayudaron a ser quien soy, pero hoy, con la fotografía, me siento completa”. Rosa no es solo una mujer que se adapta a las circunstancias, sino alguien que ha aprendido a transformarlas, como la materia misma.
También te puede interesar
Lo último