El Sexenio Democrático: una lancha de vapor contra el contrabando y la industria sedera en Algeciras

Historias de Algeciras

Las fuerzas de represión del contrabando decían adiós a la vela y daban la bienvenida a las modernas y más rápidas embarcaciones

Carlos Carvhalo trajo 30.489 moreras a la Dehesa de las Abiertas y el Cortijo del Piojo

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El antiguo fondeadero algecireño.
El antiguo fondeadero algecireño.
Manuel Tapia Ledesma

18 de febrero 2024 - 02:00

Y mientras la caja municipal algecireña dejaba ver su fondo por pagar su rebeldía contra el servicio militar, otro acontecimiento tenían lugar en nuestra ciudad muy en consonancia con la general y catastrófica economía local: "Obligado para mantener su negocio Eugenio Oncala y Amaya, recibe la cantidad de 100 escudos en préstamo de Manuel Rodríguez Saraiba, labrador, ambos de esta vecindad; obligándose el deudor a devolverlo el día de Santa María en Agosto del corriente [...]. En compensación y adelanto, Oncala, cede los pastos del agostadero del presente año de una suerte de tierra que labra en este término al pié de la Trocha [..] Poniendo en garantía una Baca (sic) desnovillada, dos caballos capones, y además doce fanegas de trigo que tiene sembradas en el Cortijo de Matapuercos; de cuya vaca, caballo y sementera no podrá disponer á perjuicio de su acreedor, y si lo contrario hiciere será nulo".

Aquella difícil actividad económica y comercial, además, no estaba exenta de dificultades e impagos: "Don Moses Benziemra, comerciante de Gibraltar, donde reside, expresa que teniendo contratado con el Don José Pérez González, vecino de Ceuta, una partida de curtido, según convenio de fecha 24 de Agosto del año último (1869) y habiendo faltado el González a lo estipulado en este contrato, puesto que no ha hecho entrega de todo el curtido, necesita demandarlo para que llene todas las condiciones establecidas; y no pudiendo hacerlo personalmente el que habla le confiere su poder a Don Andrés Arggento y Arditto (Vice-cónsul de Brasil en Algeciras), con domicilio en Algeciras para que le represente judicialmente en todo lo que sea concerniente al citado contrato de curtido". Aquel difícil día a día no solo afectaba a las clases altas, a las cuales combatía el creciente movimiento obrero en sus reclamaciones laborales, también se sumaba la grave situación económica que tenía sus efectos directos para con las clases más bajas: "María Trujillo Amador, viuda y de 60 años; toma a Agustín Otero Toribio, en préstamo la cantidad de 1.400 r.v. poniendo en garantía su casita sita en el Callejón de Escopeteros s/n que fue adquirida por el que fuera su marido Cristóbal Giménez Giménez y por herencia de sus fallecidos hijos Francisco y Pedro Giménez Trujillo [...] Quedando responsable la casa al reintegro del préstamo".

Y con la casita a punto de perderla por quién, además de estar sola en aquella complicada época, veía su situación agravada por ser mayor y mujer, regresamos a la actualidad nacional, donde, con gran pesimismo se publica: "Apenas se dió el grito de libertad en aguas de Cádiz cuando proclamamos todos sus derechos por medio de las Juntas Revolucionarias y los ejercitó, ni más menos, que si estuviera de muy antiguo acostumbrado a sus prácticas. Y después ¿que ha quedado?. Se proclamó el derecho de reunión y los Clubs fueron disueltos; y se prohibieron las manifestaciones; se proclamó la abolición de la pena de muerte y aún humea la sangre de los cadalsos; la abolición de las quintas y después se arrancaron 25.000 jóvenes de los brazos de sus madres; la abolición de la esclavitud y aún millares de infelices gimen en nuestras Antillas; la abolición de los consumos y se impuso el impuesto de capitación (coste de los servicios municipales a pagar por la ciudadanía en igualdad e independientemente de la renta de cada individuo), exacción más odiosa y perjudicial que la primera; se decretó el desestanco del tabaco y de la sal, y muchas Juntas realizaron la existencia de los almacenes y después se dió un voto por el ministro de Hacienda a los que tal hicieron; se proclamó la libertad de culto y de mala gana se nos dió la libertad religiosa; se reconoció al pueblo el derecho de empuñar las armas y no contento con esto se mandaron ejércitos para que les obligasen á hacer por fuerza lo que nunca de agrado hicieran y debieron hacer, negarle el derecho dado".

Dejando a un importante sector de la nación en el claro descontento, regresamos a hasta nuestra ciudad donde: "Como vía de ensayo se ha mandado a la bahía de Algeciras una lancha de vapor, para que haga el servicio que venía prestando las escampavías guarda-costas, las cuales serán suprimidas si los resultados de aquel ensayo, ofrecen como es de esperar, algunas ventajas sobre estas embarcaciones". Las fuerzas de represión del contrabando decían al parecer, adiós a la vela y daban la bienvenida a las modernas y más rápidas lanchas de vapor.

También y por aquellas días de modernización del servicio de vigilancia de ilícitos, se dirige el Obispo de Cádiz-Algeciras a sus diocesanos, mediante carta pastoral, expresando: "Nos, D. FR.Féliz María de Arriete y Llano, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica Obispo de Cádiz y Algeciras, Prelado doméstico de Su Santidad, asistente al Sacro Solio Pontificio, noble romano, etc... Deseábamos hace días, amados hijos nuestros, dirigiros la palabra escrita para daros cuenta de un hecho que, á pesar de nuestro y contra nuestro más vehemente deseo, interrumpió la ejecución de otro que ocupaba nuestro pensamiento hace un año; pero causas no desconocidas en el obispado nos estorbaron hasta hoy a tomar la pluma. Debimos asistir al Concilio general del Vaticano, en unión á los demás Prelados del reino, habiendo sido, como ellos, invitado por el Santo Padre con mandato formal de obediencia. Lo recibimos como órden del cielo y lo acatamos y respetamos decidido á su ejecución con tan vehemente entusiasmo, que tal fuimos el primero de los Obispos de España que pidió y obtuvo el pasaporte del señor regente del reino [...] Pero el Señor detuvo nuestros pasos y ahogó nuestros deseos enviándonos una grave enfermedad en la pequeña aldea de Casas-Viejas, en que hacíamos la visita pastoral, poniéndonos al borde del sepulcro [...] En eso estábamos, cuando llegó á nuestras manos y noticia un nuevo proyecto de ley sobre el matrimonio civil, que alteró y turbó toda la complacencia de nuestra alma ¡Santo Dios! ¡Proyecto de ley sobre el matrimonio civil en la católica España!. Hasta los huesos de nuestros antepasados que duermen hace años y siglos el sueño de la paz, se han turbado; y si se reanimaran y uniesen á sus cuerpos, no podrían sufrir la impresión violenta que les causaría tal enseñanza, y volverían á caer exánimes en sus sepulcros...".

Y mientras el obispo de Cádiz-Algeciras se sobrepone a la impresión de la lectura del progresista proyecto de ley sobre el matrimonio civil, desde instancia liberales provinciales se insiste en el tema recaudatorio: "Examinado el expediente general sobre rendiciones de cuentas municipales del año económico de 1867 á 68 se diga á los Alcaldes de [...] Y á los de Algeciras, Bornos, Castellar, Ceuta, Jerez y Olvera que dijeron no había sido rendidas -las cuentas- se les prevendrá que instruyan expediente contra los cuentadantes para que las presenten en el plazo de veinte días, bajo apercibimiento de nombrarse comisión que á su costa pase á evacuar este servicio". Amenazas institucionales aparte, la futura Ley Provisional del Matrimonio Civil, cuyo proyecto había perturbado tanto al Ordinario del lugar, constituyó la primera disposición que estableció el matrimonio civil en España con carácter obligatorio. Para su redacción se aprovechó el proyecto de 1851 sirviendo de bases sus conceptos para la redacción del Código Civil del 89. Antes de esta norma, imperaba el canónico matrimonio como: única, exclusiva y legal unión marital, según la Real Cédula firmada por Felipe II, el 12 de julio de 1564. El que fuera anteproyecto se hizo realidad con su aprobación a mediados de aquel constitucional 1870. Tan solo cinco años de vida tuvo la progresista y citada ley, la posterior restauración borbónica del 75 acabó, para tranquilidad de Su Eminencia, con su vigencia.

Mientras estos hechos acontecen y ante la falta de pan -no precisamente espiritual-, la situación económica se toma por la opinión pública a chacota: "Este cuadro -en clara referencia a la nación- que tiene Vd delante representa á un joven enamorado de ideales atracándose de fósforos. Ahora verá a una señora rodeada de muchos hombres políticos que se llama Farsa. Ahí un funcionario con Autoridad pelando la pava con una Maritornes (prostituta) mientras dos mozos se acribillan el cuerpo a puñaladas. Ahora la clase obrera viviendo á la intemperie por no poder pagar al casero por falta de trabajo y los propietarios adorando la ley de desahucio. Y esas sombras son maestros de escuela que están prometiendo á Santa Rita una libra de cera si el Gobierno les paga los atrasos".

Al mismo tiempo que la nación se ríe de sí misma, se da a conocer por las autoridades gaditanas, y gracias a un informe técnico, una pequeña industria que funciona en nuestra ciudad: "En vista del informe evacuado por el Yngeniero gefe de montes de la provª. sobre la Yndustria sedera en la misma, asegurando que tanto respecto á su producción como á la elaboración de este producto es desconocida, pues no se puede considerar como tal la insignificante producción que hay en las afueras de esta plaza en Algeciras y San Fernando". Desde hacía treinta años atrás aquella insignificante industria tenía una humilde presencia en el también pobre tejido empresarial algecireño, gracias a quién fue su introductor Carlos Carvhalo. A mediados de la centuria, Carvhalo, según constaba en el Ayuntamiento de Algeciras y por tanto en el citado informe: "Poseía 30.469 moreras traídas desde Ultramar de la especie multicaules (varios tallos), de las que 4.215 estaban injertadas en moreras rosa o alba (por el color del fruto), y 2.200 de estacas (esquejes), valoradas cada una entre 2 y 4 r.v. ocupando una superficie aproximada de 13 fanegas en terrenos que fueron del común como la Dehesa de las Abiertas o privadas como las tierras del Cortijo del Piojo; teniendo en menor medidas plantaciones de moreras en el también cortijo de El Calvario o Dehesa de la Acebuchal. A finales de la década de los años cincuenta, según también constaba en sede municipal: La producción alcanzó la cifra de 44 libras, al precio de 55 r.v. cada una". Estos datos promovieron la petición de establecer una fábrica que cerrase todo el proceso, impidiendo la exportación de la materia prima generada en nuestra ciudad. En la seda se vio una buena oportunidad para la siempre necesaria creación de puestos de trabajos.

Siguiendo con la realidad agrícola local, comentar, que los labradores: "Juan Fernández Melgar, y Antonio Pérez Tollos, tenían arrendada una suerte de tierra en la dehesa del Novillero al jornalero Mariano Agramunt, quién después fue vendida por sus propietarios á Francisco de la Torre; y que no pudiendo seguir Agramunt con la labor en dicha suerte de tierra que estaba ya cosechada, cede el indicado arriendo a Antonio Pérez Tollos, aceptando este las siete fanegas en qué consistía dicho arriendo, separándose el Fernández de toda intervención y renunciando a todos sus derechos". Se desconoce la razón por la que, después de tanto trabajo, Agramunt, ya fuera por edad o acuerdo económico decide la mencionada cesión. La figura del algecireño jornalero -así como la de todos los de la España de aquella época-, evoca la oración social que recoge en su cuento el escritor onubense José Nogales Nogales, titulado: "Las tres cosas del tío Juan (1900), al poner en boca del aquel:-Piedad hacia el jornalero desheredado que a cambio de unos cuartos aumenta el caudal ajeno".

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