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Una saga torera y un confitero prestamista

EL SEXENIO DEMOCRÁTICO EN ALGECIRAS (1868-1874)

El algecireño Juan Moreno Busca perdió la vida en el naufragio del vapor inglés Queen Elisabeth frente a Cala Parra tratando de salvar la vida de sus pasajeros

En el número 38 de la calle Carretas se encontraba el domicilio de Benítez Moreno. / E.S.

Algeciras/Con la tristeza por la pérdida de tan importantes referentes culturales como Alberto Pérez de Vargas y Juan Ignacio de Vicente Lara, seguimos en el nuevo año que acaba de comenzar explorando la realidad de aquella Algeciras revolucionaria, democrática y constitucional.

Estos comprometidos hombres con su ideario republicano tenían un importante papel en la sociedad algecireña. Valga como ejemplo la figura del Manuel Meléndez, domiciliado en la plaza de la Caridad, de profesión practicante (cirujano ministrante), quién desarrollaba su ciencia en el Hospital Civil, al mismo tiempo que presidía la citada Sociedad Democrática Republicana de Algeciras. Otro de aquellos importantes personajes era el carpintero José Durán, quién además de ejercer su profesión bajo el patronazgo de San José, sacaba tiempo para actuar como vocal de la citada sociedad política. También, Luis Delgado, quién ejercía como fiel administrador de las hermanas Cassinger Bonany y secretario del círculo republicano, así como el industrial del calzado Ignacio Benítez Moreno, quién tenía su domicilio en el número 38 de la calle de Carretas (General Castaños) y ejercía como vicepresidente de los antimonárquicos algecireños. Además, Pedro Marín Cortés, que en aquellos momentos contaba con 37 años y que tras la restauración borbónica seguiría con su actividad política llegando a ejercer como diputado provincial, y Francisco Contilló, miembro de la más importante saga de impresores algecireños del siglo XIX. Nadie mejor que su familia pudo sentir la importancia de la aplicación del constitucional derecho de libertad de imprenta. También, Vicente García Aparicio, de profesión comerciante, quién tenía su domicilio en el callejón de Santa María 3, y Sebastián Rey, quién estuvo casado con María Centeno, de profesión calderero, que fue operario en el arsenal de la Carraca antes de asentarse en nuestra ciudad. Finalizando con el humilde industrial sillero José Jurado González, o Domingo Carvalho Lima, importante propietario descendiente de la también relevante e histórica zaga local de los Lima.

Extracto subasta publica sobre arbitrio de degüello. / E.S.

Dejando aparte la actividad política local y a los hombres que la hacían posible, también en nuestra ciudad acontecían otros hechos, como la defunción de la algecireña Juana Vega Vallejo: Propietaria que fué de diecinueve fanegas de trigo sembradas y costeadas.= Seis reses vacunas de hierro.= Una yegua.= y una burra. La difunta, hija de Atanasio Vega y de María Vallejo, estaba casada con Bernardo Pérez Sánchez, natural de Fuengirola, e hijo de Alonso Pérez y Teresa Sánchez, difuntos [...] matrimonio que celebraron en la Iglesia Parroquial de la Palma de esta ciudad hace más de doce años, sin que hubiesen hijos.

También y por aquellos tristes días para la familia Pérez Vega, los cortadores de carnes algecireños Francisco Jiménez Carretero y Rafael Rodas Cortés -futuro tío del torero que nacería dos años después (1872), y que sería conocido como Diego Olivé Rodas, Morenito de Algeciras- junto al propietario Antonio López Revelles,arrendaron en subasta pública ante el Ayuntamiento de esta Ciudad el Arbitrio de degüello de reses en el Matadero público de la misma por el año económico de 1870 á 1871 por la cantidad de trece mil cuatrocientos reales y demás condiciones del pliego que obra en el expediente y adjuntándose la fianza por la cantidad de 670´ 100 escudos de la mitad del importe de dicho remate, el último se ha prestado ha facilitársela, y en su virtud Don Antonio López Revelle se constituye en fiador de Rafael Roda, y Francisco Jiménez por los seiscientos setenta escudos y cien milésimas para garantizar como tales rematantes el arbitrio de degüello.

Al mismo tiempo que los carniceros locales se hacen cargo del citado arbitrio de degüello, también en nuestra ciudad, el soldado algecireño José Tabarra Gabino, licenciado por cumplido del segundo Batallón del Regimiento de Mayorca nº 13, de guarnición en esta plaza donde hoy tiene su residencia de edad de veinte y seis años, concede representación al Capitán empleado en Recaudación General de Infantería, Don Fernando Pardo Castro, residente en Madrid para que en su nombre y representándole en el Consejo de Redención y Enganches del Servicio Militar, retire su liquidación de reenganchado y perciba lo que alcance en la misma. El citado soldado local, ya fuera por necesidad o vocación, estuvo más tiempo del que la ley le exigía de servicio a la convulsa patria que le tocó defender, ya fuera frente a los carlistas, ultramar o en los diferentes focos de insurrección que surgieron por distintos puntos de la península.

Juan José Lledó era patrón de la escampavía reñidora. / E.S.

Coincidente con la espera de la recepción del ansiado alcance por servicios reiterados a la nación por tan patriótico -o necesitado- algecireño, otro vecino de nuestra ciudad de nombre Juan José Lledó Chuvoi y en el mismo contexto de servicios a la patria procedió documentalmente a expresar: De estado casado, de 37 años de edad, patrón de la escampavía Reñidora, en este apostadero y de este domicilio [...] dá y confiere representación a Tomás Games Segovia, cabo de matrícula de Palencia, para que en su nombre perciba del Estado, las cantidades que tiene derecho por consecuencia de la orden expedida por el Gobierno en que se ha dispuesto que a los licenciados del servicio de la Armada Nacional, se les abone el tiempo que tengan de recarga en dicho servicio al precio del reenganche, en cuyo caso se encuentra el que habla. Y mientras ambas recompensas por los servicios prestados están pendientes de resolverse, otro vecino de Algeciras está a punto de comenzar el camino andado por los veteranos antes reseñados. En este caso se trata del mozo José Carrasco Blanco, quién se presentó con la hoja de observación y reconocido por los facultativos -provinciales- lo declararon útil para el Servicio.

Al mismo tiempo que Algeciras aportaba un nuevo quinto a las necesidades defensivas de la nación, una distinguida vivienda de la localidad situada en el número 41 de la calle Alta, cambiaría de propietario, cuando Pedro Puche la vendió a Juan Gil Sánchez. Aquel caserón sería adquirido años después -en tristes circunstancias-, por Catalina Carmona Muñoz, futura viuda del héroe local Juan Moreno Busca, quién, junto a otros marineros perdería cuatro años después la vida en el naufragio del vapor inglés Queen Elisabeth frente a Cala Parra (1874), tratando de salvar la vida de sus pasajeros (Tapia Ledesma, Manuel. El héroe de la calle Alta.Europa Sur del 9, 16 y 23 de octubre de 2022). Recordemos que Pablo Larios, junto a otros vecinos de Gibraltar, se portaron muy generosamente con la familia del citado héroe algecireño haciendo una importante donación, con la condición siguiente: Si el hijo de Juan Moreno Busca, de nombre Juan Moreno Carmona fallecía antes que su viuda madre, ésta sería llamada en sucederle. Y como así desgraciadamente sucedería, la reseñada vivienda que fue vendida por Puche a Gil Sánchez en 1870, pasaría a la plena propiedad de Catalina Carmona, quién para entonces, además de a su marido, había perdido también a su hijo.

En otro orden de asuntos y dejando atrás tan triste futuro, aquel noveno y constitucional mes de 1870, sería de gran importancia para la organización judicial del país. A mediados del mismo se aprobaría la llamada Ley Orgánica del Poder Judicial basándose en los siguientes principios: Independencia, convocatoria de oposiciones para cubrir las vacantes y ascensos de magistrados; inamovilidad judicial; responsabilidad de los jueces en sus actos; incompatibilidad con el ejercicio de la política activa; y colegialidad de los tribunales, a excepción de jueces de instrucción y municipales.

El carnicero Rafael Rodas, tío del futuro torero Morenito de Algeciras. / E.S.

También y por aquellos días de modernización judicial, otro algecireño empleado de la constitucional corporación provincial obtendría la siguiente resolución: Accediendo á una Solicitud de D. José Caballero, Auxiliar de la Secretª. de esta Corporación, se acordó concederle veinte días de licencia para evacuar asuntos de familia en la Ciudad de Algeciras, facultando al Sor. Vicepresidente para resolver estas solicitudes de forma que no causen perjuicios al Servicio público.- Al propio tiempo acordó la Diputación Se haga saber á todos los empleados de sus dependencias que en lo sucesivo, cuando se concedan licencias por enfermedad tendrán derecho los que las obtengan al percibo de su sueldo, pero no podrán disfrutarlo aquellos á quienes Se concedan para asuntos de interés particular.

Y mientras estos y otros asuntos se convierten en el día a día de los algecireños en aquellos últimos días del tercer trimestre de 1870, el jefe del Ejecutivo español Juan Prim, a través de Sagasta, toma una decisión que sorprende a propios y extraños solicitando la contemplación nuevamente de la candidatura del príncipe prusiano Leopoldo a la corona de España. Su homólogo alemán -Bismarck-, le contestaría esgrimiendo dos razones para reiterar la negativa, conteniendo el telegrama de respuesta dos claras críticas: Turbia actitud del Gobierno español al comenzar la guerra y mantenimiento de la situación como antes del comienzo del conflicto franco- alemán. Si en la mesa del Consejo de Ministros la respuesta del líder prusiano absorbe todo el interés de Prim y su gobierno, en los cafés y mentideros otro nombre está de moda: doña Eugenia de Montijo, la españolísima esposa de Napoleón III. Romántica figura quién huyendo de los efectos de la guerra había informado mediante despacho telegráfico a su madre, la condesa de Montijo, de que: Había atravesado sin novedad la frontera francesa en dirección á Bélgica. Acompañaban a la emperatriz algunas personas de su familia y una corta servidumbre. Meses más tarde “la española” -como así sería nombrada despectivamente por los medios franceses-, sería señalada como responsable de las pésimas decisiones que tomara durante el conflicto su emperador y amantísimo esposo.

Coincidente con la marcha de la Montijo a la vecina Bélgica, el labrador algecireño Juan Rodríguez Saraiba, no pudiendo huir de la crisis económica existente pide en préstamo al también algecireño y confitero Ildefonso García Ros, la cantidad de 7.000 reales de vellón, o sean 700 escudos [...] y para lo cual el deudor ofrece en garantía una casa baja situada en la calle de Montereros de esta Ciudad, señalada con el número treinta y ocho moderno. Al mismo tiempo que el confitero algecireño con su préstamo procura endulzar la situación económica de su convecino labrador, el gobierno de Prim intentará lo propio, sin conseguirlo y en el plano político, con el victorioso y prusiano general Bismarck.

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