El Sexenio Democrático: Descripción de Algeciras en 1870
Historias de Algeciras
Tras el año constitucional, la ciudad conservaba los títulos de Muy Leal y Muy Patriótica
El devenir de los ciudadanos, ajeno a las crisis de la política nacional
El Sexenio Democrático: Mientras la provincia se derrumba, los algecireños Petronila y Diego se enamoran
Continuando la municipal actividad, como se dejó plasmado en la anterior entrega: “Se remite al Yngeniero Gefe de montes de la provincia el expediente de aprovechamientos leñosos en los montes Majada alto y Matapuercos de los propios de Algeciras para que en vista de no haberse presentado licitadores en la subasta celebrada, proceda á una nueva tasación al tenor de lo dispuesto en el artículo 110 del Reglamento de 17 de Mayo de 1865. Se aprobó el remate de las leñas de tres alcornoques inutilizados del monte Hoyo de la Negra de los propios de Algeciras, cuyo remate ha recaído en favor de D. José Marezca por la cantidad de nueve escudos”.
Y mientras prosigue la administración y gestión de los montes de propios la alcaldía algecireña recibe, como la del resto de municipios de la circunscripción, el siguiente oficio: “En vista de los telegramas y circulares del Ministerio de la Gobernación de la provincia se ha servido remitir á esta Diputación y examinados detenidamente los expedientes incoados con motivo á la destitución de varios Ayuntamientos se acordaron por unanimidad los puntos siguientes. 1º Que en los Ayuntamientos donde la destitución de Concejales ha sido parcial y no alteran el número legal de la Corporación deben confirmarse por el Sr. Gobernador esas destituciones, continuando con sus funciones el Municipio durante el actual bienio. En este caso se hallan los Ayuntamientos de Alcalá de los Gazules, Algeciras, Los Barrios y Prado del Rey [...] 7º Que confirmándose las destituciones de los Ayuntamientos de Algar, Algodonales, Arcos, Benaocaz, Bornos, El Bosque, Espera, Grazalema, Jimena, Paterna, Puerto Serrano, Puerto de S(ta). María, San Roque, Setenil, Tarifa, Torre Alháquime, Vejer, Villamartín y Zahara, se proceda á la elección por el sufragio universal en la forma y época que se determine por la superioridad”. Los violentos hechos acontecidos y protagonizados durante semanas por los federalistas fueron duramente reprimidos hasta en el mismo plano político.
El Ayuntamiento algecireño fue situado, como se ha expresado, entre los señalados como de “destituciones parciales”, afectando en menor medida los efectos de la represión llevada a cabo por el Ministerio de la Gobernación. La respuesta por los federalistas, y principalmente por los miembros republicanos de la provincia, no se hizo esperar, expresando estos su malestar en la Comisión conformada al efecto precisamente el día de los inocentes de aquel diciembre del 69 dándose lectura a una petición fechada el día anterior: “El Sr. Gobernador de la provª guiado sin duda alguna por las justas causas y en el deseo de dar entero cumplimiento á lo dispuesto por el Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación en orden circular telegráfica f(cha). 19 del corr(te). en la que, entre otras cosas se dispone que pª proceder á nuevas elecciones no dejaré destituidos más concejales ni Ayuntamientos que los que fueren notoriamente republicanos, no ha podido menos de conformidad como en efecto ha confirmado en Consejo de VE [...] la Comisión opina que está VE en el caso de acordar se manifieste á los peticionarios no haber á lugar á lo que solicitan porque de acceder á ello será faltar aún principio de verdadera justicia y contraria abiertamente las órdenes del Gobierno de las Naciones cuya obediencia todos tenemos la imprescindible obligación de prestar.=VE como siempre acordará lo más acertado.= Cádiz 27 de Diciembre de 1869”.
Al comenzar 1870, y a pesar del violento panorama que había dejado atrás el constitucional 69, Francisco Serrano y Domínguez seguía presidiendo la llamada Junta Provisional Revolucionaria Regente a la vez que Juan Prim también seguía conservando su presidencial asiento en el Consejo de Ministros. Al mismo tiempo que los altos cargos del Estado se repetían en sus puestos, la cotidiana vida de los algecireños proseguía con la lentitud provinciana de una localidad que se desenvolvía en su diaria actividad mercantil alrededor de la plaza de abastos municipal, así como también en su gran mercado semanal celebrado el último jueves de cada mes; siendo su anual feria, coincidente en la temporalidad con la de Chiclana de la Frontera, la gran fiesta por antonomasia de nuestra ciudad.
También seguía contando con una Comandancia de Marina clasificada de segunda clase, estando al frente de la misma -al igual que en Sanlúcar de Barrameda- un capitán de fragata. Como así mismo continuaba ostentando la capitalidad del judicial partido, siendo compartido este con Ceuta y Tarifa. Algeciras, a pesar de los vaivenes políticos, aún seguía contando con la Comandancia General del Campo que comprendía los municipios de la zona además de la población vecina de Alcalá de los Gazules. Nuestra ciudad comenzaba aquel segundo constitucional año con 18.216 vecinos, siendo el número del partido judicial algecireño de 30.079 habitantes.
Otros datos sobre aquella realidad algecireña, que seguía conservando los títulos de Muy Leal y Muy Patriótica, eran los que siguen. Su hijuela seguía siendo la cuarta de la provincia y la estación telegráfica seguía siendo calificada como de la clase D, que según la llamada “Línea Telegráfica de Andalucía. Estaciones abiertas para la correspondencia en el interior de la Península y en las Baleares, le correspondía del siguiente horario... Día completo: desde la 7 de la mañana en verano y desde las 8 en invierno hasta las 9 de la noche”. En cuanto a las comunicaciones por tierra, seguía dependiendo del servicio de carruajes (La Madrileña) que, vía San Fernando, enlazaba con el tren que comunicaba la capital de la provincia con Sevilla y Madrid. Por mar se mantenían las líneas entre Sevilla y Málaga a través de los vapores Alegría y Elisa haciendo escala en Gibraltar, Sevilla y Marsella a través del Servicio Regularizado de Buques de Vapor Españoles. Espiritualmente compartía dignidad episcopal en la figura del Iltmo. Sr. D. Felix M. de Arriete y Llanos, prelado doméstico de S.S. Asistencia al Sacro Solio Pontificio y Noble Romano y a la sazón Obispo de Cádiz y Algeciras; quedando pendiente, como obra religiosa local, el concluir la popular capilla de San Isidro. Esta era, de muy somero modo, la cotidiana, oficial y general realidad de la población de Algeciras en aquel comienzo de 1870.
Lógicamente existía otra más privada reflejo de la época y que a veces se entremezclaban en función de la importancia social del negocio jurídico, tal como ocurrió con la venta del popular Café Ribano. Este algecireño establecimiento estaba situado en el número 7 de la Plaza Palma, dando su espalda al mar. El popular café consistía en un negocio cuya propiedad se sustentaba en una sociedad conformada por la viuda Ana Ribano Ros, la también viuda Margarita Ruíz Barranco y Jacinto Castro Pincho, representado por su padre Francisco Castro Toledo, todos ellos vecinos de nuestra ciudad. El reconocido café fue puesto en venta valorándose el edificio junto al mobiliario, compuesto de: “mostrador, mesa de billar, cancela, mesas, sillas y demás útiles y efectos que lo constituyen, en la cantidad de 7.228 reales de vellón” interesándose en su compra el ceutí Pascasio García Rodríguez, farmacéutico de profesión y hombre de negocios. Una vez llegados al obligado acuerdo económico, García Rodríguez se hizo con la propiedad del Café Ribano (llamado así por quién fuera su fundador, Miguel Ribano Ros) respetando el arrendamiento que los anteriores propietarios habían constituido en el pasado y revolucionario 1868, casi coincidiendo con el septembrino alzamiento, siendo el arrendatario Francisco Delgado Ramírez.
En contexto diferente se encontraba otro popular café algecireño, cuando “Sebastián Martín Cortés, domiciliado en nuestra ciudad, pide prestado para sus urgencias la cantidad de 800 escudos á devolver en dos años a José Rodríguez España [...] Poniendo como fianza enseres, mobiliarios y efectos de los cafés que nombran de La Fama y Las Cuatro Épocas, que expone anualmente en la Feria de esta ciudad”. Cumplido el plazo procede Martín, a “devolver los significados 800 escudos liberando de la deuda los establecimientos señalados”.
Los citados cafés portátiles eran ubicados durante los días de la Feria Real en la esquina que conforman las calles San Pedro y Jerez junto con la Plaza Alta, a los pies mismos de la torre-campanario de la Palma. El café nombrado La Fama constaba de: “Una estantería de pino, un mostrador de pino, un tostador de café con su cajón, dos molinillos de café, cinco reverberos colgantes de petróleo, seis reverberos de pared de petróleo, una caldera de cobre, dos mesas tablero de piedra, diez mesas de caoba pequeñas, diez mesas de caoba grandes, dieciocho de pino pequeñas, seis docenas de sillas de madera, cuatro docenas de taburetes de pino y gutapercha; docena y media de caoba con asientos de terciopelo de lana; seis banquetas de pino y gutapercha, diez bancos de pino, cuatro bancos lisos, una cancela de cristales, dos monteras de cristal, tres espejos dorados de vara de largo, un jarro de metal, una farola, diez cuadros de caoba, dos docenas de azucareros de metal, dos cafeteras, dos lecheras, cinco teteras, cuatro poncheras, dos docenas de bateas de latón, dos bateas grandes de agua, un juego de café y un escenario de teatro de madera con el rótulo Café de la Feria, que los constituyen las maderas, toldos, cortinas y demás adornos”.
Dejando atrás el devenir de los tan populares establecimientos y volviendo a la realidad de la gestión y administración del progresista consistorio municipal, fue recogido en acta de sesión ordinaria lo siguiente: “Don Agustín Bálsamo Cabrera, de estado casado, mayor de 40 años, propietario y de este domicilio, que en estrado público celebrado hoy ante el Ayuntamiento de esta Ciudad, ha rematado á su favor el fruto de la bellota de la majada de montes nombrada Comares, término de esta Ciudad en precio de 66 escudos. Y en consecuencia se obliga á guardar y cumplir las condiciones facultativas y económicas de la subasta y a pagar la cantidad en que ha sido rematada en los 45 escudos, según y en los términos con que ha aceptado dicho remate; obligando á ello sus bienes para que se le compela y apremie como por sentencia ejecutoria”. Nuevamente el negocio de la bellota, y muy especialmente su apreciado aceite, seguía dejando buenos dividendos a los que con el citado producto en la lejanía negociabanante la inoperante actividad empresarial local.
Mientras en Algeciras la vida transcurre con la aparente normalidad que reina en la constitucional y monárquica nación sin rey, por aquellos días se propone poner en práctica una herramienta constitucional para el acceso al vacío trono: la Ley de elección de rey; facilitando con su puesta en práctica la rápida aceptación de un candidato adecuado. Al mismo tiempo que los poderes del Estado progresista estaban a lo “suyo”, un algecireño “también” estaba a lo suyo” -que en esto somos maestros- cuando “En Algeciras. José Rey Marchena, consiguiente a la orden comunicada al Alcalde, se presentó este quinto para cubrir su plaza en razón á no proceder su abono por haberse matriculado después de los 19 años.= Alegó padecer quemadura y reconocido por los facultativos dijeron que ha manifestado padecer una quemadura en la parte posterior en la región del Sacro, cuya cicatriz presenta algunos puntos ulcerados, por lo que, consideran debe pasar al Hospital á completar su curación”.
Sin dudar de la veracidad de las alegaciones presentadas por nuestro paisano algecireño, recordemos a los “patriotas de salón” quienes pagaban a otro por ocupar su puesto en el sorteo del reemplazo; mientras el sustituto hacía frente a las enfermedades tropicales y a las balas del enemigo, el sustituido bien recordaba al quevedesco personaje de la novela picaresca Historia de la vida del Buscón llamado Don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, 1626; quién, según el incorregible don Francisco: “Ejercía como soldado de comedia, guerrero solo para la danza y de naval -marinero- tenía tan solo que comía nabos”.
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